martes, 30 de octubre de 2018

#42 Saná

Casa tradicional en Saná
Por Rod Waddington (2015)
[CC BY-SA 2.0], via Wikimedia Commons




Tipo de construcción: ciudad
Época: siglo XI en adelante
Lugar: Yemen

Una ciudad milenaria en peligro

Saná hoy capital de Yemen, fue una de las ciudades del semi-mítico reino de Saba.

Su estratégica ubicación, en las montañas, protegida pero al tiempo no demasiado lejos del mar, ha hecho de este lugar objeto de deseo de diversos pueblos. Tendía más hacia los fatimíes de Egipto (que quedaba al otro lado del mar Rojo) que hacia el califato de Bagdad (del que lo separaba el desierto arábigo).

En el siglo XI se convirtió en capital de un reino independiente, de la dinastía suláyida, luego lo controló una dinastía local para caer, en el siglo siguiente, en poder de Saladino. Y luego, ya en la Edad Moderna, pasó a poder turco.

Durante más de 2.500 años ha estado habitada, y tiene edificios antiquísimos, siendo característicos sus bloques de pisos, elaborados con adobe y con tejados planos, con decoración de frisos y en las ventanas.

Ahora, toda esta riqueza cultural milenaria está en peligro por culpa de la guerra civil en Yemen, uno de esos conflictos intermediados, donde (se dice) que otras potencias regionales se pelean haciendo que otros luchen y mueran, principalmente población civil.

Me da pena saber que jamás visitaré lugares así. ¿Un sitio en el que tengo que ir tapada hasta las cejas? ¡Ni de coña!

La «Ciudad vieja de Sana’a» está incluido en la lista de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1980, y en su página web lo describe http://whc.unesco.org/es/list/385 de la siguiente manera:

Edificada en un valle situado a 2.200 metros de altura sobre el nivel del mar, la ciudad de Sana’a tiene más de 2.500 años de historia. En los siglos VII y VIII fue un importante centro de propagación de la religión islámica. El legado de su esplendoroso pasado político y religioso lo atestiguan sus 103 mezquitas, 14 casas de baños públicos (hammam) y 6.000 viviendas construidas con anterioridad al siglo XI. Las casas-torre de múltiples pisos, edificadas con tierra apisonada, contribuyen a realzar la belleza del sitio.

Como siempre, para saber más, podéis empezar por la Wikipedia.
Aquí, un vídeo para que puedas recorrer esas calles que nunca pisarás en la realidad. Un mundo solo de hombres, con alguna sombra negra por ahí que intuyes que son mujeres.




domingo, 28 de octubre de 2018

#31 Los 400 golpes



Les quatre cents coups

Año: 1959
País: Francia
Dirección: François Truffaut
Música: Jean Constantin

Un viaje en el tiempo

            Sí, me suele gustar el cine francés. Solo que más bien el actual, el de las últimas décadas, lo anterior,... Truffaut no es una excepción a esta regla.

Esta fue su ópera prima, y encantó en su momento. No me parece que haya envejecido mal, aunque cada uno ve las cosas que quiere ver.

Trata de un chaval adolescente, Antoine, que se dedica a hacer pillerías. Desobediente en casa, en el colegio, hace pellas, acaba robando y lo mandan a un reformatorio. No, no es un argumento muy agradable, la verdad. Pero tampoco hace sangre, se deja ver.

No sé qué adoración tenían estos cineastas franceses por la gente delincuente, de verdad. Me pasó lo mismo con Al final de la escapada o Banda aparte, que me deja perpleja que escojan a estos anti-héroes.  

Aunque yo veo una pequeña diferencia, y es que, en este caso, el delincuente es un niño, y eso te hace reflexionar un poco. Un niño delincuente es una persona que necesita desesperadamente ayuda. Lo más amargo de todo esto es que nadie parece ser capaz de comprenderlo, ni sus padres, ni su profesor, ni el propio sistema (policía, juez, reformadores). Te quedas un poco con la duda de que, en el supuesto de que alguien supiera cómo echarle una mano, Daniel sabría aprovecharlo o no.

Lo que a mí me llama más la atención de estas películas es la ambientación, la realidad que reflejan, la vida cotidiana. Ves que Francia, la sofisticada y glamurosa Francia, está a una generación de ser así: pobretona, miserable, limitada en cuanto a los medios. Antoine vive en un piso enano, con una vida miserable, a pesar de que sus dos padres trabajan. Se ve en las calles, los coches,… el detalle de que la basura se tira sin bolsa ni nada. Los colegios con pizarra y los niños escribiendo con pluma. Un cole, por cierto, solo masculino, todo profesores, todo niños. Tendría que hacer pensar en lo mucho que se ha enriquecido el país de entonces ahora.

