domingo, 30 de noviembre de 2025

#100 La muerte de Iván Ilich

 



Título original: Смерть Ивана Ильича (Smert Ivana Ilichá),

Autor: León Tolstói

Fecha de publicación: 1886

 

Mucho talento en formato breve

Parece increíble que en menos de cien páginas (trabajada a lo largo de años) se cuente una historia de esas que se te queda en el alma. Te viene a la cabeza, y le das vueltas.

Trata de una tema más bien lúgubre: la enfermedad y muerte de un juez en el Imperio ruso. Ha procurado llevar una vida correcta, hacer lo que se esperaba de él.Pero, enfrentado al dolor y la inminente desaparición, mira con otros ojos lo que le rodea, y también en qué ha empleado su existencia.

Creo que esto resuena en el corazón de cualquiera que lo lea. Recrea ese momento en que te das cuenta, de verdad, de que tú también eres mortal. Algún día se parará tu reloj. Te das cuenta de tu corporeidad, eres tu cuerpo; cuando este falle, desaparecerás en las sombras.

Sí, vale, todos sabemos que vamos a morir, pero no lo sientes, no lo sabes, realmente, salvo en raras ocasiones.

En esos momentos de dolor es como si se alzara un velo y te topases de frente con la realidad. Es lo que le pasa a Iván...

Con los médicos que hacen como si tuvieran algo que hacer, cuando no hay esperanza. 

Con los compañeros de trabajo, que más bien están calculando, cuando tú faltes, cómo se va a mover el escalafón.

Con tu propia familia, a quien parece molestar tu existencia y tu dolor, y quieren, sin querer, que te vayas de una vez, que ellos no tienen la culpa de lo que te pasa. Sólo el hijo, Vasia, muestra cierto amor y cierta ternura hacia el desahuciado Iván.

El personaje más positivo es el recio Guerásim, un mocetón sanote, de campo, que ayuda al enfermo. Es quien más está al lado del enfermo, atendiendo a sus necesidades físicas cuando Iván ya no puede valerse por sí mismo.

No sólo ves, con los ojos de Iván, su limitadísimo presente, de enfermedad y dolor. 

También echa la vista atrás, a ver qué ha hecho de su vida. Llega a la resignada conclusión de que tiene que retrasarse mucho en el pasado para encontrar momentos con sentido.

Cuando más se acerca a su hoy, menos significado tiene lo que ha hecho. No es que lamente haber perdido la vida en cosas sin sentido. No se desespera. Pero sí parece darse cuenta de que ha sido una vida intrascendente, anodina, sin alegría auténtica.

En cuanto empezaba lo que acabaría siendo el Iván Ilich actual, todas las cosas que entonces le habían parecido alegrías ahora se deshacían ante sus ojos y se convertían en algo insignificante y a menudo abyecto.

En la producción de Tolstói hay grandes novelas, obras monumentales, como Guerra y paz, o Ana Karénina, que reconstruyen toda una época, una sociedad, con decenas de personajes, peripecias que se desarrollan a lo largo de años… Pero también fue un enorme escritor de cuentos o relatos cortos, y esta es una gran prueba de su talento. Hay que saber escribir en corto, coger la anécdota, redondearla, profundizar en ella y que acabe teniendo trascendencia.

Tolstói tuvo un momento de crisis espiritual, a finales de la década de los setenta. Parece que no vio sentido a la creación literaria y recurrió a la religiosidad. A partir de ahí se centró más en ensayos, en obras espirituales. Pero aún así, en medio de esas otras obras, encontraba tiempo para dedicarse a este vicio de componer historias literarias. Esta es un buen ejemplo, una obra maestra de la segunda etapa de su vida.

Surgió por un caso real que le contaron, la muerte de un juez que, estando enfermo, al parecer consideraba que su vida había sido infructuosa. A partir de esto, construyó Tolstói esta novelita. Ahí es donde se ve el talento del escritor, el que, a partir de una historieta chiquita que le cuentan, te hila un relato de talla universal.

Por esas coincidencias de la vida, he leído esta novelita en un momento en que he tenido fallecimientos cercanos y me ha hecho pensar en mi propia muerte. No quiero que me pase como el protagonista, que llegado ese momento, entre dolores, acabe pensando que no mereció la pena, que fue una vida anodina, que tenía que haber vivido más intensamente.

Como es un clásico, tiene página en la Wikipedia.  

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