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domingo, 30 de marzo de 2025

#96 La doble vida de Verónica

La double vie de Véronique                

 

  La doble vida de Verónica

 


Año: 1991

País: Francia

Dirección: Krzysztof Kieslowski

Música: Zbigniew Preisner

 

Aunque diestros y zurdos lo han olvidado, no puede faltar en mi lista

 

 

Hay directores a los que asociamos siempre con un determinado compositor de música para el cine. Spielberg/Williams o Leone/Morriconne parecen evidentes.

En mi caso, son indisolubles Branagh/Doyle o Greenaway/Nyman, cosa de gustos. Y una de «mis» parejas es Kieslowski/Preisner.

Como comento arriba, de Kieslowski, muerto hace casi treinta años, ya no se acuerda nadie, ni los diestros ni los zurdos. En Sight & Sound, obviamente, prescindieron de él, no es el tipo de cine para críticos woke. Pero allá a principios de los noventa, era el no va más. Hasta Almodóvar, siempre sensible a lo último, venga o no a cuento, lo copió en más de una escena de La flor de mi secreto.

Pero yo sí lo recuerdo, era apasionado y profundo, con una factura propia, muy romántico y con sus momentos sensuales... Y me viene a la memoria, sobre todo, la música. Estuve dudando de si poner aquí Azul o La doble vida de Verónica. Tres colores: Azul es una película más redonda y cuenta con una interpretación impresionante de Juliette Binoche. Pero si me he decidido a hablar de La doble vida de Verónica es, más que nada, por la música.

La banda sonora de Preisner es una de las pocas que compré en aquella época. No tenía mucho dinero y tenía que pensarme mucho cada gasto. Música pequeñita, para nada estruendosa o rimbombante, lenta, desgranándose poco a poco, para momentos ensimismados, y ese pastiche barroco con letra del Dante:

O voi che siete in piccioletta barca,

desiderosi d'ascoltar, seguiti

dietro al mio legno che cantando varca,…

Me la aprendí de memoria, y hasta forcé la voz un poco cantándola, pues la soprano debe llegar a unos agudos inverosímiles.

Es, como veis una película europea al cien por cien. Coproducción polaco-francesa, con actores de uno y otro país. Hablada en dos idiomas: empieza en polaco y sigue en francés, y la pieza principal es una imitación de lo barroco con letra de un italiano medieval. Sexo explícito y más de un desnudo, tanto de piel como emocional. ¿Hay quien dé más?

Empieza en Polonia, un país en transformación. Sobre el telón de fondo de las manifestaciones, una joven cantante de coro, Weronika, deja su ciudad natal, y a su novio, para ir a Cracovia, donde tendrá su primer concierto público.

Su camino se cruza con otra Verónica, la francesa Véronique, también música, y profesora de niños. Ahí es donde se desarrolla la mayor parte de la película, en Francia. Esta Véronique, como la otra, padece del corazón; a diferencia de ella, deja el canto.

Véronique se enamora, sin conocerlo realmente, de Alexandre Fabbri, un marionetista y autor que en cierto sentido juega con ella pero, en otro, no. El titiritero se cuela por ella de la misma manera, algo repentina, loca, puro insta-love. Alexandre acaba contándole a Véronique una historia que, sin saberlo, es la suya propia, la de Véronique y su sosias Weronika.

No es una película larga, hora y media. Pero sí es de desarrollo pausado, porque el argumento ya veis que es sencillo. Es cine poético, de ese que es mejor que te dejes llevar por las imágenes, las interpretaciones, los momentos de exaltación y los de recogimiento, incluso la magia que tiene lo inexplicable. Aunque lo mejor es, en mi opinión, sumergirse en esa música omnipresente de Preisner. Sólo por ella merece la pena ver esta película.

La he vuelto a ver hace poco y para mí, supera el test del tiempo. Me parece muy romántica, algo loca, yo creo en el final feliz, de dos que se conocen un poco por casualidad pero que sientes que estaban obligados a encontrarse. Hubo un tiempo en que Philippe Volter me parecía el tipo más atractivo del mundo, gracias a esta película y otra anterior, Le Maître de musique (1988) de Gérard Corbiau. Tristemente, Volter se suicidó en 2005, víctima de una depresión. Me enteré años después, cuando quise ver qué más películas había hecho, porque le había perdido la pista; entonces no es como ahora, que tienes todo el cine en plataformas.

Irène Jacob protagonizó la tercera de la trilogía Tres colores, Rojo.

Preisner ha seguido componiendo para el cine, en su estilo neorromántico, y por momentos minimalista.

Kieslowski dejó de hacer cine después de su trilogía Tres colores y murió en el noventa y seis, con cincuenta y cuatro años (menos de los que tengo yo ahora).

No descarto meter alguna otra película suya entre las cien, quizá Azul, con una Binoche fantástica; o Rojo, que me toca más de cerca. Ya veré.

Otros lo han olvidado, yo no.

