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Portada de la
primera edición (Sylvia Beach, París, 1922)
[Dominio
público], via Wikimedia Commons
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Ulysses
Autor: James Joyce
Fecha de publicación: 1922
Una
historia intrascendente sobre personajes irrelevantes, pero ¡vaya estilazo!
La
trama del Ulises es bien sencilla: un día (el 16 de junio de 1904), en Dublín, en la vida de dos
personajes vulgares: Stephen Dedalus y Leopold Blum. Es mera excusa para
experimentar con el lenguaje y la forma de narrar las cosas, a veces fluida,
otras inconexa, abrupta, bastante monólogo interior…
Esta
novela es un enorme ejercicio de estilo que maravilla al mostrar de qué maneras
diferentes puede narrarse, jugar con el lenguaje, inventar, crear, parodiar,
probar a eliminar los signos de puntuación... Es la novela del siglo XX por antonomasia, publicada en la Europa de
entreguerras.
Esto
la convierte en un libro nada fácil de leer. Como dice Ifor Evans (Breve historia de la literatura inglesa,
Ariel, 1985), “En Joyce nos encontramos con un genio vigoroso y total que es
muy difícil de seguir”.
Cuando
valoro una narración, principalmente en forma de novela, pero también es
aplicable al teatro y a otras ficciones comerciales como el cine o las series
de televisión, suelo sopesar cinco aspectos, que –aunque con variaciones cada
vez que lo expreso-, suele resumirse en: trama, personajes, ambientación,
estilo y trascendencia. La ficción comercial, por ejemplo, suele carecer de
trascendencia y su estilo es mediocre: su fuerte está en los otros tres
elementos. Pero incluso dentro de la Literatura, poquísimas obras consiguen el
pleno. El Quijote lo tiene, pero para
que no se diga que soy patriotera de mi idioma, también Guerra y paz o Los novios.
No incluiría el Ulises dentro de esas
obras afortunadas: logra la máxima puntuación en ambientación, estilo y trascendencia, pero –a mi modo de ver- no los personajes ni la trama.
A mí
el Ulises me impresiona por su enorme
creatividad e innovación. Pero admito que, por lo demás, me deja bastante fría.
Primero, y sobre todo, porque no me interesa lo más mínimo lo que me está
contando. Pero, segundo, por el trato y retrato de las mujeres. Todas son
meros objetos, cuerpos que los machos de la película examinan y sobre los que proyectan sus deseos
e imaginaciones, normalmente, de forma bastante elemental, de carácter sexual. No
encuentro mujeres de carne y hueso ni por el forro; para mí, Molly Bloom es puro
cliché, aunque muchos sesudos analistas digan lo contrario y alaben su monólogo
final.
Admito que puede ser injusto, pero cada uno critica desde su propia
ideología. Al fin y al cabo, el catedrático que firma la introducción a mi edición,
parece reprocharle a Joyce “su falta de patriotismo irlandés”. Que, digo yo,
qué obligación existe de ser patriota, o por qué el arte tiene que rendir
pleitesía o convertirse en canal propagandístico de una determinada ideología
por el lugar en que uno nace. Y que, en el caso de Joyce, afortunadamente
abandonó para irse a la Europa continental, porque si no, no habría podido
escribir con libertad. Tuvo que publicar este libro una editora estadounidense
residente en París. ¿Por qué inclinarse ante un Estado donde no pudiste vivir
tranquilamente y que no autoriza la publicación de tu opus magna hasta décadas después de tu muerte? Ahora viven del turismo que esta obra genera y hacen de él poco menos que un héroe nacional, pero como suelo decir, "en el pecado, llevan la penitencia" porque este es un libro infumable para el 90% de los lectores.
Una
lectura difícil sólo apta para quienes interese el arte por el arte. Ni te
emocionará ni te hará pensar, pero si te gusta la Literatura, probablemente te
compense su prodigioso genio creador.