sábado, 28 de diciembre de 2019

#39 El pianista

Ficha en Film Affinity



The pianist (Le Pianiste)
Año: 2002
País: Reino Unido
Dirección: Roman Polanski
Música: Wojciech Kilar

Una de las películas más dignas sobre la Segunda Guerra Mundial
       
     He vuelto a ver esta película recientemente, y me sigue impresionando. Roza la excelencia y es de las que a mí me parecen imprescindibles.

Te cuenta la historia de un pianista de la radio polaca, un tipo normal, que ve de repente invadido su país y cómo, poco a poco, va cayendo en un infierno. Cómo es marcado, él y su familia, cómo queda solo, hace trabajos forzados, se ve enfrentado a escenas terribles que mira sin gritar, sin necesidad de aspavientos, asumiendo que eso es su nueva realidad. Una pesadilla.

            No es una película que te manipule sentimentalmente para que acabes llorando como La lista de Schindler o La vida es bella, y que por eso mismo no puedes dejar de ser consciente de que son películas. Más que una peli de ficción, parece un documental. Ahí está la vida cotidiana, la gente normal, la nueva existencia a la que se vio arrojado esta pianista por el mero hecho de ser judío.

La gente se adapta, sobrevive, y lo que más me impresiona es ¿de dónde sacaba Szpilman la fuerza para seguir adelante? ¿Cómo mantiene la voluntad de seguir existiendo, un día más, aunque te amenacen, te humillen, te golpeen, y estés al albur del matón de turno...?

Lo normal es la crueldad, la delación, el abuso del que es más débil. Y, sin embargo, también hay gente común, que a pesar del miedo, echa una mano y hace lo que puede.

Lógicamente, nada de esto sería creíble si no fuera por esos magníficos actores empezando por Adrien Brody en la interpretación de su vida, y siguiendo,… por todos, simplemente. Son magníficos, menos conocidos, y dan a cada papel una dignidad tan respetuosa con los que murieron.

Se nota que es una película europea, sobre un caso real, y dirigida por alguien como Polanski, que perdió parte de su familia en el Holocausto. Es uno de los grandes creadores del cine europeo, y aún está entre nosotros.

El toque europeo lo veo yo en la sobriedad, en la contención emocional, el que no se haga un espectáculo del Holocausto, que no te ponga música chirriante para decirte cómo te tienes que sentir en cada momento.

También se ve en que no te explica los acontecimientos que se van presentando. Se supone, si eres un europeo mínimamente culto, que sabes quiénes eran aquellos policías organizados por los Judenräte, cómo se construyó el gueto de Varsovia, qué fue el levantamiento del año 43, o cómo los polacos –ingenuos hasta el final– se alzaron cuando el Ejército Rojo estaba a las puertas, ignorando que Stalin iba a dejar que los nazis los masacraran sin piedad, y sin que los aliados occidentales movieran un solo dedo.

(A cambio, obviamente, de cosas como por ejemplo la manita británica en Grecia, anulando a los resistentes comunistas).

Advierto, para quienes todo esto les asuste un poco, que no es una película difícil de ver. Lo que te cuenta es duro, pero lleva de una manera tan natural de una cosa a otra, a veces con esos maravillosos momentos de música clásica, que puedes aguantar ver hasta qué punto el ser humano puede ser resiliente. 

Todo el sufrimiento del mundo se resume en una mirada de Brody. 

Os la recomiendo, de verdad, es una película estupenda que te ilustra muy bien cómo es la vida bajo un régimen totalitario, y cómo reacciona la gente normal y corriente.

Ganó la Palma de Oro del Festival de Cannes; dos BAFTA (mejor película y director), siete César (incluyendo mejor película, actor y director), el David de Donatello a la mejor película extranjera, el Goya a la mejor película europea; la mejor fotografía en los premios del Cine Europeo; y también tres premios Óscar: Mejor director, actor (Adrien Brody) y guión adaptado.

Para saber más: consúlteme usted la Wikipedia, Film Affinity o la Internet Movie Data Base

Os dejo enlace a «la escena» archiconocida de esta película, que la verdad, tiene sentido tremendo dentro de la historia. Es fuerte, es muy tensa, la primera vez que la vi me tiré todo el tiempo tensa esperando el momento en que acabaran pegándole un tiro mientras escuchaba esa música de Chopin. Creo que resume muy bien el estilo de la historia.


lunes, 23 de diciembre de 2019

#39 Hansel y Gretel

Hansel y Gretel, Staatsoper de Viena (2015)
Por Francisco Peralta Torrejón
[CC BY-SA 4.0], vía Wikimedia Commons








Hänsel und Gretel

Estreno: Weimar, 28 de diciembre de 1893

Compositor: Engelbert Humperdinck

Libreto en alemán: Adelheid Wette, basado en un cuento de los Hermanos Grimm

Género: ópera romántica

Tal día como hoy se estrenó, en el Teatro de la Corte de Weimar, esta ópera infantil tan navideña

Es muy propio de esta época representar Hansel y Gretel, al menos en los teatros alemanes y anglosajones. De hecho, es la que eligieron para que fuera la primera retransmisión en directo desde el escenario del Metropolitan: fue el día de Navidad del año 1931.

