martes, 4 de junio de 2019

#27 Edipo rey

Louis Bouwmeester como Edipo
Albert Greiner (h. 1896)
[CC BY-SA 3.0], vía Wikimedia Commons



Oι̉δίπoυς τύραννoς
Autor: Sófocles
Año: h. de 429 a. C.
Género: tragedia




La tragedia griega por excelencia


Atención *esta entrada contiene spoilers*

(Ya, suena ridículo. Esta obra lleva rulando por ahí 2.500 años. No creo que nadie se moleste si se la destripo un poco).

Yo se lo leí al escritor Steven Saylor (Roma sub Rosa), pero seguro que no fue el primero en decirlo: Edipo rey es la primera novela de misterio (o suspense, o negra, o detectives) de la historia. Y no le falta razón, porque es una investigación sobre un asesinato, ¿quién mato a Layo?

Vale, no es una novela, es una obra de teatro, un drama a representar con ocasión de unas fiestas religiosas, pero creo que se me entiende. También la Odisea es la primera «novela de aventuras».

Una terrible peste arrasa la ciudad de Tebas, en la Antigua Grecia. El rey Edipo ha mandado a su cuñado Creonte a Delfos, para que el Oráculo le diga a qué se debe esta epidemia.

El Oráculo le viene a decir que la culpa es de quien mató a Layo, el antiguo rey. Y entonces Edipo, que es un rey muy responsable, pone todos sus esfuerzos en saber quién es el asesino, y empieza sus pesquisas.

La verdad es que empieza intentando atajar: llama al adivino Tiresias, el que todo lo ve, como la vieja del visillo. Si quiere, le cuenta, pero preferiría no contarle nada. Edipo se cabrea y le dice que tiene que informar de lo que sabe. Discuten y llega un momento en que Tiresias ya se harta y viene a decir que por mis cojones ahora te vas a enterar: eres tú, so merluzo, el que mató a Layo. Venga, ahí te quedas, por faltarme al respeto. Imbécil. Te crees muy listo y que lo sabes todo. No sabes una mierda. 

(Bueno, lo dice en griego fino, pero más o menos esa es la idea).

Edipo, que no tiene la menor conciencia de haber matado a nadie, no le cree, y se mosquea, y se le ocurre que, en realidad, el adivino ha debido de aliarse con Creonte para quitarle del trono de esta manera. Porque, por supuesto, él sabría si ha asesinado o no al anterior rey, ¿no?

La cosa es que entonces empieza a investigar más policialmente. Primero, preguntando a una testigo de referencia, Yocasta, la cual cuenta lo que le contaron. Aquí se centra Edipo en una reconstrucción del lugar de los hechos, dónde fue, cómo era ese sitio, y ¿quién dices que lo mató...? Ah, unos bandidos. Y, ¿cómo dices que era la víctima...? Descríbemelo un poco, por favor.

Entonces Edipo se mosquea un poco, porque él recuerda hace años haber matado a un viejo insolente en un lugar como aquel que describen. Pero claro, el rumor es que a Layo lo mataron unos bandidos, varios bandidos, así que es imposible que fuera él. Por si acaso, decide interrogar al único testigo directo de los hechos, un criado de Layo que aún vive.

Mientras tanto, llega un aviso de Corinto: el rey Pólibo, padre de Edipo, ha muerto. Aunque triste por la muerte de su padre, en cierto sentido a Edipo se le quita un peso de encima. En cierta ocasión, hace ya muchos años, él también acudió al Oráculo, y este le dijo que acabaría matando a su padre y acostándose con su madre. Por eso huyó de Corinto, para no dar lugar a que se realizara esa profecía. Como su padre ha muerto de muerte natural, ya se ve que la predicción no se va a cumplir. Entonces podría volver como rey a Corinto, pero prefiere que no. Su madre Mérope aún está viva, y no vaya a ser que se cumpla la parte del otra parte del vaticinio, esa que dice que se iba a acostar con su madre.

Entonces el mensajero quiere quitarle presión y le dice que no se preocupe, que al fin y al cabo eran solo sus padres adoptivos.

Ahí es donde Yocasta empieza a temerse lo peor, porque la historia que cuenta Edipo coincide con otro pronóstico que le hicieron a ella y a su esposo de que su hijo mataría a Layo y se acostaría con Yocasta. Ella le implora a Edipo, por favor, que no siga averiguando más, que deje las cosas como están.

Pero lo mismo que antes con Tiresias, Edipo no puede parar, tiene que averiguar la verdad, ¿quién demonios mató a Layo?

Pues como se ve claro, llegados a este punto, el suspense de la historia es de esos en los que el espectador sabe quien es el asesino, pero los personajes no, y toda la tensión está en saber cuándo y cómo lo averiguarán.

En este caso, quien tiene que saberlo es el «detective», o sea, Edipo. Así sería también la primera de tantas historias en las que el asesino resulta ser el propio detective que investiga.

Como novela negra, la tensión está asegurada. Además, esa forma de contar las cosas tan rigurosa, en un solo acto, sin que en ningún momento decaiga la tensión, hace  que esta obra te atrape y sigas mirando, fascinado, hasta el terrible final, aunque sepas lo que pasa. 

Sí, bueno, otros te hablarán de los grandes temas de Edipo rey, sobre todo la fatalidad, si todo estaba predestinado, el destino frente al libre albedrío,... si se trata en definitiva de uno de esos relatos en los que por evitar una profecía, acabas cumpliéndola sin querer.

Porque lo trágico en la tragedia griega es que no hay una sanción adecuada a una infracción consciente. Eso es fruto de nuestra educación cristiana, creer que los males que uno sufre es por haber cometido un pecado, libre y voluntariamente. Pero Edipo comete parricidio e incesto sin ser consciente de ello. Ha procurado siempre ser una persona responsable, huyó de Corinto para no correr el riesgo de matar a quien creía su padre, busca la solución al problema de la peste en Tebas...

En cierto modo se puede leer esta historia como un castigo a quien busca la verdad, racionalmente, investigando, no fiándose de augurios y magias, sino intentando desentrañar lo ocurrido a través de pruebas y testigos. Lo que te viene a decir es que, a veces, mejor no remover asuntos pasados.

Tiresias al principio se lo dice a Edipo, que deje las cosas tranquilas, que no le pregunte. Pero Edipo quiere saber.

Y Yocasta, en cuanto ve que la profecía que le hicieron a ella encaja con lo que el Oráculo le dijo a Edipo, ya se teme el pastel y le dice mira cariño, ¿por qué no lo dejas...?

Pero nada, ahí sigue Edipo erre que erre. Tiene que saber.

Porque está seguro de que hay una explicación para lo ocurrido. Sí, claro que la hay. Cuando al fin cae en la cuenta de que el asesino que busca es él mismo, que ha cometido parricidio e incesto, corre como loco en busca de Yocasta. La cual, por la vergüenza, se ha suicidado ahorcándose.

En su furor, Edipo le quita los broches que llevaba en la ropa y con ellos hace estallar sus propios globos oculares. Cegándose a sí mismo. Al exilio, y solo le queda encomendar a Creonte que cuide de sus hijas, Ismene y Antígona (y ya sabemos cómo lo hizo, en Antígona, ¿verdad?).

Esta es una obra universal, impresionante, la más perfecta de las tragedias griegas (Aristóteles dixit), que merece la pena ver en vivo y en directo, si tenéis la oportunidad. Sigue ganando espectadores con cada nueva generación, porque a cada una le sigue diciendo algo que le llega.

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