Crucifijo de don Fernando y doña Sancha Fotógrafo: José-Manuel Benito (2005) Página web del M.A.N. [CC BY-SA 2.5], via Wikimedia Commons |
Ubicación:
M. A. N., Madrid
Fecha:
1063
Época: Arte románico
Obra
de excepcionalidad calidad, uno de los objetos más destacados del M.A.N.
Ya
lo he dicho aquí varias veces: el Museo Arqueológico Nacional es uno de mis
favoritos de Madrid. Lo he visitado varias veces, la última, hace menos de un
mes.
Una
de sus obras más destacadas, de la que te hablarán si vas en visita guiada, es
este otro magnífico ejemplo de marfil ibérico. Ya hemos visto otros, el bote de la catedral de Zamora (islámico) y el arca de los marfiles (románica).
Como
el Arca de los Marfiles, este objeto precioso fue también regalo de los reyes
doña Sancha y don Fernando al monasterio de San Isidoro de León con el motivo
del traslado de las reliquias del santo de Sevilla a León. Ya os conté que el
hermano de Sancha era el rey de León, murió en batalla contra don Fernando de
Castilla y de esta manera acabó siendo rey de León, el I de ese nombre, y al
que apodaron «el Magno» o «el Grande».
De
la misma manera, hay que recordar que este taller eborario de León fusionó la
tradición otoniana del norte de Europa con las técnicas y las iconografías
autóctonas, mozárabes (mezcla de cristiano e islámico).
Estamos
ante un objeto de marfil, que tiene una altura de 54,2 centímetros y una
anchura de 34 centímetros, con una representación de Jesucristo en bulto redondo.
Destaca
por ser la primera representación de Jesucristo en un crucifijo en la Edad
Media peninsular. Hasta entonces las cruces no llevaban representación humana,
como se puede comprobar en la Cruz de la Victoria asturiana de la que ya hablé aquí.
A
los cristos ya se sabe que se los representa con tres o cuatro clavos,
dependiendo de cómo se pongan los pies; pues bien, este Cristo románico es de
los de cuatro clavos, uno por cada
miembro. Esto contribuye a que sea una figura serena, equilibrada.
Es
un ejemplo de Maiestas domini o
Cristo en Majestad, iconografía del cristianismo que representa la figura de
Cristo en actitud triunfante. Es de inspiración bizantina y consigue ser expresivo,
sin necesidad de contorsiones por el dolor sino más bien transmitiendo
solemnidad. Es una figura hierática.
Como
carece de herida en el costado y los ojos están abiertos, en este caso
incrustad con azabaches, se ve que es un Jesús aún vivo. Le llega hasta las
rodillas el paño de pureza, que en
escultura y pintura se denomina con la palabra perizoma, con pliegues bien tallados.
Como
las otras dos obras eborarias que hemos visto, aquí hay cierto horror
vacui de tradición islámica, por lo que los huecos se recubren de
intrincadas representaciones, unas figurativas y otras de animales, monstruos,
vegetales de clara influencia andalusí.
Arriba
del todo está representado Cristo resucitado, con el Espíritu Santo en forma de
paloma y dos ángeles. Una inscripción en latín dice i.h.c. nazarenus rex ivdeorv; le faltaría la m de iudeorum.
En
la parte de abajo, Adán se arrodilla al salir de la tumba. Están inscritos los
nombres de los donantes: fernandus rex
sancia regina.
Por
la parte de atrás hay un receptáculo que contendría un fragmento de la Vera
Cruz, y más tallas.
En la Wikipedia hablan de esta
pieza de marfil.
Aquí os pongo un clip de cinco
minutos, realmente ilustrativo sobre las características de un crucifijo románico.
Insisto una vez más que si estáis de paso por Madrid, o si vivís allí y tenéis hora y media que matar, una buena opción es entrar en el M.A.N. y dar un repasito por la historia antigua y medieval de España, a través de sus evidencias arqueológicas. Ya digo que hacen visitas guiadas que recorre las piezas básicas, son gratuitas (al menos lo eran cuando yo fui) y resulta un buen entretenimiento.
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