El relato es el propio del conocido cuento: dos niños pobres se pierden en el bosque, acaban en la casa de una bruja que come niños, pero hábilmente Gretel consigue salvarse, a ella y a su hermano, y la que acaba en el horno es la bruja.

Sí, es una historia truculenta. Pero es que los cuentos, antes de Disney, eran así: tremendos, con todas las cosas terribles que acechan en el mundo.

Humperdinck iba al parecer para arquitecto, pero se le dio tan bien lo musical, que su camino se desvió. Fue profesor de conservatorio, ayudante de Wagner en Bayreuth y claro que compuso más cosas, pero hoy se le recuerda sobre todo por esta ópera. 

Aunque, como buen alemán del XIX, su obra se valora en relación con la de Wagner: que si se parece o no, que si usa sus texturas, su forma de componer o no… En realidad, a mí me convencen más quienes lo alinean en el grupo de los compositores más folklóricos y nacionalistas, como los checos de la época, por ejemplo. Coge un relato popular, le pone una música encantadora, temas más regionales, y no se deja llevar por elucubraciones épicas.

Es de esas óperas más bien cortitas con las que se puede crear afición. Estará en torno a las dos horas. Me parece a mí que es de esas mejor para verlas representadas, que simplemente oída en grabación. Sobre todo, si saben crear un mundo de fantasía que es lo que le va a esta historia con brujas, ángeles y hadas.

Los momentos más conocidos de esta ópera son, creo yo, la cabalgata de la bruja (esa sí con resonancias wagnerianas) y el momento al final del segundo acto en el que los niños se quedan dormidos en el bosque y un coro de ángeles desciende para protegerlos en su sueño.

Como grabación recomendada de esta ópera propongo la dirigida por Herbert von Karajan en 1953 para la EMI, con la orquesta Philharmonia. Los cantantes fueron: Elisabeth Grümmer (Hänsel), Elisabeth Schwarzkopf (Gretel), Else Schürhoff (Bruja), Maria von Ilosvay (Madre), Josef Metternich (Padre), Anny Felbermayer (El hombre de arena, El hada del rocío).


Para saber más, la wikipediaEl libreto, en español y alemán, así como discografía de referencia, en Kareol

En You Tube he encontrado esta grabación con la Gruberová.





domingo, 8 de diciembre de 2019

#67 La ventana indiscreta

(c) Paramount International
[Dominio público] vía Wikimedia
Commons





Rear window
Año: 1954
País: Estados Unidos
Dirección: Alfred Hitchcock
Música: Franz Waxman

Grace Kelly estaba, simplemente, radiante
            

Hacía mucho que no comentaba aquí una película. Tendré que retomarlo con más ganas. Como esta la acabo de ver, por enésima vez, y la tengo incluida en mi Top 100, me dije, venga, vamos a hablar un poco de los vestidos de Grace Kelly.

Más de una película de Hitchcock es puro suspense romántico. Esta es una de ellas. Hay un fotoperiodista, Jeff (interpretado por James Stweart) que se ve obligado a quedar en cama por tener una pierna quebrada, y no se le ocurre otra cosa que cotillear a los vecinos. Hasta que empieza a obsesionarse con uno en particular, y a imaginar que ha matado a su mujer. Toda la tensión de la película es saber si efectivamente mató o no a su mujer, y si van a conseguir descubrirlo antes de que su propia vida esté en peligro.

            Seguramente todos los libros de cine te hablen de este misterio, y de la maravilla que es saber mantener el misterio en el reducido espacio de una habitación. O, también, del voyerismo impenitente del fotógrafo, que aunque debería respetar la intimidad de sus vecinos, se siente seducido por esas historias que ve por las ventanitas: la chica joven y atractiva, la solitaria solterona, la pareja de recién casados, el compositor de la música, inolvidable «Mona Lisa».

