miércoles, 27 de mayo de 2020

#39 Pala de Oro



Objeto: antipendio
Material: madera, oro, perlas y piedras preciosas
Fecha: 1345
Lugar actual: basílica de San Marcos, Venecia (Italia)
Época: Edad Media

Arte mestizo entre Oriente y Occidente

El otro día hablé de la rica República de Venecia, al comentar su Palacio Ducal. Fundada por romanos huidos de los bárbaros, estuvo bajo la égida de los bizantinos. Pero poco a poco las tornas fueron cambiando. La flota veneciana cada vez era más potente que la bizantina, y eran rivales comerciales del imperio.
Baynes, en El imperio bizantino (1925), comenta que:
La lucha entre Constantinopla y Venecia es la lucha entre una aristocracia territorial y una aristocracia mercantil —lucha que se ha repetido en nuestra época– y la tragedia del Imperio reside en que perdieron la batalla los inversionistas que buscaban la seguridad.

El momento trascendental que marcó el cambio de signo en la historia fue el año 1204. Los venecianos lograron que la cuarta cruzada, que iba encaminada a Tierra Santa, cambiara de rumbo y se dirigiera a Constantinopla. Allí, el 12 de abril, se produjo el mayor saqueo de reliquias y objetos de la Edad Media. Se instituyó el Imperio latino en Bizancio, con un emperador occidental católico.
Venecia, ese puente entre Oriente y Occidente, produjo un arte híbrido, bizantino y gótico al mismo tiempo. El ejemplo más llamativo es la propia basílica de San Marcos y, dentro de ella, esta fabulosa joya resplandeciente, que se fue haciendo y rehaciendo a lo largo de los años, para demostrar cada vez más el poderío y la riqueza de Venecia.
Se encuentra in situ, es decir, en el mismo lugar para el cual se elaboró: la basílica de San Marcos, pues se creó para la capilla de los dogos. Impresiona porque, entre las tinieblas del templo, resplandece, grandote, tres metros de ancho por dos de alto. Y todo lleno de oro, plata, perlas y piedras preciosas. Casi dos mil piedras preciosas (granates, esmeraldas, zafiros, amatistas, ágatas, rubíes, topacios, cornalinas y jaspes) y más de quinientas perlas.
Se le llama Pala de Oro (Pala d’Oro) pues en italiano pala es «retablo». Es un antipendio o frontal de altar, que se define en el DRAE como «paramento de sedas, metal u otra materia con que se adorna la parte delantera de la mesa de altar». Se cree que, en este caso, más que colocarse delante del altar (propiamente, un frontal) fue la primera pieza de este estilo que se ubicó encima del altar (lo que sería ya un retablo).
Hubo una primera Pala d’Oro en 976, en plata y oro, encargada por el dogo Pietro Orseolo I a Constantinopla, en plata y oro. Un dogo posterior, Ordelafo Faliero (r. 1102-1117), de nuevo pidió un retablo de estos artesanos bizantinos, a quienes pidió algo de técnica bizantina (sus esmaltes eran del más alto nivel) pero con una iconografía latina. Un antipendio no era algo habitual entre los orientales, pero sí en el arte occidental. De esa época data la parte superior de la Pala.

Ahí se ve al Cristo Pantocrátor, tradicional en el románico, y que procede iconográficamente de Bizancio. Cristo en majestad bendice con una mano mientras sostiene las escrituras con la otra. Alrededor, los cuatro evangelistas. Y, más allá, los apóstoles.


Justo debajo vemos a la Virgen María rodeada por el dogo Faliero y, al otro lado, la emperatriz bizantina Irene. Cada figura tiene al lado una inscripción que los presenta: la de él en latín («Ordelaffo Faletrus Dei gracia Venecie dux») y la de ella en griego («Irene Augusta»). Son, obviamente, esmaltes de la modificación de Faliero en 1105.
A lo largo de la base se colocaron, en 1105, esmaltes con episodios de la vida de San Marcos, pero luego los cambiaron y ahora están a los lados y en la fila superior de la sección inferior.
Pero vamos a un siglo después, principios del siglo XIII, cuando aquello de que los venecianos redirigieron la cruzada contra Constantinopla. Aprovecharon para llevarse unos esmaltes que, en el año 1209, añadieron a la parte superior: el arcángel san Miguel en el centro, y seis escenas de la Vida de Cristo, tres a cada lado.
La apariencia actual de esta obra se debe, sin embargo, a la actuación de un dogo que vivió siglo y medio después: Andrea Dandolo (r. 1342 – 1354). Otorgó a un lujoso marco de oro gótico, y le añadió más esmaltes bizantinos y perlas, y piedras preciosas. Le puso inscripciones que celebraban su propia contribución y las de sus predecesores. Esta fase de la Pala se atribuye al orfebre Giovanni Paolo Bonesegna.
Se cree que en esta época se enriqueció la figura de Cristo entronizado, realzando la figura con paños cuidadosamente doblados, los pies, los dedos, las manos y el libro, todo tridimensional. Se incrustaron gemas y perlas en el halo de Cristo. Las hojas de oro y las filigranas en la mandorla presentan las curvas onduladas tan propias del gótico.
Estamos en la época de plenitud del poderío veneciano, enriquecido gracias a que importaba las mercancías orientales tan ansiadas por el norte de Europa.
Como curiosidad, señalaré que el dogo Dandolo encargó a un pintor de la época, Paolo Veneziano (fl. 1333-58), unos paneles de madera para cubrir la Pala d’Oro en los días ordinarios, formando una especie de retablo exterior. Se quitó en el siglo XV y, actualmente, la Pala se expone abierta.

Redescubrimiento de las reliquias de San Marcos (1345) Temple sobre madera


La llaman pala feriada y se conserva en la colección de la basílica de San Marcos. Me gustaría llamar la atención sobre esta escena de redescubrimiento de las reliquias de San Marcos. Se distinguen en el centro al dogo y al patriarca. Detrás, en un nicho, aparece la cabeza y una mano del santo. En el extremo izquierdo, un ciudadano vestido de rojo señala la escena central. La arquitectura representada recordaría a los mármoles de la propia basílica.

Como siempre, salvo otra indicación, las imágenes proceden de Wikimedia Commons.

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