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miércoles, 3 de marzo de 2021

#8 Carmen

 

Magdalena Kožená y Jonas Kaufmann en Carmen 
(Festival de Salzburgo de 2012)
Autor: Luigi Caputo [CC BY 3.0],
vía Wikimedia Commons




 

 


 

 

 

Estreno: París, 3 de marzo de 1875

Compositor: Georges Bizet

Libretistas: Meilhac y Halévy, basándose en la novela homónima de Merimée

 

Género: ópera cómica en cuatro actos

 

Tal día como hoy, del año 1875, se estrenó en la Opéra-Comique de París, esta que es una de las obras esenciales del repertorio.

Cuenta José María Martín Triana, en El libro de la ópera (Alianza editorial © 1987, 1990, 1992):

Esta ópera es el mejor compendio de todo el género. Si este desapareciese y sólo quedara Carmen para recordarnos sus esplendores, podemos estar seguros de que en sus compases volveríamos a hallar todo el fulgor que llegó a tener, desde el refinado clasicismo de Mozart –no en vano se ha dicho que Carmen presenta huellas de concepción netamente mozartianas–, hasta el más delicado belcantismo o el más equilibrado romanticismo.

Es una ópera perfecta para todos los que quieren empezar en el género, porque el argumento está bien urdido, no le sobra ningún número, la música es variada y deliciosa y te va llevando pasito a pasito, desde la ligereza del principio hasta el drama final.

Es una obra capital del repertorio, posiblemente la más significativa de la escuela francesa. Verdaderamente, como española, me rechinan los dientes de tanto tópico que acumula: gitana, torero, flamenco, hasta contrabandistas en la sierra. España, y en particular la riquísima Andalucía, era para esta gente algo tan exótico como la India colonial de una Lakmé.

Quizá lo que más me irrita es esa manía de representar a Carmen como una fulana, remarcando la sensualidad de una manera descarnada, para mí mera excusa de los directores de escena para subir el termostato en escena.

Creo que quienes mejor pillan cómo es el personaje son las cantantes españolas, señoras como la Berganza, por ejemplo. Carmen no es una ninfómana, Carmen es una mujer libre, que hace de su capa un sayo, va y viene conforme ella decide, lucha por ser dueña de su destino, y paga cara su aspiración a la libertad personal.

Aparte de que cuando el personaje debe bailar, las extranjeras tienen un salero, ya sabéis, lo que decía Sabina, como un belga por soleares. Pues eso.

 Ah, ¿que aún no os he contado de qué va?

La historia, para quien no la conozca es, básicamente, Carmen, que trabaja en la fábrica de cigarros de Sevilla, apuñala a una compañera, seduce a don José que es el militar que la lleva presa, luego se encuentran y acabarán en la sierra de contrabandistas. Los celos de don José acaban incordiando demasiado a Carmen, que lo abandona, marchándose para estar con un torero, Escamillo, de quien está enamorada. Don José desesperado, obsesionado por ella, no es capaz de aceptar que ella le deje y ya sabéis, si no eres mía no serás de nadie. Acaba la historia con un episodio de violencia de género.

 Siempre se recomienda a los que se inician en la ópera el ABC del género. Carmen es la C de esa expresión. Ya digo que si quieres ver alguna vez en qué consiste esto de la ópera, esta es una opción requetebuena. No tienes más que ponerte la apasionada Obertura (Preludio), y te quedarás enganchada. Aquí todo funciona, la música y la trama, es una de esas óperas que mejor reflejan que estamos ante un género dramático, teatral.

Que no nos despiste que pertenezca al subgénero de la «ópera cómica», eso es porque tiene diálogo hablado, como el singspiel alemán o la zarzuela española o la opereta vienesa, nada más. Aquí hay drama y hay lirismo, momentos de humor, y otros de tragedia, nostalgia del hogar que se ha dejado y violencia de la pura pasión por vivir, y un final nada feliz.

Todo ello relatado en estilo francés, lo que significa que nunca se pierde el equilibrio y la elegancia. Habrá mucho sentimiento exaltado, pero todo está bien medido y calculado para que salga redondo.

Aquí hay muchos momentos estupendos e inolvidables, pegadizos, las arias de los protagonistas, dúos de amor como el de José y Micaela, el coro de niños, los toreros,… pero vamos, voy a concretar tres: 

«L’amour est un oiseau rebelle» (El amor es un pájaro rebelde) que canta Carmen en el Acto I y que es una impactante tarjeta de presentación. 

