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jueves, 4 de abril de 2024

#13 Itinerario de Egeria



Itinerario de Egeria

 

Título original: Itinerarium Egeriae / Peregrinatio Aetheriae / Peregrinatio ad Loca Sancta

Autor: Egeria

Año: 381 - 384

Género: Ensayo / autobiográfico

Tema: Historia / Viajes

 

«Yo, que soy un tanto curiosa...»

 

Mujeres viajeras las ha habido, ya veis, toda la vida del Señor.

Yo a Egeria la pondría de «santa patrona» de las senderistas, montañeras y caminantas que por el mundo andamos. Es verdad que no fue la única, ya que antes que ella, por ejemplo, a la hispana Melania la Vieja le dio por ir a Egipto.

Era un turismo religioso, puesto de moda por los «hallazgos» de Elena, la madre de Constantino, en Tierra Santa, cosa que habría ocurrido unas décadas antes. A muchos les dio por ahí, si gozaba de ricos posibles.

Durante mucho tiempo se creyó que esta Egeria era una monja. Sin embargo, parece que cuando ella vivió, a finales del siglo IV, realmente no había monasterios femeninos tal como existieron después. 

Tú lo lees y te das cuenta de que esta señora debió ser otra cosa, una dama con parné e influencias.

Procedía de la Gallaecia (o sea, el noroeste de Hispania) y viajó hasta Oriente. 

Todos estos turistas religiosos aprovechaban la globalización que supuso el imperio romano. Podías viajar de una punta a otra del imperio gracias a calzadas en condiciones, o mediante la navegación por el Mare Nostrum, en el camino encontrabas dónde descansar, y contaba con un sistema monetario más o menos estable.

Esta mujer viajaba a su aire, hacia donde le apetecía o había algo que le llamaba. A veces llevaba con escolta. Allá donde llegaba, todo eran facilidades por parte de los religiosos que la recibían, incluso le daban regalos o recuerdos.

No es de extrañar que haya quien elucubre que podría estar relacionada con la familia imperial. Procedía de Hispania, lo mismo que el el emperador que regía entonces, que era ni más ni menos que Teodosio el Grande. Pero vamos, esto no está demostrado. 

Que tenía una buena posición se pone de manifiesto, para mí, en la propia seguridad en sí misma que demuestra. Preguntaba, sin cortarse, sobre aquello que le llama la atención. Ella misma se llama curiosa.

Vimos desde el camino un valle hermosísimo que se abría a nuestra izquierda, un valle enorme que enviaba al Jordán un torrente muy dilatado. Y en dicho valle divisamos la ermita de un hermano que vive allí actualmente como monje. Entonces yo, que soy un tanto curiosa, pregunté enseguida qué valle era aquél para que un santo monje hubiera plantado allí su eremitorio; pues imaginaba que no lo habría hecho sin alguna razón poderosa.

Se supone que su peregrinación por Oriente Próximo se desarrolló entre los años 381 y 384. Para entonces, el imperio romano era ya un imperio cristiano. Justo antes, en 380, el edicto de Tesalónica impuso el cristianismo como la religión oficial del imperio.

En su viaje por lo que hoy es Egipto, Israel, y otros lugares, Egeria solía hacer más o menos lo mismo. Subiera a una montaña o llegara a otro lugar bíblico, ella con sus religiosos acompañantes, se leía la parte de las escrituras que mencionaban ese sitio, comulgan y tras los rezos, un buen refrigerio.

Es uno de los primeros libros de viajes que se conocen. Ahora, no pretende ser enciclopédico y minucioso. Adopta el formato epistolar, cartas que cuentan a sus amigas dónde había estado, lo que había visto, anécdotas que las entretuvieran. Es, en ese sentido, entretenido, siempre que tengas un poco de idea de la geografía y el mundo de la época.

Yo me fijo, sobre todo, en cómo describe los ascensos a las montañas, porque refleja perspectivas y vivencias que podemos tener cualquiera que subamos a un monte.

La montaña, vista de lejos, parece ser una sola, pero una vez que te internas en ella, vas descubriendo cimas diversas, si bien es todo el conjunto lo que se llama Monte de Dios.

(...) Ese monte, digo, no resulta sin embargo visible a menos que te acerques hasta su mismo pie; eso, antes de ascenderlo.

Esta señora subió a unas cuantas cimas de esas que aparecen mencionadas en la Biblia, al Sinaí, al Tabor o al Nebo.

Me imagino a esta pizpireta señora, quién sabe, igual una domina de mi misma edad, cincuentona, con su séquito de acompañantes, soldados, religiosos, quizá alguna otra dama o doncella, montaña arriba, por senderos intrincados, entre zarzas y peñascos, hasta llegar a lo alto y ver desde allí todas aquellas tierras...

Egeria es uno de esos personajes «rescatados», en cierto sentido, cuando se empezó a mirar la historia con ojos femeninos. Se buscaba mujeres que se apartaban de estereotipos de género, que hacían algo diferente.

El problema –creo yo, que soy mera aficionada– estaba en que la historia, aunque ha existido siempre, se pretendió hacer científica en el siglo XIX. La mirada decimonónica era, digámoslo así, bastante victoriana, de manera que proyectaban al pasado lo que ellos creían que era «ley natural» de las cosas. La mujer diferente, si la encontraban (porque buscarla, no la buscaban nunca) era así como una aberración.

Sin embargo, cuando te pones a leer más historia, te das cuenta de que no. Las mujeres no estuvieron siempre tan encorsetadas como se piensa. Hay mucha más variedad en sus actividades que lo que pensamos. Hubo médicas, intelectuales y viajeras, lo mismo que comerciantes o artistas.

