jueves, 30 de mayo de 2019

#72 La novia vendida

S. Novak: Cubierta ilustrada de la partitura (1919)
[Dominio público], vía Wikimedia Commons



Prodaná nevěsta


Estreno: Praga, 30 de mayo de 1866

Compositor: Bedrich Smetana

Libreto en checo: Karel Sabina

Género: ópera cómica


Tal día como hoy se estrenó, en el Teatro Provisional de Praga, esta ópera cómica que es un cuento costumbrista muy folklórico.


La ópera más representada de la escuela checa es, creo yo, esta historia del primero de los autores más relacionados con la escuela nacionalista checa (los otros dos serían Dvorak y Janacek).

Es relativamente corta, para lo que son las óperas, dos horas y poco. Te cuenta una historia de campesinos enamorados, identidades ocultas y engaños para que, al fin, triunfe el amor.

Jenik y Marenka están enamorados. Los padres de ella quieren casarla con Vasek, el hijo del rico Micha. Marenka se queda horrorizada. Cuando conoce a Vasek, un joven tartamudo (se ve que esto era graciosillo) no le dice quien es y le cuenta perrerías de ella (oye, mira, no te cases con esa Marenka, que te va a envenenar, y tal), para que Vasek se niegue a casarse.

Mientras, Jenik trama una argucia por su cuenta. Habla con el casamentero, aceptando vender su compromiso con Marenka a cambio de dinero, pero astuto le dice que a condición de que ella se case «con el hijo de Micha». A lo cual accede el casamentero por quitárselo de en medio.

Cuando Marenka se entera que su novio la ha vendido, se deprime mucho. Lo que ocurre es que, en realidad, su amado Jenik es el hijo desaparecido del rico Micha y medio hermano del tontorrón Vasek. La culpa de todo, por supuesto, es de una madrastrona.

Cuando todo se revela, los enamorados Marenka y Jenik se casarán y encima, él se queda con el dinero recibido por la «venta» de su novia.

Como veis, es una historia casi de cuento de hadas, aunque sin elementos mágicos ni paranormales, porque se mueve en el ámbito más de la comedia. Es un poco como El elixir de amor, por esos líos de enamorados que acaban juntos, con sus toques de humor, ligeros, que se ven –y escuchan– con agrado.

Si te sabes la historia, aunque esté cantada en checo, es fácil de seguir. Es una de esas obras en las que una cosa lleva a otra, sin que sobre ningún momento, y con música preciosa.

Esta obra se enmarca en el renacimiento cultural checo, en el siglo XIX. El nacionalismo motivó a la gente a que buceara en historias locales, conservara músicas folclóricas y cantara en su propio idioma. Gracias a esto crearon estas amenas piezas de color local, que contrastaban un poco, en su sencillez y aire populachero, con las solemnidades wagnerianas que todos imitaban. Si ya Wagner no es para todos los paladares, sus imitadores ni os cuento. Óperas como La novia vendida son mucho más simpáticas y llevaderas, auténticos soplos de aire fresco. Hombre, con la perspectiva del tiempo suena ahora algo apolilladito, como los Coros y Danzas de la Sección Femenina.

Quizá obras así sean lo único positivo que pueda decirse del nacionalismo, esa perversa ideología decimonónica, alentada por políticos sin demasiados escrúpulos para desangrar a potencias extranjeras complejas y plurales, y por caciques locales para controlar el corral. Al menos, elevó la tradición cultural de algunos rincones europeos que, de otra forma, habrían desaparecido frente a productos más complejos. 

Claro que, siempre en mi modesta opinión y desde mi ideología particular, esto es como decir que el comunismo no estuvo tan mal porque, al fin y al cabo, produjo el cine de Eisenstein o el arte de vanguardia de un Malévich o El Lisitski, o la música de Prokofiev. Pero vamos, que es solo mi idea, igual otro lo ve de otra forma.

Este tipo de obras no dejan de ser, a mi modo de ver, obras menores del repertorio. Son más bien cositas dignas de un hueco en nuestra discoteca para escuchar alguna que otra vez. Pero, vamos, que no estamos ante un Don Giovanni, ni El barbero de Sevilla o La Traviata, o cualquier otra de esas grandes obras que escuchas una y otra vez y siempre descubres algo inmenso o trascendente que te engrandece como ser humano.

De esta ópera hubo varias versiones. La que hoy se interpreta no es la que se estrenó tal día como hoy pero de 1866, sino la de septiembre de 1870, sustituidos ya los diálogos por recitativos.

Hay varios momentos destacados de la ópera. Sobre todo, la famosísima obertura, que seguro que os suena aunque no conozcáis nada más de esta ópera; anticipa temas del baile de los cómicos a principio del Acto III. Luego está el dúo de amor en el acto I, el dúo entre Jenik y el casamentero, o las piezas que se acumulan, preciosas, en el acto III: desde la irrupción de los comediantes, pasando por el dúo cómico que convence a Vasek para que se disfrace de oso y entretenga a la chiquillería, llegando al cuarteto que acaba en sexteto y el aria desolada de Marenka.

Como grabación recomendada de esta ópera propongo la dirigida por Kosler en 1981 para Supraphon, con Gabriela Benacková (Marenka), Peter Dvorský (Jenik), Miroslav Kopp (Vasek), Richard Novák (Kecal), Jindrich Jindrák (Krusina), Marie Veselá (Ludmilla) y Jaroslav Horácek (Micha), coro y orquesta de la Filarmónica Checa.

Para saber más, la wikipediaEl libreto, en español y checo, así como discografía de referencia, en Kareol

En You Tube puedes encontrar versiones de esta obra si buscas con el título original checo, Prodaná nevesta o en inglés, Bartered bride.

martes, 28 de mayo de 2019

#30 Catedral de Worms

Vista de uno de los ábsides,
por Slashme (12/2018)
[CC BY-SA 4.0], vía Wikimedia Commons




                       
Ubicación: Worms (Renania-Palatinado, Alemania)
Fecha: 1181
Estilo: Arte románico
Tipo de edificación: templo




El peculiar tardo-románico de Alemania.

A Worms la fundaron los romanos, en la orilla occidental del Rin. Luego fue la capital de los burgundios; gran parte del Cantar de los nibelungos se ambienta aquí. 

Siendo una de las más importantes ciudades imperiales libres en la época del Sacro Imperio Romano Germánico, fue el escenario de célebres eventos imperiales: principalmente, el Concordato de Worms (1122) que puso fin a la querella de las investiduras y la dieta en la que a Martín Lutero lo declararon hereje (1521).

