ἀποξυόμενος
Copia romana del s. I Por Jean-Pol Grandmont [CC BY 3.0] vía Wikimedia Commons |
Ubicación:
Museo Pío-Clementino (Ciudad del Vaticano)
Fecha:
330-325 a. C. (original) / s. I (copia)
Época: Arte griego
Autor: Lisipo
Una estatua capaz de crear un alboroto nada menos que a Tiberio
Como ya se mencionó, Lisipo fue
el más prolífico en sus obras, e hizo más estatuas que cualquier otro artista.
Entre ellos, está el Hombre que usa el raspador, que Marco Agripa había erigido
frente a sus Termas, y que agradó maravillosamente al emperador Tiberio. Este
príncipe, aunque al comienzo de su reinado se impuso cierta moderación, no pudo
resistir la tentación y se llevó esta estatua a su dormitorio, sustituyendo a
otra en los baños: la gente, sin embargo, se opuso tan resueltamente a esto,
que en el teatro exigieron clamorosamente que el Apoxiómeno fuera devuelto a su
lugar; y el príncipe, a pesar de su apego a él, se vio obligado a restaurarlo.
Plinio:
Historia Natural, XXXIV, 19.
Un
apoxiomeno (o apoxiomenos, que de las dos formas lo he visto escrito en mis
libros de arte) es una estatua de un atleta limpiándose el sudor y el polvo con
un estrígil. De hecho, su nombre
significa, en griego, «el que rasca».
Es
uno de los temas de la escultura griega. La mayor parte de las estatuas griegas
las conocemos por copias romanas.
Los originales en bronce, descubiertos al conquistar la Hélade en el siglo II
a. C., fueron copiados a lo largo de los siglos en mármol. Por eso de un
determinado tema puede haber distintas copias o versiones. Plinio menciona en el
libro XXXIV, unos cuantos ejemplos del botín que se llevaron a Roma.
El
más famoso Apoxiómeno es esta copia romana del siglo I a partir del modelo
original de Lisipo. Actualmente puede
verse en el Pío-Clementino, uno de los museos en los que se divide la riqueza
patrimonial de Ciudad del Vaticano.
Lo
encontraron en el Trastévere en el año 1849, y pronto fue identificada con aquella escultura de la que hablaba Plinio –el cotilla que todo lo sabe– en su Historia Natural.
Realizada
en mármol pentélico, se alza hasta los 2,05 metros. Se ve a un atleta en
postura de contraposto, una pierna recta y otra avanzada o doblada;
extiende el brazo que va a limpiar, mientras que con el otro va raspando la
suciedad.
Si
os acordáis, el arte griego se dividía en tres
períodos: arcaico, clásico y helenístico. Lisipo, que fue el escultor favorito
de Alejandro Magno, está situado ya al final de la época clásica, rozando con el
helenismo. Plinio cuenta que Alejandro Magno ordenó que no lo retratara ningún
otro que Apeles, no lo esculpiera otro que Pirgóteles, ni lo reprodujera en
bronce otro que Lisipo (Historia Natural,
libro VII, 125). Se incluye en la llamada segunda fase del clasicismo, junto
con Scopas y Praxíteles.
Estamos
ya en el siglo IV a. C., con los ideales clásicos en crisis, incluyendo el
modelo anatómico que había dominado en el siglo anterior. Lisipo propone un nuevo canon. Los músculos son, a un tiempo, fibra y grasa. Estiliza las formas: en vez de un
cuerpo de siete cabezas, establece un modelo de cabeza más pequeña, siendo su
canon el de ocho cabezas (1:8). Así los miembros de alargan. Rompe con la
frontalidad, y puede verse desde cualquier ángulo.
Es una pieza más que se puede ver conforme vas recorriendo los Museos Vaticanos, y puede que en tu ansia por llegar a la Sixtina, no repares en esta parte maravillosa de estatuaria. Como todo el recorrido, está más lleno de gente de la que desearías (porque al fin y al cabo, también quieren ver lo mismo que tú, ¿no?). Merece la pena dedicar un buen rato a estas obras y, entre grupo y grupo, quizá alcances a tener un momento de respiro en el que puedas contemplarlas con cierta tranquilidad.
Aquí, un pequeño clip de un par de minutos sobre esta pieza, que he encontrado en You Tube.
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