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miércoles, 4 de diciembre de 2024

#96 La ciudad muerta

 

File:Die Tote Stadt 5060-Peralta.jpg

Representación de La ciudad muerta en Graz (2015). Fotografía de Francisco Peralta Torrejón (vía Wikicommons)

 

Die tote Stadt

Estreno: Hamburgo y Colonia, 4 de diciembre de 1920

Compositor: Erich Wolfgang Korngold

Libretista: «Paul Schott», basado en la novela Bruges-la-Morte (Brujas la muerta, o Brujas : 33, en español) de G. Rodenbach. Bajo el seudónimo Paul Schott se esconden el propio compositor y su padre, Julius Korngold, crítico musical vienés

 

Tal día como hoy, del año 1920, se estrenó esta ópera, la más representada de Korngold, en dos lugares a la vez, en el Teatro municipal de Hamburgo y en el Teatro de la Ópera de Colonia.

 

Si hay un compositor de música para el cine que todos conocemos ese es, sin duda, John Williams. Pero los grandes del cine, como él, o como Morricone, no surgen de la nada, sino que son herederos de una tradición. Las grandes bandas sonoras de Hollywood no serían iguales sin el sinfonismo centroeuropeo que representan autores como Korngold.

Un efecto del antisemitismo feroz del régimen nazi, que incomodó y destruyó carreras antes de dedicarse a destruir personas, es que, quienes pudieron, escaparon de allí. Ocurrió con muchos artistas, también los del cine, desde directores o guionistas (¿cómo no pensar en Frizt Lang o Billy Wilder?) hasta compositores como este Korngold. Encontraron su refugio al otro lado del Atlántico, en la soleada y pacífica California. Entre los compositores judíos que contribuyeron al esplendor del séptimo arte en esta época, huidos de la persecución nazi, estaban no solo Korngold sino otros, como Karl Hajos, Max Seiner, Dmitri Tiomkin y Franz Waxman.

Korngold compuso bandas sonoras, lo que él llamaba, al parecer, «mis pequeñas óperas sin canto», dice la Wikipedia. Algunas son legendarias, como la de Robin de los Bosques, por la que ganó un óscar. Otras, menos populares, sirvieron de inspiración a compositores posteriores. Sin ir más lejos, el tema de Abismo de pasión (King’s Row, 1942) de Sam Wood, recuerda mucho al de La guerra de las galaxias y su fanfarria. Hay quien habla de plagio, pero yo creo que es simple inspiración, no es realmente lo mismo. La obra de Williams tiene muchas influencias notables. La música de las precuelas es totalmente wagneriana, y más de una vez él, como otros compositores de ciencia ficción, bebieron de Los planetas de Holst.

Korngold, nacido en Brno, ahora República Checa, entonces en el Imperio Autrohúngaro, fue un niño prodigio. Gracias a su padre conoció a compositores como Gustav Mahler. A sus tiernos veintitrés años, alcanzó la fama con esta ópera, La ciudad muerta. Es de las pocas óperas del siglo XX que se han integrado en el repertorio, tan dominado por productos decimonónicos.

Un drama inquietante. Tal vez por inspirarse en una novela belga, muchas de sus puestas en escena tienen el aire desasosegante de una pintura de Magritte. Bélgica es un país que, visto desde España, resulta antipático, donde nos suena, sobre todo, como santuario de terroristas y golpistas. Historias como ésta no lo convierten en algo más cercano, la verdad.

No es para menos, porque habla de una obsesión enfermiza, algo desviada, de un viudo no enteramente en sus cabales, Paul. Su mujer Marie murió, pero él está convencido de que la joven Marietta es su Marie rediviva. Hay deseo, enamoramiento, desesperación y violencia,… parte real, parte imaginada.

El estilo es tardo-romántico, sin esas cosas tan chirriantes de la época como el dodecafonismo. Pero, aún así, no la recomiendo para quien no sea ya aficionado al género. Incluso dentro de los líricos, muchos rechazan estas cosas tan ásperas y deformes, algo expresionistas.

