Hoy he publicado mi segunda reseña en el programa Masa Crítica de Babelio, una novela gráfica sobre historias de supervivencia en entorno gélido, de esas que tanto me gustan.
Sé
que es difícil que te escojan en Masa Crítica, así que le
estoy muy agradecida a la editorial Nórdica por haberme dado la oportunidad de reseñar una obra suya.
En romántica rara vez he aceptado libros para hacer críticas, pero en otros géneros, no tengo problemas. Porque sé que la obra que me pido me va a gustar, a diferencia de lo que ocurre en romántica, que tienes que besar muchos sapos para encontrar a un principe.
Ya comenté aquí que Goodreads solo me gusta para comentar novela romántica. Para otros géneros, el mejor sitio me parece Babelio.
No conozco ninguna otra
película que tenga día propio, ¿y vosotros?
Estos días estaba yo
reflexionando sobre los productos culturales. Nos distraen, nos apartan de
nuestra vida y nuestras preocupaciones cotidianas, sea una peli, un libro o un
partido del deporte de tu elección.
Pero además de distraer, te pueden entretener o no. Ojo, que algo no sea entretenido no hay que despreciarlo, porque aunque no te enganchen, sí que pueden tener cierta trascendencia que se quede contigo. A ver si lo explico.
Hay películas en las que miras el reloj
en algún momento, porque son lentas, poéticas, ensimismadas. Y, sin embargo, cuando acaban, te dejan un poso de emociones e imágenes. Me ha pasado hace poco con Pather
Panchali, filme lento, pero que te lleva a otro mundo, que te deja con un
nudo en la garganta e imágenes inolvidables… aunque en algún momento me
pregunté cuánto faltaba para el final.
Eso NO te pasa con Star Wars. No puede
haber nada más diferente a Pather que La guerra de las galaxias.
Viendo esta película, jamás te preguntas cuánto falta para el final. Te lleva de una
escena a otra sin descanso, es pura aventura galáctica que se ha convertido
además en una leyenda del cine.
Si me preguntáis qué
película he visto más veces, a lo largo de mi vida, creo que es esta. Hay que
entenderlo, la vi por vez primera cuando se estrenó en el cine (en España, 7 de noviembre de 1977). Aún se llamaba La guerra de las galaxias a secas. Luego la rebautizaron La
guerra de las galaxias: Episodio IV - Una nueva esperanza (en inglés:
Star Wars: Episode IV - A New Hope).
¿Treinta, cuarenta, cincuenta veces? No sé, échale una al año, la habré visto, Y no me cansa.
Me encanta todo: el guion, la
música, los actores, las propias imágenes, las frases para la historia, la princesa valiente, puro
cine, entretenimiento sin descanso. Sí, vale, lo admito: Harrison Ford fue durante muchos años
mi actor favorito.
Hay tantas historias
legendarias sobre La guerra de la galaxias, he leído tanto sobre ella a
lo largo de mi vida, he visto tantos documentales, que no sé por dónde empezar.
¿Por cómo se crearon efectos especiales nunca vistos?
¿Cómo se seleccionaron
los actores? ¿Que Harrison Ford no iba a ser Solo, porque George Lucas solo
quería actores desconocidos, pero que Ford le echó una mano a Lucas con el casting
y descubrió que tenía buen rollo con Mark Hamill?
¿El fenómeno social a nivel
mundial, las larguísimas colas en los cines? ¿O cómo, en el cine feísta de los
setenta, resplandeció algo que hablaba de camaradería, un visualización bonita?
¿De un malvado de
antología? Cuanto peor sea el malo, mejor resulta la tensión dramática, pero yo de chica tenía pesadillas con Darth Vader... ¿Del prototipo del héroe y su búsqueda, con el anciano sabio, la
chica peleona, el amigo moralmente dudoso, los objetos mágicos?