Pero, sinceramente, si ves esta película, te vas a quedar colgada de los impresionantes vestidos de Grace Kelly y cómo los luce. Kelly hace de novia del fotógrafo, una mujer sofisticada llamada Lisa, de buena familia, bastante opuesta a este trotamundos amante de la aventura, osado… Aunque no estoy muy segura de que un buenazo como Stewart sea del todo adecuado para semejante personaje.

Un punto de conflicto entre ellos está en que ella quiere casarse, formalizar su relación, aunque tenga que recorrer el mundo con él. Sin embargo, él se resiste, no cree que esté preparado para casarse, y ella está demasiado acostumbrada a la buena vida como para vivir en los lugares y de la forma tan arrastrada que un fotoperiodista tiene que llevar.

Los outfits de Kelly, obra de Edith Heath, una de las mejores diseñadoras de vestuario de la historia del cine, son impresionantes. A través de cada una de las piezas, te describe cómo es ella y en qué momento está de su relación (Véase esta entrada en «Retales de un idilio»). Es deslumbrante el primero, en que ella aparece como una auténtica princesa de la alta sociedad: un dos piezas, la superior, negra y con escote en pico, delante y detrás; la falda se despliega impresionante, gasa y tul con ornamentos negros. Tal que así.

El final de la peli es atómico, con ella dispuesta a emprender una nueva vida a su lado, con camisa masculina y unos jeans, estudiando con gran interés un libro de viajes… Hasta que comprueba que su novio se ha dormido y sustituye el libraco por un ejemplar de Harper’s Bazaar.

Todo un estudio del estilo lady like, por si algún día quieres darle una oportunidad.

La película se basa en un cuento de Cornell Woolrich: «It had to be murder». 

Toda ella se rodó en un estudio, para lo cual tuvieron que construir el decorado más grande en su tipo que confeccionada la Paramount.

En tema de premios, se los llevó Grace Kelly. Ya digo que no le puedes quitar los ojos de encima, creo que aquí está verdaderamente inmensa, luciendo palmito. Ganó el premio a la mejor actriz del Círculo de Críticos de Nueva York y el National Board of Review. De los Óscar, hay que olvidarse, rara vez premiaron algo tan entretenido como esto, con tanto estilo y tan puramente de género. Por eso muchas películas premiadas han caído en el olvido, y esta la puedes seguir viendo más de medio siglo después, con el mismo placer que el primer día.

Por cierto, en 1997, la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos la escogió como una obra «cultural, histórica y estéticamente significativa», por lo que la seleccionaron para que el National Film Registry la conservara.

Así que, de verdad, si quieres ver una obra entretenida por la que parece que no pasan los años, podéis darle una oportunidad. Otras de Hitchcock, especialmente cuando se ponía en plan intelectual psicoanalítico o machistón a secas, no son ni de lejos tan agradables de ver.

Para saber más: consúltese la Wikipedia, Film Affinity o la Internet Movie Data Base

sábado, 9 de noviembre de 2019

#35 Ajedrez de la isla de Lewis






Objeto: piezas de ajedrez
Material: marfil de morsa y ballena
Fecha: 1150-1200
Lugar actual: Museo Británico y M.º Nacional de Escocia, Reino Unido
Época: Edad Media




Nuestros entretenimientos nos definen


Nunca lo había pensado, pero también en qué nos entretenemos revela cosas de nosotros mismos. Lo entendí al oír el podcast de la BBC que hablaba de The Lewis Chessmen.

Este tesorillo, de unas noventa y tantas piezas de ajedrez, se encontró en la isla de Lewis, una de las Hébridas Exteriores de Escocia, en el año 1831. Se encontraron cerca de Uig; el lugar exacto parece que fue una duna de arena donde habían sido colocadas en una cámara pequeña, en piedra seca.

Las Hébridas son las islas que quedan pegadas a Escocia por el Oeste, pero en la parte más alejada. Más al norte, las Shetland. En la época en que se confeccionaron estas piezas, formaban parte del reino noruego, que quedaba al otro lado del mar del Norte, no siendo territorio del reino de Escocia. El mar del Norte, así, se convertía en un mar nórdico, un poco como el Mediterráneo fue el mare nostrum de los romanos.

No se sabe quién fue su propietario, ni qué hacían en el sitio donde fueron encontrados. Es de esos misterios históricos que vaya usted a saber. Leo en la página web del Museo Británico que es posible que originalmente pertenecieran a un comerciante que viajara desde Noruega hasta Irlanda. Consideran que esta hipótesis es probable, porque hay suficientes piezas, aunque faltan algunos elementos, para hacer cuatro juegos. Además, se encuentran en un excelente estado de conservación, como si se hubieran usado poco o nada.