Este importante obispado erigió una catedral a la altura de su importancia política. Como es habitual, se alzó sobre restos de edificaciones anteriores, que pueden remontarse hasta el antiguo foro romano.

Lo que ahora queda es, sobre todo, principalmente, de estilo románico, aunque tenga posteriores añadidos góticos.

Aquí, a la derecha, está el plano de la catedral de Worms, procedente de la Británica de 1911. La de la izquierda es la planta de la catedral de Maguncia


Se ve la planta casi basilical. Cada tramo cuadrado de la nave principal se corresponde con dos tramos cuadrados de la nave lateral, de manera que cada cuadrado de la nave lateral es una cuarta parte del área de un cuadrado de la nave central.

La catedral de Worms representa muy bien el románico renano, que se caracteriza por tres elementos que crean, a mi modo de ver, un románico más esbelto que el meridional que puedas ver en Italia. Sigue siendo una construcción maciza, a pesar de todo, pues la iglesia seguía concibiéndose como una auténtica «fortaleza de Dios».

Vamos a nombrar los tres elementos tan particulares del románico renano:

Primero, tiene doble ábside, uno a la cabecera y otro al pie, este último de carácter, generalmente, funerario.

También he visto que el ábside doble mantiene la tradición del culto o liturgia estacional, que organizaba el año eclesiástico con procesiones a los diferentes altares, a diferencia de la reforma cluniacense, que concentraba coro y altar en un solo lugar. Esto persistió aún más en la época de los Hohenstaufen. Tiene dos cruceros y dos cimborrios.

Segundo, cada ábside está flanqueado por dos esbeltas torres cilíndricas.

Tercero, las arquerías pequeñas que rematan los muros, y que se llama por ello «arquería renana». Esas arquerías en lo alto de los muros se pueden ver en la foto que ilustra esta entrada.

Otra particularidad de Renania, que se ve aquí también, es el uso como cubierta de una serie de tramos de bóveda de arista. Y se pueden apreciar en los muros arcos ciegos lombardos. Y al poner en los dos extremos ábsides podrás preguntarte, entonces, ¿por dónde se entra? Pues por el lateral.

A pesar de que, como todo estilo internacional, denota influencias extranjeras, como la borgoñona o la lombarda, no puede ignorarse la pervivencia de elementos otonianos. No hay que olvidar que estas monumentales catedrales pudieron darse en la zona gracias a que la dinastía otoniana se había hecho con el trono imperial.

Aquí un breve clip de ArteHistoria que explica un poquito esta catedral:
  



lunes, 27 de mayo de 2019

Hoy hace ochenta años nos dejó... Joseph Roth


Joseph Roth, uno de mis escritores favoritos, murió solo, alcoholizado,... un judío exiliado en París, pocos meses antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial. 
Joseph ROTH en 1926

De haber sobrevivido, probablemente habría acabado, como el resto de su familia, en las cámaras de gas. A su mujer, Friederiche, enferma mental, institucionalizada desde los años veinte, la ejecutaron en aplicación de las normas raciales nazis.
También puedes soñar con que, quizá, consiguiera huir. Pero, ¿te lo imaginas…? Más que escribiendo guiones en Hollywood, lo veo más como su gran amigo Stefan Zweig, desesperado sin ver la luz al final del túnel.
Su obra es más actual que nunca, porque nos pone frente a la historia europea de una manera descarnada. Una auténtica advertencia de cómo actúan los totalitarismos, en particular –pero no solo– esa asfixiante ideología que es el nacionalismo.
Empezó a escribir en los años veinte, en plena posguerra. Vivió el desmembramiento del Imperio austrohúngaro con lo que le privaron de lo que sentía como una patria diversa en la que tenían cabida gentes de distintas culturas, lenguas y religiones.
Judío de Galitzia, estudió en Leópolis y en Viena. Combatió en la Gran Guerra y trabajó de periodista primero en Viena y luego en Berlín. Por su profesión, recorrió toda Europa, incluida la URSS (donde, como Bertrand Russel y a diferencia de de tantos otros intelectuales europeos, no se dejó engañar sobre la realidad del comunismo). Cuando Hitler llegó al poder en 1933, se marchó de Berlín a Viena. Pero la ideología nazi, como una mancha, se extendió a Austria, y ya antes del Anschluss, vio la que se le venía encima (mucho más que, por ejemplo, Zweig) y se largó, en 1934.
Volvió a recorrer Europa, errante, en un exilio que no era solo de un determinado lugar, sino también de una lengua.
Daos cuenta de lo terrible que es. Periodista y escritor en alemán, vio cerrado el mercado de esa lengua, donde era visto como otro artista degenerado más. En Alemania quemaron sus libros.
Una de las cosas que más me gusta es aprender de primera mano, tal como se veía entonces, la realidad política y social, como esa Tela de araña (1923) que fue su fallida primera obra, pero en la que te explican muy clarito cómo se crea un Hitler.
Lo bueno es que la lucidez del discurso no le impedía momentos de ensimismamiento estético. Narra con una prosa poética que se luce, sobre todo, en la metáfora inesperada.
Un fragmento escogido casi al azar, de El espejo ciego:
Las chicas se sentaban frente a las máquinas de escribir, blancas, sonrientes. Florecían junto a las mesas como si fueran plantas blancas.
Parte de mi balda Roth
En su obra se ve lo fácil que es manipular a la gente para que cometa las mayores barbaridades, en nombre de espantajos ideológicos que no responden realmente a ninguna realidad objetiva. Lo sencillo que es crear un líder
Hay quien dice que su mejor historia es él mismo, las fantasiosas versiones que dio de su biografía. Puede ser. Siempre que te des cuenta de que es modelo de víctima del fanatismo, que necesita muchas veces borrar sus huellas.
Ningún grupo humano lo reclama como propio con demasiado entusiasmo, precisamente por ese nacionalismo que aniquila cualquier cosa, cualquier obra, cualquier persona, que no encaje en su visión del mundo y del pasado. Que no entiende de matices.
Por supuesto, ni su Ucrania natal, donde, como Polonia (con quien se reparte la Galitzia) parece que se esfuerzan en borrar toda huella de las comunidades judías existentes en la primera mitad del siglo XX. Ni en Alemania ni en Austria, su patria lingüística, le consideran «uno de los suyos». Ni por su puesto el estado de Israel u otros grupos judíos que en el mundo han sido, por su ausencia de devoción religiosa (se convirtió al catolicismo) y nulo interés por el sionismo.
Para mí, quienes tenemos que reivindicarlo somos los europeos, sencillamente, porque de lo que nos habla es de nuestros fantasmas y aspiraciones, de nuestros amores, la civilización refinada y la crueldad, también. De ese sueño de la razón que produce monstruos a los que, una y otra vez, nos entregamos arrastrados por el populismo más básico.
Todo lo que he leído de él me gusta. Mis novelas favoritas son Job (1930), La marcha Radetzky (1932) y La leyenda del santo bebedor (obra póstuma, 1940). Confío en poder comentar aquí alguna de estas obras.
También se han publicado numerosos relatos cortos, ensayos y artículos periodísticos, de gran perspicacia y belleza literaria. Este tipo de literatura breve permite descubrir su estilo.
Más artículos que hablan de él, aparte de la Wikipedia, serían este que resume su trayectoria como «De judío comunista a católico reaccionario», o «La sed del santo bebedor». Por si queréis saber algo más de él.

