sábado, 31 de diciembre de 2016

#12 Behistún



Inscripción de Behistún datada h. 520 a. C. en Persia.
Foto de Hamidreza Sorouri (2015) / Persian Dutch Network
[CC BY-SA 4.0]
Via Wikimedia Commons







Tipo de construcción: bajorrelieve en roca
Época: 521 a. C.
Lugar: provincia de Kermanshah, Irán

La piedra Rosetta de Oriente Medio

Ya comenté que iba a hacer varios artículos sobre el Irán preislámico. Hoy toca hablar de la inscripción de Behistún, que está en el oeste del país.

De nuevo, tenemos la pared de un acantilado y, en ella, se pusieron a tallar una inscripción y un bajorrelieve. La inscripción es un mismo texto en tres idiomas: persa antiguo, elamita y babilonio. Así, si sabes uno de ellos, puedes descifrar los otros dos.

A la inscripción le acompaña un bajorrelieve protagonizado por el rey Darío I, acompañado de dos sirvientes y diez figuras que representan los pueblos conquistados. El dios Ahura Mazda bendice al rey, flotando por encima.

Dos curiosidades, una infrecuente y la otra indignante. La primera, que la barba de Darío se la añadieron después, mediante un bloque de piedra que unieron con pernos de hierro y plomo. La otra, que los soldados ingleses usaron esta inscripción para prácticas de tiro durante la Segunda Guerra Mundial. Durante dos mil quinientos años fue respetado por todos los pueblos que pasaron por allí y tuvieron que venir esos bárbaros a destrozarle la cara a Ahura Mazda.

Fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 2006. En la página web de la Unesco lo describen así:


El sitio de Behistún está situado al borde una antigua ruta comercial que unía el altiplano iraní con Mesopotamia y conserva vestigios arqueológicos que van desde los tiempos prehistóricos hasta la época de los iljánidas, pasando por los periodos de dominación de medos, aqueménidas y sasánidas. El monumento principal de este sitio arqueológico es el bajorrelieve con inscripciones cuneiformes que ordenó ejecutar Darío I el Grande, cuando accedió al trono del Imperio Persa el año 521 a.C. En el bajorrelieve se presenta a Darío con un arco, símbolo de la soberanía, hollando el pecho de un personaje que yace de espaldas delante de él. Según la leyenda, el personaje es Gaumata, el mago medo pretendiente al trono persa que Darío asesinó, abriéndose así paso hacia el poder. Debajo del bajorrelieve, y a su alrededor, hay una inscripción de unas 1.200 líneas que relata la historia de las batallas libradas por Darío en los años 521 y 520 a.C. contra los sátrapas que intentaron desmembrar el imperio fundado por Ciro el Grande. La inscripción está redactada en tres lenguas: elamita, babilonio y persa antiguo. El texto más antiguo es el elamita, que refiere una serie de leyendas sobre el rey y las rebeliones que aplastó. El texto en babilonio narra leyendas análogas. La última parte de la inscripción, redactada en persa antiguo, es especialmente importante, porque es la primera vez que se hace mención a la gesta de Darío en esta lengua. Es la única inscripción monumental aqueménida conocida sobre la restauración del Imperio Persa por este monarca. Este monumento atestigua los intercambios recíprocos entre las culturas que influyeron en el desarrollo del arte monumental y la escritura en el territorio del Imperio Persa. En Behistún se conservan también vestigios del periodo medo (siglos VIII a VII a.C.), del aqueménida (siglos VI a IV a.C.) y de épocas posteriores.


Como siempre, para saber más, podéis empezar por la wikipedia, con el artículo dedicado a este lugar.

En la revista digital La Crisis de la Historia encontramos un artículo dedicado a “La inscripción de Behistún”, muy completito, porque nos habla del imperio aqueménida y Darío I.

Como curiosidad, hay un blog dedicado al imperio persa aqueménida y también habla de esta inscripción. 

viernes, 30 de diciembre de 2016

#5 Las uvas de la ira


Henry Fonda como Tom Joad
Trailer de la producción de Darryl F. Zanuck
Via Wikimedia Commons






The Grapes of Wrath

Autor: John Steinbeck

Fecha de publicación: 1939


Igual no sabemos ya quiénes son los buenos y los malos, pero sí que está claro quiénes son las víctimas.


Aunque está ambientada en la época de la Gran Depresión norteamericana, Las uvas de la ira es una historia extrapolable prácticamente a cualquier lugar y momento de la historia. Hoy mismo, no es difícil ver el rostro de Tom Joad y su familia en tantos y tantos migrantes que sólo quieren algo mejor para ellos y sus familias.

El argumento es, básicamente, el siguiente: una familia granjera de Oklahoma, a la que la sequía y los bancos han privado de su medio de vida, decide emprender camino a California. Creen que allá podrán ganarse la vida dignamente pero claro, al final del camino descubren que tampoco allí se atan los perros con longanizas.

Es una historia impresionante, de aquella época en la que los libros que creaban polémica, que se discutían y hacían reflexionar eran los que trataban temas trascendentes, de su misma realidad cotidiana. Ahora, es verdad, para saber de estas cosas tenemos la tele, pero el drama de un niño muerto en las costas del Mediterráneo, o la brutal matanza de civiles en Alepo impresiona durante,… ¿medio minuto? Antes de pasar a hablar de si CR entrenó o no.

La novela plantea cosas como el hambre, la desesperación, qué hacer cuando no eres tú solo, sino que de ti dependen tus mayores, tus hijos, y no hay nada que puedas hacer para sacarlos adelante. O lo que intentas no da el fruto esperado. O te humillan simplemente por ser pobre y estar necesitado. ¿Es posible conservar algún rastro de dignidad humana en todo esto?

Claro que fue polémico. Y sigue siendo incómodo. Para aquellos que explotan a los demás. O a los que se piensan que si estás en paro es por tu culpa. Porque puedes acabar preguntándote, también, si ese sufrimiento ajeno que te golpea como un puño en el estómago no será también, en alguna medida, responsabilidad tuya.

El único problema que le veo a este libro, desde la perspectiva actual, es que es un tocho demasiado minucioso a la hora de describir las cosas, en lugar de centrarse sólo en la peripecia de los personajes. Se le ve el esfuerzo de hacer una “gran novela americana” (ese animal mítico que siempre me ha sonado aspiración pretenciosa) que ponga en pie todo un mundo, toda una sociedad, y eso puede dar lugar a digresiones que acaban cortando un poco el interés dramático de la historia.

Vamos, que aunque algún letraherido me fusile al amanecer, si prefieres ver la peli de John Ford en lugar de leerte el libro, tampoco me extrañaría.

La cosa es que esta novela le valió a su autor el Nobel. Leo en la wiki en inglés que, en 1998, la Modern Library la puso la décima entre sus cien mejores novelas en inglés del siglo XX; en 1999 fue el periódico Le Monde quien la colocó en el puesto séptimo de su lista de los cien mejores libros del siglo XX. En The Big Read, una encuesta de la BBC hecha en 2003, esta novela alcanzó el número 29 entre “las novelas más apreciadas de la nación”. En 2005 la revista Time la incluyó en su lista de las cien mejores novelas en inglés de 1923 a 2005. Y, por último, también estuvo en las “cien novelas que todos deben leer”, del Daily Telegraph, 2009. Así que como está en tantas listas, ¿cómo no la voy a meter yo en la mía?

jueves, 29 de diciembre de 2016

#11 Naqsh-e Rostam


Vista panorámica (2010)
Por el usuario Ggia [CC BY-SA 3.0]
Via Wikimedia Commons
Tipo de construcción: tumbas rupestres 
Época: 522-330 a. C. 
Lugar: provincia de Fars, Irán

El pasado llega a nosotros en un monumento impresionante.

Voy a dedicar en los próximos días varios artículos a descubrir joyas del Irán preislámico.

Naqsh-e Rostam (también puede verse transliterado el nombre de otras formas,  Nakshé-Rustem, Nache-Rustem, Naqš-i Rustam, Naqš-i Rustam) es una pared de roca en la que se contiene, en lo alto, en la mitad de la pared, las tumbas de grandes reyes aqueménidas, un tipo de construcción análogo a los hipogeos egipcios. Se ha señalado que esta influencia egipcia pone de manifiesto las intensas relaciones de los pueblos que daban al Mediterráneo.

Alrededor de la entrada al hipogeo se tallaron, en forma de cruz, relieves con la representación del emperador y sus pueblos, ensalzados con algunos elementos arquitectónicos como columnas adosadas e inscripciones. Son las tumbas de Darío I (la única que se puede identificar con seguridad, ya que lo dice la inscripción), Jerjes I, Artajerjes I y Darío II.

En la parte inferior, están bajorrelieves de una época posterior, sasánida. Su nombre procede precisamente de que uno de ellos se identificó por la población local como el héroe épico persa Rostam o Rustam.

Para que nos entendamos. Esquema muy básico de la historia persa antigua: los aqueménidas y los sasánidas, con los partos en medio. De los aqueménidas nos habla Heródoto, son los que se enfrentaron a los griegos en las guerras médicas. Los partos fueron los oponentes del Imperio romano, los que por ejemplo acabaron con Craso en la batalla de Carras. Y los sasánidas coexistieron con el Imperio bizantino y vieron su fin cuando el Islam alcanzó, en su expansión, las mesetas iraníes.

Irán, la antigua Persia, es un país con una herencia cultural impresionante. Como ocurre con Turquía, o los países de Asia central, el que la religión predominante sea el Islam no significa que sean árabes. No lo son, ni geográfica ni culturalmente ni (sea lo que sea una etnia) étnicamente. El mundo es mucho más rico y complejo que lo que pretenden los ignorantes.

Como siempre, para saber más, podéis empezar por la wikipedia, con el artículo dedicado a este lugar. Hay un artículo dedicado a “Naqsh-e Rostam, el Valle de los Reyes iraní” en el National Geographic España. Finalmente, tenemos la página web Ancient Origins, cuyas magufadas no la hacen muy recomendable, pero contiene un artículo muy cuco y detallado sobre estas tumbas.

miércoles, 28 de diciembre de 2016

#11 Scheherezade



Scheherezade (Шехеразада), op. 35
Retrato del compositor Nikolái Rimski-Kórsakov (1898)
Por Valentín Aleksándrovich Serov
Galería Tretiakov
via Wikimedia Commons




Compositor: Nikolái Rimski-Kórsakov 
Fecha de la composición: 1888


Un toque oriental en el corazón de la música rusa.

En esta lista de cien mejores composiciones de música clásica sólo incluyo una de Rimski-Kórsakov, esta suite orquestal plena de fantasía y color, en la que el compositor recrea pasajes de Las mil y una noches. Posiblemente sea su obra maestra sin paliativos.

Tampoco es que pretenda ser una música programática. Le puso títulos a cada uno de los cuatro movimientos, luego los quitó, pero al final todo el mundo los utiliza: "El mar y el barco de Simbad" es el primero.

Es una de esas composiciones fácilmente reconocibles, que te deja volar la imaginación, te arrebata con su entusiasmo.

Rimski-Kórsakov fue un compositor prácticamente autodidacta. Su familia le mandó a una academia naval siendo casi un niño, porque quería que fuese oficial de la marina imperial rusa. Como esto de la música le apasionaba, estudió por su cuenta y hasta llegó a ser director del conservatorio de San Petersburgo sin tener ningún título. Ya les vale, ¡un cargo por sus propios méritos! ¿Dónde se vio? Bueno, pues a veces pasa.

Quizá esa ausencia de formación académica le ayudó a no cerrar la mente a las músicas más ligeras, como el folclore del país, y esto ayuda a que introduzca en sus composiciones clásicas melodías más populares, más alegres, pegadizas, en suma.

Como no incluyo más obras de este autor entre las "Cien de música clásica", se le puede seguir escuchando con otras dos obras orquestales: Capricho español (1887, también nosotros éramos exóticos para ellos) y la Obertura de la gran Pascua rusa (1887-88).

Para saber más, la wikipedia. Si ponéis en You Tube “Scheherezade Rimski-Korsakov” aparecen unas cuantas interpretaciones. Por poner una, aquí está el enlace a una interpretación del festival de Salzburgo 2005, con la Filarmónica de Viena dirigida por Valeri Guérguiev, ese director tan bueno que siempre parece que necesita un afeitado.

A la hora de elegir una grabación para nuestra discoteca, creo que no hay duda de que la dirigida por sir Thomas Beecham con la Real Orquesta Filarmónica para la EMI es una de las mejores. Le ponen un rosetón en la guía Penguin de música clásica. Además, viene acompañada por las Danzas polovtsianas de Borodín.