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miércoles, 29 de enero de 2020

#39 El monje Muchaku

Muchaku (detalle) por Unkei (Kofuku-ji, Nara)
Vía Wikimedia Commons



Ubicación: Konfuku-ji, Nara
Fecha: h. 1208
Época: Arte japonés de la era Kamakura






Simplemente, espectacular 



La última vez que este blog se pasó por Japón, fue para hablar de la Antigua Nara, y las edificaciones del siglo VIII. A aquella época Nara le sucedieron otros períodos, hasta llegar, a finales del siglo XII, al período Kamakura.

Este período Kamakura (鎌倉時代, Kamakura jidai) se desarrolló entre el año 1185 y el 1333. Marcó el principio de los gobiernos militares o shogunato; es entonces cuando emergió la casta guerrera de los samurái, y el feudalismo se estableció en Japón.

Del arte de esta época destaca la fabulosa escultura realista de la cual Unkei es uno de sus más excelsos modelos. Si durante períodos anteriores, la escultura tendía a representar dioses, y más bien idealizados, ahora se tiende a representar personas, sobre todo monjes.
Otro detalle de la escultura del monje Muchaku

 
El estilo realista pone de manifiesto que son auténticos retratos, como ocurría con las esculturas del período republicano en la Antigua Roma, por ejemplo. Así, personas que vivieron hace ochocientos años en Nara se nos presentan cercanos, inmediatos, con su serenidad de monjes, quizá una sonrisa, los rostros cansados o iluminados por el trabajo bien hecho y el amor a la humanidad.

No solo hay individualismo en lo representado, sino que se empiezan a distinguir también artistas en concreto, con su propia personalidad, originales. Las más importantes esculturas surgieron en Nara y, dentro de sus escuelas, destacó la de Kokei. El más famoso escultor del período posiblemente sea el hijo de Kokei, llamado Unkei.

Floreció entre los años 1175 y 1218. Estas figuras de monjes que talló son realistas y dignas, lo cual concede un aire de majestuosidad y de serenidad innegables. He escogido la que posiblemente sea una de sus obras cumbres, junto a la del monje Seshin. Se conservan en el Kofuku-ji de Nara. Están datadas mediante una inscripción en lo que sería nuestro año 1208. Se supone que representan a dos monjes budistas hindúes, pero nada indio hay en ellas, sino que se los representa como contemporáneos del autor.

La escultura de este período lo descubrí gracias al tomo XVI de la antología Summa Artis (Espasa Calpe) en un capítulo extraído del Tomo XXI original, «El arte de Japón») y en ella, al hablar de las esculturas de los monjes Muchaku y Seshin, se dice:

Ambas figuras marcan la cumbre de la escultura-retrato en el Japón. No sólo los rostros, sino todo el conjunto de los hábitos está realizado con el mismo sentido naturalístico y real: los pliegues caen de modo sencillo y sugerente; los paños se cruzan sin esfuerzo, como si la madera se hubiera hecho blanda y dócil a la caída de la tela. La expresión del rostro en las dos imágenes es inefable: a través de los ojos ya cansados, de los pómulos salientes y de los labios cerrados aparece una intensa actitud interior.

Considera que el rostro de Muchaku, expresiva de su inmensa compasión hacia la humanidad, es la obra maestra del escultor Unkei. 

De esta misma época es otra obra, la estatua del monje Chogen, que se guarda en otro templo de Nara, el Todai-ji. Su anónimo autor se considera que se debió relacionar con la escuela Shichijo, a la que perteneció Unkei. No me resisto a dejar aquí este otro retrato de monje, ya anciano, al final de su vida, después de haber recorrido incansablemente los caminos de China y Japón. Es uno de los rostros de ancianos más potentes de toda la historia de la escultura.
 
Monje Chogen, por escultor anónimo (Todai-ji, 1206)

Esta vez no os voy a poner enlaces con la Wikipedia, porque no hay artículos que me parezcan valiosos en relación con estas obras. Prefiero esta entrada del blog «Japón, cultura y arte», dedicada a la escultura budista japonesa. 
Y este interesantísimo artículo que relaciona la escultura de esta época con laimaginería española del Barroco y es que sí, son el mismo tipo de tallas religiosas y realistas aunque claro, las japonesas son de tres siglos antes.
 Como al hablar de la Antigua Nara destaqué el Todai-ji, hoy os pongo un enlace con el templo en el que están las esculturas de Unkei, el Kofuku-ji. Por si queréis pasar unos minutos ensimismados en un entorno precioso.

domingo, 11 de febrero de 2018

#34 Antigua Nara

Pabellón del Daibutsu-den, en el Todaj-ji (745-752)
Por Bobak (2006)
[CC BY-SA 2.5], Via Wikimedia Commons



Tipo de construcción: templos, palacio
Época: 710-784
Lugar: Nara, Japón


La primera capital del Imperio japonés


Hasta la fecha, Japón solo ha estado presente aquí con un par de películas. Ahora toca hablar de su paso a la historia, con los monumentos, hoy patrimonio de la humanidad, que se conservan en su primera capital, Nara, en la prefectura homónima.

Habitada ya en tiempos prehistóricos, de lo que es buena prueba la estupenda cerámica Jomon, la unificación de todas estas islas bajo un solo poder se produjo a mediados del siglo IV.

La verdadera entrada en la Historia ocurrió cuando empezó a haber textos propios, en el siglo VIII. Los So-ga ganaron una guerra civil que permitió superar el período Yamato y adoptar aspectos de un Imperio parecido al chino. Ante todo, fue la adopción del budismo por las grandes familias lo que determinó el paso de un modelo al otro. Se potenció el poder del soberano, se dotó al Estado de leyes, en las que por ejemplo los arrozales pasaron a ser propiedad pública. Es entonces cuando se elaboraron por primera vez censos fiables, se recaudaron impuestos de manera más o menos organizada y se instauró un servicio militar que, sin embargo, podía ser eludido si se tenía dinero suficiente.

El soberano se dotó de una corte de nobles, de todo un cuerpo funcionarial que administraba sus territorios y, finalmente, fijó una capital de la que emanaba su poder: la ciudad de Nara, de ahí que se conozca a este siglo VIII como el período Nara o Na-Ra.

La capital se construyó con rapidez, entre el año 705 y el 712. Se erigió sobre un plano rectangular, con calles en cuadrícula. Gracias a la decidida acción del Estado y de las grandes familias aristocráticas, aparecieron los palacios y los templos.

Como todas las capitales de imperios, a través de una arquitectura imponente, que dejara debidamente impresionados a sus súbditos, se ofrecía un relato de poder imperial, estrechamente relacionado con el religioso.

Aquí es donde entran las edificaciones que se han conservado, en su mayor parte templos budistas, aunque no faltan un palacio, un santuario sintoísta (Kasuga-taisha) e incluso un bosque primigenio junto a este último, llamado Kasugayama, en donde perderse en la estática contemplación de la naturaleza aparentemente intacta.

De todos los elementos, destaco el más importante de los templos, el conjunto Todai-ji (東大寺). Fue construido a expensas del Estado entre 745 y 752 por orden del emperador Shomu para la secta Kegon.  En esta construcción es evidente la influencia de la arquitectura china de la dinastía Tang.

En su Sala del Gran Buda (大仏殿 Daibutsu-den) alberga la estatua de bronce más grande del mundo del Buda Vairocana (en sánscrito) o Rushana (la transliteración local), conocido en japonés como Daibutsu (大仏). Se realizó en cobre y se revistió en oro. Costó cinco años de trabajo y mucho dinero. Este «gran sol» o la «gran luz» sería el origen de todo el universo, cuya unidad simboliza, y lógicamente venía bien al interés político del emperador relacionarse con esta gran potencia. Por eso el Estado abonó esta construcción, y el emperador Shomu lo inauguró.

Poder político y religión se usaban mutuamente. Pero, lejos de la corte, el pueblo no se vio muy impresionado por el budismo y siguieron siendo fieles a las enseñanzas del sintoísmo, al Kami y a la patria.

Al final, viendo el poder que había alcanzado la clase sacerdotal, el emperador Kanmu o Kemmu, que subió al trono en 781, trasladó la capital más al norte, a Hei-An, prohibiendo que se moviera también el monasterio Kegon. Así se pudo independizar un tanto de la influencia de los religiosos budistas, aunque a costa de perder un tanto de poder espiritual.

Los monumentos de la antigua Nara fueron proclamados Patrimonio de la Humanidad en 1998 y en su página web la Unesco describe así este lugar:

Nara fue la capital de Japón entre los años 710 y 784, época en la que la consolidación de la estructura del gobierno nacional dio una gran prosperidad a la ciudad, haciendo de ella el foco de la cultura japonesa. Sus templos budistas y santuarios sintoístas, así como los vestigios del palacio imperial, son monumentos históricos que ofrecen una vívida imagen de lo que fue la capital del Japón en el siglo VIII, un periodo de hondos cambios políticos y culturales.

Como siempre, para saber más, podéis empezar por la wikipediaTenemos el artículo Nara en la página de la Oficina Nacional de Turismo de Japón, en español. En National Geographic España hay fotos preciosas en el artículo «Ciudades imperiales de Japón».