Cidade de Deus
FilmAffinity |
Año: 2002
País: Brasil
Directores: Fernando Meirelles, Kátia Lund
Música: Antonio Pinto, Ed Cortes
Un paseo a
plena luz por el lado oscuro.
La historia que te cuentan aquí es principalmente
la del auge y caída del delincuente Dadinho, luego llamado Zé Pequeño. Pero, de
paso, nos muestra la vida en la favela llamada “Ciudad de Dios” desde los años
sesenta a los ochenta, con las sucesivas generaciones de delincuentes que nacen
de la pobreza, la desesperanza, cada una superando a la anterior en brutalidad.
Hay momentos duros, y más cuando eres
consciente de que está basada en hechos reales. Pero te atrapa y la violencia no
es particularmente perturbadora por la increíble forma en que lo cuenta. Los colores
brillantes, a veces saturados, el montaje entrecortado un poco de videoclip, la
narrativa en avances y retrocesos, sucesos anteriores se explican más adelante,
el formato de pequeños episodios, cada uno de ellos centrado en un personaje…
Todo sirve para construir una película impactante.
Para mí fue un poco como una de
Tarantino: lo que te cuenta interesa menos que cómo lo cuenta. Siempre me
maravillo ante directores capaces de narrar de otra manera, que usan la técnica
cinematográfica en todo su esplendor, sin realizaciones anodinas de peli
televisiva. Pero, a diferencia de Tarantino, aquí hay algo detrás, una cultura,
una conciencia, una denuncia de la situación, un país, narrada a través de
personas que son de carne y hueso, auténticas, y no un cliché.
Podemos preguntarnos si es lícito
contar de manera tan atractiva una historia así de brutal. Sí, desde luego.
Primero, porque lo bello, lo artístico, nunca necesita excusa alguna para existir;
ni tiene que pedir perdón, porque siempre nos hace mejores. Y, segundo, porque
si hubiera optado por una realización rutinaria no habría tenido la repercusión
que tuvo.
Esta es una de esas películas que
recomendaría a todo el mundo, porque atrapa desde el primer fotograma y acabas
encantando, sabiendo que has visto algo especial.
Tuvo el premio BAFTA al mejor montaje,
el Círculo de críticos de Nueva York la eligieron como mejor película
extranjera en 2003, y lo mismo ocurrió en el Festival de Toronto y con la Asociación
de Críticos de Chicago.
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