Objeto:
silla
Material:
marfil y madera
Fecha:
h. 545-553
Lugar
actual: Museo Arzobispal de Rávena
Época:
Arte bizantino
Donde hay poder (imperial), que se vea
Mediados del siglo VI. Hace ya casi un siglo que Odoacro,
rey de los hérulos, depuso al último emperador romano de Occidente y envió las
insignias imperiales a Constantinopla. Ya solo
había un emperador romano.
El emperador Justiniano
emprendió el proyecto de reconquistar para el imperio ese Occidente que ahora
estaba gobernado por bárbaros, unos más aliados de los romanos que otros. Logró
así someter zonas de África, Hispania e Italia.
En el año 540 el ejército de Justiniano entró en Rávena. En este lugar, que había sido
la última capital del Imperio de Occidente, se conservan maravillosos restos
paleocristianos y bizantinos. Y parte se construyeron en esta época: la basílica
de San Vital fue dedicada en el 546, y la de San Apolinar in Classe [en el Puerto], en 549.
Puso a mandar allí a uno de sus fieles, Maximiano. La
hipótesis más aceptada es que Justiniano mismo fue quien encargó la confección
de esta silla en Alejandría o Constantinopla y la mandó a Rávena. Se la
regalaba así a uno de sus fieles, el obispo Maximiano. Éste era tan íntimo del emperador que incluso aparece
representado en los famosos mosaicos de San Vital.
Se identifica a este personaje histórico como receptor del
regalo a partir de un monograma en uno
de los paneles, que se interpreta que corresponde con Maximianvs Episcopvs («Maximiano obispo»)
Es una obra muy densa, con más de veinte paneles de marfil tallados minuciosamente. Ya sabéis,
ese horror vacui que se ve en tantos marfiles,
tanto bizantinos, como cristianos o islámicos. No puedo entrar en detalles de
cada uno de ellos. Baste decir que hay dos tipos de historias: unos paneles se
refieren a episodios de la vida de Jesús de Nazaret y otras al patriarca hebreo
José, sí, el que fue vendido en Egipto por sus hermanos.
Se nota el trabajo de, al menos, dos manos (o dos calidades) diferentes. Se piensa que igual el
taller que lo elaboró fue afectado por la peste (hacia el año 540, la pandemia azotó
el imperio) y por ello murieron los que habían comenzado la silla, más dotados
que los que quedaron atrás. La parte mejor elaborada es la frontal, con los cuatro evangelistas y san Juan Bautista. El cordero de Dios aparece en un medallón.
Aquí vemos a Juan el Bautista en el centro, con los
evangelistas a los lados. Arriba, el monograma y todo alrededor, la decoración
intrincada con ramos de vid y pavos reales, toros, ciervos, leones, una fuente
de vida… Merece la pena ampliar la imagen y fijarse bien en los detalles... Y es solo una de las placas de marfil.
¿Para qué servía una silla tan elaborada? Parece bastante
incómoda para ser un asiento ordinario. Más que un trono episcopal al uso se
considera que podría ser algo que simbolizara
el poder del emperador y de la iglesia. Su uso se circunscribiría así a un
objeto de exhibición, de propaganda. Se podía exponer en la iglesia, quizá con
libros sagrados encima de ella. Y también, sacarse en procesión durante las festividades.
La eboraria es una
de las artes aplicadas en las que más destacaron los bizantinos, con esos
famosos dípticos consulares de la época. Y siguieron trabajándolo a lo largo de
los siglos, como se comprueba en el triunfo de Romanos y Eudoxia, del siglo X u
XI, del que ya hablé aquí.
Como
siempre, salvo otra indicación, las imágenes proceden de Wikimedia Commons.
No hay comentarios:
Publicar un comentario