Vaso de Eduviges en el M.º Británico |
Objeto:
vaso / jarra
Material:
cristal tallado
Fecha:
siglo XII
Lugar
actual: Museo Británico, Reino Unido
Época:
Edad Media
Un milagro molón y un
misterio histórico sin resolver
«Milagros», o sea, eventos que parecen contradecir las
leyes de la Naturaleza, para la iglesia católica los hay de todo tipo. Pero hay
uno en particular que yo, nativa de una cultura vitivinícola, encuentro de lo
más molón: la transformación de agua en
vino.
Y no, no me refiero a las bodas de Caná, que según la
mitología cristiana fue el primer milagro de su fundador. No, la leyenda se
refiere a la duquesa Eduviges de Silesia
(1174-1243). Esta virtuosa mujer no probaba el vino y solo bebía agua. Muy
sana, diréis. Bueno, en aquella época, sin potabilización ni tratamiento de
aguas, parece que, pese a su contenido de alcohol, el vino era opción menos
insalubre.
Andaba su marido preocupado hasta que un día comprobó que
ella se echaba agua a la copa, pero al beberlo, se transformaba en vino.
¿No me digáis que, como milagro, no merece la pena?
La cosa es que, a lo largo de los siglos, se fueron
documentando en iglesias y casas señoriales centroeuropeas, una serie de vasos que llevaban el nombre de esta mujer (considerada
santa desde 1267), pues se creía que, al menos tres de ellos, eran el vaso
mágico del que bebía. Se les conoce como «vasos de Eduviges» (Hedwig beakers, o glasses en inglés; Hedwigsgläser
o Hedwigsbecher en alemán).
En realidad, más que vasos son como jarros, pues su altura
oscila entre los ocho y los catorce centímetros y parece que es difícil beber
de ellos.
Son vasos achaparrados, de cristal grueso, tallado. No
están coloreados, pero sí que tienen tonos grisáceos unos, amarillentos otros. El
material se ha analizado químicamente, y se concluyen que están hechos con cal
sodada, cristal de sílice, propio del cristal islámico.
Vaso de Eduviges en el Rijksmuseum |
Los motivos
ornamentales que lleva tallados en su superficie son de dos tipos. Unos
tienen leones, un águila o un grifo o un Árbol de la Vida; otros están
decorados con palmetas, medias lunas, o motivos geométricos y sin animales. Estos
elementos aparecen tanto en el arte islámico como en el bizantino o el
cristiano.
Hay en la actualidad unos
catorce, encontrados todos ellos en la Europa central, y unos cuantos
fragmentos obtenidos en excavaciones. Los hallazgos más «excéntricos», o sea,
más alejados de Alemania y Polonia serían uno en Pistoia (el único al sur de los
Alpes), dos en Namur y un fragmento en Novogrudok (Bielorrusia).
La datación más
aceptada es que son vasos elaborados en el siglo XII o principios del XIII.
Pero a partir de aquí, misterio.
¿Dónde se confeccionaron? No se sabe. Uno pensaría que si
se encontraron en Europa central, de allí sería, ¿no? Pues no. Porque entra en
juego los regalos, los saqueos o el
comercio. Una cosa es donde se hacen las cosas y donde se conservan durante
siglos.
El planteamiento, si lo he entendido bien, es que la
composición química de este vidrio y la técnica
de cristal tallado, con esta ornamentación de inspiración oriental, es más
bien propia del Levante islámico. Cierto es que el vidrio islámico suele llevar
inscripciones, y ser más fino, aparte de que la ornamentación parece demasiado
mazacote para el gusto musulmán.
Se ha propuesto como origen
Siria o Egipto, incluso Irán. Más recientemente se ha apuntado la Sicilia
normanda del siglo XI, concretándolo incluso en el reinado de un Altavilla: Guillermo
II «el Bueno» (1166-89). El cristal se habría importado desde Tiro y el vaso,
en sí, se habría elaborado en Sicilia.
Al parecer esa es la
hipótesis hoy más aceptada, al menos por los museos que exhiben estas
piezas. Sicilia era cruce de culturas: bizantina primero, conquistada por los
sarracenos después y –más tarde– por los normandos (vikingos asentados en
Francia). Ya en 1282 pasó a manos de los aragoneses, de donde viene que la isla
fuera parte de la corona española durante siglos.
La historia de Sicilia
es apasionante. Y, en concreto, el período normando, donde se
entremezclaron la cultura bizantina, la islámica, y la normanda es
absolutamente fascinante. Los maravillosos ejemplos de este arte que pueden
verse en Palermo o en la catedral de Monreale te dejan, simplemente, sin
aliento.
Eso sí, sigue siendo desconcertante que ninguno de los
catorce vasos enteros, ni los varios fragmentos desenterrados en excavaciones
haya aparecido en Sicilia ni en ningún otro lugar del mundo islámico. No hay
nada, nada en Siria, ni en Egipto, ni en el mundo musulmán que se parezca a
estos vasos. Ni una triste esquirla de
un vaso de Eduviges se ha encontrado en Oriente Próximo, ni en el Egipto
fatimí.
No es de extrañar, pues, que haya sugiera otros orígenes: zonas remotas del
imperio bizantino en contacto con el mundo islámico, la propia Silesia o Sajonia,
incluso Bielorrusia.
Aún no se sabe, y podemos seguir imaginando, esperando que
algún hallazgo futuro nos aclare la cuestión, o algún novelista se monte una
historia magufa al respecto. Por si queréis una explicación más detallada sobre
los posibles orígenes, aquí la página del Museo de Corning, que lo detalla, y se apunta, según entiendo yo, a la tesis siciliana.
Por si alguien tiene interés, enumero los vasos localizados
hasta la fecha.
Donde más vasos de Eduviges hay es en Alemania, cinco: en las catedrales de Minden y de Halberstadt,
además de los museos siguientes: el Nacional Germánico de Núremberg, el del
castillo de Friedenstein en Gotha (vaso Asseburg–Falkenstein) y la colección de
arte (Kunstsammulungen) de Veste
Coburgo.
En Polonia hay
tres: en la catedral de Cracovia, y en dos museos: el de Antigüedades de
Silesia en Breslavia y el de Nysa (casi entero).
Dos encontramos en Bélgica,
procedentes de la abadía de las Hermanas de Nuestra Señora de Oignies, Namur,
en forma de relicario medieval y que se dicen traídos desde Tierra Santa por
Jacques de Vitry, obispo de Acre de 1214 a 1226.
El Rijksmuseum
de Ámsterdam (Países Bajos) tiene uno, caracterizado por llevar una inscripción
en la que dice que fue entregado a Luis van Simmern, Conde palatino, en 1643.
El Museo Británico
de Londres (Reino Unido) expone en su sala 34 otro vaso de Eduviges, procedente
de una colección privada en Turingia antes de la PGM y adquirido en 1959,
donación de P T Brooke Sewell.
Hasta Estados Unidos
ha llegado un ejemplar, al Museo de vidrio Corning en Nueva York, supuestamente
en la catedral de Halberstadt desde la Edad Media.
Hay una serie de fragmentos obtenidos en excavaciones todas
ellas del centro y el este de Europa, de Polonia o Alemania a Bielorrusia.
Pequeño comentario sobre este tipo de vasos por David Whitehouse,
antiguo curador del Museo Corning:
Como
siempre, salvo otra indicación, las imágenes proceden de Wikimedia Commons.
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