Quizá no hubiera muchas, pero posiblemente más de las que pensamos. Aunque había quien las criticaba, el que abundaran indica que se veía como algo posible, no rarezas de gentes extravagantes.

El Itinerario de Egeria tiene dos partes, una se dedica a la parte de viaje y la segunda se centra en Jerusalén, y las costumbres litúrgicas que se seguían allí. Además, faltan algunas páginas, las primeras, las que se supone que cuentan cómo esta señora de Galicia llegó a Oriente.

La versión que yo he leído es Viaje de Egeria: el primer relato de una viajera hispana, con edición de Carlos Pascual (2017), de La Línea del Horizonte Ediciones, el n.º 11 de la colección Cuadernos de Horizonte.

Recoge solamente la parte del viaje, y me parece buena opción. Los ritos jerosolimitanos de aquel cristianismo primigenio me interesa bastante menos. Llamará más a los estudiosos de esos temas. Pero al lector normal, creo que estas cosas son lejanas.

Esta edición incluye, a cambio, muy interesantes añadidos. Así, la introducción explica el estado actual de lo relativo a la autoría y cómo se descubrió, así como el entorno histórico en que se produce el viaje. Además, entre los textos adicionales está la «Carta de Valerio a los monjes del Bierzo» que permitió identificar a Egeria. Valerio murió en 695, o sea, que hablaba dos siglos después de que viviera esta señora, ya en la época de la España visigoda.

Ella, surgida en la más remota orilla del mar Océano occidental, se dio a conocer al Oriente... No quiso darse aquí reposo... Maceró aquí su cuerpo terrenal con fatigas terrenales... Se convirtió aquí en peregrina con espontánea libertad

 

Este Itinerario tiene página propia en la Wikipedia. 

 

A continuación, os pongo un mapa del imperio romano en el año 395, autor: FDRMRZUSA, [CC BY-SA 4.0], vía Wikimedia Commons:


martes, 8 de agosto de 2023

#1 El collar del neandertal

 



 

El collar del neandertal

 

Autor: Juan Luis Arsuaga

Año: 1999

Género: Ensayo de divulgación

Tema: (Pre) Historia

 

Un acercamiento amenísimo al hombre y su entorno

 

A principios de junio estuve por Madrid y aproveché para visitar la Feria del Libro. No había ido nunca.

Me llamaron la atención las colas. Algunas me las podía imaginar, como la de Juan Gómez-Jurado o Santiago Posteguillo.

De repente me di cuenta de que estaba firmando Juan Luis Arsuaga y me dije «venga, pásate por su caseta, compras el último libro que tenga y te lo firma». Me quedé muy sorprendida al ver la cola que tenía.

Esa no me la esperaba. Y tampoco la de Alberto Garín, historiador, por ejemplo, que hasta donde yo sé simplemente es conocido así popularmente por algún programa de You Tube.

No, no hice ninguna cola. Seguí paseando. Al fin y al cabo no soy tan fan como para estar allí media hora esperando para que me firme el libro. Ni él ni nadie.

Pero sí que me hizo pensar. ¿Cómo es posible que la gente esté haciendo cola por un paleoantropólogo...?

Es lo fantástico de los buenos comunicadores. Transmiten su pasión de tal forma que convierte a cualquiera en entusiastas de cosas tan especializadas y complejas como el estudio de la Prehistoria.

Este libro que aquí traigo es el primero que compré de Arsuaga hace... unos añitos. Es de 1999, aunque es la primera edición en Booket, de junio de 2012. Supone una fotografía del conocimiento sobre la Prehistoria existente en aquel momento. Descubrimientos posteriores corrigen o amplían cosas que se dicen en este libro.

Destacaría que es muy ameno. Aunque se centra en neandertales y cromañones, repasa también la evolución hasta llegar a ellos. Como el Homo habilis, el primero no exclusivamente forestal.

Sin excepción, los demás miembros de nuestro grupo de primates (gibones, orangutanes, gorilas y chimpancés), y todos nuestros antepasados hasta ese momento son o eran habitantes del bosque.

Del habilis y su modo I de industria lítica, el olduvayense, pasamos al II (achelense, con sus bifaces), que atribuye al Homo ergaster. En esto, El collar del neandertal contrasta con otros libros que he leído. Lo que aquí atribuye al ergaster en otros lo he visto más referido al Homo erectus. No queda claro si son o no la misma especie. Si lo son, se llama Homo erectus.

Es este ergaster (o erectus, en otros libros) el que sale de África y se distribuye por Eurasia. La nomenclatura me acabó liando un poco, en comparación con la terminología de otros autores.

Los homínidos... antes del Homo ergaster pertenecen sin excepción al tipo de las especies de hábitat restringido.

¿Qué pasó para que unos primates, los homínidos, salieran de ese entorno limitado y poblasen zonas del planeta con climas tan diferentes?

La flexibilidad ecológica se la proporcionó un único órgano: el cerebro.

Seguimos con las piedras que dejaron. El modo III, musteriense, aparece ligado a los neandertales. Y se acaba con el modo IV, la rica producción de objetos atribuida al Homo sapiens, que empieza con auriñacense y otros modos de tallar la piedra en el Paleolítico Superior.

Ya digo que el libro se centra más en el Homo neanderthalensis y el Sapiens, o sea, neandertales y cromañones. E insiste mucho en que unos no eran más primitivos o brutos que otros, solo eran diferentes formas de ser humano.

En su época [los neandertales] eran tan «modernos» como los hombres de Cro-Magnon.