Personalmente, encuentro que la incomodidad que produce es, en cierto sentido, perfecta para estos tiempos. Puede que los noventa nos parecieran como los alegres veinte americanos tras la PGM, o los pujantes cincuenta tras la SGM, una década optimista. Nuestro tiempo, sin embargo, recuerda más al pesimismo de los treinta, con sus tiranías boyantes, de izquierdas y derechas; a las dificultades económicas y al feísmo de los setenta.

Así que una obra que vive en una atmósfera opresiva, sin esperanza de un mundo mejor, que evoca nostálgica el pasado y que no acaba de librarse de él… No sé, me parece bastante adecuada para estos alicaídos tiempos.

De esta obra hay un pasaje famosísimo, el aria de Marietta (Marietta's lied). Es de esas piezas que las sopranos llevan en su repertorio y utilizan en conciertos. De hecho, es la forma en que yo descubrí esta ópera, porque Kiri Te Kanawa la interpretaba en aquel precioso recital que dio cuando cumplió los cincuenta años (Kiri!). Ya ha pasado tiempo, ya.

¿Qué creéis que fue de Korngold en Hollywood? Pues mirad, tuvo mucho éxito pero no compuso demasiadas bandas sonoras. Por lo visto, su papá le afeaba eso del cine y, pese a sus dos óscares, intentó dedicarse sólo a la música clásica. No le fue muy allá. Falleció en 1957, ya con nacionalidad estadounidense.

Después de él, la música de cine ya no volvió a ser igual. Sin su música –he leído– no podría entenderse la época dorada del cine estadounidense.

¿Qué grabación recomendar? Una del año 1975 para la RCA: Erich Leinsdorf dirige al coro y la orquesta de Radio Baviera, y los protagonistas son Carol Neblett, René Kollo, Hermann Prey, Benjamín Luxon y Rose Wagemann.

Para saber más, la Wikipedia. El libreto, en español y alemán, así como discografía de referencia, en Kareol.

Por internet he visto una representación en la Komische Oper Berlín, bastante reciente.

 


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jueves, 30 de mayo de 2019

#72 La novia vendida

S. Novak: Cubierta ilustrada de la partitura (1919)
[Dominio público], vía Wikimedia Commons



Prodaná nevěsta


Estreno: Praga, 30 de mayo de 1866

Compositor: Bedrich Smetana

Libreto en checo: Karel Sabina

Género: ópera cómica


Tal día como hoy se estrenó, en el Teatro Provisional de Praga, esta ópera cómica que es un cuento costumbrista muy folklórico.


La ópera más representada de la escuela checa es, creo yo, esta historia del primero de los autores más relacionados con la escuela nacionalista checa (los otros dos serían Dvorak y Janacek).

Es relativamente corta, para lo que son las óperas, dos horas y poco. Te cuenta una historia de campesinos enamorados, identidades ocultas y engaños para que, al fin, triunfe el amor.

Jenik y Marenka están enamorados. Los padres de ella quieren casarla con Vasek, el hijo del rico Micha. Marenka se queda horrorizada. Cuando conoce a Vasek, un joven tartamudo (se ve que esto era graciosillo) no le dice quien es y le cuenta perrerías de ella (oye, mira, no te cases con esa Marenka, que te va a envenenar, y tal), para que Vasek se niegue a casarse.

Mientras, Jenik trama una argucia por su cuenta. Habla con el casamentero, aceptando vender su compromiso con Marenka a cambio de dinero, pero astuto le dice que a condición de que ella se case «con el hijo de Micha». A lo cual accede el casamentero por quitárselo de en medio.

Cuando Marenka se entera que su novio la ha vendido, se deprime mucho. Lo que ocurre es que, en realidad, su amado Jenik es el hijo desaparecido del rico Micha y medio hermano del tontorrón Vasek. La culpa de todo, por supuesto, es de una madrastrona.

