martes, 13 de febrero de 2018

#21 Concierto para piano en Do mayor n.º 21, K. 467

Retrato de familia: Maria Anna («Nannerl») Mozart, su hermano Wolfgang, su madre Anna Maria (medallón) y el padre, Leopold Mozart
Por Johann Nepomuk della Croce h. 1780
[Dominio público], via Wikimedia Commons

Compositor: Wolfgang Amadeus Mozart
Estreno: Viena, 9 de marzo de 1785


Posiblemente, el concierto para piano más conocido de Mozart, una auténtica obra maestra llena de encanto, fuerza y equilibrio.


1785 fue un año de gracia para la producción concertística de Mozart. Vieron a la luz en poco tiempo tres magníficos conciertos para piano, conocidos con el K. 466 (en re menor), éste y el K. 488 (en La mayor). Es el mismo año del precioso lied «La Violeta», y de su Música funeral masónica.

Y con sólo 29 años.

Claro que decidme un año en su corta vida que no produjera algo magnífico.

Creo que este concierto gusta especialmente porque es más equilibrado, más neoclásico, sin esas insinuaciones románticas de los otros que los puede hacer un poco irregulares.

Según Hutchins, es más «uniforme y completo». Pero eso, el que sea medido, armonioso, no significa en absoluto que le falte el sentimiento. Este siempre está en primer plano, en las melodías que te llevan de la alegría a la reflexión, al encanto,… todo de una manera francamente maravillosa.

Para el año 1785, Mozart vivía ya en Viena. Era más famoso como intérprete que como compositor. Daba estos conciertos por suscripción, y así se ganaba la vida como podía, con conciertos públicos, actuaciones en el teatro, giras,… Aunque tenía gran éxito de público, y gracias a ello ganaba dinero, como cuenta el padre Leopoldo (que por entonces estaba en Viena con él) a Nannerl en sus cartas, tanto ajetreo le parecía excesivo al padre (pág. 513 de Poggi y Vallora, Mozart. Repertorio completo):

A veces deseo vivamente que terminen de una vez todas estas academias… Desde que estoy aquí, el fortepiano de cola de tu hermano ha sido transportado ya al menos una docena de veces de su casa al teatro y viceversa.

En La discoteca ideal de música clásica, de Kenneth y Valerie McLeish, Enciclopedias Planeta, 1996, describen este concierto de la siguiente manera:

En el n.º 21 –apodado «Elvira Madigan», no en época de Mozart sino después de que un film utilizara como banda sonora su movimiento lento– el primer movimiento es jovial y con aire de marcha, el movimiento lento traza una melodía apacible y ascendente sobre un acompañamiento de pizzicati de las cuerdas, y el final es un dicharachero rondó con media docena de temas, cada uno superando al anterior en alegría y frescura. 
Esta obra maestra de Mozart ha sido objeto de muchas interpretaciones por estupendos pianistas. Así que no es fácil escoger una. Me gusta especialmente la de Murray Perahia con la English Chamber Orchestra, que está publicada en Sony Classics junto al concierto n.º 23 y los Rondós K. 382 y 386.

Aquí también es posible encontrar alguna grabación más de época, con fortepiano e instrumentos originales, como la de John Eliot Gardiner dirigiendo a M. Bilson y  los Solistas Barrocos Ingleses.

En You Tube he encontrado una interpretación en vivo realizada por Alicia de Larrocha en el Lincoln Center:




Creo que este concierto para piano de Mozart ejemplifica maravillosamente lo que a mí me gusta, personalmente, de Mozart. Su música te hace sentir intensamente, con profundidad, pero nunca te abandona, no te deja despeñarte, siempre puedes volver a tu yo racional, quedarte satisfecho y no desolado. Es como si las melodías te arrebataran, punzantes, o tristes, o alegres, y luego, poco a poco, te dejaran descansar apaciblemente.

No sé, es difícil de expresar con palabras.

domingo, 11 de febrero de 2018

#34 Antigua Nara

Pabellón del Daibutsu-den, en el Todaj-ji (745-752)
Por Bobak (2006)
[CC BY-SA 2.5], Via Wikimedia Commons



Tipo de construcción: templos, palacio
Época: 710-784
Lugar: Nara, Japón


La primera capital del Imperio japonés


Hasta la fecha, Japón solo ha estado presente aquí con un par de películas. Ahora toca hablar de su paso a la historia, con los monumentos, hoy patrimonio de la humanidad, que se conservan en su primera capital, Nara, en la prefectura homónima.

Habitada ya en tiempos prehistóricos, de lo que es buena prueba la estupenda cerámica Jomon, la unificación de todas estas islas bajo un solo poder se produjo a mediados del siglo IV.

La verdadera entrada en la Historia ocurrió cuando empezó a haber textos propios, en el siglo VIII. Los So-ga ganaron una guerra civil que permitió superar el período Yamato y adoptar aspectos de un Imperio parecido al chino. Ante todo, fue la adopción del budismo por las grandes familias lo que determinó el paso de un modelo al otro. Se potenció el poder del soberano, se dotó al Estado de leyes, en las que por ejemplo los arrozales pasaron a ser propiedad pública. Es entonces cuando se elaboraron por primera vez censos fiables, se recaudaron impuestos de manera más o menos organizada y se instauró un servicio militar que, sin embargo, podía ser eludido si se tenía dinero suficiente.