Me gusta esa forma de relacionar las diferentes especies humanas con el mundo en que vivieron y que, en parte, persiste ahora. Los ecosistemas diversos, la parte de tundra o estepa, los bosques fríos del norte, con sus propios animales, que contrastan con los entornos mediterráneos, con otra flora y fauna. Y cómo todo eso se refleja por ejemplo en el arte, o en los restos que encuentras en los yacimientos.

En Cantabria vez un poco de esas diferentes partes, puedes tener una ladera norte con hayas, umbría y con niebla, y en la meridional, que brille el sol sobre los robles. Incluso hay reductos de encinas en algunos parajes concretos de nuestra geografía. Así que con mi imaginación veía a qué entornos se estaba refiriendo aunque lógicamente los animales que los habitaban fueran diferentes.

Este gusto mío por caminar por la naturaleza, intentar averiguar los nombres de las plantas que me encuentro al practicar senderismo, lo sobrecogedor que es encontrarse con un jabalí, o un corzo, en el bosque, hace que me sienta muy cercana a toda la parte del libro en que se describen flora y fauna peninsulares.

España es el país con una mayor biodiversidad de la Unión Europea. En las hermosas palabras de don Eduardo Hernández-Pacheco: «Lo general y característico del relieve hispano es lo montañoso, lo escarpado, lo abrupto, el roquedo escabroso, lo montaraz, lo accidentado...».

Es por eso, en mi opinión, que España es un país tan diverso. La población se concentra en las costas o las ciudades, con amplias zonas prácticamente vacías entre medias. En cuanto te sales de una población, en la que además vivimos amontonados en bloques de viviendas, en seguida llegas a un monte, o una serranía, un páramo desolado o unos picos escarpados. Y luego casi en cada valle se habla de una manera, la gastronomía es diferente...

Encontrarás en este libro descripciones sobre el yacimiento de Atapuerca, tal cual estaba –entiendo yo– hace veinte años, claro, al menos en mi edición, qué animales y qué humanos encontraban allí.

Te haces una idea de cómo eran estas gentes, físicamente. Los neandertales debían ser pálidos de piel, mientras que los seres humanos modernos, los Sapiens, eran morenos. Los primeros, más recios y fortachones, los segundos, esbeltos y con cara como aniñada, más débiles.

Nuestro cuerpo es el resultado de la evolución.

Los humanos no basamos nuestra capacidad cinegética en la velocidad punta, sino en la fuerza, la resistencia, la estrategia y la tecnología.

Estamos «hechos» para correr largas distancias, lanzar objetos con precisión por encima de nuestras cabezas, y acumular en forma de grasa los excedentes alimentarios, para sobrevivir en épocas de escasez.

Vivimos en una sociedad en la que al final, parece que solo «aprovechamos» la última característica, hasta el punto de enfermar por ello.

Siempre pensamos que los neandertales son de la Edad del Hielo y los Homo sapiens, de zonas cálidas, y eso es solo verdad en parte. Los neandertales sí que tenían un cuerpo más adaptado al frío, pero cuando llegó una glaciación de verdad de la buena, no pudieron hacerle frente. Fueron los humanos modernos los que supieron adaptarse al avance de los hielos por Europa. Y no gracias a su fortaleza física sino...

A su cerebro y la tecnología que supo crear con él. También, gracias a un lenguaje simbólico más complejo y a la vez más fácil de entender. Al parecer, ellos sí que tenían las «vocales universales» a, i, u, y no los neandertales, que en esto fallaban. Y dirás tú, ¿cómo pueden saber qué sonidos pronunciaban los neandertales...? Lo explican en el libro, es fascinante. Este lenguaje verbal y no verbal con símbolos daba más cohesión al grupo.

Los neandertales quedaron cada vez más arrinconados en esta península del occidente europeo, los últimos allá en su extremo sur. No me digáis que no es triste, aunque poético, imaginarse a nuestros primos hermanos mirando un último atardecer, el sol poniéndose en el océano.

Al final, la última glaciación, los más terribles fríos, esos, esos los pasó el Homo sapiens él solito.

Los restos que nos dejaron no solo nos habla de cómo eran, físicamente, sino también cómo vivían.

Se pregunta cuándo somos humanos, cuándo puede decirse que una especie de Homo lo es realmente. Cómo se sabe cuándo surge el lenguaje y la autoconciencia.

Resulta que el cerebro humano es asimétrico: el hemisferio izquierdo se proyecta más hacia atrás que el derecho. «Una asimetría tan marcada no se encuentra en los demás primates».

Dado el desarrollo del área de Broca y Wernicke en la parte izquierda, si el cráneo que tienen entre manos presenta esta desigualdad, es lógico deducir que lo más probable es que tuvieran ya lenguaje.

Esta desigualdad cerebral también se relaciona con que seamos predominantemente diestros. Los chimpancés, por ejemplo, son básicamente ambidextros. ¿Cómo se sabe si un hombre prehistórico era predominantemente diestro o también usaba ambas manos?

Pues mirando los dientes. ¿Cómo...? Pues sí. Si sujetas la carne entre los dientes y la cortas, alguna vez se te resbala la piedra y te acaba dando en los piños. Si sigue orientación desde izquierda arriba a la derecha abajo, es que el tipo era diestro. Se ha comprobado, de esta manera, que había como ahora mayoría de diestros, minoría de zurdos.

O sea, que si te encuentras un cráneo que amparaba un cerebro asimétrico, con unos dientes que evidencian uso de la mano derecha de forma predominante, entonces estás ante unos seres que, probablemente, tenían uso del lenguaje.

Los dientes también te dicen de qué se alimentaban, si principalmente vegetales, o de animales. Los huesos de los animales que encuentras en el yacimiento te permite saber si eran cazadores o carroñeros. Sí, lo siento por los que viven en los mundos de Yupi, pero el hombre primitivo era cazador, algo que –al parecer– nadie puso en duda hasta el movimiento hippie.