Cuando todo se revela, los enamorados Marenka y Jenik se casarán y encima, él se queda con el dinero recibido por la «venta» de su novia.

Como veis, es una historia casi de cuento de hadas, aunque sin elementos mágicos ni paranormales, porque se mueve en el ámbito más de la comedia. Es un poco como El elixir de amor, por esos líos de enamorados que acaban juntos, con sus toques de humor, ligeros, que se ven –y escuchan– con agrado.

Si te sabes la historia, aunque esté cantada en checo, es fácil de seguir. Es una de esas obras en las que una cosa lleva a otra, sin que sobre ningún momento, y con música preciosa.

Esta obra se enmarca en el renacimiento cultural checo, en el siglo XIX. El nacionalismo motivó a la gente a que buceara en historias locales, conservara músicas folclóricas y cantara en su propio idioma. Gracias a esto crearon estas amenas piezas de color local, que contrastaban un poco, en su sencillez y aire populachero, con las solemnidades wagnerianas que todos imitaban. Si ya Wagner no es para todos los paladares, sus imitadores ni os cuento. Óperas como La novia vendida son mucho más simpáticas y llevaderas, auténticos soplos de aire fresco. Hombre, con la perspectiva del tiempo suena ahora algo apolilladito, como los Coros y Danzas de la Sección Femenina.

Quizá obras así sean lo único positivo que pueda decirse del nacionalismo, esa perversa ideología decimonónica, alentada por políticos sin demasiados escrúpulos para desangrar a potencias extranjeras complejas y plurales, y por caciques locales para controlar el corral. Al menos, elevó la tradición cultural de algunos rincones europeos que, de otra forma, habrían desaparecido frente a productos más complejos. 

Claro que, siempre en mi modesta opinión y desde mi ideología particular, esto es como decir que el comunismo no estuvo tan mal porque, al fin y al cabo, produjo el cine de Eisenstein o el arte de vanguardia de un Malévich o El Lisitski, o la música de Prokofiev. Pero vamos, que es solo mi idea, igual otro lo ve de otra forma.

Este tipo de obras no dejan de ser, a mi modo de ver, obras menores del repertorio. Son más bien cositas dignas de un hueco en nuestra discoteca para escuchar alguna que otra vez. Pero, vamos, que no estamos ante un Don Giovanni, ni El barbero de Sevilla o La Traviata, o cualquier otra de esas grandes obras que escuchas una y otra vez y siempre descubres algo inmenso o trascendente que te engrandece como ser humano.

De esta ópera hubo varias versiones. La que hoy se interpreta no es la que se estrenó tal día como hoy pero de 1866, sino la de septiembre de 1870, sustituidos ya los diálogos por recitativos.

Hay varios momentos destacados de la ópera. Sobre todo, la famosísima obertura, que seguro que os suena aunque no conozcáis nada más de esta ópera; anticipa temas del baile de los cómicos a principio del Acto III. Luego está el dúo de amor en el acto I, el dúo entre Jenik y el casamentero, o las piezas que se acumulan, preciosas, en el acto III: desde la irrupción de los comediantes, pasando por el dúo cómico que convence a Vasek para que se disfrace de oso y entretenga a la chiquillería, llegando al cuarteto que acaba en sexteto y el aria desolada de Marenka.

Como grabación recomendada de esta ópera propongo la dirigida por Kosler en 1981 para Supraphon, con Gabriela Benacková (Marenka), Peter Dvorský (Jenik), Miroslav Kopp (Vasek), Richard Novák (Kecal), Jindrich Jindrák (Krusina), Marie Veselá (Ludmilla) y Jaroslav Horácek (Micha), coro y orquesta de la Filarmónica Checa.

