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sábado, 6 de julio de 2019

#5 Modelo de carro del Oxus






Objeto: ¿juguete, exvoto?
Material: oro
Fecha: siglos V-VI a. C.
Lugar actual: Museo Británico (Londres)
Época: Aqueménida


De origen un poco novelesco…

La historia de cómo llegó a conocerse esta pieza, junto con las demás que constituyen el llamado tesoro del Oxus, es tan de película que hay quien dice que es precisamente eso: un cuento chino ideado para enmascarar algún saqueo, o algo peor, hasta unas falsificaciones.

En un momento de lucha, en mitad de la Segunda guerra anglo-afgana (1878-1880)... que no fue más que un episodio del Gran juego entre Rusia y Reino Unido por el control de Asia central... aparecen unos comerciantes de Bujará, que pretenden llegar a la India.

Parece que sus mercancías no son cosa de gran valor, pero todo es disimulo. Llevan consigo un auténtico tesoro con piezas de oro y plata. De repente, cerca del paso del Jíber, unos bandidos los atacan. Un criado pudo escapar y pedir ayuda a las autoridades británicas. Inmediatamente se embarcan en una operación de rescate y acaban encontrando en una cueva en las montañas, a los bandidos, los comerciantes y el tesoro, justo cuando los delincuentes estaban ocupados discutiendo entre ellos por el botín.

El ejército inglés los rescató y los comerciantes pudieron vender las piezas de su tesoro por los bazares de la India. Con el tiempo, un coleccionista británico, Sir Augustus Wollaston Franks, fue comprando estas piezas y acabó legándolas, en 1897, al Museo Británico. Allí se expone, actualmente, el conjunto llamado tesoro del Oxus, entre los cuales se puede ver este carro en miniatura.

El carro está labrado en oro. Tiene unos veinte centímetros de largo, 7,5 cm de alto y un peso de 75,5 gramos.

Como se ve, representa un carro tirado por cuatro caballos, bastante pequeños. Les faltan unas cuantas patas, solo se pueden contar nueve. El carro está abierto por detrás. Dos personas viajan en él: el auriga y un pasajero de calidad, quizá un sátrapa persa de visita por las provincias. Ambos llevan torques.

Hay una partición longitudinal que posiblemente fuera un asiento.

La parte delantera del carro es ancha por arriba y estrecha por abajo. Hay dos bandas incisas en cruz, probablemente representando puntales de refuerzo en diagonal. Estas bandas están decoradas con triángulos y en la intersección aparece representado un dios egipcio, Bes. El suelo del carro tiene un entramado que quizá representa correas entrelazadas. Las dos grandes ruedas tienen nueve radios y están hechas de tal forma que, en el pasado, debieron poder girar. Todo su diámetro está recubierto por bolitas.

Posiblemente fuera un exvoto, una especie de ofrenda a un templo, de donde fue cogido, o saqueado en el siglo XIX. También podría ser simplemente algún juguete, si consideramos que Bes era una deidad que se suponía protegía a los jóvenes, como atestiguan muchos amuletos encontrados por todo el territorio que en su tiempo formó parte del imperio persa.

Si nos fijamos en el contexto histórico, es verdaderamente complejo. Se supone que se encontró en algún lugar en las orillas del Oxus, hoy conocido como Amu Daria, en Asia central, una zona que se conocía como la Bactriana. Todavía hoy es zona fronteriza, entre Afganistán, Tayikistán, Turkmenistán...

Era una de las satrapías del imperio persa de la Antigüedad, que llegó a extenderse desde Turquía y Egipto en el Oeste hasta el límite con la India en el Este. Como entidad política, se distinguió por respetar las creencias y la organización propia de cada uno de los territorios conquistados, siempre que respetaran la autoridad del rey de Reyes y le pagaran los impuestos debidos.