Si hay cortes en los huesos, pero no marcas de dientes de carnívoros, es evidente que solo intervinieron los humanos en el despiece del animal. Si éste está entero, es que los humanos se apoderaron de todo el cuerpo. O sea, cazadores y cazadores. En cambio, si faltan las partes con más carne, es que otros animales se les adelantaron.

Son esos detalles curiosos con los que yo me quedo. Ser paleoantropólogo, como ser arqueólogo, implica jugar un poco a Sherlock, deducir cosas a partir de indicios.

Algo muy humano. Solo los humanos son capaces de entender signos y símbolos. Somos los únicos depredadores que seguimos huellas, el resto no.

Todos los depredadores localizan a sus presas, y éstas a sus cazadores, a través de los sentidos: la vista, el olfato, el oído (...) ninguno es capaz de reconocer, distinguir y seguir a los animales por sus huellas. No hay ningún Sherlock Holmes en el mundo de las bestias.

Neandertales y cromañones convivieron en Europa durante miles de años. En 1999, aún no se había descubierto genoma neandertal en humanos contemporáneos. 

Basta leer la biografía del premio Nobel Svante Pääbo para que nos demos cuenta lo mucho que se ha avanzado en este tema desde que se publicó El collar del neandertal: es en 2006 cuando anunció un plan para reconstruir el genoma completo del hombre de Neandertal, cuyo primer borrador se anunció en 2009, en marzo de 2010 se descubrió un genoma de un Homo nuevo, los denisovanos.

Me parece alucinante, la forma en que progresa el estudio de la prehistoria, sobre todo gracias a la genómica. O sea, no solo se descubre que los humanos actuales, fuera de África, tenemos un pequeño porcentaje de genoma neandertal (un 1, 2, 3 %, según donde lo mires). Es que, además, gracias al ADN, se descubren nuevas especies humanas, como los denisovanos. 

Lo que ya me hace explotar la cabeza es que recuperan ADN incluso en sedimentos, que ya no necesiten huesos para obtenerlo. Esto han hecho, a partir del año 2017, en una cueva asturiana, El Sidrón.

Curiosamente, leo en este libro que hay investigadores que no tienen buen concepto de los neandertales, a los que niegan su humanidad. Ante la evidencia de los enterramientos, dicen que eso eran azares, que les cayó la cueva encima, o hubo una riada... O, si no les queda otra que admitir que sí, que enterraron conscientemente al pariente fallecido entonces no eran humanos porque... porque nada asegura que se corresponda a sentimientos religiosos, «sino a sentimientos de piedad y afecto por los difuntos».

El comentario de Arsuaga es, creo yo, el que haríamos cualquiera, que nada es más humano que la compasión y el dolor por el fallecido:

Sinceramente, si el dolor fue la causa de que los neandertales enterrasen a sus seres queridos, les acompaño en el sentimiento. Nada podría hacerlos más humanos a mis ojos que verlos llorando en sus «funerales laicos».

Este ensayo es una introducción muy amena al mundo de las investigaciones sobre la Prehistoria, aquellos hombres primitivos y su entorno. Te deja caer detalles curiosos sobre cómo investigan las cosas. Luego, si te interesa, puedes ampliarlo con otras cosas.

En estas ciencias de la prehistoria, todo el rato hay nuevos descubrimientos que reescriben los libros. Lo que yo estudié en 1.º de B.U.P. ahora se ha superado en muchos aspectos. Fijaos que cuando yo estudié ni siquiera habían empezado a dirigir Atapuerca Arsuaga, Bermúdez de Castro y Carbonell Roura.

Este libro es justo lo que personas como yo, que somos de Letras, necesitamos. Nos entretiene al mismo tiempo que nos proporciona ideas básicas sobre un tema del que desconocemos todo. A alguien de Ciencias le puede parecer que es más vulgarización que divulgación. 

Al faltarnos el marco científico, a veces hay que leer dos veces un fragmento antes de entenderlo bien –o tres o cuatro. Pero en general es de comprensión fácil.  La parte para mí más abstrusa fue la discusión hasta filosófica sobre si existe o no la mente. 

Por cierto, aprovecho para decir que no te pierdas la oportunidad de visitar el yacimiento de Atapuerca, declarado Espacio de Interés Natural, Bien de Interés Cultural y Patrimonio de la Humanidad. Allí se han encontrado fósiles de hasta cinco homínidos diferentes: Homo erectus, Homo antecessor, Homo heidelbergensis, Homo neanderthalensis y Homo sapiens.

domingo, 30 de enero de 2022

miércoles, 13 de octubre de 2021

Día #273


Con un par, 13 de marzo de 2020, un día antes de declararse el estado de alarma en España, salió este disco: La Bellezza, de Musica Alchemica.

 

Dirige la virtuosa violinista española Lina Tur Bonet, que toca aquí el violín y la viola d’amore.

 

Una selección de preciosos pasajes del barroco italiano y centroeuropeo que acabó convirtiéndose en uno de los discos destacados del año pasado. Lo he estado escuchando hoy, que tenía un poquito de tiempo libre, y me ha resultado un gustazo.




Una opción muy buena para todos los que disfrutamos del barroco, y queremos que nos sorprendan con cosas menos oídas. 

miércoles, 15 de septiembre de 2021

#35 Yáñez de la Almedina: Santa Catalina

 



 


Santa Catalina

 

 

Fecha: h. 1510

Estilo: Arte renacentista

Autor: Fernando Yáñez de Almedina

Técnica: óleo sobre tabla

Ubicación: Museo del Prado (Madrid, España)

 

 

Una princesa egipcia vestida al estilo del Renacimiento

 

Esta figura de tamaño ligeramente mayor del natural (mide 212 x 112 cm) es la más representativa, a mi juicio, del Renacimiento español. Y, con su serena mirada, y tranquilidad, pese a representar a una mártir, es de las más hermosas. Por eso la traigo aquí.

