Vista general de la capilla Brancacci I, Sailko / CC BY-SA 3.0 Vía Wikimedia Commons |
Cappella
Brancacci
Ubicación:
iglesia del Carmen (Florencia, Italia)
Fecha:
h. 1425
Estilo:
Arte renacentista
Autor:
Masaccio
La capilla Sixtina del primer
renacimiento
Ya comenté el otro día que el Renacimiento en Italia tiene dos momentos, el siglo XV (Quattrocento) y el XVI (Cinquecento). En el siglo XV el centro artístico por excelencia era Florencia.
Después de hablar del baptisterio, hoy traigo otro
ejemplo de ese estupendo renacimiento florentino, uno de los grandes maestros
de la pintura y figura básica de este primer renacimiento: Tommaso di Giovanni,
llamado Masaccio (San Giovanni
Valdarno, 1401-Roma, 1428) que significa, al parecer, «el fantasista».
Los Brancacci tenían esta capilla, dedicada a San Pedro, en la iglesia florentina del Carmen (Carmine) de Florencia o Santa María del Carmine. Un retoño de esta familia, Felice Brancacci, mercader sedero que había sido embajador florentino en El Cairo, regresó a Florencia en 1423. Al año siguiente encargó a Masolino da Panicale que pintara esta capilla.
Haciendo cálculos, me sale que Masaccio trabajó en la capilla entre 1424 y 1428. Así me explico que, según el libro que consulte, den diversas dataciones a estas escenas. Normalmente se dice que están realizadas hacia el año 1425, sin concretar más, y con eso me quedo.
La expulsión de Adán y Eva del Paraíso
Empiezo con Adán y Eva expulsados del Paraíso. Si se mira el muro de la izquierda, se ve esta Expulsión arriba, el primero, justo al borde.
Representa el momento en el cual Adán y Eva son expulsados del Paraíso, con un ángel echándoles. Y, a un lado, el marco de una puerta con unos rayos ahora oscurecidos.
Cuando se pinta al fresco, se prepara primero la superficie con un enlucido basto que se llama arricio y, sobre él, lo que se llama intonaco, una capa delgadita formada por arena fina y cal.
A
secco se pintaron los
rayos que vienen de la puerta de la izquierda, usando un pigmento de oro
mezclado con aglutinante. Ahora esos rayos están oscuros, porque pintar a secco generalmente resiste menos el
paso del tiempo que al fresco.
En el caso de Eva, su desnudo está lejos de ser armonioso, más bien me parece un poco fondona y desgalichada, la verdad. Y cualquier atractivo que tenga se corta en seco por su expresión desesperada, que le deforma la cara. Es casi como si oyeras sus sollozos.
O sea, que esto es desnudo pero claramente no busca la excitación sexual de quien mira.
Claro que no todo el mundo está igualmente entusiasmado por eso de que aparezcan en bolas. En el siglo XV no tenían problemas, pero en el más mojigato siglo XVII les pareció fatal que allí estuvieran los genitales al aire, y le añadieron a secco unas ramas con hojas.
El pago del tributo (Pagamento del tributo). Fresco 255 x 598 cm.
Justo al lado de Adán y Eva está El pago del tributo. Es más compleja de
leer que la anterior y requiere más explicación. Es el episodio llamado «La
contribución debida al Templo», que en el Evangelio según san Mateo 17, 24-27 se relata así:
Al llegar a Cafarnaún, los cobradores del impuesto del Templo se acercaron a Pedro y le preguntaron: «¿El Maestro de ustedes no paga el impuesto?». «Sí, lo paga», respondió. Cuando Pedro llegó a la casa, Jesús se adelantó a preguntarle: «¿Qué te parece, Simón? ¿De quiénes perciben los impuestos y las tasas los reyes de la tierra, de sus hijos o de los extraños?». Y como Pedro respondió: «De los extraños», Jesús le dijo: «Eso quiere decir que los hijos están exentos. Sin embargo, para no escandalizar a esta gente, ve al lago, echa el anzuelo, toma el primer pez que salga y ábrele la boca. Encontrarás en ella una moneda de plata: tómala, y paga por mí y por ti».
San Pedro recogiendo la moneda del pez
Como la capilla está dedicada a San Pedro, es lógico que la decorasen con un ciclo
de frescos dedicado, principalmente, a la vida de San Pedro.
Las figuras humanas son personas auténticas, de carne y hueso. Los rostros están individualizados, hasta el punto de que se cree que pueden ser retratos de personas reales. No están aislados, sino que se relacionan entre sí, se miran.
Rostros de los Apóstoles |
Se visten de manera vagamente antigua. Descalzos y con túnicas, con mantos o togas encima, cubriendo uno de los hombros.
La Virgen y el Niño (1426). Óleo sobre tabla, 135,5 x 75 cm. National Gallery (Londres). Forma parte de un tríptico. Llama la atención la diferente perspectiva del halo del Niño (aplanada) respecto a los dos ángeles.
La Trinidad (Santa Trinità, h. 1420-25). Fresco, 667/680 x 317 cm. Iglesia de Santa María Novella (Florencia). Están la Virgen y San Juan con donantes. Abajo, como un trampantojo, está pintado un sepulcro con un esqueleto. Quizá sea la obra más conocida de Masaccio, después de los frescos de la capilla Brancacci.
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