Sórdido, esa es la palabra. 

Alguna escena pretende ser divertida, como esa del profesor de gimnasia que los saca a hacer ejercicio por las calles de París y los chavales se van fugando por las esquinas. A mí, la verdad es que me dejaron más bien fría.

Tiene hallazgos, momentos muy cinematográficos, como ese final en el que Antoine, finalmente, corre a ver el mar. Por otro lado la influencia del clásicoCero en conducta (1933) es evidente.

Mi principal problema con esta película ha sido el trato a la mujer. No supera el test de Bechtel ni de lejos. Solo hay un personaje femenino digno de tal nombre, la madre, pintada con trazos gruesos y desagradables, como si ella tuviera la culpa de que su hijo fuera como es. Puro estereotipo de la mujer promiscua (se quedó embarazada soltera y ahora tiene un amante) y vanidosa (se mira en el espejo, cuida su aspecto incluso en medio de un ambiente tan pobretón), al parecer sin tiempo para prestar atención a su hijo.

Si aparecen más mujeres son incomodando al chaval porque solo hablan de sus cosas, o sea, partos, maternidad, o bien como viejas chochas a las que quitar el dinero.

No me extraña que Truffaut tuviera problemas familiares a raíz de este film. Siempre se ha dicho que es autobiográfica, pero él quiso dejar claro que sus padres no eran como los de la película. No obstante, si yo fuera su madre, la verdad es que me habría sentado como un tiro.

Por eso comprenderéis que no es una película que me haya entusiasmado. Hasta cierto punto comprendía a esos padres, abrumados con sus escaseces, preocupados por esto o aquello y, encima, el chaval no pone de su parte para tener la fiesta en paz.

Pero vamos, que es solo mi opinión, me dejó bastante fría en general, pero en su momento fue todo un exitazo, quizá porque era algo totalmente distinto al irreal y un poquitín pasteloso cine estadounidense de los cincuenta. Fue nominada al Óscar a Mejor guión original, aunque no lo ganó esta peli sino Confidencias a medianoche, sí, justo, la de Rock Hudson y Doris Day.

Ganó el premio al mejor director en el Festival de Cannes y al mejor film extranjero en el New York Film Festival y Círculo de Críticos de Nueva York.

¿A quién se la recomendaría? A todos los psicoanalistas de medio pelo que responsabilizan de todo lo malo que hace alguien a sus madres, quizá. A los cinéfilos de pro que entiendan que Truffaut es imprescindible. Y también a los que les guste ver retratos de niños creíbles y verosímiles.

Es otra de esas que me hace preguntarme qué no he pillado.

Para saber más: consúltese la Wikipedia, Film Affinity o la Internet Movie Data Base.

viernes, 26 de octubre de 2018

#25 Concierto para piano n.º 1, op. 23

Foto de Chaikovski (h. 1875)
Por Charles Reutlinger
[Dominio público], vía Wikimedia Commons

  

Compositor: Piotr Ilich Chaikovski
Estreno: Boston, 25 de octubre de 1875



Apasionado. Romántico.

Este concierto para piano en Si bemol menor constituye una de las obras fundamentales de Chaikovski y es, desde luego, uno de los conciertos para piano más famosos de la historia. 

Lo estrenó, en Estados Unidos, uno de los más famosos directores de orquesta (y virtuoso del piano) del siglo XIX, Hans von Bülow. Promovió von Bülow la música no solo de Wagner, sino también de Brahms y Chaikovski, de ahí que se llevara este concierto, para su estreno, a Boston, aunque no puede decirse que fuera un éxito, ya que la interpretación fue interrumpida y hubo abucheos.

Es conocida la opinión del pianista Nikolái Rubinstein, a quien Chaikovski le presentó esta obra. Para Rubinstein, era una mediocridad. Más tarde tuvo que rectificar esta opinión e incluir esta obra en su repertorio. Ya se ve que ni siquiera los expertos saben reconocer siempre una buena obra.

Dura unos cuarenta minutos y sus tiempos son:
I.              Allegro non troppo e molto Maestoso - Allegro con Spirito
II.            Andantino semplice - Prestissimo
III.           Allegro con fuoco

Como se ve, tiempos moviditos, incluso para el segundo, que suele ser lento en un concierto convencional. El principio es entusiasta, de esos que te dices, «venga, vamos». Y ya te arrebata para el resto del concierto. Es muy expresivo, es de esos que te tienes que dejar llevar por la emoción, y aceptar que posiblemente no encaje con la idea que tengas tú de un concierto.