Para que comprendamos lo que representa hay que tener en cuenta el lore católico, que diría mi milenial de cabecera. La leyenda de santa Catalina de Alejandría es la de una princesa cristiana, hija del rey Costo, con la que el emperador Majencio (en unas fuentes, dicen Maximino) quiso casarse, y ella lo rechazó; quiso que hiciera sacrificios paganos, y de nuevo ella dijo que no. Le pusieron a debatir con sabios, para que la convencieran, y al final fue al revés: ella los convirtió al cristianismo. A los sabios los condenó a la hoguera. A ella, a la cárcel, a morir de hambre, pero una paloma enviada por Dios la alimentó. Ordenó que la mataran con la rueda dentada pero una nueva intervención divina la salvó, partiendo la rueda, cuyos trozos cayeron sobre el público. Finalmente, hartito ya, hizo que la decapitaran.

Una historia así la puedes representar en plena faena de torturar hasta la muerte a la pobre muchacha, con todo el gore, cosa que sería como más del barroco, o bien como una figura, rodeada de objetos alusivos a su vida y obras.

Aquí se opta por esta segunda vía. Una mujer tranquila, que viste con todo el lujo de una aristócrata renacentista. En las mangas luce letras cúficas. Al recoger el manto con una mano, se ve una primera falda decorada con detalles nasji, un estilo de caligrafía árabe, de formas redondeadas y letras pequeñas, es decir, uso del alfabeto árabe como elemento decorativo. Lleva un collar de perlas de varias vueltas, de la que cuelga un joyel, oro y piedras preciosas.

Sostiene una espada, alusiva a su decapitación. Pisa la rueda dentada de su martirio. Detrás, vemos una corona (que alude a que es una royal) y un libro (demostrativo de su sabiduría) sobre el cual se distingue la palma del martirio.

El siglo XVI español se divide, artísticamente, en tres partes. El primer tercio de siglo sigue dominado por la influencia flamenca, pero hay excepciones italianizantes, y Yáñez de la Almedina es una de ellas. La temática habitual en aquella época era religiosa, y así se ve con esta Santa Catalina. La influencia italiana entró en la península a través de Levante, en concreto por Valencia, lo cual es lógico, siguiendo las rutas comerciales entre la península italiana y la ibérica.

No se conoce mucho de su autor. Se supone que era de origen manchego, como Fernando de los Llanos, con quien trabajó en el retablo de la Catedral de Valencia. Estos dos Fernandos aparecieron en la ciudad del Turia en torno al año 1506. De Fernando Yáñez de la Almedina se dice que trabajó probablemente con Leonardo da Vinci, o al menos que tuvo conocimiento de su obra. 

La huella leonardesca es evidente, en este cuadro, en el rostro de la santa, con esa suavidad de formas, el esfumado, la sonrisa un poco distraída, ensimismada. A pesar de que la santa se supone que sufrió atrocidades, se la ve con una placidez o tranquilidad interior.

La historia del cuadro no se sabe segura. En esta página web del Museo del Prado se informa de que pudo hacerse para la iglesia de santa Catalina, donde Yáñez y Fernando de Llanos, trabajaron en 1510. La tabla perteneció a valencianos: la familia Creixell primero y al grabador Vicente Peleguer después. La tenía en su colección el marqués de Casa–Argudín. El Ministerio de Educación Nacional la compró en 1946 para el Museo del Prado.

A mí me gusta mucho este cuadro, es de esos que tú vas por El Prado, fijándote en otras cosas y de repente ves esto y te explicas perfectamente que la consideren «icono imprescindible de las salas de pintura española del XVI», y por eso la pongo aquí, que para eso es mi blog.

domingo, 8 de agosto de 2021

#33 El Bosco: El jardín de las delicias (3) Un poco de Historia

 



El jardín de las delicias

(De tuin der lusten)

 

 

Fecha: 1490-1500

Estilo: Arte gótico

Autor: Jerónimo Bosco

Técnica: óleo sobre tabla

Ubicación: Museo del Prado (Madrid, España)

 

 Después de describir el cuadro en la primera entrada y de intentar explicarlo un poco en la siguiente, cierro enmarcando un poco la cosa histórica.

Historia.

Este tríptico se sitúa en el período de madurez de Jerónimo Bosco. Como el resto de sus cuadros, no tiene una datación fija, y la han situado años arriba, años abajo. Yo pongo aquí la que da el Museo del Prado, que sitúa este cuadro dentro de la última década del siglo XV: 1490-1500. 

No se sabe nada del proceso de elaboración, ni quién lo encargó ni para qué. No hay documentación al respecto.

Se cree que el comitente pudo ser Enrique III de Nassau (1483-1538), amigo íntimo de Felipe el Hermoso, el abuelo de Felipe II. Ambos admiraban al Bosco y rivalizaban como coleccionistas. Esta creencia se basa en que la primera referencia escrita que hay a este cuadro lo sitúa en el palacio de Coudenberg en Bruselas, propiedad de los Nassau. Allí lo vio, en el año 1517, Antonio de Beatis, secretario del cardenal Luis de Aragón, y lo comentó así:

Hay algunas tablas con diversas bizarrías, donde se imitan mares, cielos, bosques y campos y muchas otras cosas, unos que salen de una concha marina, otros que defecan grullas, hombres y mujeres, blancos y negros en actos y maneras diferentes, pájaros, animales de todas clases y realizados con mucho naturalismo, cosas tan placenteras y fantásticas que en modo alguno se podrían describir a aquellos que no las hayan visto.

