martes, 29 de noviembre de 2016

#65 La coronación de Popea


La coronación de Popea, representación en Spoleto (1979)
Por Cammenina42
[CC BY-SA 3.0 2.0], via Wikimedia Commons

L'incoronazione di Poppea

Estreno: Venecia, Carnaval 1642 (¿1643?)

Compositor: Claudio Monteverdi

Libreto en italiano: G. F. Busenello, inspirado en los Anales de Tácito.

Tal día como hoy, el 29 de noviembre de 1643, pasó a mejor vida Claudio Monteverdi. Como no se sabe la fecha exacta de estreno de esta ópera, me parece bien homenajear al primer gran operista de la historia, en el aniversario de su muerte.

Lo más chocante de esta ópera, para el gusto actual, es su cinismo, algo que ya te lo advierte el hecho de que coja como protagonistas románticos a Nerón y a su amante, luego emperatriz, Popea. Con uno de los grandes malos de la historia como héroe enamorado, la cosa se tiene que apartar forzosamente de lo habitual.

Básicamente, Nerón está casado con Octavia pero tiene una amante, Popea, a la que ha prometido matrimonio. El filósofo Séneca, que no aprueba esto, acaba recibiendo la orden de matarse, lo que hace, por supuesto, con un madrigal polifónico precioso, Amici, è giunta l’ora. El marido de Popea, Otón, también anda por ahí, rechazado por su esposa, acogido por su amante, lo cual da lugar a cierto lío con intento de asesinato de Popea de por medio. También hay contrapuntos cómicos, irónicos, sobre el Amor y la Virtud, por ejemplo.

Así que, como se ve, es una historia de amor, deseo, adulterio, ambición, tiranía,… Nada que sea moralmente aleccionador, porque al final el vicio y la crueldad “triunfan” con el matrimonio entre Nerón y Popea. Pero es un triunfo así, entre comillas, porque todos sabemos, y también el público que lo veía, más versado en los clásicos que el nuestro, que después lo de Nerón y Popea no acababa bien.

Todo lo subversivo de esta ópera se debe, creo yo, a que fue compuesta para la época de Carnaval, el de 1642-43. Según tengo entendido, el Carnaval, en aquella época, duraba desde diciembre hasta la llegada de la Cuaresma.

Es una de las primeras óperas de la historia, barroca, y eso hay que reconocer que puede alejar a la mayor parte de los aficionados. Es bien larga (tres horas y media) y musicalmente te encuentras con madrigales y polifonía derivada de la música sacra. Entre medias, largos recitativos (recitativi secchi) que tienen que ser interpretados por cantantes que tengan su punto de actores  dramáticos estilo clásico. Así que se requiere un gusto un poquito refinado para apreciar estas cosas. Si lo tuyo es la música sinfónica alemana del siglo XIX, por ejemplo, esto te parecerá una sosada a la que no pillarás el punto.

Hay muchas cosas que destacar, históricamente, de esta ópera. Yo me quedo con dos. Que, por primera vez, se trataba de hechos históricos, y no relatos míticos o simbólicos. También, que esta ópera fue cantada por una de las primeras cantantes profesionales, Anna Renzi, ya que en Venecia no tenían ningún problema en dejar actuar a las mujeres.

El momento más recordado de esta ópera es por supuesto el dúo final de amor entre Popea y Nerón Pur ti miro, pur ti godo que, curiosamente, en su versión actual parece que no es el original de Monteverdi, que se perdió, sino de otro compositor. Aquí, una representación de ese dúo, en el Teatro Real de Madrid con Jaroussky y De Niese. Bueno, hay quien duda de si en realidad esta ópera es de Monteverdi o sólo se la atribuyen por ser el gran nombre de aquella época.

En fin, para saber más, la Wikipedia. El libreto y discografía de referencia, se pueden encontrar en Kareol.

Como en el caso de Dido y Eneas, también aquí voy a recomendar la grabación de Harnoncourt, de 1973 para Teldec (“Das Alte Werk”), con Donath, Söderström, Berberian, Esswood, Luccardi,… y Concentus Musicus. Es la primera versión completa que se grabó de la ópera. De las voces, hay que destacar lo que entonces era una novedad, que el papel de Nerón lo interpretara una voz femenina. Con instrumentos originales, por supuesto.

lunes, 21 de noviembre de 2016

#56 Dido y Eneas


Dido y Eneas, representación en Hiram College
Por Kasey-Samuel Adams de Ohio 19/11/2010
[CC BY 2.0], via Wikimedia Commons

Dido and Aeneas

Estreno: Londres, 1689 (¿diciembre, primavera?)

Compositor: Henry Purcell

Libreto en inglés: Nahum Tate, basado en su obra Brutus of Alba, inspirado en el Libro IV de La Eneida, de Virgilio

Tal día como hoy pasó a mejor vida Henry Purcell, y como no se sabe la fecha exacta de estreno de esta ópera, me parece bien homenajear al autor en el aniversario de su muerte.

En materia de música clásica, o perdurable, hay que reconocer que el Reino Unido es una potencia de segunda fila, muy por detrás de Alemania, o Italia.