La doble vida de Verónica tuvo unas cuantas nominaciones a premios, pero ganar, lo que se dice ganar, ganó menos. Irène Jacob fue premiada como mejor actriz en el festival de Cannes de 1991, la película tuvo el FIPRESCI y el del Jurado Ecuménico. La consideraron como mejor película de habla no inglesa los de la National Society of Film Critics. Curiosamente, aunque para mí (y FilmAffinity) es una película francesa, para el Sindicato de Críticos de Cine Franceses no lo es, y la dieron por ganadora en la categoría de «mejor film extranjero». En los premios Sant Jordi de 1992 distinguieron a Irène Jacob como mejor actriz extranjera.

La Asociación de Críticos de Los Ángeles premiaron a Preisner y su banda sonora como la mejor de 1991. 

Una última reflexión me mueve a preguntarme por el cine español, ¿hay compositores análogos? Sí y muy buenos. No voy a mencionar los clásicos, a día de hoy, de Alberto Iglesias a Alejandro Cardelús, hay compositores de altísimo nivel.

¿Hay esa misma relación director/compositor en el cine español? No he visto suficiente cine patrio como para saberlo. Alberto Iglesias trabajó mucho con Almodóvar. Pero en lo que se refiere a clásica, la verdad es que los cineastas españoles son bastante como la sociedad española: lo clásico no es algo extendido. Esto no es Alemania o Italia. Salvo la difunta Pilar Miró, no recuerdo a otro cineasta con cierto gusto por la música culta. 

Podéis leer más en la Wikipedia, Film Affinity, o la Internet Movie Data Base

domingo, 26 de marzo de 2017

#24 El silencio de los corderos




The Silence of the Lambs
Año: 1991
País: Estados Unidos
Director: Jonathan Demme
Música: Howard Shore

Porque a veces en el género, todo encaja y te producen una obra maestra perturbadora, y cuyo final feliz es de lo más inquietante.

Esta película la vi cuando se estrenó y para mi fue un mazazo, porque nunca había visto una de suspense igual. Ahora ya todo el mundo,… pero entonces, no.
Es una película de género de suspense, thriller, horror, lo tiene todo. Y sigue las pautas del género, ¡en tantos sentidos…! Una investigación para averiguar quién es el malo. Una agente del FBI bastante novata, a la que lanzan a las garras de un psicópata para que le extraiga secretos útiles a la investigación…
Ya he dicho aquí, o igual en mi otro blog, que una de misterio funciona lo que funcione el villano. La regla es “cuanto peor, mejor”. Aquí se cumple a rajatabla esa regla. Con Hannibal Lecter tenemos uno de esos personajes cinematográficos inolvidables, por su crueldad, su brutalidad mezclada con sofisticación, consigue que sea a un tiempo temible y atractivo, no hay que gritar, no hay que dejarse llevar por la ira, una tranquila maldad es infinitamente más inquietante. Creo que no podría ser además tan profundo o tan intenso si lo interpretase otro actor. Anthony Hopkins lo borda.
Pero claro, no le puedes poner enfrente a ninguna mema. No, tiene que ser una mujer fuerte, inteligente, que sepa estar a la altura. Jodie Foster está perfecta en el papel. ¡Podrían haber metido tanto la pata con este personaje…! Y no lo han hecho. Al contrario, es uno de esos personajes femeninos que recuerdas de por vida. Un modelo, alguien tenaz, estudioso, valiente y tan lista que hasta conoce sus propias limitaciones. Jodie, we love you.
Sin olvidar a los secundarios, claro, esos que se creen más listos que nadie, que creen que podrán manipular a Hannibal y sacar partido de Clarice y luego son estos dos quienes les dan sopas con honda. Me chirrían los dientes. El psiquiatra de la cárcel, el doctor Chilton, es casi una caricatura y se le ve venir. Pero el jefe de Clarice, Crawford, en plan mucho más sutil, la manipula; la da la oportunidad, sí, pero también la aparta cuando él cree que conviene, y juega con que es joven y mujer en un entorno que muchas veces la va a infravalorar o rechazar.
El guión funciona como un reloj adaptando una novela más bien mediocre (creedme, la leí en su día). La luz, la fotografía, es desasosegante, gris, fría, como le va a la historia. La música es de las que no se entromete, sino que acompaña con naturalidad las escenas. En fin, que esto es Hollywood en su mejor versión, la que sabe profundizar y sacar petróleo de lo que –aparentemente- es sólo un producto industrial.
No me extraña que sea de esas pocas películas que ganaron los cinco premios principales de la Academia: Película, director, actores y guión adaptado. Es una película redonda. La vi hace poco por la tele otra vez y me sigue pareciendo magnífica.
En fin, que por mucho que los letraheridos y los cinéfilos me fusilen al amanecer, debo decirlo: a veces el cine (o los libros) de género, van más allá de lo comercial y, sin perder el gancho popular, trascienden y son capaces de hacerte pensar en el sentido de las cosas, de la existencia humana, de lo que las personas nos hacemos unas a otras y de las mil maneras que tenemos de jodernos la vida.
Leo en la wikipedia que The Silence of the Lambs es considerada un logro «cultural, histórico y estético» por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos y la cinta original fue preservada por este ente gubernamental en 2011.
Así que si tienes la oportunidad y quieres pasar un mal/buen rato con una película que aún mantiene toda su capacidad de perversa fascinación, dale una oportunidad.
Para saber más: consúltese la Wikipedia, Film Affinity o la Internet Movie Data Base.