Luego, en el Acto II, «Votre toast, je peux vous le rendre» (Vuestro brindis, etc.) de Escamillo, el torero, otro que se retrata de cuerpo entero. 

Y, al final del acto, «La fleur que tu m’avais jetée» (La flor que me lanzaste) de un don José enamorado hasta las trancas.

 ¿Qué grabación proponer de esta ópera? Para mí, no hay la menor duda que la que tiene a Teresa Berganza y a Plácido Domingo en los personajes principales, la siempre encantadora Ileana Cotrubas como Micaela y Sherrill Milnes de torero. Dirigía Claudio Abbado a la Sinfónica de Londres, el coro son los Ambrosian Singers. Es disco de DG y data del año 1978.

Para saber más, la Wikipedia. El libreto, en español y francés, así como discografía de referencia, en Kareol

viernes, 26 de octubre de 2018

#25 Concierto para piano n.º 1, op. 23

Foto de Chaikovski (h. 1875)
Por Charles Reutlinger
[Dominio público], vía Wikimedia Commons

  

Compositor: Piotr Ilich Chaikovski
Estreno: Boston, 25 de octubre de 1875



Apasionado. Romántico.

Este concierto para piano en Si bemol menor constituye una de las obras fundamentales de Chaikovski y es, desde luego, uno de los conciertos para piano más famosos de la historia. 

Lo estrenó, en Estados Unidos, uno de los más famosos directores de orquesta (y virtuoso del piano) del siglo XIX, Hans von Bülow. Promovió von Bülow la música no solo de Wagner, sino también de Brahms y Chaikovski, de ahí que se llevara este concierto, para su estreno, a Boston, aunque no puede decirse que fuera un éxito, ya que la interpretación fue interrumpida y hubo abucheos.

Es conocida la opinión del pianista Nikolái Rubinstein, a quien Chaikovski le presentó esta obra. Para Rubinstein, era una mediocridad. Más tarde tuvo que rectificar esta opinión e incluir esta obra en su repertorio. Ya se ve que ni siquiera los expertos saben reconocer siempre una buena obra.

Dura unos cuarenta minutos y sus tiempos son:
I.              Allegro non troppo e molto Maestoso - Allegro con Spirito
II.            Andantino semplice - Prestissimo
III.           Allegro con fuoco

Como se ve, tiempos moviditos, incluso para el segundo, que suele ser lento en un concierto convencional. El principio es entusiasta, de esos que te dices, «venga, vamos». Y ya te arrebata para el resto del concierto. Es muy expresivo, es de esos que te tienes que dejar llevar por la emoción, y aceptar que posiblemente no encaje con la idea que tengas tú de un concierto.

En Chaikovsky, de Javier Alfaya (Alianza Cien, pág. 44) dicen:

El arranque de la obra está formado por una frase de arrebatadora fuerza que parece dominar todo el concierto. El diálogo entre el solista y la orquesta es dinámico, como si fuera el de dos personajes dramáticos que se interrogan y responden sucesivamente, en una serie de momentos de enorme fuerza expresiva, unas veces alegre y exultante, otras de un lirismo acariciador.

Creo que no hay pianista famoso que no haya grabado este concierto Horowitz, Sviatoslav Richter, Gilels, András Schiff, Claudio Arrau, Pogorelich… Así que hay donde escoger. Yo propongo que incluyáis en vuestra biblioteca de 100 obras esenciales de la música clásica la interpretación de Martha Argerich con la Royal Philarmonic Orchestra, dirigidos por Charles Dutoit para Deutsche Grammophon.

En la Guía Penguin le dan una roseta a un cedé que empareja esta grabación con el Concierto para violín y orquesta Op. 35 (Milstein, OFV, Abbado), Serenata para orquesta de cuerdas: Vals (Karajan y la OFB) y Variaciones rococó para violonchelo y orquesta, op. 33 (Rostropovich, OF de Leningrado y Gennadi Rozhdéstvenski). Pero esa grabación no la he localizado en Spotify, sino otra en que la emparejan con el Concierto de Prokofiev. Oye, que igual está, pero buscar música clásica siempre es difícil, nunca sabes en qué idioma van a estar escritas las cosas.

Si quieres oír una versión de este concierto con Martha Argerich al piano y con Charles Dutoit, de director, solo que con la Orchestre de la Suisse Romande (1975), la puedes encontrar en Internet: