sábado, 5 de septiembre de 2020

#44 Sepulcro de Carlos el Noble y Leonor de Castilla

 


 

Ubicación: Catedral de Pamplona (Navarra) España

Fecha: 1413-1419

Época: Arte gótico

 

 

 

A mí lo que me intriga es cómo tuvieron hijos

 

Lo reconozco, a veces lo mío es el Sábado Deluxe histórico. Estos dos reyes navarros tuvieron ocho hijos, pero estuvieron separados durante años.

De 1388 hasta 1395 Leonor de Trastámara, que era una infanta castellana, vivió en su tierra natal, mientras su esposo Carlos III el Noble, se quedó en su reino de Navarra. Pero en ese tiempo les nacieron tres hijas, Margarita, Beatriz e Isabel, ¿qué hacían, Carlos iba de visita o…?

En fin, dejaré a un lado el cotilleo.

El reinado de Carlos III fue uno pacífico, más de entendimiento y diplomacia que de guerrear incansable como había hecho su padre. En realidad, fue el último momento de paz del reino de Navarra. Luego hablaré más de ello.

El reino de Navarra estaba a caballo entre la península ibérica y el territorio francés, y en medio de Aragón y Castilla. Esto le convirtió en un cruce de influencias diversas. Carlos III procuró llevarse bien con todos, y de ahí que casara con una infanta castellana.

En tiempos de paz, florece el arte, y este rey se dedicó a construcciones como el palacio real de Olite, o la reconstrucción, en gótico, de la catedral de Pamplona.

Carlos III pertenecía a una dinastía francesa, los Évreux, y en un viaje por tierras francesas, allá por 1411, aprovechó a contratar escultores de lo que ahora es Francia septentrional, Bélgica o los Países Bajos: en aquella época eran flamencos, borgoñones o champaneses.

Entre ellos, como más destacado, un artista nacido en Tournai (hoy en Bélgica), cuyo nombre he visto escrito de diversas maneras, Janin, Jehan o Johan, y su apellido como Lome o Lomme. Este artista hispano-flamenco se convirtió en el principal escultor de la corte navarra. Dirigió obras en el palacio de Olite, en el de Tafalla e incluso llegó a dirigir durante un tiempo las obras de la catedral.

Pero desde luego su obra maestra fue este sepulcro de los reyes Carlos III de Navarra y Leonor de Castilla.

Ojo, no hay que entender que él labrara todo de su mano, sino que estas cosas las hacía un taller de trabajadores (llamados mazoneros) a las órdenes del maestro. Esa era la forma de fabricar objetos artísticos en la Edad Media y la Moderna.

Está realizada en alabastro, con detalles en bronce y se pintó; aún quedan restos de estas policromías. 

Sigue el modelo de lecho sepulcral que comparte la pareja real. Mide 2,73 m de largo por 2,12 m de ancho. La altura está en torno al metro.

Las figuras de los reyes son estatuas yacentes, tendidas sobre una cama de mármol oscuro. Sus cabezas reposan sobre unos cojines en los que aún se ven restos de policromía, y por encima quedan unos doseles muy detalladamente tallados.

Lucen coronas de bronce, con dieciséis florones, de dos tamaños. Al parecer, tuvieron en su momento perlas, pero hoy solo quedan los cabujones donde debieron estar.



Rostro de Carlos III, fotografiado por Yiorsito / CC BY-SA 2.0

Sus rostros son auténticos retratos, realistas, como se ve en la gran nariz del rey y sus arrugas. A los pies de él se encuentra un león, animal heráldico de los reyes por excelencia, símbolo también del valor. A los pies de ella, dos perros, tradicional representación de la lealtad.


Dos de los plorantes, fotografiados por JI FilpoC (2019) / CC BY-SA 4.0

Llaman la atención, especialmente, las casi treinta figuras de personajes lamentándose, a los pies de la escultura. Es un zócalo al pie de la escultura y representan, bajo arcos, a distintos religiosos (canónigos, monjes, abades…) algunos de los cuales se han identificado con personas concretas. Son plañideros y los he visto denominados, una y otra vez, como plorantes, palabra que no aparece en el DRAE. Unos están tenebrosamente encapuchados, otros se lamentan, hay quien reza siguiendo un libro de horas…

Se nota que sigue los modelos flamencos, como el sepulcro de Felipe el Atrevido (1405-1410) que acababa de realizar Claus Sluter.

Este sepulcro pertenece a la tercera fase de la escultura gótica española: el manierismo de los siglos XIV y XV o flamenco-borgoñón. Primero hubo un protogótico, como el Sepulcro de los santos Vicente, Sabina y Cristeta (segunda mitad del siglo XII) en San Vicente de Ávila y luego el clasicismo del siglo XIII, del que comenté la Puerta de Sarmental  de la catedral de Burgos (h. 1230-1240).

Aquí vemos algunos de los rasgos característicos de esta fase del estilo gótico. Se ha superado la templanza y serenidad del clasicismo, y los retratos son más realistas con detalles como las venas de las manos.

Las figuras se vuelven más expresivas, hasta sentimentales. Ese impacto se logra, en parte, gracias a cosas como la individualización de las figuras, cada uno con su propia emoción, un labrado más intrincado del alabastro, o multiplicar los pliegues de los ropajes, recurriendo a la sinuosa línea curva.

Este sepulcro es también ejemplo de la influencia borgoñona en esta fase del gótico. Más tarde influyó el estilo flamenco, dando lugar, en España, a lo que se llamó estilo hispano-flamenco. En el manierismo español del siglo XIV se distinguen diversas escuelas, siendo una de ellas esta, la navarra.

 


Vista general del sepulcro, realizada por Ángel M. Felicísimo de Mérida, España (2018) / CC BY 2.0

Y ahora acabo un poquito con el tema histórico. 

Leonor de Trastámara murió antes que su esposo. Ya dije que tuvieron ocho hijos, pero a la madurez solo llegaron seis hijas, los dos niños varones murieron en la infancia. La heredera al trono sería su segunda hija, Blanca, que se casó con un Trastámara de Aragón, llamado Juan. 

Tuvieron un hijo, Carlos, para el cual Carlos III creó, en 1423, el título de príncipe de Viana, que es el que ostentan desde entonces los herederos al trono de Navarra, ahora de España, lo mismo que el de príncipe de Asturias como heredero de Castilla y diversos títulos como heredero de la corona de Aragón (príncipe de Gerona, duque de Montblanch, condes de Cervera y señor de Balaguer).

Ya comenté antes que el de Carlos III fue el último reinado pacífico de Navarra. A su muerte, la corona pasó a su hija Blanca y lo lógico es que a ella la siguiera su hijo Carlos. Lo que pasa es que el marido de la reina, Juan el aragonés, no quiso soltar el trono y de ahí líos varios que se fueron heredando en generaciones sucesivas hasta que Fernando el Católico puso fin al follón, y se hizo con la Navarra cispirenaica.

Esta escultura no tiene artículo propio en la Wikipedia, pero sí una sección específica dentro del artículo dedicado a la catedral de Pamplona

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