El soberano se dotó de una corte de nobles, de todo un cuerpo funcionarial que administraba sus territorios y, finalmente, fijó una capital de la que emanaba su poder: la ciudad de Nara, de ahí que se conozca a este siglo VIII como el período Nara o Na-Ra.

La capital se construyó con rapidez, entre el año 705 y el 712. Se erigió sobre un plano rectangular, con calles en cuadrícula. Gracias a la decidida acción del Estado y de las grandes familias aristocráticas, aparecieron los palacios y los templos.

Como todas las capitales de imperios, a través de una arquitectura imponente, que dejara debidamente impresionados a sus súbditos, se ofrecía un relato de poder imperial, estrechamente relacionado con el religioso.

Aquí es donde entran las edificaciones que se han conservado, en su mayor parte templos budistas, aunque no faltan un palacio, un santuario sintoísta (Kasuga-taisha) e incluso un bosque primigenio junto a este último, llamado Kasugayama, en donde perderse en la estática contemplación de la naturaleza aparentemente intacta.

De todos los elementos, destaco el más importante de los templos, el conjunto Todai-ji (東大寺). Fue construido a expensas del Estado entre 745 y 752 por orden del emperador Shomu para la secta Kegon.  En esta construcción es evidente la influencia de la arquitectura china de la dinastía Tang.

En su Sala del Gran Buda (大仏殿 Daibutsu-den) alberga la estatua de bronce más grande del mundo del Buda Vairocana (en sánscrito) o Rushana (la transliteración local), conocido en japonés como Daibutsu (大仏). Se realizó en cobre y se revistió en oro. Costó cinco años de trabajo y mucho dinero. Este «gran sol» o la «gran luz» sería el origen de todo el universo, cuya unidad simboliza, y lógicamente venía bien al interés político del emperador relacionarse con esta gran potencia. Por eso el Estado abonó esta construcción, y el emperador Shomu lo inauguró.

Poder político y religión se usaban mutuamente. Pero, lejos de la corte, el pueblo no se vio muy impresionado por el budismo y siguieron siendo fieles a las enseñanzas del sintoísmo, al Kami y a la patria.

Al final, viendo el poder que había alcanzado la clase sacerdotal, el emperador Kanmu o Kemmu, que subió al trono en 781, trasladó la capital más al norte, a Hei-An, prohibiendo que se moviera también el monasterio Kegon. Así se pudo independizar un tanto de la influencia de los religiosos budistas, aunque a costa de perder un tanto de poder espiritual.

Los monumentos de la antigua Nara fueron proclamados Patrimonio de la Humanidad en 1998 y en su página web la Unesco describe así este lugar:

Nara fue la capital de Japón entre los años 710 y 784, época en la que la consolidación de la estructura del gobierno nacional dio una gran prosperidad a la ciudad, haciendo de ella el foco de la cultura japonesa. Sus templos budistas y santuarios sintoístas, así como los vestigios del palacio imperial, son monumentos históricos que ofrecen una vívida imagen de lo que fue la capital del Japón en el siglo VIII, un periodo de hondos cambios políticos y culturales.

Como siempre, para saber más, podéis empezar por la wikipediaTenemos el artículo Nara en la página de la Oficina Nacional de Turismo de Japón, en español. En National Geographic España hay fotos preciosas en el artículo «Ciudades imperiales de Japón».

miércoles, 7 de febrero de 2018

#22 Caballero de Madara

Por ¿Dom2002? (6-2-2007)
[Dominio público]
Via Wikimedia Commons


Ubicación: Provincia de Shumen, Bulgaria
Fecha: Ss. VII-VIII
Época: Arte altomedieval



Siempre nos ha llamado la atención, como una burrada, que en los Estados Unidos se cargasen una montaña para esculpir caras de sus presidentes. Sin embargo, conmemorar a tus héroes tallando montañas es algo habitual desde la Antigüedad (recordemos los relieves iraníes de Behistún y Naqsh-e Rostam sin ir más lejos).

Ahora vamos a otro ejemplo de este tipo de esculturas en las montañas, el Caballero de Madara, un relieve de la época altomedieval que es lugar Patrimonio de la Humanidad.  

El relieve presenta un majestuoso hombre a caballo, a 23 metros por encima del nivel del suelo. Una lanza atraviesa un león que está a los pies del caballo. A la izquierda, se ve un perro que corre detrás del caballero.

No queda claro el significado y el simbolismo de esta escultura. A veces se alude a que recuerda a los guerreros seminómadas de la estepa europea, otros remarcan su parecido a los relieves sasánidas mencionados al hablar de los relieves persas. Los caballeros eran héroes habituales en la mitología de toda esa zona persa o túrquica. Otros señalan que representa a Tervel (701–718) emperador de los búlgaros, pues la más antigua de las inscripciones en griego que lo rodean se refiere precisamente a él.

En 1979 fue declarado Patrimonio de la Humanidad, por la Unesco, y en su página web la describen de la siguiente manera

El Caballero de Madara es una figura esculpida en un peñasco de 100 metros de altura, que representa un jinete vencedor de un león. Recibe su nombre de la cercana aldea de Madara, situada al noreste de Bulgaria. Madara fue el lugar sagrado más importante del primer Imperio Búlgaro, antes de la conversión de este país al cristianismo en el siglo IX. Las inscripciones que acompañan la escultura relatan acontecimientos ocurridos entre los años 705 y 813 d.C.

El artículo en la Wikipedia la verdad es que no añade mucho más a lo que digo aquí. Sirve más la wikipedia en inglés, que es donde he encontrado muchos de los datos que aquí he expuesto.