Maurice Leloir / Jules Huyot: Ilustración de la edición Appleton (1894) vía Wikimedia Commons |
Autor:
Alejandro Dumas
Título
original: Les trois mousquetaires
Fecha
de publicación: 1844
Parte
de una serie: Las novelas de D'Artagnan #1
En mi
repaso de las novelas históricas, doy con una que este clásico ambientado en la
Francia de Luis XIII y el cardenal Richelieu.
Aunque
se titula Los tres mosqueteros, y ciertamente tienen un rol destacado, la novela
sigue más bien los pasos de d’Artagnan, joven gascón, algo ladino, y muy buen
espadachín, que aspira a convertirse en mosquetero.
Acudirá
a París, pero no consigue entrar de buenas a primeras en ese cuerpo; de hecho,
al principio logra enemistarse y acabar retado a duelo de los tres mosqueteros,
que responden a los nombres de Athos, Porthos y Aramis. Pronto se convertirán,
no obstante, en amigos, compartiendo con el joven su archifamoso lema de «Uno
para todos y todos para uno».
Seguro
que habéis leído el libro o, al menos, visto alguna de las diversas adaptaciones
cinematográficas de la obra. Parece que cada generación ha de tener sus
mosqueteros. Una de las últimas ha sido la de 2011, con Orlando Bloom en el
papel de duque de Buckingham y que es claramente la «versión videojuego», con los
mosqueteros y Milady (Milla Jovovich) con una estética entre el Assassin's Creed, y el steampunk.
Esta
historia de aventuras contiene más o menos dos intrigas sucesivas. En la
primera, unos diamantes imprudentemente entregados por la reina Ana de Austria
al duque de Buckingham podrían ser su perdición, lo que les obliga a recuperarlos;
en la segunda, es protagonizada casi totalmente por Milady de Winter, una dama
bellísima y astuta, a quien se encarga el asesinato de Buckingham. En medio,
como un fulcro, aparece el asedio de La Rochela por los ejércitos realistas. Y poco antes, una farsa erótica algo boccacciana, en la que d'Artagnan se hará pasar por otro en el lecho de Milady.
Es una
historia de capa y espada, relatada de manera muy ágil: mucha acción, diálogos
fluidos, nada de infodump tedioso
sobre la época para demostrar lo mucho que el autor ha leído. Víctor Hugo peca un poco de esto, por ejemplo.
Los personajes
que aparecen son, en su mayoría, históricos: el cardenal, los reyes, el propio d’Artagnan
(basado en el histórico Charles de Batz-Castelmore d'Artagnan)... Ahora, si
fueron así o no, si la reconstrucción histórica es fiel o no a la época, no
importa tanto. Si las cosas no pasaron así, bien podían haber sucedido.
Claro
que se tomó más de una licencia, hechos que ocurrieron posteriormente se sitúan
en esta época, como que los mosqueteros eran mandados por Tréville, o que la
condesa de Chevreuse estuviera desterrada a Tours.
Creo que lo que hace aún seductora esta historia, consiguiendo nuevos lectores con cada generación, son los personajes en sí.
Aparte de que la novela sea muy amena, cada uno queda retratado tan finamente que reconocerías
por ejemplo, al melancólico y noble Athos si te lo encontraras por la calle.
O al
valentón Porthos… O al enamoradizo abate Aramis.
Destacaría,
por supuesto, al personaje femenino más poderoso, en una novela en la que no
faltan mujeres de relevancia. Pero, así como la reina, o Constanza Bonacieux
(amada por d’Artagnan) son ejemplos de la
mujer medio «idealizada» decimonónica, más carnales, por supuesto, pero al fin
y al cabo significadas prácticamente de forma exclusiva por su amor a un
hombre, en el caso de Milady de Winter encontramos una mujer mucho más
poderosa, inteligente,… y mala, of
course!, la perdición de los hombres.
Es una
intrigante al servicio del cardenal Richelieu, que no duda en recurrir al hurto,
al engaño, al veneno, lo que haga falta, para lograr su propósito. La forma en
que hábilmente sabe manipular a los hombres que la rodean es sobresaliente, de
una perfidia y una habilidad inigualables. Estas mujeres, como los
esclavos en las comedias grecolatinas, han de desarrollar la capacidad de
penetrar psicológicamente en la mente de aquellos que son más fuertes, o que simplemente tienen la riqueza y el poder, mientras que ellos no pueden recurrir más que al ingenio.
Si lo miras desde su perspectiva, cómo d'Artagnan la humilla, te explicas bien la frase que yo veo más como una burla de ella: «Os reunís diez hombres para degollar a una pobre mujer», solo le faltaba añadir «...y diez hombres medio muertos de miedo».
La
historia de d'Artagnan continúa en otras dos novelas: Veinte años más tarde y El
vizconde de Bragelonne.
Hay que recordar que la novela histórica, como subgénero literario, nació precisamente en el siglo XIX, como un rasgo más del Romanticismo, que tan bucólico e idealista se ponía con el pasado. Cogían un acontecimiento histórico real y lo envolvían en una trama novelesca más o menos lograda; era realmente (y sigue siendo) un género superventas.
Después del éxito de Walter Scott en el Reino Unido, en Francia lo cultivaron Alfred de Vigny, Víctor Hugo y este Alejandro Dumas (padre) –con sus colaboradores–, que destacaba sobre todo, a mi modo de ver, por lo ameno, lo entretenido, al estilo folletinesco de la época, claro.
Aunque he situado esta novela en mi lista de cien novelas históricas, no hubiera desentonado en otras como la de las cien obras de la literatura universal, o clásicos de literatura infanto-juvenil.
Aunque he situado esta novela en mi lista de cien novelas históricas, no hubiera desentonado en otras como la de las cien obras de la literatura universal, o clásicos de literatura infanto-juvenil.
Como este
libro es un clásico, tiene página en la Wikipedia.
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