¿Que se hicieron millonarios, que
inició una saga de leyenda con secuelas, precuelas, series de televisión? ¿La
revolución del merchandising? ¿Las novelizaciones, los álbumes, las
enciclopedias?
¿Su huella en la cultura popular?
¿O la frase de Sheldon Cooper: «Prefiero que George Lucas me decepcioneen el orden en que lo planeó»?
¿Para qué profundizar en
nada de todo esto? Mejor ni intentarlo, porque dudo que haya alguien en el
planeta que no se haya enterado.
Esto es cine de entretenimiento en su mejor
forma, una space opera con su romanticismo y aventura que te atrapa. Si
te gustan las pelis, o el cine, o las dos cosas, dale una oportunidad.
Como es otra de esas películas con
infinidad de premios y nominaciones, me voy a quedar solo con lo que ganó. En general, el que salió mejor parado fue John Williams, el autor de la banda sonora.
En
los premios Oscar ganó premios técnicos: mejor montaje (Paul Hirsch, Marcia
Lucas, Richard Chew); mejor banda sonora (John Williams); mejor diseño de
producción (John Barry, Norman Reynolds, Leslie Dilley, Roger Christian); mejor
vestuario (John Mollo, aunque ya podría haber metido algo de variedad en Carrie
Fisher, que se pasa el 95 % de la película con el mismo vestido blanco); mejor
sonido (Don MacDougall, Ray West, Bob Minkler, Derek Ball); mejores efectos
sonoros (Ben Burtt) y mejores efectos visuales (John Stears, John Dykstra,
Richard Edlund, Grant McCune, Robert Blalack). En los Globos de Oro, premiaron a
John Williams (mejor banda sonora original).También la banda sonora (creo que se refiere más al sonido en sí) fue
premiada en los BAFTA, y el premio Anthony Asquith a la mejor música (John
Williams). La Asociación de Críticos de Los Ángeles la distinguió como mejor
película y la banda sonora (John Williams). Luego están unos premios específicos
de la ciencia ficción, los Premios Saturn, que entrega la Academia de Ciencia
Ficción, Fantasía y Películas de terror de Estados Unidos. La escogieron como mejor
película de ciencia ficción, y también le dieron galardón a George Lucas (mejor
dirección y guion), a los montadores, a Alec Guinness (mejor actor de reparto)
y a John Williams (mejor música); también premiaron la mejor fotografía, sonido
efectos especiales, diseño de producción, maquillaje y vestuario. Hasta obtuvo
un Premio Hugo, como mejor presentación dramática.
Una de mis novelas
favoritas de cuando yo era jovencita. En su momento tuve una versión de los años
cuarenta-cincuenta que perteneció a mi padre. Qué pena que todos aquellos
libros les perdí la pista, porque ahora me gustaría tenerlos.
Como no lo tengo,
pues he leído esta una de las últimas versiones, la editorial que entiendo que fue promovida por Pérez-Reverte, zenda
aventuras. Mi ejemplar es una segunda edición, de este mismo 2022.
Yo la recordaba más
larga, y me la he leído en un par de días. Es una novela de aventuras de las de
toda la vida, que no tiene una escena que sobre ni falte. Contado en primera
persona por Rudolf Rassendyll, caballero inglés, te lleva rápidamente de
Inglaterra a ese país imaginario de Centroeuropa, Ruritania, y allí se
precipitan los acontecimientos: conoce al rey, descubre que son prácticamente
idénticos, se hace pasar por el rey, se enamora, espadachines, rescates,
heridas... Y cuando te quieres dar cuenta, se terminó el asunto.
Te quedas también
con los secundarios, sobre todo el descarado canalla Rupert de Henzau. Tuvo su
propio libro, que lleva su nombre.
El prisionero de Zenda fue un éxito desde
el principio. Generaciones de jóvenes se han deleitado con sus páginas. Hasta
dio lugar a un tipo de novela muy específico, el «romance ruritano», aventuras
de capa y espada ambientadas en ficticios países de Centro Europa. Hasta en la
novela romántica hay cosas de estas, incluso
en contemporánea.