Para saber más, la wikipediaEl libreto, en español y checo, así como discografía de referencia, en Kareol

En You Tube puedes encontrar versiones de esta obra si buscas con el título original checo, Prodaná nevesta o en inglés, Bartered bride.

domingo, 29 de octubre de 2017

#6 Don Juan





Ildebrando D'Arcangelo en el festival de Salzburgo de 2014
Por Francisco Peralta Torrejón [CC BY-SA 4.0]

Via Wikimedia Commons



Il Dissoluto punito ossia il Don Giovanni



Estreno: Praga, 29 de octubre de 1787

Compositor: Wolfgang Amadeus Mozart

Libreto en italiano: Lorenzo da Ponte, basado en el libreto de Giovanni Bertati para Gazzani.

Género: dramma giocoso


Tal día como hoy se estrenó, hace exactamente 230 años, en lo que hoy es el Teatro Estatal de Praga, esta que es una de las obras cumbres del género lírico.

Esta es una de mis óperas favoritas. Y de Mozart, mi compositor preferido, ya veis qué “original” es una, ya que hoy voy a hablar de una de las mejores óperas del repertorio.

Decía Flaubert que “En el mundo hay sólo tres cosas que sean objeto de mi veneración: el mar, Hamlet y Don Giovanni”.

Y lo entiendo perfectamente.

Sus dos actos se pasan en un suspiro, sin que te sobre o falte ni una sola escena. Lo tiene todo. Dramáticamente: argumento bien trabado y personajes muy definidos psicológicamente, a través de sus actos, sí, pero también musicalmente; estamos ante uno de los mejores libretos de Lorenzo da Ponte, que es como decir de la historia de la ópera. Y musicalmente, un momento brillante tras otro, con un primer acto en el que se va pasando de un número a otro de manera continuada, sin cortes marcados que los conviertan en algo claramente cerrado.

Empezando, por supuesto, por la potente obertura, en la que ya se anuncian los temas de la historia, unos jocosos y otros serios. Eso es uno de los rasgos que convierten a Don Giovanni en una obra maestra: estamos ante una tragicomedia, como la vida misma, con sus toques de humor y otros momentos hasta tenebrosos.

Momentos grandiosos y potentes, lo que en Pintura sería, por hallarle un paralelismo plástico, la terribilità de un Miguel Ángel. Por eso a la hora de representarse conviene que se conserve esa fuerza poderosa.

La historia es la del libertino don Juan, mito de origen español de hombre que seduce a cuanta mujer se le pone por delante. Su criado, Leporello, relata en un aria burlona el catálogo de mujeres a las que “amó” su patrón. Todo eso como comprenderéis poco o nada tiene que ver con el amor, sino puro afán de conquista física de cuanta mujer se le pone por en medio, de seducción o incluso, según parece en el caso de doña Ana, de intento de violación monda y lironda. También hay un aspecto, poco desarrollado, de Don Juan como hombre que quebrante las normas sociales, que canta ¡Viva la libertad! y que se burla hasta de las estatuas de los muertos.

Comienza de una manera muy poderosa, con don Giovanni saliendo por pies de un lugar donde ha intentado forzar a una dama, doña Ana. Mata en un duelo al padre de ésta, el Comendador. A partir de ahí se van enhebrando líos diversos: la búsqueda de venganza de doña Ana y su novio don Octavio, la aparición de doña Elvira (otra engañada), seguimos con una boda campesina de cuya novia Zerlina se encapricha, su intercambio de ropas con el criado Leporello, un baile de máscaras y finalmente, la burla definitiva, cuando se encuentra la tumba del Comendador, con estatua incluida, al que invita a cenar y se te hiela la sangre cuando la estatua dice que sí, que vale, que irá.

Y, efectivamente, allá que aparece la estatua en la cena. Le instará a que se arrepienta. Lo mismo hizo antes doña Elvira. Pero nada, don Giovanni, muy fiel a sí mismo, se niega una y otra vez, incluso cuando las llamas del infierno lo consumen.

Me parece a mí el don Juan más coherente de la historia, genio y figura hasta la sepultura, que se dice. En este caso, es literal.