En Chaikovsky, de Javier Alfaya (Alianza Cien, pág. 44) dicen:

El arranque de la obra está formado por una frase de arrebatadora fuerza que parece dominar todo el concierto. El diálogo entre el solista y la orquesta es dinámico, como si fuera el de dos personajes dramáticos que se interrogan y responden sucesivamente, en una serie de momentos de enorme fuerza expresiva, unas veces alegre y exultante, otras de un lirismo acariciador.

Creo que no hay pianista famoso que no haya grabado este concierto Horowitz, Sviatoslav Richter, Gilels, András Schiff, Claudio Arrau, Pogorelich… Así que hay donde escoger. Yo propongo que incluyáis en vuestra biblioteca de 100 obras esenciales de la música clásica la interpretación de Martha Argerich con la Royal Philarmonic Orchestra, dirigidos por Charles Dutoit para Deutsche Grammophon.

En la Guía Penguin le dan una roseta a un cedé que empareja esta grabación con el Concierto para violín y orquesta Op. 35 (Milstein, OFV, Abbado), Serenata para orquesta de cuerdas: Vals (Karajan y la OFB) y Variaciones rococó para violonchelo y orquesta, op. 33 (Rostropovich, OF de Leningrado y Gennadi Rozhdéstvenski). Pero esa grabación no la he localizado en Spotify, sino otra en que la emparejan con el Concierto de Prokofiev. Oye, que igual está, pero buscar música clásica siempre es difícil, nunca sabes en qué idioma van a estar escritas las cosas.

Si quieres oír una versión de este concierto con Martha Argerich al piano y con Charles Dutoit, de director, solo que con la Orchestre de la Suisse Romande (1975), la puedes encontrar en Internet:




lunes, 22 de octubre de 2018

#41 Al-Qal’a de Beni Hammad (Argelia)

Restos de la mezquita, por Habib Kaki (2018)
[CC 0], via Wikimedia Commons


Tipo de construcción: ciudad
Época: siglo XI
Lugar: Maadid, Argelia

Solo queda un minarete impresionante de lo que fue capital de un reino

Antes de adentrarme en el estilo románico, quiero seguir hablando de algunas construcciones islámicas llamativas.

En las montañas del Magreb central, con una altitud media de mil metros sobre el nivel del mar, en zona pedregosa, se alza, solitaria y aparentemente en mitad de la nada, una torre minarete. Luego te acercas y ves que hay más restos, cimientos de lo que fue una ciudad comercial norteafricana.

Es lo único que queda de la que fuera capital de los emires hamádidas entre el año 1007 y 1152

Traduzco de la Wikipedia en inglés: «La fortaleza fue construida en 1007 por Hammad ibn Buluggin, el hijo de Buluggin ibn Ziri, el fundador de Argel. La ciudad se convirtió en la capital de los bereberes hamádidas, y soportó un asedio por los Zirid [otros bereberes] en 1017. En 1090 fue abandonada bajo la amenaza de los Banu Hilal, y quedó en parte destruida por los almohades en 1152».

Estos almohades, si utilizáramos términos de hoy (que ya sé que nunca se debe hacer hablando de historia, aplicar términos, conceptos e ideas modernos al pasado, así que solo entendedlo como una forma muy informal de hablar) serían los típicos integristas religiosos a los que no les gustaba la vida muelle de los otros musulmanes. En su fervor, crearon un reino en el norte de África y en Al-Ándalus. Luego, evidentemente, también ellos se acomodarían y fragmentarían en nuevas taifas. Pero eso escapa de la historia de hoy. Es solo para explicar por qué solo quedan ruinas y una torre en solitario.

La mezquita debió ser, en aquel momento, de las más grandotas de la región, trece naves, nada menos. Seguía el mismo modelo arquitectónico que la Gran Mezquita de Kairuán, de la que ya hablé aquí

Queda solo en pie el minarete, una torre maciza con aspecto muy defensivo. Tiene, a día de hoy, 24,70 metros, pero de antes medía más, es solo que se le derrumbó la parte superior. Cada lado mide seis metros y medio de ancho, y está decorada con calles verticales algo que se ve aquí por vez primera y que se repetirá, por ejemplo, en la posterior Giralda de Sevilla. 

En el del centro, un poco retranqueado, hay puertas y ventanas, enmarcadas en arcos y pilares adosados. Las calles de los lados tienen un vano y aperturas ciegas, con arcos de medio punto y decoración de cerámica.