Me ha gustado
reencontrarme con este clásico juvenil. Es verdad que ahora lo miro con otros
ojos. Me maravilla el estilazo: esa economía de medios, la rapidez con la que se pasa de una
cosa a otra, lo conciso de los diálogos y las descripciones, frases cortas... Para que entendáis lo que quiero decir, os pongo un párrafo así, abriendo al azar:
Por fin divisamos el pabellón. Espoleamos a los
caballos en un último galope y llegamos a la puerta. Todo estaba tranquilo y en
silencio. Nadie salió a recibirnos. Desmontamos a toda prisa. De pronto Sapt me
agarró del brazo.
Me fijo también en
las historias románticas y cómo tratan a la mujer. El enamoramiento
Rudolf-Flavia es totalmente instalove.
Obviamente, no supera el test de Bechdel ni por el forro, aunque en una de
aventuras publicada en la época victoriana tiene su lógica. Por esas cosas ya no me mosqueo. Me llaman la atención, pero tampoco hago sangre. Prefiero disfrutar de lo que sí
me gusta.
Esta edición tiene
un prólogo de Pérez-Reverte, muy interesante. Menciona adaptaciones y derivados,
centrándose sobre todo en las cinematográficas. A ver si un día de estos veo
alguna de esas película, me apetece.
Me pregunto si Pérez-Reverte sabe que existe
un male / male romance inspirado en la novela, The henchmen of Zenda, que publicó KJ Charles en 2018, protagonizado
por Jasper Detchard como oficial británico caído en desgracia y Rupert de Hentzau.
Lo que no sé es cómo puede montar un final feliz, ya que en el libro de Anthony
Hope Detchard muere. Me imagino que Pérez-Reverte no lo sepa, y me pregunto cual
sería su reaccionar al saber que existe algo así, si le dejaría perplejo o le divertiría,
si aborrecería la idea o si le entraría la curiosidad y la leería algo.
Actualmente se
considera un libro juvenil, y sí, yo creo que lo puede disfrutar cualquier
adolescente entre 12 y 15 años, más o menos. Pero nos lo pasamos pipa, también, los aventureros de corazón, sea cual sea su edad. Yo me incluyo entre ellos, modestamente.
Tengo que mirar a ver qué otros libros de aventuras han publicado en Zenda Aventuras o Edhasa-Zenda, ya que es un género que me gusta mucho.
¡Es domingo, toca ir al cine! ¿Qué os traigo hoy? Pues de nuevo un clásico del cine francés, suspense angustioso bastante
nihilista
Este clásico del cine francés es anterior a la nouvelle vogue, así que cuando salió, ni los antiguos ni los modernos lo acogieron como una obra de las suyas. El tiempo, que pone todo en su sitio, ha
revalorizado esta historia, y actualmente podría considerarse película de esas
que llaman «de culto».
Se la recuerda sobre todo por la parte de
suspense, cómo consigue tenerte en vilo durante toda la segunda mitad de la
película. Llega a ser casi insoportable esa tensión constante. Hay más suspense en el mundo cinematográfico que el del Hitchcock.
Es una de esas
películas angustiosas, en las que sabes que va a pasar algo malo y estás todo
el rato esperando que pase. Si fuera una americana te puede quedar la esperanza
de un final feliz, pero es francesa, así que muchas cosas pueden ir mal. De hecho, todo puede ir mal. De ahí el punto cínico y nihilista de la historia. Hasta absurdo en su desgracia, sin sentido, sin más lógica que la vida es así.
Os cuento de qué va. En un país ficticio de
Hispanoamérica hay una localidad, Las Piedras, bastante miserable. Allí han ido
a parar, arrastrados por la resaca de la guerra, toda una serie de expatriados
europeos, italianos, franceses, etc. Gente que malvive, a salto de mata.