miércoles, 8 de mayo de 2019

#33 Descendimiento de la cruz (Antelami)

El descendimiento de la cruz
Foto: Eixo
[Dominio público], vía Wikimedia Commons



Deposizione dalla croce

Ubicación: catedral de Parma (Emilia-Romagna, Italia)
Fecha: 1178
Época: Arte románico
Autor: Benedetto Antelami



Si tú lo vales, ¿por qué no vas a firmar tu obra? 

Puedes decir, ¡vaya, otra escultura románica! Un descendimiento, ¿y qué? ¿Por qué es tan importante?
Por los detalles, por aprender, por fijarse en las cosas, y disfrutarlas más cuando las entiendes mejor.
Por el placer de aprender a mirar y reparar en los detalles, que es una de las cosas más útiles que te proporciona el arte a ti, ciudadano del siglo XXI que vives en la prisa, lo superficial, la imagen que te impacta sin reparar en la realidad profunda de las cosas.
Además, en este caso, el autor lo pone fácil, porque en el relieve hay un montón de inscripciones que te va contando lo que es cada cosa.

Esta es una de las primeras obras de arte europeo firmada y fechada, desde la Antigüedad. Algo insólito. Por encima del travesaño de la cruz, hay una inscripción en la que Benedetto, chulito como el solo, nos cuenta cuándo la acabó y quien la hizo. Copio de la Wikipedia:

ANNO MILLENO CENTENO SEPTVAGENO / OCTAVO SCVLTOR PAT(RA)VIT M(EN)SE SE(C)V(N)DO // ANTELAMI DICTVS SCVLPTOR FVIT HIC BENEDICTVS

Que quiere decir, más o menos, que el escultor acabó la obra el segundo mes del año 1178, y que ese escultor fue Antelami llamado Benedicto.
Lo del segundo mes no quiere decir febrero (aunque lo he visto por ahí escrito) sino abril, porque el año en la Edad Media empezaba en marzo.
Los artistas italianos, pioneros en esto como en tantas otras cosas, fueron de los primeros en abandonar el anonimato medieval. Porque ellos lo valían.

Este Benedetto Antelami (h. 1150-1230) fue arquitecto y escultor, el mejor de Italia en la época. Trabajó principalmente en Lombardía y en Emilia-Romaña entre los años 1170 y 1230 y se le relaciona, sobre todo, con la catedral de Parma. Para ella realizó este Descendimiento de la cruz, la más antigua de sus obras conocidas. Más adelante hizo otras esculturas que son más tránsito hacia el gótico, como las del baptisterio y las de la catedral de Fidenza.

Se trata de un relieve ejecutado sobre una plancha o losa de mármol, que mide 1,10 m de alto por 2,30 de ancho. Suelen decir que es bajorrelieve, pero en algún lugar lo llaman altorrelieve. Considerando que para ser altorrelieve las figuras tienen que sobresalir más de la mitad de su grosor, yo me inclinaría porque esto es un altorrelieve.

¿Qué representa? Pues un descendimiento. Para aquellos que no hayáis recibido educación católica, os lo explico: es el momento en que Jesucristo, ya muerto, es bajado de la cruz. A veces se le llama deposición, por traducción directa del italiano. Aquí, Antelami sigue la escena tal como se describe en el evangelio según san Juan.

La escena se divide, básicamente, en tres partes: Jesucristo en el centro, con la cruz detrás, un grupo de soldados a la derecha y de parientes de Cristo a la izquierda. Hay un par de arcángeles sobrevolando, uno cada grupo, unos medallones con guirnaldas y cabezas en los extremos superiores, una cenefa bordea por tres lados y, arriba, en el marco, rosetones.

Pero voy a entrar con más detalles porque eso es lo bonito, ver qué es cada cosa.
 
Jesucristo, José de Arimatea, la Iglesia triunfante y al otro lado, Nicodemo y la Sinagoga
Por I, Saiko (2010) [CC BY-SA 3.0], vía Wikimedia Commons


Empiezo por el grupo de Jesucristo. Es un típico Cristo románico, lo que se ve porque los ojos los mantiene abiertos (o eso me parece a mi), y sobre todo por esa rigidez en la figura, los brazos casi perpendiculares, la ausencia se los estigmas o signos de la Pasión, aquí no hay heridas sangrantes ni sufrimiento, ni dolor. La anatomía apenas se perfila, solo se marca el costillar. Y, sobre todo, fijémonos en los pies, que están separados y cada uno con su clavo. Un truco: cuatro clavos es románico, tres gótico.
Como es propio de un cristo románico, viste faldellín hasta las rodillas, lo que se llama perizoma o paño de pudor. Y los pies los apoya en un soporte, que se llama supedáneo.
Ya se ha desclavado una mano, que es sujetado por la Virgen. Parece que esté bendiciendo.

El personaje que lo agarra, y le besa el costado (algo iconográficamente novedoso) es José de Arimatea. A su lado está la Virgen María, madre de Jesús, que al enlazar con el cadáver de su hijo por el brazo compone una escena patética, un drama que ya te denota algo nuevo, una emoción generalmente bastante ajena a la escultura románica, tan hierática.

Entre José y la Virgen hay una figura femenina con dalmática y alba, que lleva una banderola con el estandarte de los cruzados y una especie de cuenco que es el cáliz con la sangre de Jesús. Es la imagen de la iglesia triunfante. Y no es que lo diga yo, es que Antelami grabó el cartelito, para ilustración de todos: Ecclesia exaltatur (ya os digo que aquí le ponía nombre a todo).
Parte izquierda, de nuevo, foto de I, Saiko (2010)

Detrás de la Virgen María está san Juan (el apóstol, claro, no el evangelista) y detrás de él, las tres Marías: Magdalena, Cleofás y Salomé.
Por encima de ellas sobrevuela el arcángel Gabriel.
En la esquina de este lado, el medallón representa al Sol.