También hay restos de un palacio, de la muralla que lo rodeaba y de otros elementos urbanos, pero realmente lo que se ve en el lugar, lo más destacado, es el alminar o minarete.

La «Kalâa de los Béni-Hammad» está incluido en la lista de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1980, y en su página web lo describe de la siguiente manera:

Situadas en un paisaje montañoso de sorprendente belleza, las ruinas de la primera capital de los emires hamadidas –fundada en 1007 y destruida en 1152– ofrecen una imagen fidedigna de una ciudad musulmana fortificada. El oratorio de su mezquita, que es una de las más imponentes de Argelia, tiene trece naves con ocho bovedillas.

Como siempre, para saber más, podéis empezar por la Wikipedia, aunque reconozco que la Wikipedia en francés es mucho más completa.

Aquí, un vídeo que no llega a tres minutos, del canal de la Unesco, hablando de este lugar (en inglés)




sábado, 20 de octubre de 2018

#10 Romeo y Julieta

Portada de la 1.ª edición en cuarto
[Dominio público], vía Wikimedia Commons



Romeo and Juliet
Autor: William Shakespeare
Año: 1597
Género: tragedia






La historia «romántica» por excelencia


¿Quién no conoce la historia de Romeo y Julieta

Romeo, joven de Verona, acude a una fiesta esperando ver a la chica de la que está enamorado, pero entonces ve a una niña de trece años y siente el flechazo, decide que la ama.
Y en cuanto se acerca y abre la boca ella, sin mayor resistencia, decide que también, que él es su chico.
Sus familias se llevan mal, así que lo suyo es amorío y matrimonio en secreto. Cuando Romeo mata al primo de Julieta, lo destierran de Verona. Cuando la familia va a casarla, ella finge su muerte para poder huir con Romeo, pero las cosas salen mal. Acaban muertitos todos.

Ejemplo paradigmático de que, para la Literatura, una historia de amor tiene (normalmente) que acabar mal. Normalmente. Este modelo trágico se repetirá una y otra vez, porque el amor es algo loco, disruptivo del orden social, no puede salir nada bueno, etc.

Esta tragedia romántica tampoco es que sea de lo mejor de Shakespeare, es de su primera época, posiblemente su primer éxito. Pero siempre la salva la palabra inspirada, el verbo complejo, las frases que se han quedado en la memoria colectiva, como la discusión de si es la alondra o es el ruiseñor.

A mí, la frase que más me gusta es la que dice el boticario:  en la escena 1.ª del Acto V, porque resume perfectamente la diferencia entre consentimiento y sometimiento:

Ap. My poverty, but not my will, consents.
 
Lo que, en román paladino, dice:

Boticario.- Mi pobreza consiente, pero no mi voluntad.

Y luego el chulito (o desesperado) de Romeo responde con sequedad:

Rom. I pay thy poverty, and not thy will (No es tu voluntad la que pago, sino tu pobreza)

Cuando las circunstancias te obligan a someterte, no consientes, en realidad.

Y cómo puede (esto es maravilloso) hacer que un personaje secundario, de una sola escena, quede caracterizado así, tan claramente, con un par de frases.

Sus personajes son inolvidables, aunque no estén caracterizados de manera particularmente sutil. Pero no dejan de ser un poquito más que clichés andantes, llegan a convertirse en prototipos humanos de carne y hueso.

La trama en sí, es reciclada de otras historias anteriores: The Tragical History of Romeus and Juliet (1562) es la traducción que Arthur Brooke hizo de un cuento de Mateo Bandello. Pero vamos, que si te vas muy muy para atrás, hay elementos de los amantes clásicos Píramo y Tisbe.

En Shakespeare lo que se aplaude no es la originalidad del argumento, sino el lenguaje, y el dinamismo de su teatro. 

Aquí, como es propio de un amor adolescente exaltado, todo pasa muy rápido, en pocos días. El propio atolondramiento de estos dos, que no se paran a pensar un poco antes de darse muerte, contribuye a esa sensación de estar tratando con gente muy joven.
 
El último beso de Romeo a Julieta
(Hayez, 1823)
Transmite una cierta idea de fatalidad del azar. Son las circunstancias las que tuercen o frustran la felicidad humana. Pero de la manera más tontona, porque se ve desde el principio que la vieja lucha entre los Capuleto y los Montesco es algo que ya no le interesa a nadie, salvo a los criados, o a folloneros como Tibaldo. Las cosas podrían tan fácilmente haber salido de otra manera...