Durante casi una hora, te describen cómo es aquella existencia entre los foráneos y los locales. La única fuente de riqueza que
es el petróleo que explota una compañía estadounidense. Esta
parte se te puede hacer un poco larga, lo reconozco.
Además, es una de las pocas veces en las que el
doblaje mejora la película. Hay distintos idiomas, francés, italiano, inglés,
según qué personaje habla. Pero lo insufrible es el supuesto español de los
personajes que se supone que son nativos. De verdad.
Véra Clouzot, que interpreta al único personaje femenino
de cierta relevancia, es una actriz brasileña guapísima y sexi (es memorable su
primera escena, con una camiseta a rayas sin sujetador debajo), pero más mala
que la quina. No me extraña que solo trabajara con su marido. Cuando habla en español te rechina todo. Ello no quita que su personaje resulte bastante tremendo, porque la chulean y maltratan cosa mala, a la pobre.
Pero no es solo ella, también los secundarios parecen muchas veces actores aficionados, casi todo suena falso.
Una vez que superas esa primera hora, más o menos, llegas
al meollo de la película. Y ahí se vuelve inmensa. Resulta que cuatro de esos desesperados aceptan
transportar nitroglicerina, a cambio de un buen dinero. Claro, porque es
peligrosísimo: lo más probable es que estalle por el camino, y al final ninguno llegue.
Toda esta parte es lo mejor de la película, memorable. Esos
cuatro actores magníficos que se suben a dos camiones y emprenden una carretera
al infierno. Les pasará de todo. Especialmente destaca la pareja interpretada
por Yves Montand y Charles Vanel. El primero, un tipo bueno para nada, se
crece, y saca lo peor y lo mejor de sí en el camino. El otro, que parecía un matón, un tipo
duro, se va descomponiendo conforme el miedo hace presa de él.
La forma, por supuesto, es magnífica. La
fotografía en blanco y negro, los encuadres, la composición de cada escena, las
luces y las sombras… Casi en cada momento hay una fotografía que podrías tener
en tu casa, un embellecimiento de la miseria que recuerda a las imágenes de Sebastião
Salgado.
Las imágenes de Montand y Vanel con los rostros sucios, en el camión, casi al final, son simplemente increíbles. Se te quedan grabadas.
Si te gusta el cine, me parece una película
imprescindible. Si te van simplemente las pelis, la primera parte te resultará
muy lenta; ahora, la segunda es totalmente aventurera y te tendrá con el
corazón en un puño.
En el festival de Cannes de 1953, tuvo el Gran Premio y Charles Vanel obtuvo una mención especial al mejor actor. La película tuvo también el Oso de Oro en
el Festival de Berlín y fue elegida mejor película en los Premios BAFTA de
1954.
Como curiosidad diré que en España se estrenó cortada, por lo que algunas escenas simplemente aquí no se vieron. Por tema sexual, sobre todo. Lo llamativo es que en EE. UU. también se cortaron otras cosas, más por el talante político.
Si la veis, luego podéis atender al coloquio que hicieron en «¡Qué grande es el cine!» en el año 2003, creo. Son varios cortes, pero va enlazando You Tube una parte con otra, sin problema.
Otra de esas películas que he visto tantas veces
que he perdido la cuenta. Porque, bueno, Harry, you know.
La última vez, este mismo verano de 2021, en el avión. Mis
nativos digitales me enseñaron que podía ponerme Prime en el móvil y así ver películas o documentales durante el
viaje. Me amenizó el viaje hasta Canarias.
De nuevo, me quedé enganchada de esta historia
sobre el arqueólogo sexi de los años treinta que intenta localizar el arca de
la alianza antes de que la encuentren los nazis. Por el camino, retomará la
relación con Marion, una antigua novia con la que rompió de mala manera.
La historia nos llevará de Estados Unidos al
Himalaya y luego a Egipto, para rematar la faena en una isla del Mediterráneo,
con una escena horrible cuando se desata la furia divina contra los que se han
atrevido a abrir el arca.
Si no has visto la película, encontrarás puro
entretenimiento, con todos los tópicos del mundo. El héroe valiente, la
damisela en peligro, el sidekick nativo,
el malote del parche en el ojo, los nazis remalos… Todo muy cliché, pero
funciona a la perfección.
Lo importante es que te dejes llevar y no andes
buscándole vueltas a lo fantasioso de la historia o al orientalismo de papel
maché.
Siempre hay algo nuevo cada vez que veo la
película. Esta vez me fijaba más en cómo trata el tópico de la second chance in love, lo poco científico que es Indiana (el antiarqueólogo),
y en si tiene o no razón Amy (Big Bang Theory), cuando dice que la presencia de Indiana Jones es innecesaria
para el desarrollo de los acontecimientos. Su teoría asegura que el mayor plot-hole del guión es muy obvio: de no existir el
héroe los nazis habrían descubierto el Arca igualmente, se habrían fundido al
abrirlo y el resultado final sería el mismo, convirtiendo la figura
protagonista en prescindible.
Sobre objeciones a esta teoría de Amy y otras
cosas ilógicas de Indiana Jones, podéis leer el resto del artículo en Jotdown. Te echas unas risas.
La cosa es que a mí me encanta. Indy es
necesario porque, bueno, por Harrison Ford, ¿qué queréis que os diga? Ahora las
cosas son de otra manera, vale, pero la escena entre Indy y Marion en el barco
mercante fue, para mi yo de doce años, lo más sexi del mundo.
Obtuvo cinco premios Óscar (de
los técnicos, montaje, dirección artística, esas cosas), el premio BAFTA al
diseño de producción, y Spielberg fue elegido el mejor director por la Asociación
de Críticos de Boston. Por lo visto, en 2008 la revista Empire la puso la
segunda en su ránking de su lista de
las «500 mejores películas de todos los tiempos».
Es uno de esos clásicos con
muchas anécdotas e historias detrás de su creación. Cómo George Lucas ideó el
personaje, y acabó decidiendo hacer esta película mientras hablaba con
Spielberg en la playa; cómo Lucas rechazaba a Harrison Ford para
protagonizarlo, y al final lo aceptó, a petición de Spielberg; o la curiosidad
de que el U-Boot que aparece se lo
alquilaron al equipo de producción de Das
Boot (1981), una peli que a día de hoy no sé si meteré o no en mi lista de
cien.
Para
elaborar este comentario, he aprovechado para ver La comunidad del anillo por enésima vez, esta vez
aprovechando la versión extendida en MoviStar +.
El neozelandés Peter Jackson dirigió tres
películas, una por cada una de las novelas de El señor de los anillos. Por lo
tanto, no es esta primera película autoconclusiva, aunque tiene un cierre de
primer acto muy bueno.
Ya sabéis, en este mundo de fantasía épica hay
un anillo de poder que domina a todos los demás, y ha ido a parar a las manos
de Frodo, un hobbit, criatura
sencilla donde las haya, que gustan de los amigos y la buena vida. Les tengo
mucho cariño yo a los hobbits, tal
vez porque a mí me lo llaman, por ser la más bajita de la casa y además
desayunar dos veces (es lo que tiene ser funcionario).
En este mundo de hombres, enanos, elfos y magos,
los hobbits son gentes poco inclinadas a la épica, y sin embargo, les tocará arrimar
el hombro frente a las fuerzas del mal, y lo asumen con naturalidad, poniendo lo mejor de ellos mismos.
Como de los libros ya hablé aquí,
no me voy a extender en explicar de qué va la historia, solo comentaré algo de
la adaptación cinematográfica.
Una historia de fantasía épica exige que mucho
momento bigger than life, y el
director Peter Jackson lo consiguió gracias a los espectaculares paisajes
neozelandeses, un casting excelente, una partitura inspirada... O sea qué os voy a contar que no sepáis.
Para estas cosas hay que saber buscar a actores buenos de verdad, que no le hagan
ascos a una historia mítica e interpreten de manera muy creíble a estas criaturas
imaginarias. Yo destacaría a Ian McKellen, por supuesto, como el formidable Gandalf, así como a mi admirado Sean Bean, pobrecico qué mala suerte tiene
siempre, lo que me gusta a mí este actor y siempre le tienen que poner en plan
trágico…
Como tengo debilidad por el personaje de Sam, leal, constante, un
tipo fiel que en ningún momento duda de cuál es su papel en la historia y a quien el anillo no tienta lo más mínimo, he de mencionar a Sean Austin, que le pone la cara
perfecta.
De las mujeres, me quedo con la superlativa Cate Blanchett y
su breve aparición como Galadriel. No puedes dejar de mirarla: la cara, los ademanes, la forma de hablar y caminar,... todo te deja, simplemente, encandilada.
Con todo, yo me quedo con el paisaje montañoso de Nueva Zelanda, los personajes recorren incansables llanuras, pedregales y montañas nevadas.
En mi opinión, es uno de los mejores ejemplos de lo que es
una novela adaptada al cine. He leído críticas de algún fan de Tolkien
reprochando que se aparte de esto o aquello. Mi perspectiva es otra. Una
película basada en una novela, o en una obra de teatro, o un cómic, no es una ilustración del libro.
No, en realidad es la misma historia contada de otra manera,
cinematográfica, aprovechando movimientos de cámara, encuadres, personas que ponen sus rostros y sus emociones, la música, las diferentes voces,….
En fin, la maravilla que es el cine al servicio de la historia, no del libro.
Esto exige, muchas veces, quitar escenas o personajes y
alargar otros o resumir determinadas conversaciones. Todo al servicio de que la
película funcione como película. En mi opinión, Peter Jackson lo logró con
creces, mostrándonos una historia épica, con personajes queridos, una música que se te queda en la cabeza y frases inolvidables, y no, no solo para hacer memes como Run you fools!
¿Mi favorita? Esta, por supuesto:
Frodo: “I wish it need not have happened in my time”.
Gandalf: “So do I. And so do all who live to see such times.
But that is not for them to decide. All we have to decide is what to do with
the time that is given us.”
La idea básica es que no podemos escoger el
tiempo en el que vivir, todo lo que tenemos que decidir es qué hacer con el
tiempo que se nos da.
Y como este es mi blog, os lo pongo
Como proyecto cinematográfico, resulta
impresionante. Las tres películas se fueron grabando al mismo tiempo, en un
rodaje exigente en el que más de un actor acabó lesionado. Llevó años… el
rodaje en sí fue, según compruebo en la Wikipedia, desde octubre de 1999 hasta
diciembre de 2000. Pero luego cada peli llevó una posproducción de un año.
Hubo muchos efectos especiales que hacen más
real toda esta fantasía. No habría podido hacerse antes, o no de esta manera.
En esto también me parece ejemplar, con los efectos al servicio de la historia,
y no al revés. Pero también es bueno que se tiró de lo de toda la vida como un
maquillaje soberbio, el recurso a dobles especialistas, y paisajes reales.
Una película tan excepcionalmente buena estuvo
bastante nominada y premiada, así que solo mencionaré algunos. En los Óscar
consiguió cuatro: fotografía, banda sonora, efectos visuales y maquillaje. Ganó
cuatro premios BAFTA, incluyendo mejor película y director. Como secundario, McKellen
tuvo el precio Saturn y también el del Sindicato de Actores (SAG).
No diría que es de mis pelis favoritas, pero sí de esas tan
agradables de ver que nunca te cansas, y aunque empieces diciendo que solo vas
a ver un poco,… al final acabas viéndola entera.