Louis Bouwmeester como Edipo Albert Greiner (h. 1896) [CC BY-SA 3.0], vía Wikimedia Commons |
Oι̉δίπoυς τύραννoς
Autor: Sófocles
Año: h. de 429 a. C.
Género: tragedia
La tragedia griega por excelencia
Atención *esta entrada contiene spoilers*
(Ya, suena ridículo. Esta obra lleva
rulando por ahí 2.500 años. No creo que nadie se moleste si se la destripo un poco).
Yo se lo leí al escritor Steven Saylor (Roma sub Rosa), pero seguro
que no fue el primero en decirlo: Edipo
rey es la primera novela de misterio (o suspense, o negra, o detectives) de
la historia. Y no le falta razón, porque es una investigación sobre un
asesinato, ¿quién mato a Layo?
Vale, no es una
novela, es una obra de teatro, un drama a representar con ocasión de unas
fiestas religiosas, pero creo que se me entiende. También la Odisea es la
primera «novela de aventuras».
Una terrible peste arrasa la ciudad de Tebas, en la Antigua Grecia. El rey Edipo ha mandado a
su cuñado Creonte a Delfos, para que el Oráculo le diga a qué se debe esta epidemia.
El Oráculo le viene
a decir que la culpa es de quien mató a Layo, el antiguo rey. Y entonces Edipo,
que es un rey muy responsable, pone todos sus esfuerzos en saber quién es el
asesino, y empieza sus pesquisas.
La verdad es que
empieza intentando atajar: llama al adivino Tiresias, el que todo lo ve, como
la vieja del visillo. Si quiere, le cuenta, pero preferiría no contarle nada.
Edipo se cabrea y le dice que tiene que informar de lo que sabe. Discuten
y llega un momento en que Tiresias ya se harta y viene a decir que por mis
cojones ahora te vas a enterar: eres tú, so merluzo, el que mató a Layo. Venga,
ahí te quedas, por faltarme al respeto. Imbécil. Te crees muy listo y que lo
sabes todo. No sabes una mierda.
(Bueno, lo dice en griego fino, pero más o menos esa es la idea).
Edipo, que no tiene
la menor conciencia de haber matado a nadie, no le cree, y se mosquea, y se le ocurre que, en realidad, el adivino ha debido de aliarse con Creonte para quitarle del trono de
esta manera. Porque, por supuesto, él sabría si ha asesinado o no al anterior rey, ¿no?
La cosa es que
entonces empieza a investigar más policialmente. Primero, preguntando a una
testigo de referencia, Yocasta, la cual cuenta lo que le contaron. Aquí se
centra Edipo en una reconstrucción del lugar de los hechos, dónde fue, cómo era
ese sitio, y ¿quién dices que lo mató...? Ah, unos bandidos. Y, ¿cómo dices que
era la víctima...? Descríbemelo un poco, por favor.
Entonces Edipo se
mosquea un poco, porque él recuerda hace años haber matado a un viejo insolente
en un lugar como aquel que describen. Pero claro, el rumor es que a Layo lo mataron
unos bandidos, varios bandidos, así que es imposible que fuera él. Por si
acaso, decide interrogar al único testigo directo de los hechos, un criado de
Layo que aún vive.
Mientras tanto, llega
un aviso de Corinto: el rey Pólibo, padre de Edipo, ha muerto. Aunque triste por la
muerte de su padre, en cierto sentido a Edipo se le quita un peso de encima. En
cierta ocasión, hace ya muchos años, él también acudió al Oráculo, y este le
dijo que acabaría matando a su padre y acostándose con su madre. Por eso huyó
de Corinto, para no dar lugar a que se realizara esa profecía. Como su padre ha
muerto de muerte natural, ya se ve que la predicción no se va a cumplir. Entonces
podría volver como rey a Corinto, pero prefiere que no. Su madre Mérope aún
está viva, y no vaya a ser que se cumpla la parte del otra parte del vaticinio, esa que
dice que se iba a acostar con su madre.
Entonces el
mensajero quiere quitarle presión y le dice que no se preocupe, que al fin y al
cabo eran solo sus padres adoptivos.
Ahí es donde
Yocasta empieza a temerse lo peor, porque la historia que cuenta Edipo coincide
con otro pronóstico que le hicieron a ella y a su esposo de que su hijo mataría a
Layo y se acostaría con Yocasta. Ella le implora a Edipo, por favor, que no
siga averiguando más, que deje las cosas como están.
Pero lo mismo que
antes con Tiresias, Edipo no puede parar, tiene que averiguar la verdad, ¿quién
demonios mató a Layo?
Pues como se ve
claro, llegados a este punto, el suspense de la historia es de esos en los que
el espectador sabe quien es el asesino, pero los personajes no, y toda la
tensión está en saber cuándo y cómo lo averiguarán.
En este caso, quien
tiene que saberlo es el «detective», o sea, Edipo. Así sería también la primera
de tantas historias en las que el asesino resulta ser el propio detective que
investiga.
Como novela negra,
la tensión está asegurada. Además, esa forma de contar las cosas tan rigurosa,
en un solo acto, sin que en ningún momento decaiga la tensión, hace que esta obra te atrape y sigas mirando, fascinado, hasta el terrible final, aunque sepas lo que pasa.
Sí, bueno, otros te
hablarán de los grandes temas de Edipo
rey, sobre todo la fatalidad, si todo estaba predestinado, el destino frente al libre albedrío,... si se trata en
definitiva de uno de esos relatos en los que por evitar una profecía, acabas cumpliéndola
sin querer.
Porque lo trágico
en la tragedia griega es que no hay una sanción adecuada a una infracción
consciente. Eso es fruto de nuestra educación cristiana, creer que los males
que uno sufre es por haber cometido un pecado, libre y voluntariamente. Pero Edipo comete parricidio e incesto sin ser consciente de ello. Ha procurado siempre ser una persona responsable, huyó de Corinto para no correr el riesgo de matar a quien creía su padre, busca la solución al problema de la peste en Tebas...
En cierto modo se puede leer esta historia como un castigo a quien busca la verdad, racionalmente, investigando, no fiándose de augurios y magias, sino intentando desentrañar lo ocurrido a través de pruebas y testigos. Lo que te viene a decir es que, a veces, mejor no remover asuntos pasados.
Tiresias al
principio se lo dice a Edipo, que deje las cosas tranquilas, que no le
pregunte. Pero Edipo quiere saber.
Y Yocasta, en
cuanto ve que la profecía que le hicieron a ella encaja con lo que el Oráculo
le dijo a Edipo, ya se teme el pastel y le dice mira cariño, ¿por qué no lo
dejas...?
Pero nada, ahí
sigue Edipo erre que erre. Tiene que saber.
Porque está seguro
de que hay una explicación para lo ocurrido. Sí, claro que la hay. Cuando al
fin cae en la cuenta de que el asesino que busca es él mismo, que ha cometido
parricidio e incesto, corre como loco en busca de Yocasta. La cual, por la
vergüenza, se ha suicidado ahorcándose.
En su furor, Edipo
le quita los broches que llevaba en la ropa y con ellos hace estallar sus
propios globos oculares. Cegándose a sí mismo. Al exilio, y solo le queda
encomendar a Creonte que cuide de sus hijas, Ismene y Antígona (y ya sabemos
cómo lo hizo, en Antígona, ¿verdad?).
Esta es una obra universal, impresionante,
la más perfecta de las tragedias griegas (Aristóteles dixit), que merece la pena ver en vivo y en directo, si tenéis la
oportunidad. Sigue ganando espectadores con cada nueva generación, porque a cada una le sigue diciendo algo que le llega.
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