Personalmente, no la he visto en el teatro. La he leído y releído en papel. He visto alguna peli, como la de Zeffirelli o la que protagonizó Leonardo Di Caprio, que me gustó mucho, la verdad. No es de mis favoritas de Shakespeare. Creo que porque me molesta esta tradición literaria de amores contrariados. 

Lo maravilloso de esta obra es que seguimos con ella, siglos después. Ha dado lugar a otras obras de arte, pinturas, óperas,... Adaptándola a otros formatos, modernizándola, enfatizando más este o aquel aspecto,... Es una de las obras más representadas del autor, y sigue diciendo algo, conmoviendo, llegando al alma aunque sea para decirte, como me pasa a mí, «pero qué tontorrones, qué precipitado, ¡pensad un poco, pensad!».

martes, 16 de octubre de 2018

#40 L’Anse aux Meadows

Recreación moderna del asentamiento
Por Dylan Kereluk (2003)
[CC BY-SA 2.0], vía Wikimedia Commons




Tipo de construcción: yacimiento arqueológico
Época: siglo XI
Lugar: Terranova, Canadá

Restos de un asentamiento vikingo en América del Norte

En el año 800, a Carlomagno lo coronaron emperador en Roma. Parecía que su intento de unificar Occidente, reviviendo las glorias del imperio romano, podría ser duradero, pero el imperio carolingio pronto perdió fuelle, amenazado por todos los lados.

Desde mediados del siglo IX y durante todo el siglo X, varios fueron los pueblos que amenazaron la Europa Occidental cristiana: húngaros por el este, sarracenos por el Mediterráneo y, en las costas atlánticas, los hombres del norte.

Daneses y noruegos asaltaban las rutas comerciales, aparecían de repente en monasterios, pueblos y ciudades,... asaltaban, robaban, se llevaban esclavos y botín, y desaparecían después de causar estragos. Una primera fase era más de razias y asaltos, posteriormente empezaron los asentamientos como en las islas Británicas o en lo que hoy es Normandía. En el sur, un lugar donde había entidades políticas más fuertes y sólidas, no pasaron realmente a esa fase de conquista o instauración de nuevos estados o señoríos. (La invasión normanda de Sicilia es algo un poco más tardío, y ya eran vikingos cristianizados).

Lo que sí hicieron, en toda esa parte norte de Europa, fue revitalizar el comercio: los varegos por lo que hoy es Rusia, por ejemplo.

Se han dado diversas explicaciones a este surgir repentino de los hombres del Norte por las costas europeas, que si cambios climáticos, o exceso de población, o llámalo X. Muy atractiva es la hipótesis del historiador francés Lucien Musset, quien considera que «el deseo de ascenso social y la búsqueda de hazañas guerreras y patrimonios familiares, fueron los estímulos más poderosos» (Heers (1984): Historia de la Edad Media, pág. 61).

Cuento todo esto para entender un poco mejor quiénes eran esos pueblos aventureros, saqueadores y bastante primitivos, que con sus rápidos barcos consiguieron expandirse por otros lados y que consiguieron atravesar el Atlántico hasta llegar a Terranova.

Este asentamiento canadiense de L’Anse aux Meadows data de finales de esta época de expansión vikinga. No llegaron directamente de Escandinavia, sino que son gentes que llegaron a Islandia, de ahí a Groenlandia y después a Terranova en torno al año 1000. Estuvieron unos pocos años, no más de tres o cuatro y después, no se sabe si por la hostilidad de los indígenas americanos, o porque no se acababan de acomodar, se volvieron por donde vinieron.

Esta brevísima ocupación explica que el yacimiento arqueológico, en sí, no tenga gran cosa: restos de unos ocho edificios, que se dedicaron a viviendas y almacenes, además de una forja y un aserradero.

Para que los visitantes se hagan a la idea de cómo era aquello, han realizado una reconstrucción de cómo era un poblado nórdico.

El «Sitio histórico nacional de L’Anse aux Meadows» está incluido en la lista de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1978, siendo uno de los primeros en inscribirse (n.º 4), y en su página web lo describe de la siguiente manera:

Situado en el extremo de la Gran Península del Norte de la isla de Terranova, este parque alberga los vestigios de un asentamiento vikingo del siglo XI, que prueban una primera presencia de los europeos en el continente americano desde esa época. Las excavaciones han puesto al descubierto vestigios de edificios construidos con terrones de turba y armazones de madera, análogos a los encontrados en Groenlandia e Islandia.

Como siempre, para saber más, podéis empezar por la Wikipedia.

Puedes leer más en la página web Turismo y Viajes.