Pero – a diferencia de lo que vemos en la película Amadeus, la cosa no termina de forma tan tremebunda. En un sexteto final te anticipan el futuro de los demás personajes. Es el justo equilibrio neoclásico, diferente al arrebato romántico de la condenación del libertino.

De la maravillosa música de esta ópera hay tantísimos momentos a destacar,… Es una de las que merecen la pena de cabo a rabo, y totalmente recomendable –por cierto- para quien quiera iniciarse en el género.

Por señalar algo, hablaré del aria que canta Leporello para desencantar a la airada doña Elvira, Madamina, il catálogo è questo.

Luego, don Giovanni en plan seductor: Là ci darem la mano (dúo con la campesina Zerlina) y la serenata Deh vieni alla finestra (que tiene como víctima a la criada de doña Elvira).

Y, cómo no, el inolvidable final cuando aparece el fantasma del Comendador y le dice aquello tan tremendo de Don Giovanni, a cenar teco… O sea, tú me invitaste a cenar, ahora te invito yo a que vengas conmigo. ¿A dónde? Pues como estoy muerto ya te imaginarás que no es a mi casita de campo.

Ya sabéis que esto de Don Juan es una historia muy de esta época de Todos los Santos.

Una de las cosas que más me gusta de la ópera es el dominio absoluto de las voces masculinas graves, que a mí me atraen más que los tenores. Tenemos a Don Giovanni, bajo o barítono, Leporello, bajo, y el Comendador, bajo tirando a profundo. El compositor juega con esta similitud vocal amo/criado, como cuando don Giovanni se hace pasar por Leporello.

Es verdad que tiene cositas algo incómodas para la sensibilidad feminista actual. Lo más bruto, el aria de Zerlina Batti, batti o bel Masetto en la que le pide a su esposo Masetto que la pegue. La única forma de disfrutar la obra es asumiendo que eso eran cosas propias de la época y felicitarnos de que ahora podamos verlo de otra manera.

Esta ópera fue un encargo de Praga, donde había presentado Las bodas de Fígaro con notable éxito. Hay incluso un guiño a aquella otra ópera: en la cena que da Don Giovanni, los músicos van tocando piezas conocidas (como el fragmento de una del padre Soler), y unos compases son del Fígaro; Leporello hace el comentario chistoso de que “esta la conozco demasiado bien”, bromeando así con el público que lo escucha y también haciendo ver que Leporello no es sino otra encarnación del personaje del criado Fígaro, sometido a su amo pero al que trata de engañar.

Copio de la Wikipedia en inglés:
Don Giovanni tenía que haberse estrenado el 14 de octubre de 1787 para una visita a Praga de la archiduquesa María Teresa de Austria, sobrina del emperador José II, y su nuevo marido, el príncipe Antonio de Sajonia; sin embargo, la producción no estuvo lista a tiempo y se sustituyó por Las bodas de Fígaro por orden del propio emperador. La partitura fue terminada el 28 o el 29 de octubre de 1787 después de que se volviera a llamar a Viena a Da Ponte para trabajar en otra ópera. Hay informaciones contradictorias sobre cambios de última hora de la obertura; algunos dicen que se terminó el día antes del estreno, y otros que ese mismo día. Lo más probable es que fuera el día antes, a la vista del hecho de que Mozart documenta la terminación de la ópera el 28 de octubre.

El protagonismo de un barítono o bajo hace que haya escuchado en esta ópera a algunos de mis cantantes favoritos. Desde luego, a mi ídolo Dietrich Fischer-Dieskau, pero más modernamente Dmitri Hvorostovsky o Carlos Álvarez. En You Tube hay unas cuantas grabaciones de la ópera íntegra. Pero yo voy a poner sólo un fragmento, el de la escena final de la cena de Don Giovanni, con el inmenso Bryn Terfel, que tiene la ventaja de tener subtítulos en español:





También se puede ver la muy convincente adaptación cinematográfica del año 1979, Don Giovanni, dirigida por Joseph Losey.