Pasamos al lado contrario, el grupo de soldados.
El grupo de la izquierda: de izquierda a derecha Jesucristo, Nicodemo, la Sinagoga, los soldados;
por encima, el arcángel Rafael y en la esquina personificación de la Luna
Por I, Sailko [[CC BY-SA 3.0] vía Wikimedia Commons

Tenemos a un señor subiéndose por una escalera, es Nicodemo, que no es soldado sino figura positiva, pero por razones de composición lo pone a este lado, como un paralelo a José de Arimatea. Junto a él, de la misma manera que al otro lado estaba la iglesia, aquí hay una personificación de los judíos, la Sinagoga. El arcángel que sobrevuela la escena es Rafael, y agarra la cabeza de la sinagoga y la obliga a inclinarse, en señal de derrota.

Detrás, un centurión con su espada y su escudo y cinco soldados en prietas filas lo siguen. El medallón que queda por encima de ellos es lo opuesto al Sol, o sea, la Luna.

La composición sería así bastante simétrica, si no fuera porque Antelami introduce un grupito de cuatro personas en el extremo inferior de la derecha, los de la túnica.
 
Los soldados con la túnica inconsútil
Por Sailko (2017) [CC BY 3.0] vía Wikimedia Commons

Están sentados en taburetes, y se intenta dar cierta perspectiva o sentido de la profundidad. Dos delante y dos detrás de los que apenas se ven las cabecitas. Entre las manos tienen la túnica de Jesucristo, a la que siempre se añade el adjetivo de inconsútil. ¿Qué quiere decir esto? Pues os regalo más terminología propia de una educación católica: no tenía costuras. Se ve que la analizaban a ver si la rompían o se la jugaban a los dados, que es lo que al final pasó, según el relato evangélico, claro.

Por encima y a los lados hay una cenefa decorativa formada por zarcillos. Una serie de rosetas adornan el borde superior

Actualmente, se guarda en el transepto derecho de la catedral de Parma, edificio para el cual se confeccionó el púlpito del que solo queda esto.

El primer obispo de Parma, Guibodo, construyó una catedral, que quedó destruida por un incendio allá a mediados del siglo XI. Entonces se pusieron a reconstruirla, y la nueva fue consagrada por Pascual II en el año 1106. Pero hete aquí que resultó con severos daños por un terremoto poco después, en 1117. Y de esas obras de reparación es de donde viene el edificio actual.
Destaca la fachada, con tres pisos de galerías abiertas o de arcos vivos (logias), algo que es muy característico de Italia frente a los arcos ciegos de los franceses; la galería superior se adapta a la cubierta a dos aguas, siendo también rasgo peculiar italiano que el remate de la fachada sea un tejadillo a dos vertientes. Otra característica muy propia del románico de Lombardía en el siglo XII que podemos ver aquí es el pórtico avanzado, con dos columnas que apoyan en leones. Se considera que es una reviviscencia de elementos clásicos, de los antiguos pórticos, y se ve también en Módena.

Aquí os la pongo, pues merece la pena fijarse en esta peculiar fachada con galerías y esas columnillas sobre leones.
 
Fachada de la catedral de Parma
Por Norbert Nagel (2013)
[CC BY-SA 3.0], vía Wikimedia Commons



Otro elemento peculiar del románico italiano, que ya vimos al hablar de la catedral de Pisa, es que la iglesia va por un lado y el campanario y el baptisterio, por otro. Antelami también trabajó, como dije antes, en el baptisterio de Parma.

A lo que vamos, volviendo al Descendimiento de la cruz.
Se nota claramente la influencia del arte romano que los italianos seguían teniendo a la vista, en cosas como el propio soporte, una losa de mármol, y elementos de la obra como las rosetas del borde, las figuras en medallones o la cenefa que lo rodea.

Pero también hay algo del imperio romano que aún existía en aquella época, el Este: Bizancio. De origen bizantino es la disposición simétrica de las figuras, tan colocaditas una detrás de otra, con su ritmo regular que da armonía a la composición; y también el hecho de que las cabezas sean más grandes que lo que sería una proporción natural. Eso sí, las figuras santas de la izquierda, si os fijáis, son más grandes que las paganas de la derecha.

He visto mencionados rasgos provenzales en las líneas y «borgoñona la puntuación de algunas prendas mediante orificios». Podría provenir de un contacto directo de Antelami con los talleres que trabajaron en las portadas de Saint-Gilles-du-Gard y San Trófimo de Arlés. Hay quien elucubra incluso llegó a viajar allí, aprendiendo, y que elaboró alguno de los capiteles del claustro de San Trófimo, pero parece ser que prueba documental de ello, no existe. 

El estilo artístico al que pertenece esta obra es claramente románico. Ya he mencionado que hay elementos de diferencia entre un Crucificado románico y uno gótico: este es románico. Los clavos, acordaos de los clavos. En general, toda la obra se nota estática, las figuras carecen de dinamismo, y se colocan casi de manera idéntica a cualquier tablilla bizantina que pudieras ver.
Pero es un románico ya culminante y que anticipa cierta emoción, como ocurre con la interacción entre la Virgen y el cadáver de su Hijo muerto, los cuerpos tienen modelados más suaves, menos rotundos que en el románico. Hasta intenta dar cierta profundidad, sentido del espacio creando esos dos planos con la introducción de los soldados que manipulan la túnica.

Parma era por esta época una comuna libre. Ya sabéis que la Edad Media italiana dista de ser la típica que te presenta la historiografía de castillos y señores feudales,… la de España también fue diferente,… me parece a mi que, al final, el prototipo medieval solo se debió dar en Francia, y por el prestigio de sus historiadores, acaba creyéndose que lo que ellos describieron vale para todo. Y no, no es así, hay matices por toda Europa.

Parma perteneció a los lombardos y luego pasó a formar parte del Sacro Imperio Romano-Germánico. Aunque es verdad que tenían sus obispos-condes, que eran quienes en realidad mandaban localmente. En los enfrentamientos entre el Papado y el Imperio, Parma solía estar de parte del Imperio. Fue famoso un condottiero leal al emperador, Gerardo da Cornazzano. Pero al final en el siglo XII se convirtió en una comuna independiente, habiendo perdido el imperio sobre estas ciudades del norte de Italia después de la batalla de Legnano (1174). O sea, que cuando se culminan las obras de la catedral, estamos en plena pujanza de una ciudad estado medieval que había conseguido separarse del Imperio y gobernarse con cónsules.
Claro que librarse del emperador solo significa que las ciudades se enzarzaron más en sus rivalidades internas. Parma, en particular, disputó con Piacenza y Cremona el dominio de la navegación por el río Po.
 