Aquí, un vídeo de casi diez minutos de un par de turistas (está en inglés) en este sitio, donde se ve lo desolado del paraje y el frío, la lluvia, en fin… Te haces una idea muy buena y sin moverte de tu calentita casa.



domingo, 14 de octubre de 2018

#21 Santa María de Lebeña

Santa María de Lebeña
Por Lebeña2012 (2013)
[CC BY 3.0], vía Qikimedia Commons



Ubicación: Cantabria, España
Fecha: ¿925?
Estilo: Arte mozárabe
Tipo de edificación: templo


                       
Una cucada de iglesia en un lugar bellísimo

Del arte mozárabe ya traje aquí una muestra escultórica, un relieve de San Cebrián de Mazote

Para rematar estas entradas dedicadas al prerrománico con una joya de la arquitectura cántabra, un ejemplo de arte mozárabe o de repoblación, del que los historiadores no se ponen de acuerdo si tiene su origen en cristianos provenientes de Al-Ándalus (teoría tradicional) o en una evolución autóctona de las formas preexistentes (más novedosa).

Cantabria es una tierra ondulada entre las montañas y el mar Cantábrico. A cada río que va desde la montaña al mar le corresponde un valle, y esa orografía hace que cada uno tenga un paisaje y un paisanaje muy peculiares. 

En realidad, si te paras a pensarlo, esto de la orografía es lo que está detrás de tanta variedad regional en España, porque después de Suiza, España es el país más montañoso de Europa y ya se sabe que las cordilleras separan más que unen, aíslan a la gente, y provoca que cosas aparentemente cercanas se desarrollen de manera diferente.

Los impresionantes macizos montañosos de los Picos de Europa, los más altos de la cordillera Cantábrica, son compartidos por Cantabria, Asturias y Castilla-León. Allí, en la parte occidental de Cantabria, está este valle de Liébana.

Su río es el Deva, y por su estrecho desfiladero se llega a esta preciosa iglesiuca, que queda, según vas a Potes, a mano izquierda.

Se tiene a los condes de Liébana por fundadores de un monasterio en este lugar, en el año 925. De ese monasterio quedaría solo la iglesia, con una impresionante torre exenta que, esa sí, es muchísimo más moderna.

La planta es rectangular, aunque al exterior parece prácticamente cuadrangular. Está construida en piedra de mampostería, con sillería en los ángulos y los cercos de los vanos.

Tiene tres naves, cada una de ellas rematada por un ábside. Los dos primeros tramos de la nave central son ostensiblemente más altos que el resto de la construcción.

Como es una construcción muy coherente, que mantiene unidad estilística, se cree que se erigió en muy poco tiempo. Recoge, como es propio del arte, influencias diversas. Por ejemplo la planta y el alzado son de tradición visigoda, mientras que el aparejo y los ábsides tienen influencia del arte asturiano pues propio de ellos es la planta basilical con tres naves siendo la central algo más ancha que las otras dos. En la  parte decorativa se nota el elemento árabe, o sea, lo que la hace más mozárabe: pilares, arcos de herradura (aunque ya lo usaban los visigodos) o el alfiz que enmarca el arco triunfal del interior.

Arcos de medio punto coexisten con arcos de herradura «que descansan sobre columnas de fuste circular con interposición de capiteles corintios adornados por dos o tres órdenes de hojas de acanto y collarines típicamente asturianos», dice la wiki.

Y añade: «La importancia excepcional de Lebeña con respecto al arte prerrománico radica en la utilización por primera vez de ese tipo de pilares compuestos, preparados con sus columnas adosadas para recibir los arcos fajones y formeros, solución que será sistemáticamente utilizada en el Románico».

Es muy interesante el frontal del altar, con sus símbolos que hunden su significado en la Alta Edad Media, esta de los pueblos germánicos y prerrománicos. Merece la pena dedicar un rato a su contemplación y a entender cómo los árboles cruzados representarían la vida terrenal, o líneas quebradas las montañas, las flores sobre cruces representan la salvación en Cristo, etc. Son detalles que te los tiene que explicar alguien que entienda de simbología cristiana, que te enseñe a ver que las cosas que están ahí son lo que son y, a la vez, otra cosa, con significados escatológicos que hoy en día se nos escapan.


Para saber más, siempre se puede consultar en la Wikipedia la página dedicada a Santa María de Lebeña.