Lo que no cabe duda es que este tríptico tuvo un éxito inmediato. Por eso, como otras obras del Bosco, fue copiado e imitado, ¡hasta en tapices! Aquí lo tenéis:



Es un tapiz que está en el Palacio Real de Madrid y se elaboró, dicen, en torno a 1550, al menos según Wikicommons, que es de donde lo he tomado.

En el Museo del Prado remontan su procedencia, sin embargo, al anterior conde de Nassau, Engelbrecht II de Nassau (1490/1500-4), que cuadraría más con esa datación actual en la década de los años 1490. De él habría pasado a su sobrino Enrique (Hendrik) III de Nassau, 1504-38 y luego al hijo de éste, René de Châlon (1538-44), príncipe de Orange y estatúder de Holanda, Zelanda, Utrecht y Güeldres; combatió en las guerras de Italia de junto a Carlos V. A su muerte, le heredó su primo, Guillermo I de Orange (1544-67), que al traicionar a su señor vio sus bienes confiscados por Fernando Álvarez de Toledo, duque de Alba. De dicha confiscación hay un inventario, redactado el 20 de enero de 1568. La cosa es que el duque de Alba le dio este cuadro a su hijo no matrimonial, al que tuvo de soltero, Fernando de Toledo (1568-91), quien fuera prior de la Orden de Malta en Castilla y León. Felipe II lo compró en su almoneda en 1591. Dos años después, lo llevó al monasterio de San Lorenzo del Escorial. La entrega consta en un documento fechado (8 de julio de 1593), donde se describe como «una pintura de la variedad del mundo».

Allí lo vio el historiador de los jerónimos, el padre Sigüenza, quien consideró que la pintura trataba «de la gloria vana».

Estuvo en El Escorial hasta el año 1933, año en que lo trasladaron al Museo del Prado. Un decreto de 2 de marzo de 1943 estableció su depósito en el Museo del Prado. Así que, jurídicamente, se trata de un depósito del Patrimonio Nacional perteneciente al Real Patronato del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.

Gracias a ese gusto filipino, contamos en el Museo del Prado con algunas de las obras más sobresalientes del autor. Aparte de maravillarte por la fantasía que desarrolla en estas tablas, si te fijas bien, te puedes hacer a la idea de cómo vivía la gente por entonces. Son cuadros ricos en detalles de la vida cotidiana: sus casas, la ropa, los muebles, la comida y la bebida, etc. Esas cosas te abren una ventana a cómo eran las gentes de fines del siglo XV y principios del XVI.

Esto se me muy bien en las diferentes escenas de la mesa de los siete pecados capitales, por ejemplo en esta escena que es un interior flamenco. Tal vez no sepas qué representa, pero sí te fijas en eso, la ropa, los muebles, etc.



El autor: Jerónimo Bosco

Jheronimus van Aken, conocido como Jheronimus Bosch, en España Jerónimo Bosco es, sin duda alguna, el más original de los pintores flamencos. No por sus temas, que son mayoritariamente religiosos, sino por mezclar lo real y lo fantástico

Nació en torno al año 1450 en un sitio que en español conocemos como Bolduque, más fácil que decirlo en original 's-Hertogenbosch (Países Bajos), Bolduque para nosotros. Murió en 1516, el mismo año en que lo hacía Fernando el Católico. Es decir, nació justo al fin de la Edad Media y murió cuando se publicaron dos obras cumbres del humanismo renacentista: la Utopía de Moro y el Orlando furioso de Ariosto.

Era de familia de pintores, al parecer procedente de Aquisgrán, de ahí el apellido van Aken. Casó bien, así que no hay nada que pensar en un artista torturado o minoritario. Tenía su propio taller y que recibió numerosos encargos. Se lo ganaba de calle, vamos. El contenido de sus cuadros nos puede chocar, pero en gran medida es porque no entendemos muchas cosas, nos faltan las claves para desentrañar el sentido oculto del cuadro. Se inspiraba no solo en lo que las cosas simbolizaban según la alta cultura, sino también en aforismos populares. Algo que nos desconcierta puede obedecer simplemente a un chascarrillo de la época.

De lo poco que se sabe de su vida, podemos decir que durante muchos años formó parte de la Cofradía de Nuestra Señora de la catedral de Bolduque. Se relaciona con aquella forma de religiosidad tan del otoño de la Edad Media como fue la nova devotio. Renovaba la práctica cristiana buscando una forma de relacionarse con la divinidad más popular e íntima, en un entorno urbano.

De sus cuadros no se conoce ni la datación ni hasta qué punto son autógrafas, o son de su taller, o son copias contemporáneas. Es lo que tiene haber tenido tanto éxito, que le copiaban cosa mala. Durante un siglo, fue un autor muy apreciado.

Luego la gente lo olvidó, no les gustaba algo tan extraño y viejuno, tan intenso y expresionista, técnicamente imperfecto, tan «gótico» en el mal sentido. Fue un pintor ajeno tanto al gusto barroco como al neoclásico o el romántico. Los antiguos flamencos no tenían esa técnica tan científica de la perspectiva que desarrollaron los italianos. Su fuerte era el detalle minucioso, el realismo burgués, lo pequeño y limitado.

Los movimientos de vanguardia revisaron la historia del arte y recuperaron a estos artistas diferentes. Más que la perfección técnica, lo importante era la originalidad y la expresión de emociones personales. La temática religiosa ya no interesa en la época contemporánea, pero sí las fantasías de un artista que se imaginaban arrebatado, perdido en su propio mundo, como un surrealista avant la lettre.