Cristo gótico (Dalheimer Kreuz)
Por Bodoklecksel [CC BY-SA 3.0]
Vía Wikimedia Commons
Por si queréis ver la diferencia entre un crucificado románico y uno gótico, aquí os pongo la imagen de uno gótico. Se ve que ya no es rígido, hierático, sino transido de dolor, los brazos ya no están perpendiculares al cuerpo, y aparece la sangre, los estigmas, mirad esa sangrante herida en el costado,… y los pies ya no se apoyan en una peana, sino que están juntos con un solo clavo atravesándolo. 

Esto tenía un sentido simbólico, claro. Si el Cristo románico era un Dios triunfante sobre la muerte, que daba seguridad al creyente, el gótico es un hombre doliente, muerto, con el cual la sufrida humanidad podía empatizar mejor.





lunes, 6 de mayo de 2019

#17 Panteón Real de San Isidoro de León

Anunciación a los pastores,
[Dominio público], vía Wikicommons




Ubicación: León (Castilla y León), España
Fecha: h. 1170
Estilo: Arte románico







Venga, vamos a por el tópico: «la Capilla Sixtina del Románico»


De San Isidoro de León ya hablé al comentar el crucifijo de don Fernando y doña Sancha, así como el arca de los marfiles, ricos objetos con los que dotaron a mediados del siglo XI a un monasterio de León al que también llevaron las reliquias de San Isidoro de Sevilla, con lo que pasó a dedicarse a este santo.

Eso no es casual, tiene sentido para enlazar la monarquía norteña con el reino visigodo, dando una imagen de continuidad histórica. Así, el avance hacia el sur sería una reconquista de aquello que consideraban que era la tierra de sus antepasados.

Se convirtió en panteón donde se enterraban los reyes de León. De ahí su nombre, claro. Aún hoy en día hay unos cuantos enterrados allí. Es verdad que en época de la ocupación francesa montaron un lío y ha hecho falta analizar el ADN para orientarse un poco, pero sin que se acabe de determinar exactamente a quién pertenece cada hueso porque al final, todos eran parientes.

Me voy a centrar en las pinturas, maravillosas. De verdad, no creo que haya nada parecido en ningún lugar. Pintura románica la puedes encontrar en unos cuantos sitios, generalmente en museos, arrancadas (recordemos el estropicio de San Baudelio, del que ya hablé aquí).

Pero estas de León son especiales, porque se pueden contemplar in situ, en el mismo lugar para el que fueron pensadas hace mil años. Y en un estado de conservación excepcional. Esto se debe a que ha estado ocupado sin interrupción desde entonces; el seco frío leonés debe ser también un buen conservante.

Entrar en este espacio de ocho metros por ocho metros, y dejar la vista bajar por su abigarrado techo es toda una experiencia que recomiendo. León es una ciudad que merece la pena visitar por muchas cosas, y esta es una de ellas. Es una experiencia maravillosa.

Están decoradas tanto las seis bóvedas, que son de arista capialzada sobre sólidas columnas, como el intradós de los arcos. Se trata de pintura al fresco. Se prepara el muro con estuco blanco y, encima, se pinta al temple. Las características propias de la pintura románica pueden verse aquí: color puro sin mezclas, carencia de profundidad, composición yuxtapuesta, figuras frontales sin que nada rompa el plano.

Pantocrátor, vía Wikimedia Commons (dominio público)


En el lugar principal del Panteón, antiguo nártex, encontramos a la figura principal: el omnipresente pantocrátor Cristo en majestad, en su mandorla, como hemos visto en otras representaciones tanto de pintura como de escultura románica. Está sentado sobre un arco iris, con la tierra por debajo y el firmamento con estrellas en el fondo. Tiene un nimbo, y a los lados, el alfa y el omega (que expresa que Jesucristo es el principio y fin de todas las cosas). Bendice con la mano alzada, extendiendo tres dedos que simbolizan la Trinidad. En el libro abierto sobre las rodillas se recuerda que Cristo es la luz del mundo (Ego sum lux mundi). A su alrededor, el tetramorfos, una vez más: las figuras de los evangelistas. Como ya he hablado otras veces de este tipo de representación no me voy a detener en ello, pero resumo: Mateo-hombre, Juan-águila, Marcos-león y Lucas-toro.

Hay otras escenas, extraídas del Nuevo Testamento (la Natividad, la Pasión y la Resurrección de Cristo), siendo muy impresionante la matanza de los inocentes y, lo más encantador (para mí) la anunciación del ángel a los pastores, porque lo que se representa ahí son pastores medievales, no gentes de la época de los romanos, y ves la flora y la fauna propias de aquel tiempo y lugar, como un mastín o una hoja de roble. Y ese motivo, que viene de oriente medio, de dos machos cabríos enfrentados con un árbol de por medio. «En la iconografía de las artes sasánidas, estos animales suelen aparecer representados de a dos, a ambos lados de un árbol de la vida», leo en este artículo dedicado a la caza en el Mediterráneo
Detalle de la matanza de los inocentes

Pero creo que lo que más me gusta es el calendario, cada uno de los meses del año, generalmente representados con una actividad agrícola propia de ese mes. Se encuentra en el intradós de un arco. Cada mes está inserto en un medallón. Para ver cada una de estas imágenes, con detalle y más explicación, recomiendo la página de arquivoltas

Una breve guía de este mensuario es:

Enero (Genvarivs), por supuesto, presenta a Jano bifronte.
Febrero (Febrvarivs), el mes más frío, tiene a un anciano pegado a la lumbre.
En marzo (Marcivs), se podan las viñas.
En abril (Aprilis) se ve a un joven con un arbolito en cada mano; pueden ser los ramos florecidos de la primavera, o igual son plantones que va a trasplantar.
Mayo (Magicis), muestra a un caballero, representando el momento en que comenzaban las campañas guerreras en el medievo, lo mismo que en la Antigüedad. En invierno, no se peleaba. Tanto los cristianos como los moros hacían sus incursiones en primavera-verano.
Junio (Iunius), un labrador segando, parece que cebada.
Julio (Iuli), otro segando, pero esta vez es trigo.
Agosto (Agvstus), la trilla: la mies tendida en la era se golpea («maja») con un instrumento que se llama mayal, para separar el grano de la paja.
Septiembre (Setenber), la vendimia, por eso se ve que está cogiendo las uvas y las echa en un caldero o cesto.
Octubre (October), el campesino sacude el árbol para que caigan bellotas con las que se alimenta el cerdo.
Noviembre (Novenber), la matanza del cerdo, claro, ya sabéis que a todo puerco le llega su San Martín (11 de noviembre). Eso pasa hoy lo mismo que hace mil años.
Diciembre (Decenber), vuelve el frío, pero si has cumplido con todo lo anterior, tendrás la mesa bien abastecida.

Hay un naturalismo en estas pinturas, que recuerda inevitablemente a las miniaturas mozárabes, tan detallistas y tan expresivas. También hay influencia francesa que entraba por el camino de Santiago. Porque sí, León se encuentra, para los que no seáis española, en el Camino del que ya he hablado otras veces..

El pintor trabaja con más libertad, fijándose más en la realidad que lo rodea que en la simbología envarada del estilo italo-bizantino, imitado por ejemplo en el románico catalán. Aquí hay más vitalidad, más narración, más naturalidad. Y, qué demonios, es uno de los conjuntos mejor conservados de toda Europa. Así que acudid a León en cuanto podáis, que se come y se bebe muy bien, y tienen maravillas que visitar. De la catedral, hablamos otro día, cuando toque el gótico.

Javier Domingo, para Lagarto Rojo, nos hace una visita que te hace sentir que realmente estás allí. Son seis minutos que recomiendo.


sábado, 4 de mayo de 2019

#78 Antígona

Antígona sepultando a Polinices, por Sébastien Norblin (1825)
Vladoubido Oo [CC BY-SA 3.0], vía Wikimedia Commons



Ἀντιγόνη
Autor: Sófocles
Año: h. de 441 a. C.
Género: tragedia






La obra clásica favorita de los juristas.


¿Sabéis esto que suelo decir que una cosa es el canon y otra los clásicos?

Para mí, el canon literario está formada por obras que tienen un sentido dentro de la historia de la cultura, la obra literaria como producto de una determinada sociedad. Te informa sobre cómo eran esas personas, qué pensaban, qué consumían, aunque igual no digan nada al lector actual.

Otra cosa son los clásicos. Son esas obras que puedes considerar inmortales porque ganan lectores con cada nueva generación. Siguen diciéndote algo, aunque haga siglos (o, como en el caso de Antígona, más de dos mil años) que se escribieron. Y no dicen lo mismo a los de un siglo que a los de otro.

Trascienden.

Hablan al ser humano como tal, por encima del tiempo y la geografía.

Aunque los clásicos suelen formar parte del canon, no ocurre lo mismo a la inversa: no todo el canon es clásico, porque hay mucho pestiño infumable, solo apto para los arqueólogos de la literatura.

Antígona es un clásico, con todas las letras, lo mires por donde lo mires, sigue «diciendo cosas» al espectador moderno. Muchas, a veces pienso que demasiadas. Tiene ese elemento de la mejor literatura de revolverte un poco el estómago de la emoción.

Para los que no conozcan el mito griego, os contaré un poco de qué va la historia. Básicamente, el tirano de Tebas, Creonte, ha prohibido que se dé sepultura a Polinices, hijo del anterior rey y que se dirigió contra Tebas al frente de un ejército de argivos. Él y su hermano Eteocles se dieron muerte mutuamente. Al muerto «bueno», Eteocles, el leal a la patria, sí que le dan las honras fúnebres correspondiente, que consisten en enterramiento más tres libaciones.

La cosa es que a estos dos desdichados dejaron detrás a dos hermanas, Antígona e Ismene. Antígona decide cumplir con los ritos sagrados. Pero es descubierta y Creonte la condena a muerte. Lo que pasa después no lleva a un happy ending, como podéis comprender.

Tradicionalmente, se ha considerado que el tema principal de la obra es el Derecho natural frente al Derecho positivo, algo que hace de esta obra una de las favoritas de los juristas, que podemos tirarnos horas debatiendo.

¿Quién hace lo correcto, Creonte, que cumple con la ley del Estado, porque sin un Derecho eficaz, no hay sociedad que funcione? ¿O Antígona, que prescinde de la ley y da cumplimiento a lo que ella ve como un deber superior, ordenado por los dioses?

La gente suele alinearse con Antígona, porque es lo literario, el «fíjate tú qué bien que hace lo que debe, aunque le cueste la vida». Qué trágico, qué heroico e inspirador, qué bonico, vaya.

De entrada, yo estoy con Creonte. Si hay una ley, hay que cumplirla. Puedes cambiar la misma, si no te parece correcta, por el procedimiento legalmente establecido. «De la ley a la ley a través de la ley», como dijo Fernández Miranda.

Solo mediante normas de comportamiento que se cumplan puedes mantener enderezada la nave del estado y que la sociedad prospere. La seguridad jurídica permite el comercio, la riqueza, la seguridad en tu propio hogar, la libertad de ser tú mismo y el «libre desarrollo de la personalidad» que dice la Constitución española. Lo otro solo lleva a estados fallidos.

Esa es la postura inicial, según creo yo, del propio coro tebano en la obra, aunque la verdad es que son un poco veletas. O puede ser que yo no los entendiera del todo.

Lo que ocurre es que, en la realidad de las cosas, no existe eso que se llama «Derecho natural» y no hay un único «Derecho positivo». 

Y no me queda claro que Antígona esté cumpliendo con el derecho sagrado ni tampoco lo hace Creonte.

Empiezo por esto último.

Por un lado, hay un primer enterramiento. Alguien (no se sabe quién, ¿Antígona, su hermana Ismene, tal vez los propios dioses...?) ya había cumplido con los ritos funerarios sobre el cadáver de Polinices. Creonte ordenó que se le desenterrara para que quedara nuevamente como presa de las aves y pasto de los perros. ¿Era realmente necesaria una segunda ceremonia? Es el llamado «problema del segundo enterramiento». ¿No será que Antígona hace lo que hace por obcecación, por demostrar que le importa un pito lo que diga el tirano, ella que era hija de Edipo, el rey anterior? ¿O es puro amor de hermana que no soporta la idea de que las aves comieran el cadáver se su hermano? ¿Realmente está siendo una muchacha piadosa o quiere demostrar algo más?

Pero vamos a ver el supuesto respeto de Creonte a la ley positiva, a su propio decreto, al dura lex, sed lex... Hay, al menos, tres aspectos en los que se aparta. Primero, cuando el tema se descubre, dice que no solo va a condenar a muerte a Antígona, sino también a su hermana Ismene, porque seguro que estaba en el ajo. Perdona, ¿no se trataba de aplicar la ley a quien hiciera los ritos funerarios...? Metes a Ismene de rondón, ¿por qué?

Podría ser porque sospecha (pero no tiene pruebas) de que ella es en realidad la autora del primer enterramiento. Aunque también le resulta útil acabar, de esta manera, con todos los descendientes del antiguo rey, con lo que su posición política se afianza eliminando esa fuente de cuestionamiento de su legitimidad. No tiene pruebas de que ella haya hecho nada. Ismene confiesa, más en plan «Yo soy Espartaco» que otra cosa, porque todos saben que la autora de la desobediencia es Antígona, es solo a ella a quien descubrieron in fraganti.

El segundo aspecto en que Creonte no es tan respetuoso con la ley es la forma de castigo. Lo que se disponía era que, quien enterrara al traidor, sería lapidado. No es esa pena la que él impone. La muerte, sí. De una forma más horrenda: enterrada en vida.

Ahí es donde el coro, que hasta entonces parecía comprender los motivos de Creonte, empieza a dudar, como simbolo de que la ciudad rechaza lo decretado. Resulta cruel, y al mismo tiempo injusto, porque se aparta de lo dispuesto en la ley, y del nulla pena sine lege.

Al final, cuando consiguen convencer a Creonte de que es mejor para el bien de la ciudad que perdone a Antígona, decide hacerlo y que no muera. A mi modo de ver, es otra forma de apartarse del dura lex, pues si por encima de la ley está la conveniencia del estado, subjetivamente apreciada por el que manda, lo que tienes es tiranía y no estado de derecho.

La ley que puede ser alterada por voluntad de una sola persona, no es realmente una norma jurídica, pues introduce la incertidumbre, la discrecionalidad, en suma, directamente es el camino a la arbitrariedad. Con lo cual deviene inútil como Derecho.

Tal vez a los que no hayáis estudiado Derecho todo esto os suene a chino, o palabrería de leguleyos, pero es que a los juristas nos encantan las disquisiciones sobre sutilezas y matices.

Siempre que alguien alega que hay que incumplir la ley por tal o cual conveniencia política, o que los políticos (o cualquier otro grupo) está por encima de la ley, cae irremediablemente en el fascismo. No, literal e históricamente: esa era la idea del Derecho fascista, para quien el sano sentimiento popular es fuente de Derecho, por encima y al margen de la ley. Suena democrático, ¿verdad? No lo es. Nada más lejos de la realidad, porque no estamos hablando de un «sentimiento popular» fijado en una asamblea popular y plasmado en una ley debidamente publicada.

No, es el sano sentimiento... según lo fije el Führer, que es el único intérprete legítimo. Así era el Derecho Penal del nazionalsocialismo: será delito lo que en cada momento diga el Führer que es ese sano sentimiento popular.

Después de ver que ni Antígona es tan inclinada a las cosas santas ni Creonte tan respetuoso con la ley, me meto en lo que se supone que es el meollo de la obra: el «Derecho natural» frente al «Derecho positivo».

Ya he dicho que no existe el primero (Y mira que lo tuve que estudiar en la carrera, que me perdonen los catedráticos de Teoría del Derecho o de Filosofía del Derecho) y que de lo segundo existen variedades.

Lo que se llama derecho natural es para mi una engañifa, es como la homeopatía del Derecho. Es el término al que recurren los que no consiguen que sus creencias (generalmente religiosas, pero también de otro tipo como las nacionalistas o cualquier fascismo al uso) –que suelen encubrir intereses de solo parte de la sociedad, y no de esta en su conjunto– se plasmen en normas. Por ello recurren a ideas grandilocuentes, que suenan muy bien, son atractivas al oído, pero en el fondo lo único que quiere es que sus reglas sobre cómo deben ser las cosas, se impongan a los demás, sin pasar por los procedimientos establecidos.

No descarto que, como primates, haya formas de comportamiento básicas que se exigen en todas las sociedades humanas, porque resultan necesarias para poder subsistir como especie; probablemente las veas impuestas también entre los bonobos o los gorilas o los chimpancés. No matar a los que portan tu propio código genético, es una evidente, y tratar igual los casos iguales y desigual los que sean diferentes. Hay experimentos interesantísimos sobre comportamiento animal de los que no voy a hablar porque me apartaría mucho del tema.

La manera de enterrar a los muertos no es una de ellas, obviamente, pues las costumbres funerarias varían de una sociedad a otra. De hecho, existe el «entierro en el cielo» dejando que las aves carroñeras se deshagan de los cadáveres.

La clave para mi interpretación de Antígona es más bien otra: que hay muchos derechos positivos. La ley puede ser impuesta por la voluntad de una persona, o de un grupito o ser lo consensuado por la sociedad. Y ahí es donde falla Creonte: él establece una determinada norma sin recabar el consenso de Tebas.

La forma en que Creonte se comporta con la hermana del muerto no es algo contenido en la ley, ni con lo que estén de acuerdo los ciudadanos. No es una norma democrática, de ahí que pueda ser legítimamente desobedecida.

Esa es la diferencia: la ley del tirano frente a la norma democrática que emana del pueblo. Creonte se ha convertido en el Führer que interpreta el sano sentimiento popular, pero sin consultar a la asamblea, sin que los ciudadanos hayan dictado ley alguna sobre cómo hay que tratar los cadáveres de los traidores. Y que los ciudadanos de Tebas pensaban de forma distinta es algo que Hemón le advierte a su padre Creonte.

Por eso añade que No existe ciudad que sea de un solo hombre. Y más tarde, Tú gobernarías bien, en solitario, un país desierto.

Es legítimo desobedecer la ley injusta del tirano, pero no aquella que emana de la soberanía popular. Esa es la diferencia entre la autocracia y la democracia, y por qué en el primer caso está justificada la desobediencia civil, y en el segundo no, porque atentas directamente contra la soberanía popular, es decir, contra tus conciudadanos.

Leyendo el artículo de la wikipedia sobre esta obra, que recomiendo totalmente, me entero de algo en lo que yo no había caído porque mi conocimiento sobre el derecho de la Antigua Grecia es mínimo.

Al parecer hay una institución, la epíclera, que hace que cuando un rey no tiene descendientes masculinos, su hija mayor tenga que casarse con su pariente masculino más próximo, y al hijo que tengan se le considerará heredero del rey muerto. De esta manera, sería continuador del abuelo materno, y no paterno.

Aquí es donde entra la parte de culebrón, claro.

Resulta que el rey Edipo quedó ya sin descendientes masculinos, al matarse mutuamente sus hijos Eteocles y Polinices. Le quedan dos hijas, Ismene y Antígona. La mayor es Antígona. Esta tendrá que casarse con su pariente masculino soltero más próximo. Y, ¿quién es este?

Edipo es hijo biológico de Yocasta, la hermana de Creonte. Este está casado, pero su hijo Hemón, no. Por lo tanto, el pariente varón soltero más próximo de Edipo es su primo hermano Hemón, en cuarto grado de consanguinidad. (Otra de esas cosas que nos entusiasman a los juristas, desentrañar el grado de parentesco colateral).

Fíjate tú que se da la circunstancia de que Hemón y Antígona se aman y están prometidos. Por lo tanto, en cumplimiento de esta ley, la epíclera, los hijos que tuvieran Hemón y Antígona serían nietos o continuadores de Edipo (abuelo materno), y no de Creonte (abuelo paterno).

Si lo miras así, adquiere un nuevo sentido que Creonte se empeñe en meter en el lío a Ismene, para que ya no quede ningún descendiente de Edipo que pueda amenazar su dominio sobre Tebas. Si muere Antígona, siempre quedaría la posibilidad de que Hemón tuviera que casarse con Ismene.

Y también lo tiene la frase de Creonte con la que pretende quitar hierro al asunto de decretar la muerte de la prometida de su hijo: también los campos de otras se pueden arar. Fino que es el hombre.

A su hijo le dice que aunque ella viviera, ese matrimonio no se celebraría.

En el fondo, por lo tanto, podría interpretarse que todo lo que hace Creonte es una forma de forzar las cosas para asegurar su posición como amo de la ciudad, frente a la descendencia legítima del antiguo rey. Dicta una norma manifiestamente injusta para forzar a la parentela a actuar de una determinada manera. Y si lo ves así, Antígona también estaría tirando de la cuerda, haciendo lo único que está en su mano, con un segundo e innecesario enterramiento y libaciones, para que sea la propia ciudad la que ponga freno al tirano.

Cabe también una interpretación feminista. Estoy segura que se han hecho muchas. La mía es que Antígona recurre al único poder que tiene como mujer, el de la esfera que le es propia en esa sociedad: lo sentimental (privado) por encima de lo público. Desde esta perspectiva, tan ajenas le son las normas que dicte el tirano como las que apruebe la asamblea de hombres: ni ella las establece ni le preguntan su opinión. Cómo tiene una mujer que cuidar de aquellos a los que ama, en la vida y en la muerte, sería cosa propia de su esfera, y nadie va a discutírselo.

No estoy segura, al final, si los dioses castigan a la ciudad porque les gusta lo que hace Antígona o porque les disgusta lo que hace Creonte. Son dos cosas distintas.

¿Sabéis quién es mi personaje favorito en toda esta tragedia...?

Hemón tiene un punto. Ama y respeta a su padre, por eso intenta hacerle ver cómo están las cosas, para hacerle cambiar de parecer. Su padre cree que habla solo por amor a Antígona, pero no es eso. Cuando Hemón ve que no ha conseguido salvar a Antígona, entonces, en su futuro sólo ve la muerte (Va a morir, ciertamente [Antígona], y en su muerte arrastrará a alguien). Algo que Creonte, en su paranoia propia del tirano, interpreta como una amenaza contra él (también sospecha de Tiresias, el adivino, cuando le viene a hablar del descontento de los dioses). Ay, la paranoia de los tiranos.

Mas no es él mi personaje favorito, no.

Es Ismene.

Siempre me ha parecido la figura más trágica de todas. Te demuestra que da lo mismo lo que hagas: respetes la ley o no, seas pacífica o peleona,... al final, también quedarás sola sin haber podido arreglar nada. Ella pone el punto de sensatez, de sentido común, de normalidad dentro de un mundo de gentes exaltadas. Tampoco sirve para nada. Siente el mismo dolor, pero se lo guarda, los sentimientos son algo privado, no un instrumento para hacer política. Es la inutilidad de hacer lo correcto.

A veces me gustaría que fuera verdad esa hipótesis de que fue ella la que hizo el primer enterramiento de Polinices. Sería, así, la persona que hace lo que debe de una manera discreta, sin alharacas, sin que se entere nadie ni convertir el dolor particular en un tema político que sólo puede llevar a la desgracia colectiva. Todo el lío posterior sería innecesario, mero casus belli para una lucha por el poder que no puede llevar a nada bueno.

Creo, no obstante, que es más poético considerar que lo hicieron los dioses, arrastrando con un viento mágico polvo sobre el cadáver y vertiendo las libaciones,... Es por ello que se disgustan cuando las aves picotean el cadáver y luego van a los altares, infectándolos, y de ahí su enojo con Creonte.

O puede que, simplemente, aquellos primeros ritos quedaran interrumpidos y Antígona vuelve para rematar la faena.

Ismene es para mí el símbolo de la peor situación posible, aquella en la que hagas lo que hagas estás perdido. No hay forma de ganar, ni protestando ni callando. Como los que los nazis consideraban Untermenschen: colaboraran o no con el régimen, acabarían muertos tarde o temprano.

Con toda esta extensísima entrada creo que queda claro que esta es una de mis obras literarias favoritas. Ya he dicho cualquier jurista puede dedicarle horas y horas y verle cosas que otros no lo ven, y que ni siquiera creo que Sófocles pensara sobre ello. La desobediencia civil, por ejemplo, es un concepto moderno (Thoreau y todo eso).

Como obra literaria, lo tiene todo: los personajes intensos y bien perfilados psicológicamente, el argumento (complejo e intrigante), el estilo (en particular, la agilidad de las escenas y la tensión dramática que sabe mantener, el enfrentamiento Hemón-Creonte me parece de lo más poderoso), la ambientación (aquí, más bien contexto) y la trascendencia (va más allá de su literalidad y te hace pensar).

Por eso no me extraña que esta obra, estrenada en el siglo V a. C., todavía siga ganando nuevos espectadores.

Si tenéis la oportunidad de verla en vivo, hacedlo. Seguro que os impresionará.

Lo más probable es que os sugiera cosas que a mí ni se me han pasado por la cabeza.

Si queréis ver una Antígona, en RTVE a la carta hay una, en la versión de Anouilh, que retransmitieron en Estudio 1 en el año 1978. No es la obra de Sófocles, pero te da una idea del mito.