Unas breves imágenes, sin texto, sobre Santa María de Lebeña y su maravilloso entorno, preciosísimo, en YouTube:





Y, por supuesto, recomiendo totalmente que algún día que os paséis por aquí, le dediquéis un fin de semana a visitar la comarca de Liébana. El paisaje es espectacular. Tienes unos cuantos monumentos interesantes. Y si lo tuyo es subir montañas, aquí puedes hacerte unos cuantos picos, o recorrer senderos,... y comer bien. La gente es más bien peculiar y distante en comparación con otros lugares de España, pero muy profesionales y correctos, perfectamente preparados para acoger al turista.

viernes, 12 de octubre de 2018

#22 Bote de la catedral de Zamora

Bote de Zamora (M.A.N., 2014)
Por Miguel Hermoso Cuesta
[CC BY-SA 4.0], via Wikimedia Commons



Ubicación: Museo Arqueológico Nacional
Fecha: 964
Época: Arte islámico





Una joya califal

Seguimos con el arte islámico, ya no de primera hora, sino más bien del final de la primera época. Seguimos en el pleno esplendor de la Córdoba califal. Este marfil hispanomusulmán salió de los talleres cordobeses, 353 de la Hégira, es decir, 964.

Para que os hagáis una idea: en aquella época bizantinos andaban peleándose con los turcos en Asia menor y los sarracenos en Sicilia. Y en las islas Británicas, el reino de Inglaterra estaba en su época anglo-sajona. Lo que hoy serían Francia o Italia estaban divididas en diferentes territorios. Y España tenía, pues eso, los reinos cristianos en el norte, parapetados tras las montañas y en el califato de Córdoba controlando todo el resto.
O sea, más o menos así (este es mapa de 910):


A lo que vamos, con esta joya. Aprovecha la forma redonda del marfil, diente de elefante. Toda su superficie está tallada con inscripciones arabescas, lo que aquí se llama ataurique, con representaciones vegetales (palmetas) y animales (pavos, gacelas y pájaros). Es un bote, una urna o píxide, así que la tapa se levanta mediante una bisagra y un broche de plata.

En el mundo islámico no había mucha pintura ni escultura autónomas, pero sí que aplicaban esas técnicas a objetos cotidianos. Y que aquello de que no se podía representar la figura humana ni animales, vamos a dejarlo, depende de la época y el lugar.

Este objeto califal tiene una inscripción árabe en la parte superior, donde viene la fecha. Ejemplifica el alto nivel que alcanzaron los talleres cordobeses. Formaban parte de un mundo cultural más amplio, que iba desde la península Ibérica a Asia, y que se adentraba en África. Siendo marfil de elefante, para llegar la materia prima a Córdoba tiene que haber unas sólidas redes comerciales.

Este objeto tan lujoso fue un encargo del califa Alhakén II (915-976) –también lo veréis escrito como Al-Hakam II–, que si os acordáis, es el que promovió la más importante de las reformas de la mezquita de Córdoba

Era un regalo para Subh, concubina del califa y madre de su heredero, Hisham II. Subh era de origen vasco o navarro, no se sabe bien, porque en las crónicas árabes la llamaban al-baskunsiyya, que significa «la vascona». En las crónicas cristiana la llamaban Aurora. Llegó de niña a Córdoba como esclava, fue adiestrada como una especie de geisha de la época, de esas que sabían conversar, cantar y supongo yo que demás placeres, aunque no se sabe muy bien la orientación sexual de Alhakén II, y tampoco nos vamos ahora a hacer un Sálvame de luxe del siglo X. En la wiki podéis leer más sobre esta mujer.

Cómo este regalo cordobés del siglo X aparece, cuatrocientos años después, en la catedral de Zamora, es algo que se desconoce. Sería la donación de algún aristócrata, que igual lo consiguió en el avance cristiano hacia el sur, o igual fue objeto de comercio, o igual algún andalusí se lo regaló a un cristiano, quién sabe.

Y en el tesoro de la catedral estuvo hasta 1911, que es cuando el cabildo catedralicio la vendió a un anticuario de Madrid. Inmediatamente, el Estado decide comprarlo, evitando así que saliera al extranjero.

Está en el Museo Arqueológico Nacional, que ya he dicho muchas veces que me parece uno de los museos más interesantes de España.

En la Wikipedia hablan de esta pieza a la que consideran «una de las joyas de los marfiles hispanomusulmanes».

miércoles, 10 de octubre de 2018

#24 Sinfonía n.º 6 «Pastoral», op. 68

Beethoven en su casa (h. 1811)
Por Carl Schloesser
[Dominio público] vía Wikimedia Commons


         



Compositor: Ludwig van Beethoven
Estreno: Viena, 22 de diciembre de 1808



Los encantos de la vida campestre.

Theater an der Wien de Viena. Diciembre de 1808.

En un año de guerra por toda Europa, desde Rusia y Finlandia a los Estados Papales o Portugal y España,… En plenas guerras napoleónicas, los españoles se alzan así, a lo bestia, contra los franceses… Lo que marca el inicio de la Guerra de la Independencia. Se le pone tan cruda a los franceses que a principios de diciembre, Napoleón mismo se une a sus ejércitos en la península, comenzando el sitio de Zaragoza el día 20.

Justamente, el mismo día en que ardió el Covent Garden original.

Y mientras, en Viena, tuvo lugar uno de los conciertos del siglo, excesivo, desmesurado, cuatro horas de música maravillosa de Beethoven.

Tocó el piano y dirigió la orquesta en este concierto en el que estrenó la Sinfonía n.º 5 (de la que ya hablé aquí), la 6, el concierto para piano n.º 4 y la Fantasía coral y más cosas que no enumero por aquello de que no se me haga eterna la entrada. 

El público se quedó frío, en parte puede ser por la época del año y por ser una sala gélida, pero también por lo excesivo de la propuesta y porque no estaba demasiado ensayado, así que me imagino que les salieran las cosas así, como a medio gas.

Frente a otras sinfonías más dramáticas de Beethoven, aquí se trata de recrear el amor por la naturaleza, de ahí el sobrenombre de Pastoral. Tiene cinco movimientos, lo cual ya de por sí es novedoso, porque entonces se prefería la forma con cuatro movimientos.

Cada uno de esos movimientos lleva rotulito, que copio del artículo de la wiki:
           
I.              Erwachen heiterer Empfindungen bei der Ankunft auf dem Lande («Despertar de alegres sentimientos al encontrarse en el campo»).
II.            Szene am Bach («Escena junto al arroyo»).
III.           Lustiges Zusammensein der Landleute («Animada reunión de campesinos»): Allegro.
IV.          Gewitter. Sturm («Relámpagos. Tormenta»).
V.            Hirtengesang. Frohe und dankbare Gefühle nach dem Sturm («Himno de los pastores. Alegría y sentimientos de agradecimiento después de la tormenta»): allegretto.

Esto ya nos indica que es música programática. Pero como estamos ya en una época más romántica que clásica, lo que viene a describir no es tanto un paisaje sino una emoción, el sentimiento íntimo del hombre en pleno campo.

Hay que recordar que en aquella época la gente caminaba, y mucho, por las ciudades y por el campo. No hay más que leer a Jane Austen para darse cuenta de cómo lo de pasear era una forma más de entretenimiento social.

A veces pienso que nos convendría copiar estas cosas. Nuestra salud nos lo agradecería, ¿no?

En la pág. 37 de la Pequeña Historia de la música de Gómez Amat & Turina Gómez, mencionan esta Sexta sinfonía:
 La misma clave está en la advertencia con respecto a la Sinfonía Pastoral: «Más expresión de sentimientos que pintura al natural». Es precisamente esa expresión de sentimientos la base del mundo romántico. El artista no intenta construir una cosa bonita ni copiar de la naturaleza, sino mostrarnos lo que su alma siente en la contemplación o en la reflexión.

Y es una idea que vienen a repetir en La discoteca ideal de música clásica, de Kenneth y Valerie McLeish, Enciclopedias Planeta, 1996. Califican a la Sexta como obra maestra y te cuentan que es distinta a todas las sinfonías que había compuesto hasta la fecha. Insisten en que Beethoven expresa las emociones que en él despiertan las escenas campestres, pero que evita una descripción directa de las escenas «en favor, una vez más, de la “unidad sinfónica”, y la obra mantiene siempre el mismo carácter y dignidad intelectual».

Reconozco que Beethoven no es de mis compositores favoritos, ni su obra ni su biografía me atraen especialmente. Me pasa un poco como con Brahms o Haydn, que son geniales, sí, pero que no me entusiasman. Eso sí, sus obras da gusto escucharlas. Esta en particular es de lo más,… ameno, nemoroso, delicioso,… y debió ser todo un contraste por comparación con lo agitado de la Sinfonía n.º 5 estrenada ese mismo día.

Esta obra maestra de Beethoven ha sido objeto de muchas grabaciones. Hay unas cuantas integrales de sus sinfonías donde escoger. De nuevo, como hice con la quinta, me decanto por la de Wilhelm Furtwängler con la Orquesta Filarmónica de Viena. Ojo, que también grabó con la de Berlín, pero al parecer, no hay color. Mi oído no da para percibir estas exquisiteces.

Desde el Musikverein de Viena, Christian Thielemann dirige a la Filarmónica de Viena: