Mostrando entradas con la etiqueta Arte mozárabe. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Arte mozárabe. Mostrar todas las entradas

martes, 3 de septiembre de 2019

#13 Beato Morgan

Magio: «El ángel, el sol y los cuatro vientos»
Beato Morgan o Pierpoint
Ms. 644, f.º 115 vto.




Ubicación: Museo & Biblioteca Morgan, Nueva York (EE. UU.)
Fecha: h. 940-945
Estilo: Arte mozárabe
Autor: Magio







Hoy voy a hablar un poco de mi tierra…
Antes de llegar a este manuscrito que hoy se guarda en Nueva York
Espero no liarme y a ver si cuento claro cómo llego de aquí allí
Pasando por el «testículo del Anticristo».


Vamos a ver. Tenemos España, en la península Ibérica. Arriba, en el norte, en el centro de la costa Cantábrica, Cantabria. Y, dentro de Cantabria, en el extremo occidental, una comarca entre montañas que se llama Liébana.

Sí, un poquito remoto, y a donde no se llega por autovía, precisamente. Pero el paisaje espectacular, merece la pena. Os pongo una foto mía de cuando estuve no hace demasiado tiempo:



A este reducto del norte de España llegaron refugiados procedentes del sur, huyendo del emirato de Córdoba, entre ellos estuvo probablemente este monje llamado Beato.

Este monje del siglo VIII salió erudito y se metió en el gran fregado religioso del momento, sobre la naturaleza de Jesucristo. Elipando, arzobispo de Toledo, entonces bajo dominio musulmán, defendía el adopcionismo: Cristo nació humano pero Dios lo adoptó.

Este Beato, desde su reducto entre montañas, furiosamente defendió lo contrario: nada de adopciones, aquello era encarnación divina, pura y dura. Acabó llamando a Elipando «testículo del Anticristo».

Había un poquito de política en ello, del reino de Asturias buscando independizarse de la sede toledana, de prestigio indudable ya desde tiempos visigodos, pero que ahora estaba bajo dominio musulmán.

El obispo de Urgel se metió en el lío, apoyando al de Toledo, con lo que la cuestión llegó a la corte de Carlomagno, pues el condado de Urgel acababa de pasar a dominio carolingio. La cuestión se zanjó en el concilio de Fráncfort (794) Jesucristo era divino, antes, durante y después, nada de adopciones.

Al parecer para combatir la herejía adopcionista es que este Beato escribió sus Comentarios al Apocalipsis de San Juan, siendo la segunda versión del año 786. No era muy original, sino más bien recopilaba o resumía lo de autoridades precedentes. 

Pero, ¡ay amigo!, el refrito acabó siendo el texto más ilustrado de la España medieval. Tuvo tremendo éxito, a ver, entendámonos, para lo que era aquella época. Un libro se copiaba a mano por el scriptorium del monasterio, y no solo se repetía el texto sino que se iluminaba, o sea, se ponían imágenes.

Desde el siglo X hasta el siglo XIII se estuvieron produciendo manuscritos llamados Beatos, o sea, cuatrocientos años. Al menos veinticuatro de esos manuscritos estaban ilustrados. Ninguna otra obra tuvo tantas reproducciones.

Uno de los más antiguos, y de los que yo cojo la imagen que ilustra este artículo, es el llamado Beato Morgan. Fue encargado por el monasterio de San Miguel de Escalada (lo pone en el propio libro), pero no parece que se confeccionara allí sino más bien en San Salvador de Tábara. Al scriptorium de este último monasterio pertenecía su autor, Magio (Magius archipictor, como se dice en el propio manuscrito), otro de esos casos rarísimos de un artista medieval cuyo nombre conocemos.

Dataciones del manuscrito he visto varias: entre 922 y 958; 940-945; 962… En algún sitio lo ponen como el más antiguo de los Beatos, del año 926. Yo he optado por poner la fecha que dicen en la Biblioteca Morgan, porque supongo que al estar allí, tendrán más estudiada la datación. Es el manuscrito 644 de su colección. 

O sea, pensadlo un poco. Beato es un tipo que vive en un sitio remoto de los Picos de Europa en el siglo VIII, en el siglo X le empiezan a hacer copias como locos y siguen así hasta el siglo XIII.

La ilustración que he escogido como cabecera de esta entrada se refiere al Apocalipsis, VII, 1-8, que os pongo en la versión Reina-Valera:

1 Y después de estas cosas vi cuatro ángeles que estaban sobre los cuatro ángulos de la tierra, deteniendo los cuatro vientos de la tierra, para que no soplase viento sobre la tierra, ni sobre la mar, ni sobre ningún árbol.
2 Y vi otro ángel que subía del nacimiento del sol, teniendo el sello del Dios vivo: y clamó con gran voz á los cuatro ángeles, á los cuales era dado hacer daño á la tierra y á la mar,
3 Diciendo: No hagáis daño á la tierra, ni al mar, ni á los árboles, hasta que señalemos á los siervos de nuestro Dios en sus frentes.
4 Y oí el número de los señalados: ciento cuarenta y cuatro mil señalados de todas las tribus de los hijos de Israel.
5 De la tribu de Judá, doce mil señalados. De la tribu de Rubén, doce mil señalados. De la tribu de Gad, doce mil señalados.
6 De la tribu de Aser, doce mil señalados. De la tribu de Neftalí, doce mil señalados. De la tribu de Manasés, doce mil señalados.
7 De la tribu de Simeón, doce mil señalados. De la tribu de Leví, doce mil señalados. De la tribu de Issachâr, doce mil señalados.
8 De la tribu de Zabulón, doce mil señalados. De la tribu de José, doce mil señalados. De la tribu de Benjamín, doce mil señalados.

Fijémonos bien en la lámina. En las esquinas tenemos a los ángeles soplando, una forma de retener o contener los vientos. Luego arriba en el centro, aparece el ángel que «sube del nacimiento del Sol». Por si tienes dudas, ahí te lo ponen, un sol rojo en el que –por si no sabes exactamente qué representa– está escrita la palabra sol. Este ángel es el que lleva en la mano el sello con el que va a marcar a unos cuantos varones de entre las tribus. Por todo el borde, están pintados peces en el mar (de nuevo por si te despistas, lo ponen con todas sus letras: marre).

En el centro de la imagen hay cuatro grupos de santos con nimbo, representando las tribus. Estas personas se alzan sobre la tierra, con árboles y arbustos. Si nos fijamos las personas y las plantas están sobre un fondo de franjas de color plano, muy características de este tipo de ilustraciones de los Beatos.

Por poner otro ejemplo de esto de las tiras de color en el fondo, el folio 172 vto. de otro Beato, el llamado Beato de Las Huelgas, también en la Morgan, y que es trescientos años posterior al Beato Morgan:




«El profeta Daniel y los tres ángeles», en el Beato de Las Huelgas (h. 1220)


Estas miniaturas, desde finales del siglo IX se realizaban en los monasterios. Se considera dentro del arte mozárabe, tradicionalmente atribuido a cristianos que se iban de la zona musulmana; ahora se tiende más a hablar de «arte de repoblación», mezcla de evolución autóctona a partir de la tradición visigoda, e influencias foráneas, como las musulmanas en los motivos ornamentales.

Ya he comentado que se considera que este Beato Morgan al más antiguo, y que era un raro caso de los que se conocía el nombre del pintor: Magio A este miniaturista se atribuye también el Beato de Tábara, hoy en el Archivo Histórico Nacional (Madrid).

Magio trabajó con otro pintor cuyo nombre se conoce, Emeterio, en otro manuscrito de este tipo, el Beato de Tábara. Y Emeterio tuvo mano en el Beato de Gerona, acabado en el año 975 junto con la pintora Ende, sí una artista femenina, como lo oís.

Y como no se han conservado en la Historia del Arte los nombres de muchas mujeres, me pararé un momento en esta Ende, «pintora y sierva de Dios». Posiblemente fuera monja del monasterio de San Salvador de Tábara. Es considerada la primera artista femenina en España, la única cuyo nombre nos queda, de la Edad Media.

Venga, voy a poner un ejemplo de ese Beato de Gerona, que sigue en la catedral de esa ciudad:




Ende: «El ángel del abismo y las langostas infernales», en el Beato de Gerona (975).


La miniatura mozárabe usa colores básicos, intensos. Destaca por su intensidad expresiva y el dramatismo en el dibujo.

Como toda la pintura, nos sirve para conocer un poquito la época. Al representar las cosas, el pintor recurría a lo que conocía, como los muebles, las vajillas, las ropas,… de manera que te sirve para conocer un poco más de la vida cotidiana de aquellos años que se consideraban «oscuros».