En mi opinión, después de la melancólica música isabelina, hemos de esperar a Purcell, a finales del siglo XVII, y después es un erial de talentos autóctonos hasta Britten. Desde luego, en materia operística es indiscutible.

Dido y Eneas se compuso para un colegio de señoritas, algo que suena a teatro muy adicionado. Tuvo un letrista de excepción, el poeta Nahum Tate. Se piensa que pudo haber existido una primera representación el 1.º de diciembre de 1687. Sí que se sabe que fue representado en la Mr. Josias Priest’s Boarding School for Girls, de Chelsea en 1689. No se representó públicamente hasta el año 1700, como una masque incorporada a una versión adaptada de Medida por medida, de Shakespeare en el teatro de Thomas Betterton en Londres.  Luego tardaría casi dos siglos en ser recuperada para el repertorio porque el estilo barroco no es fácil y no gusta a todos. La versión moderna para coro y solistas de ambos sexos es obra de Benjamin Britten (1913 - 1976) y fue estrenada el 8 de junio de 1951 en el festival de Aldeburgh.

Posiblemente sea la obra más famosa de Purcell, esta pequeña ópera (de una hora), realmente la única que puede incluirse dentro del género lírico. Relata los desgraciados amores entre Dido, la reina de Cartago y Eneas, el troyano que irá a fundar Roma. Es cortita y tiene momentos espléndidos, pero sobre todo destaca el conmovedor Lamento de Dido (When I am laid in earth), que si lo canta una soprano poderosa te remueve hasta lo más recóndito, te arrasa... Es la pieza que todos querríamos en nuestro último momento.

En fin, para saber más, la Wikipedia. El libreto y discografía de referencia, se pueden encontrar en Kareol.¿Queréis escuchar una versión im-pre-sio-nan-te de "When I am laid in earth"? Aquí, interpretada por Jessye Norman.


When I am laid, am laid in earth,

May my wrongs create
No trouble, no trouble in thy breast;
Remember me, remember me, but ah! forget my fate.
Remember me, but ah! forget my fate.

Por destacar una de las grabaciones, diría la de Harnoncourt, de 1982 para Teldec, con Murray, Scharinger, Yakar, Schmidt y Eswood, el coro Arnold Schönberg y Concentus Musicus. Por supuesto es con instrumentos originales.

domingo, 20 de noviembre de 2016

#14 Apocalypse Now



Apocalypse Now




Año: 1979
País: Estados Unidos
Director: Francis Ford Coppola
Música: Carmine Coppola, Francis Ford Coppola

Viaje alucinante al horror de la guerra,… o de nosotros mismos.

Apocalypse Now es una de esas pelis que aunque no te apetezca verla, pillas una escena y no puedes dejar de verla. Es visualmente fascinante. La caída en el infierno de la guerra del capitán Willard (personaje interpretado por Martin Sheen), cómo va remontando el río hacia Camboya en busca del coronel Kurtz, al que se le ha ido la pinza (Brando haciendo de Brando pero, ¡joder, qué magnífico era!).

Y mientras, se le iba contagiando un poco toda la locura que había a su alrededor. No sé si Vietnam fue o no así. En realidad, lo importante es más bien descubrir cómo dentro de uno mismo las cosas no son como pensaba. Cuando el personaje de Martin Sheen llega a enfrentarse con el de Brando, en realidad lo entiende, puede identificarse con él. Pero eso no quita que haga lo que tenga que hacer.

Se basa en la novelita El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad, y aunque superficialmente las historias tienen ambientaciones distintas, en realidad las dos parten de la misma peste imperialista y cómo los explotadores acaban siendo también víctimas del sistema al que sirven.

Es un poco la tesis de que son las circunstancias las que hacen que te portes de una u otra manera. Un cierto determinismo pesimista en cuanto al comportamiento humano. Al menos, en la guerra; en ese contexto, conservar algún rastro de virtud resulta heroico y prácticamente imposible.

Aparte de eso, me encanta descubrir a algunos actores por los que siento debilidad. Harrison Ford, por supuesto, en papel chiquitito. Pero también  Frederic Forrest, que siempre me pareció atractivo y con un enorme talento, a su modo discreto. Y cómo no, Robert Duvall, con su wagneriana cabalgata de las valquirias y su mítico “I love the smell of napalm in the morning”  (“Amo el olor del napalm por la mañana”). La música de The Doors, y toda la mitología del propio rodaje en Filipinas, un auténtico infierno que a punto estuvo de acabar con el propio Martin Sheen.

Ganó la Palma de Oro del Festival de Cannes, ex aequo con "El tambor de hojalata", y en varios certámenes destacaron la interpretación de Robert Duvall: le dieron el globo de oro al mejor secundario y también el BAFTA. ¿En los Óscar? Mejor fotografía (el inmenso Vittorio Storaro) y menor sonido. Fue el año de la perfectamente anodina Kramer contra Kramer.

Para saber más: consúltese la Wikipedia, Film Affinity, Internet Movie Data Base y Sensacine.



sábado, 19 de noviembre de 2016

#9 Teodora y su cortejo


Teodora y su cortejo
[Dominio público] via Wikimedia Commons



Ubicación: Iglesia de San Vital de Rávena
Fecha: 547
Estilo: Arte bizantino






El ejemplo más conocido de las artes figurativas bizantinas

            En realidad, el imperio romano no terminó en 476 sino en 1453, porque continuó existiendo, más o menos, en la parte oriental del imperio, bajo el nombre de Bizancio.

            Los bizantinos nunca dejaron de ansiar recuperar lo que había sido el imperio romano. Hubo épocas en que dominaron parte de Italia, y del norte de África, y de Hispania,… pero nunca realmente volvieron a aquella grandeza.

            Uno de los brillantes emperadores que recuperó parte del territorio romano fue Justiniano I. Casado con la funambulista Teodora, y rodeado por generales muy capaces, protagonizó un momento de esplendor interesantísimo.

            Roma había perdido ya toda importancia política. Los últimos emperadores romanos de Occidente vivieron en Rávena. Ahí podemos encontrar espléndidos ejemplos artísticos de los siglos V y VI, entre ellos estos magníficos mosaicos bizantinos que representan al emperador y a la emperatriz, cada uno con sus cortejos respectivos.

Me quedo con el mosaico de la derecha, el de la emperatriz Teodora que lleva un cáliz de oro. Dos dignatarios de la corte la preceden. Y la siguen Antonia, esposa del general Belisario y su hija Juana. Detrás, vemos a doncellas de la emperatriz.

Fue una mujer espléndida. Surgida de lo más bajo, consiguió llegar a la cumbre. Y cuando en un momento de debilidad, en la revuelta de Niká, su esposo quiso huir, ella se negó, y sacó todo su orgullo para decir aquello de que “la púrpura es un buen sudario”.

Todo lo que rodea a esta época, con fantásticos personajes bigger than life Justiniano, Belisario, Narsés,… y desde luego la propia Teodora. Lo leas en los libros de historia, o en novelas como el Belisario de Robert Graves, siempre te fascinará.

En la página de la wikipedia dedicada a la iglesia de San Vital de Rávena podemos saber mucho más, de estos y otros mosaicos y del edificio en sí. Los monumentos paleocristianos de Rávena son patrimonio de la humanidad desde el año 1996 (aquí, la página en la Unesco). Por último, ArteHistoria dedica un artículillo a "Teodora y su séquito".

jueves, 17 de noviembre de 2016

#6 El extranjero



 
Portada del libro editado por Gallimard)
Por Jean Louis [CC BY-SA 3.0 o Dominio público]
vía wikicommons
L'Étranger

Autor: Albert Camus
Año: 1942
Género: Novela





Puf, menos mal que es cortita, si no acabo pegándome un iro


La verdad es que es una novela magnífica, pero puede deprimirte un poco, o alienarte.

Todo es por el desasosiego que te provoca el ver a este tipo, que cuenta la historia en primera persona, deambulando bajo el ardiente sol de Argelia.

Está dividido en dos partes, que pivotan en torno a un crimen, el asesinato de un árabe.

El protagonista Meursault es un tipo que va un poco de pasota por la vida. Es un abúlico que se limita a vivir. Acude al velatorio y entierro de su madre, se baña en el mar, se enrolla con una chica, trabaja, fuma mirando el infinito,... Y aunque hay cosas que le gustan, realmente es una persona a la que no le ves con una pasión especial por nada.

Es un tipo callado, que no habla si no tiene nada que decir. Lo cual suena muy razonable, pero la gente no lo ve así y desconfía de él o lo ve como un ser antinatural por ello. Lo mejor, para mi es su actitud ante los delirios católicos de otros personajes. Por ejemplo, al juez de instrucción, que se le va la olla indagando por sentimientos religiosos que ni van ni vienen en el asesinato. O cómo el capellán intenta una conversión in extremis, y aunque muy educadamente se le dice que le deje en paz, que le queda poco tiempo de vida y quiere pasarlo con otras cosas,... Nada, insiste el muy pesado.

Esta es una novela de la filosofía existencialista que tuvo su origen en la desolada Europa de entreguerras. Yo no se si fue más una filosofía o un movimiento artístico. Ahonda en el absurdo, en la carencia de sentido de la vida, la angustia de simplemente estar aquí. Es francamente desasosegante leer este tipo de libros, menos mal que son breves.

Pero, por otro lado, al fin y al cabo, no tiene por qué ser tu filosofía de vida. En el fondo, es una simplificación absurda: si no crees en Dios, o si la guerra ha desolado tu país, la vida carecía de sentido. Pues no, mira. Es un riesgo que se corre ante las desgracias de la vida, acabar siendo un apático. No, de lo que se trata es de superarlo, entusiasmarse, buscarle a la vida un sentido propio que sea el tuyo, de verdad, no el de conceptos al servicio de los intereses de otros, como la nación, la religión, la ideología y demás.

Vaya, para ser una obra tan breve, da para pensar mucho.

Pero mucho.