Otras obras

Os pongo, a continuación, otras obras destacadas de este autor. La datación es, como siempre, aproximada.



«Tríptico de la Adoración de los Reyes» (h. 1494), grisalla y óleo sobre tabla de madera de roble, 147,4 cm (altura con marco) × 168,6 cm (ancho con marco), Museo del Prado, Madrid.

«Las tentaciones de san Antonio» (h. 1501 o después), óleo sobre tabla, 131 cm × 238 cm, Museo Nacional de Arte Antiguo, Lisboa.


«La mesa de los pecados capitales» (1505-1510), óleo sobre tabla de madera de chopo, 119,5 cm × 139,5 cm, Museo del Prado, Madrid.



«Tríptico del carro de heno» (1512-1515), óleo sobre tabla, 146,1 cm (altura con marco) × 224,3 cm (ancho con marco), Museo del Prado, Madrid.

(2) Ya, pero, ¿qué significa?

sábado, 7 de agosto de 2021

#33 El Bosco: El jardín de las delicias (2) Ya, pero, ¿qué significa?

 

Detalle del panel central (el Jardín de las Delicias)


 


 


 

El jardín de las delicias

(De tuin der lusten)

 

Fecha: 1490-1500

Estilo: Arte gótico

Autor: Jerónimo Bosco

Técnica: óleo sobre tabla

Ubicación: Museo del Prado (Madrid, España)

 


Ayer describí un poco este magnífico cuadro que se expone en el museo del Prado. Hoy voy a adentrarme un poco más en otras cosas: el mensaje que puede querer transmitir y su estilo, principalmente.

La naturaleza: paisaje, animales y plantas.

Empiezo con su significado dentro de los géneros pictóricos. Es un cuadro de temática religiosa. Sin embargo, no podemos ignorar los detalles que nos presenta sobre la naturaleza.

 El «paisaje» no era en aquella época un género pictórico independiente, pero sí que aparecía, como fondo. Progresivamente iba cobrando más importancia, dejando a las figuras como algo casi anecdótico. Esto llevó al nacimiento del paisaje como género propio en generaciones posteriores a la del Bosco, con pintores como Patinir (h. 1480-1524) o Brueghel el Viejo (h. 1525-1569).

El Bosco representa, en esta evolución, un momento en el que el paisaje cobra especial importancia, sin llegar a ser el tema dominante. Mezcla formas naturales (montañas, lagos, praderas, árboles) con otras de fantasía, extrañas. Con ello, su contribución al género paisajístico sería particularmente relevante en lo que se llama «paisaje fantástico», como los que harían, ya en el siglo XX, autores surrealistas como Dalí o Chirico.



Como ya he comentado, en sus representaciones de animales y plantas, el Bosco alterna lo real con lo imaginado. Aparecen asnos, ciervos, un elefante, una jirafa, leones, leopardos, osos, panteras, que pudo ver al natural, o en grabados o quizá en algún zoológico de un noble. Destaca lo bien que conocía la anatomía de las aves, de las que se han identificado hasta veinticinco especies distintas.

Junto a ello, otros imaginados, como unicornios o monstruos híbridos y quimeras (hombres-grillo, -pez o -pájaro). Se inspira, en este punto, en las imágenes que pudo ver en bestiarios y otros manuscritos iluminados.

Los animales tenían un sentido simbólico. Por ejemplo, las mujeres que están bañándose en el estanque central tienen encima cuervos que simbolizan incredulidad, o pavos que sería la vanidad. En la tabla del paraíso terrenal aparece un búho, que se interpreta como una imagen del mal tenebroso y seductor y de la tentación sexual. En los cuadros del Bosco suele haber este tipo de aves (búhos, cárabos, mochuelos o lechuzas), considerados como símbolos de maldad. También encontraremos sapos, interpretados como seres demoníacos.



Incluso lo que está imaginado sigue notas realistas. Solo así se explica lo que el humanista Guevara escribió a Felipe II, en 1563: 

«Bosco nunca pintó cosa alguna fuera del natural en su vida, si no fuese en materia de infierno o purgatorio: sus invenciones estribaron en buscar cosas rarísimas, pero naturales».

Estilo.

Nos devanamos los sesos entendiendo qué significa lo que vemos. Pero conviene también detenerlos en el estilazo del Bosco. Las escenas no son caóticas, sino que están bien pensadas. Hay continuidad entre las dos de la derecha, lo que se logra con el mismo paisaje, los tonos claros, un punto de vista elevado. Cada tabla se divide en tres partes, de arriba abajo.

Además, hay cierta relación de espejo entre la tabla de la izquierda (el Paraíso) y la de la derecha (el Infierno). Cada panel lateral se puede interpretar como reflejo contrario en el otro.


Así, en la franja superior se oponen las verdes y azules montañas naturales del Paraíso con los oscuros edificios humanos incendiados del Infierno; la fuente de la vida de la izquierda se convierte en el hombre-árbol de la derecha; el limpio estanque del Paraíso se correspondería con una charca helada del Infierno; Dios-Cristo con Adán y Eva tendrían su reflejo invertido en el demonio sobre el trono que defeca a los condenados; la charca inferior de la izquierda se convierte en una letrina a la derecha.

Es el mayor de sus trípticos, que contiene más detalles, y está considerado su obra maestra. Como buen flamenco, es minucioso, representa las cosas con realismo, ya digo, hasta las cosa que imagina intenta darles una coherencia, los animales inventados tienen una anatomía creíble. Maneja el pincel de forma ágil, aplicando finas capas de pintura al óleo. Su imprimación es mucha más líquida que la de sus contemporáneos. Entre unas cosas y otras, logra unos colores esmaltados, brillantes. La policromía es, simplemente, maravillosa.

Recuerda al mundo de la miniatura, tanto de los libros iluminados como de lo que se ve en otras culturas, como la persa. El Bosco coge esas figuras grotescas que estaban en los márgenes de los libros o en los coros tallados, y los traslada a una composición de gran formato.

Sentido

Ahora que hemos visto lo que hay, nos toca resolver la gran pregunta, la que a todos nos inquieta: ¿qué significa esto? ¿Para qué o por qué lo pintó? ¿Qué quería decir, o expresar, o despertar en ti?



Porque tú te vas al Museo del Prado, te pones a ver obras como esta y empiezas a mirar, a fijarte en los detalles, y te quedas perpleja. Vale, aquí distingo a una pareja encerrada en una burbuja de cristal y allí, a un cerdo con toca de monja abrazando a un tipo, pero ¿qué significa?

Hay que leerlo en un sentido moral, religioso, está claro. Tú lees libros de Historia del Arte y te cuentan que es alegórico y burlesco, pero no sabes exactamente en qué sentido.

Pues eso es algo que llevan siglos debatiendo. Se le han dado dos lecturas diferentes y opuestas. Tenemos claro que el ala izquierda es el Paraíso, y la derecha, el Infierno. 



La interpretación tradicional, leyendo de izquierda a derecha, sería que la humanidad, entregada a los placeres, acaba condenada precisamente por esos pecados de la carne. La tabla central, entonces, representaría los goces terrenales, efímeros, que te llevan al infierno, eterno. Todo en ella aludiría al sexo, no de una manera explícita (aunque a mí el tipo de las flores en el trasero me parece bastante claro) sino mediante símbolos y alusiones. La cabalgata en círculo de la tabla central se consideraría símbolo del pecado y la pasión, cada tipo de animal cabalgado sería representativo de un determinado pecado capital; la carnosidad de los frutos rojos como las fresas evocaría la carne misma, el cuchillo con las orejas a los genitales masculinos, y así todo. Recurriría, entonces, a la fantasía, con intención moralizadora: advertir de los peligros de los placeres terrenales, en especial la lujuria.

O sea, empezaría enseñando el paraíso verdadero, luego un paraíso falso, consecuencia del pecado original, para acabar en el infierno. En los siglos XV y XVI al falso Paraíso del amor lo llamaban Grial, que no tiene que ver con el ciclo artúrico.

Pero hay otra interpretación que se fija en el hecho de que, en esa tabla central no hay sufrimiento ni dolor, enfermedad ni muerte; tampoco pasa el tiempo, todos son jóvenes, no hay ni niños ni viejos. El Bosco parece mirarlos divertido, no condenando a esta gente que se entretiene tanto, que vive para el placer de la conversación o la compañía mutua, sin necesidad de trabajar. Solo hay armonía entre los humanos y lo que les rodea, no hay animales agresivos (a diferencia de lo que ocurre, por ejemplo, en la tabla del Paraíso, donde un gato lleva a una presa en las fauces), unos mordisquean un madroño, todo es pacífico, viven desnudos en plena naturaleza. Así, lo que demostraría no el mundo lleno de pecado, sino uno ideal, en el que hubieran cumplido lo ordenado por Dios en el Génesis 1, 28:

Y los bendijo Dios; y díjoles Dios: Fructificad y multiplicad, y henchid la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces de la mar, y en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.

Sería, entonces el mundo humano que podría haber sido, el futuro posible tras la creación de la primera pareja, lo que será el Paraíso cuando se hayan reproducido. Se frustró por el pecado original de Eva. Eso es lo que le estaría diciendo el Bautista a Eva, abajo a la derecha: Ves, esto es lo que debería haber sido y no fue, por tu culpa.



En cualquier caso, es un mensaje cristiano, aunque recurra a imágenes profanas. Queda claro es que no hay nada herético, nunca se lo plantearon así, ni en su tiempo ni en las décadas posteriores. Así, el padre Sigüenza escribió: 

«Si hay algún absurdo aquí es nuestro, no suyo […] son sátiras pintadas sobre los pecados y delirios del hombre».

Este autor señala cuál es la diferencia, para él, entre este autor y el resto: 

«Los demás tratan de pintar a los hombres tal como aparecen por fuera, en tanto que él tiene el valor de pintarlos cuales son dentro, en el interior».

Lo que te espera si no cumples con los deberes cristianos, ya lo sabes, las penas del infierno. A cada pecador le corresponde una pena adecuada, como nos van detallando en la tabla de la derecha. Así, a los avaros les correspondería el destino de ser tragados por el demonio-pájaro que hay sobre una especie de trona infantil. A los que sufrieron gula les espera la escena de taberna del interior del hombre-árbol: tener que tragarse sapos que les sirven los demonios. Los envidiosos padecerán el agua helada. Y así con todas las cosas...



Con ocasión del V centenario de la muerte de El Bosco, en 2016, se escribieron artículos como este en el ABC, que hace referencia a esta pintura como el jeroglífico más hermoso pintado nunca.

Aquí os dejo un clip que hay en You Tube, del Museo del Prado para niños, que explica este cuadro para niños en menos de tres minutos. Si pones en You Tube «El jardín de las delicias» encontrarás más de una explicación a lo que puedes ver aquí, de manera más amena que la mía.


Llevamos cinco siglos quedándonos perplejos ante este cuadro, sin comprenderlo del todo. Así que, si no lo entiendes, que no te incomode, porque hasta los expertos se contradicen al respecto. 

El jardín de las delicias (1) Esto, ¿qué es?       (3) Un poco de historia ⇨