Hay unas cuantas grabaciones destacadas de esta ópera, así que no es fácil escoger una. Me inclino por una de las clásicas, la que grabó en estudio en 1959 Carlo Maria Giulini para His Master’s Voice (o sea, la EMI), con el coro y orquesta Philharmonia. Los intérpretes son: Eberhard Wächter (don Giovanni), Giuseppe Taddei (Leporello), Joan Sutherland (donna Anna), Elisabeth Schwarzkopf (donna Elvira), Graziella Sciutti (Zerlina), Luigi Alva (don Ottavio), Piero Cappuccilli (Masetto) y Gottlob Frick (Il Commendatore).

Para saber más, la wikipedia. El libreto, en español e italiano, así como discografía de referencia, en Kareol

Añado enlace a una representación completa de Don Giovanni que he encontrado en You Tube, dirigida por Abbado y donde Bryn Terfel hace el papel de Leporello.



domingo, 14 de agosto de 2016

#2 La metamorfosis




Die Verwandlung

Autor: Franz Kafka
Año: 1915
Género: Cuento

 


Una mañana, tras un sueño intranquilo, Gregorio Samsa se despertó convertido en un monstruoso insecto.


Así comienza uno de los relatos más famosos de la literatura universal. Este relato corto se lee fácil, pero eso no quiere decir que te deje frío. Al contrario. Es inquietante y triste; te sientes importante en cada página.

Como una piedra pequeñita lanzada a un estanque cuyas ondas se hacen más y más grandes, el argumento es chiquitito: Gregorio es un joven que vive con su familia, a la que mantiene como viajante de comercio. Un día se despierta convertido en un insecto. No te dan ninguna explicación. Sigue siendo él, pero ya no puede comunicarse con su familia. Su padre, su madre, su hermana, cada uno reacciona a su manera.

Parece mentira que algo tan corto impresione tanto. No es cuestión de personajes, ni de argumento, ni de estilo. Es la atmósfera de pesadilla cotidiana, de la miseria humana que cada uno puede interpretar como quiera: el desasosiego del hombre urbano en un mundo que ignora al individuo, la incomprensión y el rechazo ante el que es diferente, lo absurdo de la existencia humana luchando por naderías cuando todo puede ir al traste en un momento, la hipocresía de la familia que te quiere mientras les proporcionas el condumio y te rechaza cuando te ven como una carga...

Kafka pone estos relatos angustiosos frente a ti, como un espejo en el que mirarte y en el que vas a ver, a diferencia del pobre Harry Potter, no lo que más deseas, sino lo que más temes.

martes, 26 de abril de 2016

# 2 Quinta sinfonía (Mahler)



Mahler en 1902


Compositor: Gustav Mahler
Fecha de la composición: 1901/1902
Estrenada el 18 de octubre de 1904

La número 2 en la lista de obras de música clásica es la Sinfonía n.º 5, en do sostenido menor, de Mahler, en la que aparece una de las preocupaciones del autor: la muerte.

El primero de sus cinco movimientos es, precisamente, Trauermarsch (“marcha fúnebre”). El mismo tono trágico se mantendrá en las siguientes, la Sexta y la Séptima, igualmente obras maestras, compuestas en 1904 y 1905. El cuarto movimiento, Adagietto, es bastante conocido por haberlo utilizado Visconti en la película Muerte en Venecia.

Se estrenó el 18 de octubre de 1904 en Colonia, con la orquesta Gürzenich de esa ciudad, dirigida por el compositor.

Para saber más, la wikipedia. En YouTube se puede encontrar el patético final de Muerte en Venecia, donde se oye el Adagietto.