Pero aparte de reflejar algunos aspectos de la realidad, la imaginación de los monjes les permitía representar aquellas cosas de las que no tenían referencia real, como los monstruos o las criaturas fantásticas. Toda esa imaginería pasaría después a la iconografía del Románico español.


Para saber más sobre los Beatos, el artículo en la Wikipedia

domingo, 27 de enero de 2019

#15 Pinturas de San Baudelio de Berlanga

Cacería de liebres (M.º del Prado) Vía Wikimedia Commons



Ubicación: España / EE. UU.
Fecha: h. 1125
Estilo: Arte mozárabe / románico




Preferiría más hablar de las pinturas que del «espolio»


La historia

1926, 22 de febrero. Supongo que desapacible y frío. En una altura, a media montaña, de la Extremadura castellana, un grupo de personas proceden a ejecutar una sentencia.

Esos tipos serios procedieron a despellejar las paredes de una ermita mozárabe, arrancándole la mayor parte de las pinturas que decoraban las paredes.

Es la culminación de un proceso que se inició en el año 1922, cuando un listillo marchante con sede en Barcelona, León Leví, apareció por allí, interesado en comprar los frescos de una ermita que los vecinos usaban para guardar ganado.

En aquella época los coleccionistas, que ya no podían aspirar a las obras de los grandes maestros, se interesaron por recuperar estas pinturas antiguas, anteriores al Renacimiento. Ante todo, porque se tenía ya la técnica para pasarlas a tela. 

Aunque desde 1917 el edificio había sido declarado Monumento Nacional (Real Orden del 24 de agosto), estaba inscrito en el Registro a nombre de los vecinos de Casillas y, ni corto ni perezoso, se lo compró por 65.000 pesetas de las de entonces. Un primer intento de arrancarlas se vio paralizado por una denuncia que, al final, acabó siendo un litigio en el que la resolución definitiva la dictó el Supremo, que falló a favor de los particulares en contra del Estado.

Así que en el año 1926 se arrancaron 23 fragmentos, llevados a Londres para que se restauraran y después encontraron acomodo en coleccionistas al otro lado del Atlántico. Al final, acabaron en museos estadounidense: Boston, Indianápolis, Cincinnati y Nueva York (The Cloisters o Los Claustros).

Se habla con frecuencia del expolio de San Baudelio, pero soy demasiado leguleya. Si el Supremo dijo que era legal y correcto, entonces, no hay ni violencia ni iniquidad, que es lo que caracteriza al acto de «expoliar». Tampoco hay engaño, porque contaron con asesoramiento legal, y si el precio era o no justo,… las cosas valen lo que la gente esté dispuesta a pagar por ello. No me consta que hubiera otras personas interesadas en pagarles más. En mi opinión, deberíamos dejar de ser tan tribales o nacionalistas.

No he leído la sentencia de 12 de febrero de 1925 (no la he podido conseguir), pero por referencias que he encontrado en Internet, al parecer se basa en la teoría de entender que una cosa es el edificio (monumento) y otra las pinturas que se pueden separar, a las que no alcanzaría la protección como monumento. Separar el edificio de sus pinturas, por lo que mientras el edificio no podía venderse las pinturas sí.

Hay algo positivo, y es que si está en museos, se conservan mejor; de hecho, se ve en este caso que las pinturas de los museos están mejor conservadas que las que quedan in situ.

Eso además logra que las vean millones de personas, no los poquitos que podrían acercarse hasta Soria, y a diferencia de lo que ocurre con el arte actual, que está «secuestrado» en las casas particulares de coleccionistas. Solo hay una cultura, la humana, y hay que intentar que el arte (como la ciencia) llegue al mayor número posible de humanos.

Frente a eso, se le pueden oponer otros argumentos. El primero es el obvio riesgo de que joyas así se pierdan entre los otros miles de artefactos artísticos conservados en los museos, la gente pasará de largo y no mostrará menor interés por estas pinturitas románicas menos llamativas que otras cosas que se exponen.

Y dos, personalmente prefiero el arte in situ, que transmite mejor cómo y para qué se hizo esa obra, puedes revivir mentalmente cómo era ese lugar en el pasado.

Los museos entre los cuales se pueden ver estas pinturas está el Prado, ¿por qué?

Pues resulta que, en los años cincuenta, el Metropolitano de Nueva York quiso llevarse las ruinas (el ábside y el presbiterio) de la iglesia románica de San Martín de Fuentidueña (provincia de Segovia). Y el Estado le dijo que vale, pero que a cambio, quería algunas de las pinturas de San Baudelio. Se cambiaron las ruinas románicas por seis pinturas, que actualmente están –como depósito temporal indefinido– en el Museo del Prado.



Las pinturas

Aunque hoy están, en su mayoría, pasadas a lienzo, se trata de pinturas murales realizadas al temple, sobre un ligero enlucido de yeso y usando una paleta cromática bastante limitada.

Seis son las pinturas que pueden verse en el Museo del Prado, aquí descritas en la página web del Prado. Son la cacería de liebres y la del ciervo, el oso, un guerrero y un motivo decorativo que estaba en la pared de la tribuna, que recuerda a una tela o cortina, en concreto Águilas con alas explayadas.

Centrándome en la pintura con la que ilustro esta entrada, que es la Cacería de liebres, se ve a la izquierda a cazador que va a caballo. En la mano lleva un tridente. Por delante lanza a tres perros contra las liebres que, de esta manera, acaban corriendo, ciegas, contra una red que el cazador ha tendido.

Es uno de los temas «profanos» que decoraban el registro inferior de la ermita. En las partes altas había episodios evangélicos. Esta diferencia de temas, y algunos detalles estilísticos, han hecho que durante un tiempo se pensara que pertenecían a autores y épocas diferentes. Hasta tres «maestros» se llegaron a diferenciar, el de Maderuelo, el de San Baudelio y otro, más modesto. La situación, en la actualidad, es recordar que las pinturas murales medievales eran obras colectivas, de talleres, de un grupo de personas que iban realizando estas obras por toda la zona fronteriza entre Aragón y Castilla.

En estos temas profanos se encuentra cierta influencia de la artesanía mozárabe, según se ve en cerámicas o en las miniaturas de los beatos, aparte de algunos detalles que evocan los marfiles o los tejidos de origen musulmán.

Si se entiende el conjunto como un todo, también las escenas profanas tendrían una interpretación cristiana: las liebres serían así símbolo de la concupiscencia y la fragilidad del alma.

Así otra de las pinturas famosas de este conjunto, el elefante, sería símbolo de la humildad, en relación con Cristo. Según la página web del Museo del Prado, «El castillo sobre su espalda se asocia en el Fisiólogo (texto medieval que explica el simbolismo animal) a las enfermedades y miserias del hombre».

El elefante, pintura al fresco sobre revestimiento mural trasladado a lienzo, 205 x 135 cm.


Por hacer una lista de dónde se encuentran ahora las demás pinturas:

En el Museo de The Cloisters o Los Claustros (Nueva York): El dromedario, La curación del ciego y la resurrección de Lázaro, Las tentaciones de Cristo por el Diablo.

En el Museo de Cincinnati: El halconero, San Nicolás, Ibis o pelícano, fragmento del muro norte del ábside con las apariciones a María Magdalena y Lebreles rampantes.

Vamos al Museo de Bellas Artes de Boston. La Santa Cena, Las Tres Marías ante el sepulcro, Dos perros o lobos rampantes y, además, un friso con meandros.

Por su parte, el Museo de Indianápolis contiene Las bodas de Caná y Entrada de Jesús en Jerusalén

¿Y si vas a Soria, a este altozano junto al Duero, qué verás?

Bueno, pues aún se encuentran algunas pinturas: en el registro inferior, unos Bovinos afrontados; en el registro alto de la nave, Prendimiento y calvario de Jesús, Adoración de los Magos, Mano de Dios, San Miguel y muerte del dragón.

No se llevaron los frescos de la bóveda, dividida en ocho plementos por otros tantos nervios. Ahí tenemos las siguientes escenas, en mal estado de conservación, todas referidas al nacimiento e infancia de Cristo: La anunciación y la visitación, La Natividad, La anunciación a los pastores, Llegada y Viaje de los Reyes Magos, Muerte de los Inocentes, Presentación en el templo y la Huida a Egipto.

Por último, hay que mencionar las pinturas del pequeño ábside, con la escena del Noli me tangere, representación de San Baudelio y de San Nicolás y, en la ventana, el Espíritu Santo en forma de Paloma.


El edificio

Aunque esta entrada se refiere sobre todo a las pinturas, etiquetado dentro de las Cien pinturas, no me resisto a hablar un poco del edificio.

La ermita de donde se desprendieron estas pinturas se encuentra en municipio soriano de Caltojar. Fue adquirida por la Fundación Lázaro Galdiano en 1949, que la donó al Estado. La última restauración se terminó en el año 2002.

Merece la pena una visita a estas tierras sorianas. Es un edificio pequeño, un cubo ahí en mitad de la media-montaña. Esta es su planta:



Por Owdki (2007)
[CC BY-SA 2.0], via Wikimedia Commons


 Se ve que es de planta cuadrada, con una columna en el centro de la única nave. En la parte de arriba vemos una mezquitilla, es decir, unos espacios divididos por arcos sostenidos por columnillas. Esto recuerda, inevitablemente, a mezquita toledana de Bab al-Mardum (hoy, ermita o iglesia del Cristo de la Luz) o al impresionante bosque de columnas de la mezquita de Córdoba.

Al fondo, a la izquierda, se ve la entrada a una gruta, que queda por debajo, en el seno de la montaña. Y, encima de esas columnas, hay una tribuna.

En el extremo opuesto, y separado de la nave por un arco de herradura, hay un ábside cubierto con bóveda de cañón.

En las afueras de edificio se encontró una necrópolis con una veintena de tumbas excavadas en la roca, de los siglos XI-XII.

Veamos ahora el interior.



Vista del interior (2013)
© Paul M.R. Maeyaert [CC BY-SA 4.0],
Vía Wikimedia Commons


Esta sería la visión de la nave interior desde el ábside. En el centro se ve el elemento más llamativo de esta construcción, una columna que arriba se divide en ocho nervios. Recuerda a una palmera.

No se distingue en la foto, pero en la parte superior de esa columna hay un hueco muy pequeñito, de un metro de diámetro. A veces lo describen como camarín, linterna o linternilla. Podría ser un lugar para que un eremita rezara, o se escondiera, o una cámara para ocultar elementos valiosos o las reliquias del santo titular.

De frente, al fondo, se ven abajo las columnas que forman la mezquitilla. A la izquierda, una escalera de datación controvertida (se pensó que podía ser muy posterior, ahora se piensa que no) permite subir a la tribuna. Allí hay una pequeña capilla.

Se califica el edificio, estilísticamente, como «mozárabe». Gómez Moreno la describió en su importantísima obra Iglesias mozárabes: arte español de los siglos IX a XI (1919, aquí se puede consultar). Ya sabemos que esa terminología es controvertida, porque, ¿hasta qué punto es realmente algo realmente hecho por cristianos procedentes de Al-Andalus? ¿No podría ser evolución de las propias formas arquitectónicas prerrománicas cristianas? Por eso ahora se prefiere hablar de arte de repoblación.

Hay mucho de seguidismo acrítico respecto a la historiografía francesa. Los extranjeros se fijaban en España más por lo que hubiera de diferente, y ese elemento «moruno», sin conocer en profundidad el arte prerrománico asturiano, o el anterior visigodo, por ejemplo.

O sea, venían e interpretaban lo que veían en clave de excepcionalidad. Si había algo diferente, en seguida lo atribuían a un elemento oriental, sin fijarse por ejemplo, que la arquitectura hispano-musulmana asumía elementos cristianos anteriores. Por ejemplo, los arcos de herradura tenían precedentes visigodos.

Por ello se fijan más en la mezquitilla o en esa «palmera» central, como elementos procedentes del arte islámico. Hay quien aventura que este edificio lo pudieron realizar artesanos venidos de Córdoba o Toledo. Así se acaba considerando esta ermita como «el más mahometano de los monumentos mozárabes».

La datación es también problemática. Se cree que pertenece al siglo XI, o el período finales del siglo XI-principios del XII. La presencia de la cueva apunta a un posible centro eremítico. En época visigoda habrían llegado a España las reliquias del santo francés Baudelio (también conocido como Baudilio o Baudel) a Toledo. Posteriormente, se repartirían por España y llegarían a este lugar las reliquias, dando origen a un eremitorio. Y sobre esa cueva o gruta cenobítica se alzaría el edificio a finales del siglo XI.

Hay que recordar que Alfonso VI, rey de Castilla y de León, conquistó Toledo en el año 1085. Por aquel entonces cabalgaba aún Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador (m. 1099). Tenía dominios en la zona de San Esteban de Gormaz, de ahí que una de las historias sobre este sitio es que El Cid trajo aquí las reliquias de San Baudilio desde Burgos, y ordenó la erección de la ermita.

Milagros Guardia considera que, cuando Alfonso VI conquistó Toledo, se dieron las circunstancias favorables para la construcción de la iglesia, centro de un reducido grupo cenobítico, a partir, seguramente, de un núcleo eremítico preexistente. Lo sitúa dentro del cierto ambiente de cruzada propio de aquella época.

Lo que parece claro es que primero se construyó la ermita y en un momento posterior, se pintaron los muros.

La primera cita documental es del año 1136, cuando un concilio celebrado en Burgos atribuyeron a Osma bienes que pertenecían de antiguo a la sede de Sigüenza, a cambio de ceder Berlanga con sus términos, entre los que se cita expresamente un monasterium sancti Bauduli

El artículo de la Wikipedia habla de la ermita en su conjunto y de las pinturas, en una sección o apartado.

Si lo quieres visitar, es muy recomendable la página turística «Soria, ni te la imaginas».

En You Tube encontré este vídeo de diez minutos que te va describiendo toda la ermita, dónde estaban las pinturas y dónde están ahora, y te haces una idea muy buena de la cucada que debió ser esto.


Para saber más, conviene leer un trabajo de final de grado de Rocío Baselga Bellosillo (Escuela Técnica Superior de Arquitectura, Madrid) con la planimetría del edificio, muy interesante. 

Y obra capital es San Baudelio de Berlanga, una encrucijada, de Milagros Guardia. Se pueden ver unas pocas páginas de este tocho de más de cuatrocientas, en internet.

Bibliografía básica sobre lo ocurrido con las pinturas son:

Elías Terés Navarro: «El expolio de las pinturas rurales de la ermita de san Baudelio». Celtiberia, ISSN 0528-3647, Año nº 57, Nº 101, 2007, págs. 585-628
   «El expolio de las pinturas murales de la ermita mozárabe de San Baudelio de Berlanga». Goya: Revista de arte, ISSN 0017-2715, Nº 319-320, 2007, págs. 199-214

J. Bassegoda: «Las pinturas de San Baudel de Berlanga y la comisión provincial de monumentos de Barcelona». Celtiberia, N.º 60, 1980, págs. 263-266.


No me resisto a añadir una poesía que el santanderino Gerardo Diego le dedicó a estas paredes despojadas de frescos, que copio de esta interesante entrada en el blog de José Ramón Alonso

       Que no.
       Sí, madre que sí
Que yo los vi.

Cuatro elefantes
a la sombra de una palma.

Los elefantes gigantes.
       ¿Y la palma?
       Pequeñita.
       ¿Y qué más?
¿un quiosco de malaquita?
       Y una ermita.

       Una patraña,
tu ermita y tus elefantes.
Ya sería una cabaña
con ovejas trashumantes.

       No. Más bien una mezquita
tan chiquita.
La palma
me llevó el alma.

       Fue solo un sueño, hijo mío.
       Que no, que estaban allí,
yo los vi,
los elefantes.
Ya no están y estaban antes.
(Y se los llevó un judío
perfil de maravedí).

viernes, 9 de noviembre de 2018

#22 San Miguel de Escalada

San Miguel de Escalada
Por Fulgacian Salvador Laiz, desde León (2017)
[GFDL o CC BY 3.0], via Wikimedia Commons



Ubicación: León, España
Fecha: 914
Estilo: Arte mozárabe
Tipo de edificación: templo


          

            


Un ejemplo sobresaliente del mozárabe en Castilla-León

Del arte mozárabe ya traje aquí una muestra escultórica, un relieve de San Cebrián de Mazote y también Santa María de Lebeña.

Ya sabéis que hay al respecto dudas de si hubo un mozárabe (arte de cristianos huidos de zonas islámicas) o si es de repoblación, evolución de las propias formas autóctonas, sin que viniera nadie de Al-Andalus, aunque se note la influencia del arte islámico en los arcos de herradura.

En cualquier caso, tenía que hablar del que posiblemente sea el ejemplo más sobresaliente de este estilo mozárabe o de repoblación: San Miguel de Escalada, en León. Tiene planta basilical, con tres naves y, en la cabecera, un iconostasis que aislaba el presbiterio según la tradición bizantina.

Lo más reconocible de este templo es el magnífico pórtico lateral, con sus arcos de herradura, enmarcados en alfiz corrido, tan típicamente islámicos.

En este caso sí que los promotores de la construcción fueron cristianos huidos de Al-Ándalus. El abad Adefonso o Alfonso, junto con otros monjes, emigró desde Córdoba, donde en aquella época sufrían persecución religiosa, hasta este lugar norteño. Allí había habido un templo visigodo, que destruyeron los señores moros en el siglo VIII. Sobre las ruinas, y aprovechando también restos romanos todavía más antiguos (esto es arte, chicos, nada se desperdicia) erigieron el monasterio en los años 912 y 913. El obispo San Genadio de Astorga consagró lo consagró el 20 de noviembre de 914. Lo que queda de ese monasterio es el templo, la iglesia A un lado veréis una torre maciza. Esa es románica, de fines del siglo XI, o sea casi dos siglos posterior.

Para saber más, siempre se puede consultar la Wikipedia.

Un clip de poco más de un minuto describiéndote esta iglesia, en YouTube:

domingo, 14 de octubre de 2018

#21 Santa María de Lebeña

Santa María de Lebeña
Por Lebeña2012 (2013)
[CC BY 3.0], vía Qikimedia Commons



Ubicación: Cantabria, España
Fecha: ¿925?
Estilo: Arte mozárabe
Tipo de edificación: templo


                       
Una cucada de iglesia en un lugar bellísimo

Del arte mozárabe ya traje aquí una muestra escultórica, un relieve de San Cebrián de Mazote

Para rematar estas entradas dedicadas al prerrománico con una joya de la arquitectura cántabra, un ejemplo de arte mozárabe o de repoblación, del que los historiadores no se ponen de acuerdo si tiene su origen en cristianos provenientes de Al-Ándalus (teoría tradicional) o en una evolución autóctona de las formas preexistentes (más novedosa).

Cantabria es una tierra ondulada entre las montañas y el mar Cantábrico. A cada río que va desde la montaña al mar le corresponde un valle, y esa orografía hace que cada uno tenga un paisaje y un paisanaje muy peculiares. 

En realidad, si te paras a pensarlo, esto de la orografía es lo que está detrás de tanta variedad regional en España, porque después de Suiza, España es el país más montañoso de Europa y ya se sabe que las cordilleras separan más que unen, aíslan a la gente, y provoca que cosas aparentemente cercanas se desarrollen de manera diferente.

Los impresionantes macizos montañosos de los Picos de Europa, los más altos de la cordillera Cantábrica, son compartidos por Cantabria, Asturias y Castilla-León. Allí, en la parte occidental de Cantabria, está este valle de Liébana.

Su río es el Deva, y por su estrecho desfiladero se llega a esta preciosa iglesiuca, que queda, según vas a Potes, a mano izquierda.

Se tiene a los condes de Liébana por fundadores de un monasterio en este lugar, en el año 925. De ese monasterio quedaría solo la iglesia, con una impresionante torre exenta que, esa sí, es muchísimo más moderna.

La planta es rectangular, aunque al exterior parece prácticamente cuadrangular. Está construida en piedra de mampostería, con sillería en los ángulos y los cercos de los vanos.

Tiene tres naves, cada una de ellas rematada por un ábside. Los dos primeros tramos de la nave central son ostensiblemente más altos que el resto de la construcción.

Como es una construcción muy coherente, que mantiene unidad estilística, se cree que se erigió en muy poco tiempo. Recoge, como es propio del arte, influencias diversas. Por ejemplo la planta y el alzado son de tradición visigoda, mientras que el aparejo y los ábsides tienen influencia del arte asturiano pues propio de ellos es la planta basilical con tres naves siendo la central algo más ancha que las otras dos. En la  parte decorativa se nota el elemento árabe, o sea, lo que la hace más mozárabe: pilares, arcos de herradura (aunque ya lo usaban los visigodos) o el alfiz que enmarca el arco triunfal del interior.

Arcos de medio punto coexisten con arcos de herradura «que descansan sobre columnas de fuste circular con interposición de capiteles corintios adornados por dos o tres órdenes de hojas de acanto y collarines típicamente asturianos», dice la wiki.

Y añade: «La importancia excepcional de Lebeña con respecto al arte prerrománico radica en la utilización por primera vez de ese tipo de pilares compuestos, preparados con sus columnas adosadas para recibir los arcos fajones y formeros, solución que será sistemáticamente utilizada en el Románico».

Es muy interesante el frontal del altar, con sus símbolos que hunden su significado en la Alta Edad Media, esta de los pueblos germánicos y prerrománicos. Merece la pena dedicar un rato a su contemplación y a entender cómo los árboles cruzados representarían la vida terrenal, o líneas quebradas las montañas, las flores sobre cruces representan la salvación en Cristo, etc. Son detalles que te los tiene que explicar alguien que entienda de simbología cristiana, que te enseñe a ver que las cosas que están ahí son lo que son y, a la vez, otra cosa, con significados escatológicos que hoy en día se nos escapan.


Para saber más, siempre se puede consultar en la Wikipedia la página dedicada a Santa María de Lebeña.


Unas breves imágenes, sin texto, sobre Santa María de Lebeña y su maravilloso entorno, preciosísimo, en YouTube:





Y, por supuesto, recomiendo totalmente que algún día que os paséis por aquí, le dediquéis un fin de semana a visitar la comarca de Liébana. El paisaje es espectacular. Tienes unos cuantos monumentos interesantes. Y si lo tuyo es subir montañas, aquí puedes hacerte unos cuantos picos, o recorrer senderos,... y comer bien. La gente es más bien peculiar y distante en comparación con otros lugares de España, pero muy profesionales y correctos, perfectamente preparados para acoger al turista.

viernes, 13 de julio de 2018

#26 Relieve de San Cebrián de Mazote

Por Nicolás Pérez (2011)
[CC BY-SA 3.0] via Wikimedia Commons



Ubicación: San Cebrián de Mazote (Valladolid, España)
Fecha: Siglo X
Época: Arte mozárabe


Una de las escasas muestras de escultura mozárabe

Seguimos en el arte prerrománico, segunda etapa. Volvemos a España, donde el prerrománico, en esta etapa, vivió dos movimientos artísticos: primero el arte asturiano, del que ya he hablado aquí y luego el arte mozárabe.

Se supone que el arte mozárabe es el realizado por aquellos cristianos que vivieron en Al-Ándalus y luego marcharon a las tierras reconquistadas, o bien fuero «liberados» en el avance cristiano. Por eso es un arte influido por el poderoso califato cordobés y con influencia de las comunidades cristianas orientales. No obstante, hay quien actualmente prefiere hablar de arte de repoblación, considerando que no tiene ese origen de cristianos provenientes de Al-Ándalus, sino que es una evolución autóctona de las formas preexistentes.

No tengo ni idea de quién tendrá razón en este debate arte mozárabe versus arte de repoblación. Sí que es verdad que siempre me ha llamado la atención que tuvieran ese origen construcciones cántabras (Santa María de Lebeña la más famosa, pero también por ejemplo la ermita de San Román de Moroso), zona donde no hubo musulmanes nunca. ¿Hasta Bostronizo se vinieron gentes del sur? Suena raro, es verdad, pero bueno, los historiadores tendrán sus evidencias.

A lo que voy, el arte mozárabe y en concreto la escultura. Durante todo el prerrománico (desde los merovingios en Francia hasta estos mozárabes de España) la escultura consistió sobre todo en relieves decorativos en las iglesias. En el caso de los mozárabes, este excepcional bajorrelieve de la iglesia de San Cebrián (forma arcaica de San Cipriano) es de lo poquito que queda. Y ni siquiera está in situ, sino aparte, exhibido como una pieza víctima de reformas posteriores y la rescataron durante una de las restauraciones de la iglesia.

Este bajorrelieve parece ser que formó parte de un dintel. Es un bloque de piedra de 62 x 27 centímetros, tallado a bisel.

Toda una cenefa de motivos vegetales enmarca la escena. A un lado, se ve un edificio, con almenas y puerta de arco de herradura. A la derecha, dos figuras: uno de ellos –que algunos identifican como Jesucristo– está bendiciendo y el otro –quizá un santo– lo acompaña.

Según dicen en la Wikipedia, Este bajorrelive muestra la influencia de Bizancio en la iconografía, del arte visigodo en la técnica del bisel, y del arte califal en la representación del arco de herradura califal.

Algo muy lógico y normal que se entrecrucen distintas culturas y que cada cual cree su obra a partir de todo aquello que le llega, una fecundación entrecruzada que me encanta y que le da sentido a la Historia del Arte, porque nada viene de la nada, nadie es 100% original ni crea en el vacío; toda ella es, de una u otra forma, feliz «apropiación cultural».

En la Wikipedia hablan de esta iglesia y en Arte GuíasPor si estáis pensando en visitar la zona, os dejo el enlace con la página web del ayuntamiento.

En You Tube, un vídeo sobre el arte mozárabe: