domingo, 28 de julio de 2019

#13 Cátedra de Maximiano






Objeto: silla
Material: marfil y madera
Fecha: h. 545-553
Lugar actual: Museo Arzobispal de Rávena
Época: Arte bizantino


Donde hay poder (imperial), que se vea 

Mediados del siglo VI. Hace ya casi un siglo que Odoacro, rey de los hérulos, depuso al último emperador romano de Occidente y envió las insignias imperiales a Constantinopla. Ya solo había un emperador romano.

El emperador Justiniano emprendió el proyecto de reconquistar para el imperio ese Occidente que ahora estaba gobernado por bárbaros, unos más aliados de los romanos que otros. Logró así someter zonas de África, Hispania e Italia.

En el año 540 el ejército de Justiniano entró en Rávena. En este lugar, que había sido la última capital del Imperio de Occidente, se conservan maravillosos restos paleocristianos y bizantinos. Y parte se construyeron en esta época: la basílica de San Vital fue dedicada en el 546, y la de San Apolinar in Classe [en el Puerto], en 549.

Puso a mandar allí a uno de sus fieles, Maximiano. La hipótesis más aceptada es que Justiniano mismo fue quien encargó la confección de esta silla en Alejandría o Constantinopla y la mandó a Rávena. Se la regalaba así a uno de sus fieles, el obispo Maximiano. Éste era tan íntimo del emperador que incluso aparece representado en los famosos mosaicos de San Vital.

Se identifica a este personaje histórico como receptor del regalo a partir de un monograma en uno de los paneles, que se interpreta que corresponde con Maximianvs Episcopvs («Maximiano obispo»)

Es una obra muy densa, con más de veinte paneles de marfil tallados minuciosamente. Ya sabéis, ese horror vacui que se ve en tantos marfiles, tanto bizantinos, como cristianos o islámicos. No puedo entrar en detalles de cada uno de ellos. Baste decir que hay dos tipos de historias: unos paneles se refieren a episodios de la vida de Jesús de Nazaret y otras al patriarca hebreo José, sí, el que fue vendido en Egipto por sus hermanos.

Se nota el trabajo de, al menos, dos manos (o dos calidades) diferentes. Se piensa que igual el taller que lo elaboró fue afectado por la peste (hacia el año 540, la pandemia azotó el imperio) y por ello murieron los que habían comenzado la silla, más dotados que los que quedaron atrás. La parte mejor elaborada es la frontal, con los cuatro evangelistas y san Juan Bautista. El cordero de Dios aparece en un medallón.


Aquí vemos a Juan el Bautista en el centro, con los evangelistas a los lados. Arriba, el monograma y todo alrededor, la decoración intrincada con ramos de vid y pavos reales, toros, ciervos, leones, una fuente de vida… Merece la pena ampliar la imagen y fijarse bien en los detalles... Y es solo una de las placas de marfil.

¿Para qué servía una silla tan elaborada? Parece bastante incómoda para ser un asiento ordinario. Más que un trono episcopal al uso se considera que podría ser algo que simbolizara el poder del emperador y de la iglesia. Su uso se circunscribiría así a un objeto de exhibición, de propaganda. Se podía exponer en la iglesia, quizá con libros sagrados encima de ella. Y también, sacarse en procesión durante las festividades.

La eboraria es una de las artes aplicadas en las que más destacaron los bizantinos, con esos famosos dípticos consulares de la época. Y siguieron trabajándolo a lo largo de los siglos, como se comprueba en el triunfo de Romanos y Eudoxia, del siglo X u XI, del que ya hablé aquí. 

Como siempre, salvo otra indicación, las imágenes proceden de Wikimedia Commons.

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