En la guía Penguin, la interpretación de Barbirolli de 1968 para la EMI con la orquesta New Philharmonía tiene una roseta. Ya se sabe (y los autores de la guía lo reconocen) que es algo discrecional, grabaciones que a ellos les parece que tienen algo especial. En La discoteca ideal de música clásica de Kenneth y Valerie McLeish le dan tres estrellas (***) pero la que les parece especial es la de Václav Neumann con la Gewandhaus de Leipzig (1966, Philips).

martes, 19 de abril de 2016

# 1 Sinfonía del Nuevo Mundo




Compositor: Antonín Dvorak (Dvořák)

Fecha de la composición: 1893



La número 1 en la lista de obras de música clásica es la Sinfonía n.º 9, en mi menor, que Dvorak compuso en su viaje a Estados Unidos. A mí me parece que tiene poco color local y, escuchándola, no la relacionaría con el continente americano.



Pero es una de nuestras favoritas, y de las piezas más conocidas de la música occidental. Yo creo que su popularidad viene de la energía que transmite, su vigor, su fuerza, su entusiasmo.



Popularmente se la conoce como “Del Nuevo Mundo”. Se estrenó el 15 de diciembre de 1893 en el Carnegie Hall de Nueva York.



Para saber más, la wikipedia. En YouTube se pueden encontrar varias interpretaciones. Por poner enlace a alguna, aquí la de Celibidache con la Filarmónica de Múnich, año 1991.

En La discoteca ideal de música clásica, Kenneth y Valerie McLeish, señalan como grabación de excepcional calidad la de Karel Ancerl con la Filarmónica checa (Supraphon).



jueves, 31 de marzo de 2016

#45 Rusalka


Renée Fleming como Rusalka
(Metropolitan, 2014)
Por Bengt Nyman (Flickr: DSC_4229) , via Wikimedia Commons

Rusalka

Estreno: Praga, 31 de marzo de 1901

Compositor: Antonín Dvorak (Dvořák)

Libreto en checo: S. J. Kvapil



Tal día como hoy se estrenó, en el Teatro Nacional de Praga esta que es la única ópera de Dvorak que ha pasado al repertorio y la más representada de las que se cantan en checo.

De esta ópera es popular, sobre todo la “Canción de la luna” que la protagonista canta en el primer acto. Muchas sopranos, de Lucia Popp a Anna Netrebko, la incluyen como piezas de concierto.

La historia es un cuento de hadas sobre una ninfa acuática (la Rusalka del título) que se enamora de un príncipe, y ya sabéis cómo va esto: renuncia a su naturaleza, se transforma en humana, pero no puede hablarle y si resulta que al final él no le es fiel, se condenarán los dos. Tenemos al padre que es otro genio de las aguas, la bruja y una princesa extranjera. Por abreviar: el príncipe sale un poco sapo y los dos se condenan. Sólo si mata al príncipe, se liberará Rusalka de la maldición. No lo hace. Al final, el Príncipe vuelve arrepentido con Rusalka pero es demasiado tarde. La besa, aun sabiendo que eso significa su muerte.

Creo que es una de esas óperas difícil de seguir en grabación para los que no hablamos checo y para disfrutar realmente la historia hay que verla con una puesta en escena imaginativa, vestuario colorido, de manera que la magia de la música y la fantasía de la historia te atrapen.

Para saber más: en este caso, hay un programa de la estupenda This is opera de Ramón Gener que se puede ver en Internet en Televisión Española a la carta. Los que no conozcáis este programa, que no os engañe su título en inglés: se emite en español, con un presentador amenísimo y políglota que merece la pena; incluso quienes no gusten de la ópera se entretendrán, seguro.

Aparte, tenemos siempre la Wikipedia, el libreto en checo-español y discografía de referencia, en Kareol y una curiosa versión de la Canción de la Luna cantada por Netrebko en un estilo de videoclip popero.

En el enlace de Kareol tenéis mencionada discografía de referencia. Por destacar una grabación, recomendaría la dirigida por Václav Neumann para Suprephon con la Filarmónica de Praga. Es del año 1982, y tiene como intérpretes a Gabriela Benacková, Wieslaw Ochman, Richard Novák, Vera Soukopová y Drahomira Drobklová. Pero con la advertencia de siempre: en esto cada uno tiene sus gustos.