Es uno de esos artefactos que conocí gracias al programa A history of the world in a hundred objects. Hablan precisamente de esa característica del imperio persa. Cuando conquistaron Babilonia, por ejemplo, liberaron a los judíos, y por eso se habla de ellos tan bien en la Biblia. Integraban a los diversos pueblos de su territorio. En el capítulo dedicado a este carro lo ponen como ejemplo de diversidad: el carro es persa (muy parecido a los representados en la Apadana de Persépolis o en el carro de Darío del mosaico de Issos), la ropa que llevan las figurillas son típicas de los medos, y el dios representado, egipcio.

Otra de las piezas del tesoro, un brazalete con ese motivo tan
persa de animales enfrentados. Ha perdido los esmaltes y las
piedras preciosas incrustadas


También recuerdan que era un imperio muy bien comunicado, con una red de carreteras y mensajeros envidiable.

En realidad, es algo muy propio de los imperios (hasta el imperialismo europeo del siglo XIX, que era otra cosa, más colonialismo que otra cosa): integrar bajo un solo poder personas diversas, sin pretender uniformidad, pero sin poner en peligro la autoridad. Para ello hacía falta unas buenas comunicaciones que conectaran el poder central con la periferia, vías seguras que permitieran el comercio, el intercambio de mercancías y personas, a grandes distancias. Que el comercio, en definitiva, es motor de riqueza. Es algo que de una u otra forma se ve también en el imperio romano y en español, por ejemplo.

El arte aqueménida es un claro reflejo de estas influencias del Este y del Oeste, de mezcla de muchos elementos. Su orfebrería era, simplemente, espectacular. Se cree que fueron tan buenos que llegaron a la producción en serie de este tipo de pequeños objetos en metales preciosos como los que forman el tesoro del Oxus. Así que el objeto en sí bien pudo haberse elaborado en un lugar tan alejado de su hallazgo como por ejemplo los talleres de orfebrería de Susa o Persépolis. Ya sabemos que el hecho de encontrar un determinado objeto en un lugar no significa que fuera realizado allí, sino que pudo llegar de muchas maneras.

Siempre me han fascinado las organizaciones políticas que, como el imperio aqueménida, eran capaces de integrar a gente muy diversa, primero por conquista claro, pero luego en pacífica coexistencia para crear riqueza. Un imperio no se aguanta si solo se basa en la fuerza. Tiene que haber ventajas materiales para todos los que están bajo la égida unificada de un rey de reyes.

¿De dónde proviene este objeto, en realidad? No se sabe. De algún lugar en la ribera norte del Amu Daria. Se ha teorizado que pudo venir de Takht-i Kuwad, en lo que hoy es Tayikistán. Eso es, al menos, lo que decía la primera noticia del hallazgo, publicada en un periódico ruso en 1880: que el tesoro se había encontrado en las ruinas de ese antiguo fuerte y vendido a comerciantes de la India. Otros indican que pudieron provenir del templo de Takht-i Sangun. Y hasta quien contó que se encontró simplemente en el lecho del río. De algún modo, los lugareños se hicieron con estas valiosas piezas de orfebrería y se las vendieron después a los comerciantes del emirato de Bujará. Que tuvieron aquel episodio tan novelesco (o no) a finales del siglo XIX...

Como siempre, salvo otra indicación, las imágenes proceden de Wikimedia Commons.

jueves, 5 de enero de 2017

#13 Persépolis


Puerta de Jerjes, en el palacio de Persépolis.
Autor: ahura_ (2011) [CC BY 3.0]
Via Wikimedia Commons



Tipo de construcción: complejo palaciego
Época: 518-330 a. C.
Lugar: provincia de Fars, Irán


La capital imperial de los persas.


Los persas dominaron el territorio de las mesetas iraníes, desde Mesopotamia hasta el Indo. Ya he señalado que su primer gran imperio fue el aqueménida, entre el 560 y el 331 a. C. Alejandro Magno le dio la puntilla cuando tomó Persépolis y la saqueó, quemando de paso el palacio del Gran Rey.

El arte de este imperio se manifiesta, sobre todo, en tumbas y palacios. De tumbas ya vimos un ejemplo con Naqsh-e Rostam, con los hipogeos de varios reyes persas; hay otro modelo funerario, que es la tumba de Ciro en Pasargada, en forma de edículo.

Pero característicos son también sus palacios, que construyeron en piedra y ladrillo, sobre terrazas. Las cubiertas eran de madera. Te puedes imaginar una llanura inmensa y allá en lo alto, el palacio imperial. La ideología de esta arquitectura es evidente: impresionar con la grandeza imperial.

Mezclaban elementos que habían tomado de otras culturas con las que entraron en contacto. De los egipcios tomaron, por ejemplo, las salas hipóstilas, las puertas adinteladas estaban rematadas como pilonos egipcios (gola egipcia); de los griegos de Asia Menor, las volutas que encontramos, en doble fila, en sus capiteles; de los asirios, los monstruos alados que se pueden ver en las puertas, si bien ellos tienen cuatro patas, y no cinco como sus precedentes. 

A diferencia de sus predecesores egipcios y mesopotámicos, estas dependencias tenían ventanas. Una característica muy llamativa son las grandes salas o apadanas, donde se celebraban recepciones. Llegaban a caber diez mil personas, todas homenajeando al rey.

Se puede uno hacer a la idea con los relieves que aún se conservan, tallados en las paredes, por ejemplo en las rampas de subida, y que contienen procesiones de guerreros o de vasallos del Gran Rey.

Fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 1979, y en su página web lo describen así:


Capital del imperio aqueménida fundada por Darío I en el año 518 a.C., Persépolis fue construida sobre una inmensa terraza, natural y artificial a la vez, en la que el rey de reyes erigió un espléndido conjunto palacial de proporciones colosales inspirado en los modelos mesopotámicos. Este sitio arqueológico es único en su género por la cantidad y la calidad de los vestigios monumentales que posee.


Como siempre, para saber más, podéis empezar por la wikipedia, con el artículo dedicado a este lugar.

National Geographic dedicó un reportaje a Persépolis, “La fastuosa capital del imperio persa”

Y hay una página en la que se puede ver una reconstrucción de Persépolis en 3D.

sábado, 31 de diciembre de 2016

#12 Behistún



Inscripción de Behistún datada h. 520 a. C. en Persia.
Foto de Hamidreza Sorouri (2015) / Persian Dutch Network
[CC BY-SA 4.0]
Via Wikimedia Commons







Tipo de construcción: bajorrelieve en roca
Época: 521 a. C.
Lugar: provincia de Kermanshah, Irán

La piedra Rosetta de Oriente Medio

Ya comenté que iba a hacer varios artículos sobre el Irán preislámico. Hoy toca hablar de la inscripción de Behistún, que está en el oeste del país.

De nuevo, tenemos la pared de un acantilado y, en ella, se pusieron a tallar una inscripción y un bajorrelieve. La inscripción es un mismo texto en tres idiomas: persa antiguo, elamita y babilonio. Así, si sabes uno de ellos, puedes descifrar los otros dos.

A la inscripción le acompaña un bajorrelieve protagonizado por el rey Darío I, acompañado de dos sirvientes y diez figuras que representan los pueblos conquistados. El dios Ahura Mazda bendice al rey, flotando por encima.

Dos curiosidades, una infrecuente y la otra indignante. La primera, que la barba de Darío se la añadieron después, mediante un bloque de piedra que unieron con pernos de hierro y plomo. La otra, que los soldados ingleses usaron esta inscripción para prácticas de tiro durante la Segunda Guerra Mundial. Durante dos mil quinientos años fue respetado por todos los pueblos que pasaron por allí y tuvieron que venir esos bárbaros a destrozarle la cara a Ahura Mazda.

Fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 2006. En la página web de la Unesco lo describen así:


El sitio de Behistún está situado al borde una antigua ruta comercial que unía el altiplano iraní con Mesopotamia y conserva vestigios arqueológicos que van desde los tiempos prehistóricos hasta la época de los iljánidas, pasando por los periodos de dominación de medos, aqueménidas y sasánidas. El monumento principal de este sitio arqueológico es el bajorrelieve con inscripciones cuneiformes que ordenó ejecutar Darío I el Grande, cuando accedió al trono del Imperio Persa el año 521 a.C. En el bajorrelieve se presenta a Darío con un arco, símbolo de la soberanía, hollando el pecho de un personaje que yace de espaldas delante de él. Según la leyenda, el personaje es Gaumata, el mago medo pretendiente al trono persa que Darío asesinó, abriéndose así paso hacia el poder. Debajo del bajorrelieve, y a su alrededor, hay una inscripción de unas 1.200 líneas que relata la historia de las batallas libradas por Darío en los años 521 y 520 a.C. contra los sátrapas que intentaron desmembrar el imperio fundado por Ciro el Grande. La inscripción está redactada en tres lenguas: elamita, babilonio y persa antiguo. El texto más antiguo es el elamita, que refiere una serie de leyendas sobre el rey y las rebeliones que aplastó. El texto en babilonio narra leyendas análogas. La última parte de la inscripción, redactada en persa antiguo, es especialmente importante, porque es la primera vez que se hace mención a la gesta de Darío en esta lengua. Es la única inscripción monumental aqueménida conocida sobre la restauración del Imperio Persa por este monarca. Este monumento atestigua los intercambios recíprocos entre las culturas que influyeron en el desarrollo del arte monumental y la escritura en el territorio del Imperio Persa. En Behistún se conservan también vestigios del periodo medo (siglos VIII a VII a.C.), del aqueménida (siglos VI a IV a.C.) y de épocas posteriores.


Como siempre, para saber más, podéis empezar por la wikipedia, con el artículo dedicado a este lugar.

En la revista digital La Crisis de la Historia encontramos un artículo dedicado a “La inscripción de Behistún”, muy completito, porque nos habla del imperio aqueménida y Darío I.

Como curiosidad, hay un blog dedicado al imperio persa aqueménida y también habla de esta inscripción. 

jueves, 29 de diciembre de 2016

#11 Naqsh-e Rostam


Vista panorámica (2010)
Por el usuario Ggia [CC BY-SA 3.0]
Via Wikimedia Commons
Tipo de construcción: tumbas rupestres 
Época: 522-330 a. C. 
Lugar: provincia de Fars, Irán

El pasado llega a nosotros en un monumento impresionante.

Voy a dedicar en los próximos días varios artículos a descubrir joyas del Irán preislámico.

Naqsh-e Rostam (también puede verse transliterado el nombre de otras formas,  Nakshé-Rustem, Nache-Rustem, Naqš-i Rustam, Naqš-i Rustam) es una pared de roca en la que se contiene, en lo alto, en la mitad de la pared, las tumbas de grandes reyes aqueménidas, un tipo de construcción análogo a los hipogeos egipcios. Se ha señalado que esta influencia egipcia pone de manifiesto las intensas relaciones de los pueblos que daban al Mediterráneo.

Alrededor de la entrada al hipogeo se tallaron, en forma de cruz, relieves con la representación del emperador y sus pueblos, ensalzados con algunos elementos arquitectónicos como columnas adosadas e inscripciones. Son las tumbas de Darío I (la única que se puede identificar con seguridad, ya que lo dice la inscripción), Jerjes I, Artajerjes I y Darío II.

En la parte inferior, están bajorrelieves de una época posterior, sasánida. Su nombre procede precisamente de que uno de ellos se identificó por la población local como el héroe épico persa Rostam o Rustam.

Para que nos entendamos. Esquema muy básico de la historia persa antigua: los aqueménidas y los sasánidas, con los partos en medio. De los aqueménidas nos habla Heródoto, son los que se enfrentaron a los griegos en las guerras médicas. Los partos fueron los oponentes del Imperio romano, los que por ejemplo acabaron con Craso en la batalla de Carras. Y los sasánidas coexistieron con el Imperio bizantino y vieron su fin cuando el Islam alcanzó, en su expansión, las mesetas iraníes.

Irán, la antigua Persia, es un país con una herencia cultural impresionante. Como ocurre con Turquía, o los países de Asia central, el que la religión predominante sea el Islam no significa que sean árabes. No lo son, ni geográfica ni culturalmente ni (sea lo que sea una etnia) étnicamente. El mundo es mucho más rico y complejo que lo que pretenden los ignorantes.

Como siempre, para saber más, podéis empezar por la wikipedia, con el artículo dedicado a este lugar. Hay un artículo dedicado a “Naqsh-e Rostam, el Valle de los Reyes iraní” en el National Geographic España. Finalmente, tenemos la página web Ancient Origins, cuyas magufadas no la hacen muy recomendable, pero contiene un artículo muy cuco y detallado sobre estas tumbas.

sábado, 8 de octubre de 2016

#8 Friso de los arqueros


Jastrow (2005) [Dominio público]
via Wikimedia Commons


Ubicación: Museo del Louvre
Fecha: h. 510 a. C.  
Estilo: Arte aqueménida


El arte persa constituye una de las grandes tradiciones del Asia Occidental. Se desarrolló en el territorio actual de Irán, y las zonas de influencia cercanas. En la época preislámica se distinguen dos grandes momentos artísticos: el del imperio aqueménida (Darío, Jerjes y compañía a. C.) y el sasánida (Sápor et alii, d. C.).

Del arte sasánida, posterior, ya vimos aquí un ejemplo de sus espléndidas telas. Ahora daremos un paso atrás para empezar a hablar de la época aqueménida. En los grandes palacios descubiertos, tenían decoración en bajorrelieve en las paredes. La más célebre es posiblemente este Friso de los Arqueros o de los Inmortales descubierto en el palacio de Susa.

Como su nombre indica, representa a los arqueros reales, un cuerpo de élite de diez mil soldados a los que se les llamaba los Inmortales, porque mantenían su número constante, siendo rápidamente reemplazadas las bajas. Sí, ya sabéis, aquéllos cuyas flechas se disparaban tan apretadamente que tapaban el sol (y los espartanos contestaron, entonces, que combatirían a la sombra, y no, no es invento de guión hollywoodiense, ya viene en Heródoto).

El palacio de Susa, del que este friso fue tomado y llevado al Louvre por los franceses, fue la segunda capital del imperio aqueménida, después de Pasargada y antes de Persépolis. Allí Darío I (522-486 a. C.) hizo construir un palacio.

Se les representa en hileras, uno detrás de otro, con un tamaño aproximado de metro y medio. Muy bien vestidos, atildaditos y enjoyados, lucen su armamento propio: arco y carcaj a la espalda, y lanza en mano, como si fuera un desfile y estuvieran saludando.

Uno de los atractivos de esta obra es que no es directamente relieve tallado sobre piedra, sino que está realizado en esmaltado sobre ladrillo. Naranjas, verdes, azules,… colores espléndidos que nos recuerdan a modelos mesopotámicos previos, como la Puerta de Isthar de Babilonia. Y no es casual, pues al parecer fueron artistas de esa procedencia los que se encargaron de esta decoración del palacio real.

Para saber más, tenemos los artículos de Historia del Arte.us, ArteHistoria (muy breve) y de Akrópolis, página dedicada a la Historia Antigua, y que en este artículo no sólo trata del friso, sino que también habla de la figura de Darío I.