Estas piezas de marfil de morsa y de ballena miden entre 8 y 10 centímetros. Se cree que fueron elaboradas en Trondheim, que tenía un famoso taller eborario. Cada uno talla lo que tiene a mano: colmillo de elefante en el sur de Europa, morsas en el norte.

El ajedrez es un juego que, nacido en la India, fue extendiéndose hacia el oeste de la mano de la civilización islámica. En Europa era el juego por excelencia, que jugaban y sobre el que se escribía. Desde luego, en estos siglos XI y XII estaba extendidísimo entre la aristocracia y la nobleza. No olvidemos que, por ejemplo el rey castellano Alfonso X el Sabio escribió (o encargó) el Libro de los juegos o Libro del axedrez, dados e tablas (1252-1284); sería el tratado de ajedrez más antiguo que se conserva en Europa.
Miniatura con el problema n.º 35 de ajedrez, Libro de los juegos

Lo curioso es que ni las normas del ajedrez ni sus piezas fueron siempre iguales. Cada cultura pone sus detalles. Por ejemplo, la pieza que en Europa era la reina, en el islámico era el visir. Lo de siempre son los peones, los soldaditos que no tienen individualidad alguna.

Aquí el peón

Los peones, soldados de infantería, son las únicas piezas no humanas del ajedrez de Lewis. Parecen unas losas o piedras en forma de obelisco con entrelazamientos típicas del arte vikingo.
Torre = Berserker

Luego tenemos lo que ahora sería la torre, que en la época medieval parece que era más bien un carro de guerra o torre móvil. En el ajedrez de Lewis son los berserkers, esos guerreros vikingos a los que se les iba la olla en el furor de la guerra. Aquí se los ve como guerreros que muerden su escudo.


El caballero

La siguiente pieza de ajedrez es el caballo, que simboliza lógicamente al arma de caballería. En este ajedrez medieval se representa como un caballero sobre su montura.

Vamos a por los alfiles. Originariamente, en la India, era un elefante; en la Europa medieval, un obispo, como se ve en este ajedrez de Lewis.

¿Qué nos quedan? El rey y la reina. En el ajedrez de Lewis, como vemos, son reinas pensativas. Ya digo que en el mundo islámico era una figura masculina, un emir o visir. Sólo en la Europa medieval se sustituyó por la dama. Por lo visto, no se movían tampoco como en la actualidad, sino que la reina medieval solo podía moverse una casilla en diagonal.


Y sí, por último tenemos al rey, la cabeza del ejército. La pieza más importante porque si te la cargas, acaba el juego.

Jaque mate.

Se considera que es el grupo de piezas más numeroso llegado a nuestros días y que se realizaron sólo para entretenimiento.

Por lo visto, un tablero suficientemente grande para todas las piezas colocadas para el juego con las reglas modernas, tendría que medir 82 centímetros de ancho. Se cree que el tablero original era rojo y blanco, y no blanco y negro como el actual; lo deducen porque en la documentación de la época del hallazgo se menciona que algunas piezas estaban manchadas de rojo. 

Once piezas se conservan en Edimburgo, en el Museo Nacional de Escocia, y ochenta y dos en el Museo Británico. Y sí, como otras obras artísticas, está la eterna cuestión de dónde deben estar, ¿en Londres? ¿En Edimburgo? ¿En la propia Lewis…? Detesto este tipo de polémicas porque realmente no piensan en lo que es mejor para la conservación de la obra, o para su investigación, o para que se divulgue entre la gente, sino por razones interesadas, partidistas, puramente nacionalistas, creando problemas donde (normalmente) no los hay, para distraer a la gente de las cosas que verdaderamente sí tendrían que estar exigiendo de sus políticos.

Pero vamos, que es solo mi opinión.



Como siempre, salvo otra indicación, las imágenes proceden de Wikimedia Commons.

jueves, 7 de noviembre de 2019

#37 Sepulcro de los santos Vicente, Sabina y Cristeta

Sepulcro de los SS. Mártires Vicente, Sabina y Cristeta
Por Pizicato [dominio público] 2008
Via Wikimedia Commons



Ubicación: iglesia de San Vicente, Ávila (Castilla y León)
Fecha: segunda mitad del siglo XII
Época: Arte románico / gótico






Una escultura de transición coloreada


Este sepulcro o cenotafio (monumento funerario que no tiene dentro al muerto, para entendernos) nos enseña cómo era la escultura medieval: coloreada.

Para ver exactamente lo que es de esta época, segunda mitad del siglo XII, hay que fijarse en el cenotafio en sí, y no en el baldaquino gótico que tiene por encima. Este sepulcro es como una maqueta de una iglesia. Si os fijáis, tiene como tres alturas, simulando los tejados de tres naves, más alta la del centro.

En el extremo de acá se ve el viejo conocido, Cristo en majestad, en una mandorla con, en teoría, el Tetramorfos. ¿Seguro? ¡No! Porque solo están los símbolos de dos de los evangelistas: el águila de san Juan y el toro de san Lucas. Además, es un Cristo tirando a viejito, nada de jovencito lozano.
 
Aquí, el Tetramorfos demediado, con un Jesucristo canoso.
Debajo, en el centro, la rosa juradera dorada. A los lados, dos parejas de
apóstoles.

Está el detalle de lo que se llama «rosa juradera», dorada, entre dos arcos. En Rutas del Patrimonio explican el sentir de estas rosas:

Cuando aquí se celebraban los juicios, los juzgados introducían sus dedos dentro de la roseta y juraban inocencia. Si mentían al jurar inocencia, cuenta la leyenda que se les paralizaba el brazo. Unos juicios que finalmente fueron abolidos por los Reyes Católicos.

Al parecer, había otras dos rosas juraderas en Castilla y León: San Isidoro de León y Santa Gadea de Burgos.

Al lado contrario se representa una Epifanía, con el Viaje de los Magos a un lado (la izquierda en la foto de abajo) y el Sueño con la aparición del ángel al otro (o sea, la izquierda):


O sea, la Adoración de los Reyes de toda la vida, con el sueño místico de José. 

En los laterales, tenemos una fila de arquillos sobre columnas. Se ven representaciones de monjes, ora et labora en los huequecitos entre arco y arco. Representa de una manera estupenda las distintas actividades que se podrían desarrollar en un monasterio medieval.


Por ejemplo, este joven monje está rezando.

En las esquinas, están los doce apóstoles, en parejas, ya lo hemos visto arriba al hablar del Pantócrator.

Pero lo más impresionante es la historia de los mártires cuyas cenizas supuestamente se guardaron en este sepulcro. La historia cuenta que en tiempos de Diocleciano se negaron a prestar el juramento de lealtad al emperador y por eso los martirizaron. 
El martirio aparece aquí: los ponen en unas aspas que luego se van abriendo y así quedan descoyuntados. Es bulto redondo, casi exento y, si os fijáis en el detalle, las dos chicas, Sabina y Cristeta, están en bolas, pero al varón, Vicente, no, a ese le ponen un paño de pudor en las dos escenas.

Luego, el judío que los delató se arrepiente, se convierte al cristianismo y construye el sepulcro en su memoria, como se ve en la imagen superior.

Te cuentan la historia con viñetas, como si fuera un cómic. A mí, la verdad, son las escenas que más me gustan, con un rico sabor medieval, porque representa a las personas de aquella época, sin intentar rememorar cómo debieron ser los tiempos romanos.

A ver, la historia de estos santos mártires se cuenta en la Passio sanctorum martyrum Vicentii, Sabinae et Christatae, escrita entre fines del siglo VI y comienzos del VIII, o sea, que la historicidad del relato me parece a mí, ciertamente, dudosa. Son de esas cosas que si eres católico y quieres creerlo, pues lo crees. Y si no, tampoco cambia nada, y puedes apreciar esta obra de arte, pero sabiendo la historia que se supone que representa creo yo que lo disfrutas más. Eso sí, si vas a Ávila tampoco les metas el dedo en el ojo a los católicos, pues tienen a estos santos mártires como sus patrones.

Está labrado en piedra, y estuvo recubierto de blanco durante mucho tiempo, hasta que en 2007 recuperaron sus colores originales. Así que puedes verlo en todo su esplendor cromático. De esta manera te haces mejor a la idea de cómo era la escultura medieval, con sus colorines.

Se atribuye esta obra al maestro Fruchel, probablemente borgoñón; también se cree que labró las esculturas del pórtico occidental de la iglesia.

En cuanto al estilo, es de esa época intermedia entre el románico y el gótico, de manera que unos libros lo encontrarás en el capítulo de la escultura románica, epígrafe «transición al gótico» y en otros, como mi libro de Historia del Arte de COU, dentro del capítulo de escultura gótica española, como la «fase inicial o protogótico». Se ven aquí las características góticas de, como dice aquel libro mío de COU, «sentido naturalista, popular e ingenuo en la interpretación de las historias de los santos».

Para saber más de esta obra, y explicaciones más detalladas de las imágenes, tenemos dos estupendas entradas, una en Viajar con el arte y otra en Más que murallas; porque sí, Ávila tiene más joyas aparte de sus murallas.

domingo, 3 de noviembre de 2019

#36 Claustro de Santillana

Vista del claustro
Por Fjdrevorio [CC BY-SA 3.0]
Vía Wikimedia Commons



Ubicación: Santillana del Mar (Cantabria)
Fecha: siglo XII
Época: Arte románico






Una de esas joyitas que tengo al lado de casa


Aquí voy a presumir un poco. A unos quince kilómetros de casa tengo esta preciosidad románica, una de las grandes joyas arquitectónicas de Cantabria. Por si quieres visitarlo, aquí hay una sugerencia de Arte Guías: «Ruta de dos días completos "Colegiatas Románicas de Cantabria" (2ª edición)».

Santillana del Mar es una de las atracciones turísticas de Cantabria, de manera que siempre que vas, hay gente, aunque hay momentos más apacibles y otros en los que aquello parece una romería.

A mí, que me lo puedo permitir, cuando más me gusta es en una tarde fría de invierno, cuando las calles están desiertas, con los faroles iluminando tenuemente los rincones de estas piedras medievales, y ya si de algún sitio te llega el aroma a madera quemada, porque alguien cocine en horno de leña, o hayan encendido una chimenea, entonces puedes abstraerte totalmente y figurarte que vives en otra época.

… Y necesitas entrar en alguna cafetería para entrar en calor con un rico chocolate con picatostes.

De la colegiata, voy a hablar del claustro, centrándome en sus capiteles, ejemplo de escultura románica en España. Para enmarcarlo cronológicamente, estaríamos dentro de las escuelas regionales del siglo XII. 

La escultura románica española se divide en tres fases: al siglo XI pertenecen cosas como el crucifijo de don Fernando y doña Sancha, el claustro bajo de Silos o la Puerta de las Platerías; de las escuelas regionales del siglo XII puedo citar los capiteles de San Juan de la Peña o este claustro, y finalmente en el último tercio del siglo XII, obras ya de transición al gótico.

Entras en el claustro. Tiene cuatro lados. En seguida te das cuenta de que no son del mismo estilo todos los capiteles. Románicos serían los del norte, el sur y el oeste. Los que aparecen al este ya son más bien góticos.

En el lado norte vemos más bien capiteles con temas vegetales estilizados, como hojas o palmeras.


 Aquí, un ejemplo de decoración vegetal con palmas y moras o racimos de uva, fotografiado por David Gómez Fontanills [CC BY-SA 3.0] para WikiCommons.

Si seguimos por el lado occidental, encontramos con temas vegetales, y lacerías, las cuales son obvia influencia silense (o sea, de Santo Domingo de Silos).



En segundo plano vemos decoración vegetal, pero los primeros capiteles de esta foto son entrelazos, capiteles fotografiados en el lado occidental del claustro por José Luis Filpo Cabana [CC BY 3.0] para WikiCommons.

En la parte sur encontramos capiteles historiados, más complicados, ya con escenas muy icónicas.

Aquí tenemos una foto de Zarateman. En su lucha contra un dragón, a un caballero le echan una mano los ángeles. Sería una metáfora de la Fe, avasallada por el Mal, o tentada por el pecado, pero vencerá con la ayuda angélica, o sea la Divinidad. 


O este otro, en que un caballero atraviesa con su espada a un animal al que he visto identificado como un felino, incluso en particular un león. En cambio, David Gómez Fontanills, que hizo la foto que sale en Wikimedia Commons, dice que es un oso. Como lo veáis. Detrás se ve a un ángel también a modo de apoyo.

A mí me llama particularmente la atención este capitel del lado Oeste, que reproduzco en la foto de Zarateman para WikiCommons:

¿Por qué?

Pues porque es un centauro, con gorro frigio, atacando a un monstruo en forma de serpiente. Exacto, un tema clásico, grecorromano, que aparece en un rinconcito de la Europa meridional en plena Edad Media.

¿Quién talló estas piedras en la costa cantábrica? Se considera que el estilo de los talleres palentinos influye en el románico cántabro. Los ejemplos más destacados serían los capiteles y canecillos no sólo de Santillana, sino también los de Cervatos o CastañedaLos de Santillana influirían luego en toda la costa cántabra.

Para ver en más detalle cada uno de los capiteles y su iconografía, esta página dedicada a los claustros es muy ilustrativa, y me ha ayudado mucho a identificar los ejemplos que aquí os he puesto. 

Y con esto termino esta entrada, ya sabéis, como siempre hago sugerencia para viajecitos en puentes o fines de semana. Cantabria queda bien merece la pena, y dentro de ella, Santillana es una de sus joyas. 

Juan Eslava Galán incluye Santillana del Mar entre los 1000 sitios que ver en España, recuerda que en el siglo XIII se designó capital de la merindad de las Asturias de Santillana, y sigue:

Prácticamente eran tres calles que formaban una y griega, lo mismo que hoy, aunque los edificios que vamos a ver abarcan desde el siglo XII al XVII, todos profusos en escudos nobiliarios. Hubo un tiempo, cuando los Austrias, en que todos los habitantes de la corte se buscaban ancestros en la Montaña santanderina porque se suponía que siendo así eras hijodalgo, o sea, noble, y entonces estabas exento de pagar impuestos.

Puedes ver en la villa muchas casas señoriales, con sus frondosos escudos. Os voy a poner solo un ejemplo, el escudo de los Quevedo, sí, esta casa perteneció a un pariente del poeta, que ostentaba su mismo apellido y descendía de su misma rama, según leo en la pág. 24 de Santillana, vía sentimental, de José Martínez Juliá:


Si te fijas bien, puedes ver lo que describe Martínez Juliá:

Junto a esta casa [se refiere a la de los Cossío, que sería la pared de la izquierda de esta imagen], se halla la de Quevedo, con el blasón de sus dos leones, el brazo con el pendón y el caldero, no distinguiéndose bien las tres lises, que con las restantes figuras formaban el escudo del ilustre poeta don Francisco de Quevedo y Villegas...

Os dejo, por último, una foto de la colegiata, declarada Monumento Nacional en 1889:
Foto de Turol Jones, «un artista de cojones», según él mismo dice en Wikimedia Commons 😏

sábado, 26 de octubre de 2019

#34 Vasos de Eduviges

Vaso de Eduviges en el M.º Británico


Objeto: vaso / jarra
Material: cristal tallado
Fecha: siglo XII
Lugar actual: Museo Británico, Reino Unido
Época: Edad Media


Un milagro molón y un misterio histórico sin resolver


«Milagros», o sea, eventos que parecen contradecir las leyes de la Naturaleza, para la iglesia católica los hay de todo tipo. Pero hay uno en particular que yo, nativa de una cultura vitivinícola, encuentro de lo más molón: la transformación de agua en vino.

Y no, no me refiero a las bodas de Caná, que según la mitología cristiana fue el primer milagro de su fundador. No, la leyenda se refiere a la duquesa Eduviges de Silesia (1174-1243). Esta virtuosa mujer no probaba el vino y solo bebía agua. Muy sana, diréis. Bueno, en aquella época, sin potabilización ni tratamiento de aguas, parece que, pese a su contenido de alcohol, el vino era opción menos insalubre.

Andaba su marido preocupado hasta que un día comprobó que ella se echaba agua a la copa, pero al beberlo, se transformaba en vino.

¿No me digáis que, como milagro, no merece la pena?

La cosa es que, a lo largo de los siglos, se fueron documentando en iglesias y casas señoriales centroeuropeas, una serie de vasos que llevaban el nombre de esta mujer (considerada santa desde 1267), pues se creía que, al menos tres de ellos, eran el vaso mágico del que bebía. Se les conoce como «vasos de Eduviges» (Hedwig beakers, o glasses en inglés; Hedwigsgläser o Hedwigsbecher en alemán).

En realidad, más que vasos son como jarros, pues su altura oscila entre los ocho y los catorce centímetros y parece que es difícil beber de ellos.

Son vasos achaparrados, de cristal grueso, tallado. No están coloreados, pero sí que tienen tonos grisáceos unos, amarillentos otros. El material se ha analizado químicamente, y se concluyen que están hechos con cal sodada, cristal de sílice, propio del cristal islámico.
Vaso de Eduviges en el Rijksmuseum

Los motivos ornamentales que lleva tallados en su superficie son de dos tipos. Unos tienen leones, un águila o un grifo o un Árbol de la Vida; otros están decorados con palmetas, medias lunas, o motivos geométricos y sin animales. Estos elementos aparecen tanto en el arte islámico como en el bizantino o el cristiano.

Hay en la actualidad unos catorce, encontrados todos ellos en la Europa central, y unos cuantos fragmentos obtenidos en excavaciones. Los hallazgos más «excéntricos», o sea, más alejados de Alemania y Polonia serían uno en Pistoia (el único al sur de los Alpes), dos en Namur y un fragmento en Novogrudok (Bielorrusia).

La datación más aceptada es que son vasos elaborados en el siglo XII o principios del XIII.

Pero a partir de aquí, misterio.

¿Dónde se confeccionaron? No se sabe. Uno pensaría que si se encontraron en Europa central, de allí sería, ¿no? Pues no. Porque entra en juego los regalos, los saqueos o el comercio. Una cosa es donde se hacen las cosas y donde se conservan durante siglos.

El planteamiento, si lo he entendido bien, es que la composición química de este vidrio y la técnica de cristal tallado, con esta ornamentación de inspiración oriental, es más bien propia del Levante islámico. Cierto es que el vidrio islámico suele llevar inscripciones, y ser más fino, aparte de que la ornamentación parece demasiado mazacote para el gusto musulmán.

Se ha propuesto como origen Siria o Egipto, incluso Irán. Más recientemente se ha apuntado la Sicilia normanda del siglo XI, concretándolo incluso en el reinado de un Altavilla: Guillermo II «el Bueno» (1166-89). El cristal se habría importado desde Tiro y el vaso, en sí, se habría elaborado en Sicilia.

Al parecer esa es la hipótesis hoy más aceptada, al menos por los museos que exhiben estas piezas. Sicilia era cruce de culturas: bizantina primero, conquistada por los sarracenos después y –más tarde– por los normandos (vikingos asentados en Francia). Ya en 1282 pasó a manos de los aragoneses, de donde viene que la isla fuera parte de la corona española durante siglos.

La historia de Sicilia es apasionante. Y, en concreto, el período normando, donde se entremezclaron la cultura bizantina, la islámica, y la normanda es absolutamente fascinante. Los maravillosos ejemplos de este arte que pueden verse en Palermo o en la catedral de Monreale te dejan, simplemente, sin aliento.

Eso sí, sigue siendo desconcertante que ninguno de los catorce vasos enteros, ni los varios fragmentos desenterrados en excavaciones haya aparecido en Sicilia ni en ningún otro lugar del mundo islámico. No hay nada, nada en Siria, ni en Egipto, ni en el mundo musulmán que se parezca a estos vasos. Ni una triste esquirla de un vaso de Eduviges se ha encontrado en Oriente Próximo, ni en el Egipto fatimí.

No es de extrañar, pues, que haya sugiera otros orígenes: zonas remotas del imperio bizantino en contacto con el mundo islámico, la propia Silesia o Sajonia, incluso Bielorrusia.

Aún no se sabe, y podemos seguir imaginando, esperando que algún hallazgo futuro nos aclare la cuestión, o algún novelista se monte una historia magufa al respecto. Por si queréis una explicación más detallada sobre los posibles orígenes, aquí la página del Museo de Corning, que lo detalla, y se apunta, según entiendo yo, a la tesis siciliana.

Por si alguien tiene interés, enumero los vasos localizados hasta la fecha.

Donde más vasos de Eduviges hay es en Alemania, cinco: en las catedrales de Minden y de Halberstadt, además de los museos siguientes: el Nacional Germánico de Núremberg, el del castillo de Friedenstein en Gotha (vaso Asseburg–Falkenstein) y la colección de arte (Kunstsammulungen) de Veste Coburgo.

En Polonia hay tres: en la catedral de Cracovia, y en dos museos: el de Antigüedades de Silesia en Breslavia y el de Nysa (casi entero).

Dos encontramos en Bélgica, procedentes de la abadía de las Hermanas de Nuestra Señora de Oignies, Namur, en forma de relicario medieval y que se dicen traídos desde Tierra Santa por Jacques de Vitry, obispo de Acre de 1214 a 1226.

El Rijksmuseum de Ámsterdam (Países Bajos) tiene uno, caracterizado por llevar una inscripción en la que dice que fue entregado a Luis van Simmern, Conde palatino, en 1643.

El Museo Británico de Londres (Reino Unido) expone en su sala 34 otro vaso de Eduviges, procedente de una colección privada en Turingia antes de la PGM y adquirido en 1959, donación de P T Brooke Sewell.

Hasta Estados Unidos ha llegado un ejemplar, al Museo de vidrio Corning en Nueva York, supuestamente en la catedral de Halberstadt desde la Edad Media.

Hay una serie de fragmentos obtenidos en excavaciones todas ellas del centro y el este de Europa, de Polonia o Alemania a Bielorrusia.

Pequeño comentario sobre este tipo de vasos por David Whitehouse, antiguo curador del Museo Corning:



Como siempre, salvo otra indicación, las imágenes proceden de Wikimedia Commons.