Ubicación: Catedral de Toledo (España) /
Museo & Biblioteca Morgan, Nueva York (EE. UU.)
Fecha: entre 1226 y 1234
Estilo: Arte gótico
Un lujoso producto cultural, herencia
de un rey
Voy a empezar hablando de la última voluntad de
Alfonso X, al que todos conocemos con el apodo de «el Sabio», que reinó en
Castilla y León allá por el siglo XIII.
Pongámonos un poco gore. En el invierno de 1283-1284 el rey se dedicó a dictar sus
testamentos, viendo que ya le quedaban, como quien dice, dos días en este valle de lágrimas. Era un hombre muy peculiar, y
por ejemplo respecto a dónde quería que le enterraran tuvo sus cosas: su
cuerpo, en Sevilla (en cuya catedral está), sus entrañas que se fueran a
Murcia, primer territorio que reconquistó de manos musulmanas (y efectivamente
allá están, en la catedral de Murcia), y su corazón, que lo llevaran a Tierra
Santa. ¿Está en Jerusalén, entonces? Pues no, porque aquello se perdió para
manos cristianas y, no teniendo otra cosa que hacer con él, como pasaba el
tiempo, lo juntaron con el resto de vísceras en Murcia. Es por ello que el
escudo de Murcia lleva, desde el siglo XVI, un corazón. Lo cuentan aquí.
Antes de que el rey muriera y lo
partieran en cachitos, en un testamento que lleva fecha 10 de enero de 1284,
entre sus disposiciones están la siguiente:
«E mandamos otrosi, que las dos biblias et tres libros de letra gruesa, cobiertas de plata, é la otra en tres libros estoriada que nos dió el rey Luis de Francia, é la nuestra tabla con las reliquias, e las coronas con las piedras é con los camafeos é sortijas, é otras nobles que perteneçen al Rey, que lo aya todo aquel que con derecho por nos heredare el nuestro señorío mayor de Castilla é León»
¿Cuál era esa otra biblia en tres libros
historiada que le dio el rey Luis de Francia?
Pues un producto cultural muy específico
y caro: una «biblia moralizada» o «historiada». Son biblias iluminadas. Lo de
moralizada viene porque combina alegorías y escenas paralelas. Tan preciosa es
que se la llama también «Biblia rica de Toledo».
Se confeccionaron cuatro biblias de este
tipo a instancias de la reina Blanca de Castilla. Era esta hija del rey de
Castilla, reina de Francia y magnífica señora medieval, de esas que se dedicaban a
ejercer el poder como podían, defendiendo el reino de su hijo menor, muy
piadosa y mecenas de manuscritos.
La finalidad es didáctica: la formación religiosa y moral de los miembros de su familia.
Se conocen cuatro biblias de estas realizadas en
los talleres parisinos. Las dos más antiguas se conservan en Viena; la tercera,
troceada como el cuerpo de Alfonso X, está en bibliotecas de Oxford, París y
Londres. Y la cuarta, que es coetánea de la despiezada, en la catedral de
Toledo, salvo ocho folios (una mano de papel), que está en la
Biblioteca Morgan de Nueva York.
El material utilizado es pergamino. De
cada folio se usaba solo una cara, pues estaba tan cargado de pintura que no
habría soportado que se escribiera e iluminara por las dos partes. El pergamino
tiene dos partes, una velluda y otra suave. Para pintar se prefirió la parte más
áspera, en la que el pigmento se agarra mejor. El fondo es de oro y los colores, diversos.
Aunque se les llama biblias realmente no
son una edición completa de este libro. Son fragmentos en latín de la Biblia,
del Viejo y del Nuevo Testamento, con su correspondiente comentario o interpretación.
Por ejemplo, en un lado aparece el Génesis con la separación de luz y
tinieblas, y al lado, moralizándolo, la separación de los ángeles buenos y los
ángeles malos. Junto a la creación de Eva a partir de la costilla de Adán,
aparece la creación de la Iglesia sacada del costado herido de Cristo en la
cruz.
Lo maravilloso es que el texto se sitúa
en dos columnas y, a su vez hay otras dos columnas de ilustraciones, metidas en
medallones, cuatro por cada columna, en total ocho por página. La primera fila
de dibujos ilustrarían el texto bíblico y la segunda, una escena que explicaría
el fragmento del texto.
Esas escenas metidas en círculos son muy
ilustrativas de la vida en el siglo XIII, cómo vestían, qué instrumentos
utilizaban, los juegos, etc. Suele ser una sola escena por medallón, aunque
alguna vez se divide en dos partes, arriba y abajo.
Son cientos, miles de ilustraciones que no
tienen realmente paralelo –en cantidad y calidad– en ningún otro libro
medieval. Recuerda un poco a cómo estaban distribuidas las imágenes en las
vidrieras de esta misma época gótica.
Al principio de cada biblia, en el frontispicio, hay una representación de
Dios creando el mundo, con un compás en la mano y el orbe en la otra. Al
parecer, esta iconografía del «Dios geómetra» contaba con escasos precedentes. En
esta Biblia de San Luis está en majestad, un pantocrátor dentro de una
mandorla, imagen que ya hemos ido viendo en otras entradas de este blog mío y
que era muy habitual en el arte medieval.
Frontispicio de la Biblia de San Luis, catedral de Toledo. |
En el colofón está la
imagen de quien realizó el libro. En la parte superior, una reina (Blanca de Castilla) y un rey
joven, lampiño (Luis IX de Francia. Y, abajo, en tamaño un poquito menor, para que se vea que son de menor importancia que los reyes, un clérigo que pudiera ser benedictino pero que realmente no se puede saber, a ciencia cierta, a qué orden pertenecía, que está dictando la obra, o dándole instrucciones sobre lo que dibujas, a un escriba, un artesano laico.
Colofón de la Biblia de San Luis, Biblioteca Morgan, Nueva York. |
Las cuatro biblias siguen este mismo
esquema, y luego fueron imitadas en los siglos XIV y XV, aunque no son tan
completas. Una, la llamada «de Osuna» (Biblioteca Nacional de
Madrid), por ejemplo, tiene el texto y el hueco para las ilustraciones, pero las
miniaturas no llegaron a hacerse nunca.
Aquí trato de la Biblia de San Luis,
pero no me resisto a poner una imagen que hay en una de las biblias de Viena,
porque es de las más populares imágenes medievales. Ya he comentado que al
principio de las biblias hay una imagen a página entera de Dios creador como geómetra. Esta es una de Viena, con Dios creando el mundo con
un compás como podrían ser aquellos maestros que hacían las trazas de las
catedrales medievales.
Dios como arquitecto, frontispicio de la Biblia moralizada de Viena Codex Vindobonensis 2554, f.1 verso Biblioteca Nacional de Austria |
Un producto tan lujoso y caro, que solo
podía ser un encargo real. Ni los más ricos aristócratas podían mantener talleres
artísticos, solo la Corona de Francia.
Llegó a manos del rey español gracias a
que se la regaló el rey Luis de Francia. Este se ha identificado casi con toda
seguridad con san Luis, y el acontecimiento que motivó el regalo pudo ser
variado, quizá cuando subió al trono en 1252, o un regalo de compromiso de Alfonso
X con Blanca de Francia en 1266, o cuando se casaron en 1269. Otros hablan de
otro san Luis, el de Anjou, obispo de Tolosa, pero las fechas no cuadrarían del
todo.
Los ocho folios que hay en Nueva York
son del final, los que contienen la imagen de la reina Blanca de Castilla y su joven hijo. Se desgajó del tercer tomo muy pronto, en la Edad Media. Una hipótesis
que hay es que lo hizo el sucesor de Alfonso X, Sancho IV; fue una herencia un
poco atravesada, pues sus sobrinos, hijos del hermano mayor premuerto, eran
pretendientes a la Corona.
Pudo ser un poco por despecho porque al parecer
los reyes de Francia sí que apoyaban a estos infantes llamados de la Cerda, ya
que eran hijos de Blanca de Francia, hija del rey Luis IX de Francia,… exacto,
el que aparece retratado como muchacho en esa imagen final de la Biblia
moralizada, por quien lleva el nombre «de San Luis». O sea, que Sancho IV no lo
quería ni ver… ni en pintura.
Cómo llegó esto a la catedral de Toledo
no se sabe, sería un regalo real, obvio. Se sabe seguro que ya estaba allí en 1539,
por un inventario. De todas las biblias historiadas es la que más fácilmente
puede ver el público, pues lo tienen en el Tesoro de la catedral de Toledo,
donde cualquier turista puede verlo. Paradójicamente, también era la más difícil de estudiar
para los académicos. Es por ello que se encargó una edición facsímil, que se
hizo en M. Moleiro Editor, S. A. de Barcelona.
Como curiosidad, recordaré que, en el año 1923 el último sha de Persia
de la dinastía Kayar, Ajmad Sah Kayar, visitó España. Aquí, un vídeo de estos
dos mandamases en carruaje pasando revista a las tropas. Entre las cosas que el rey español consideró dignas de enseñarle está, precisamente, esta biblia moralizada de la catedral
de Toledo. Ciertamente, aunque de mayoría islámica, los iraníes son
principalmente persas, no árabes, sino que tienen una cultura muy antigua en la
que la representación humana no estaba prohibida. Espero algún día poder hablar
de las magníficas miniaturas persas.
Miniatura de la cantiga 160, Códice de El Escorial G. Rosa, imagen cedida por Retruso de Cela, via Wikimedia Commons |
Como el número de pinturas que voy a comentar está reducido a cien, no puedo más que poner un manuscrito franco-gótico, pero no podía dejar de mencionar el espléndido manuscrito de El Escorial.
Para saber más sobre las biblias
moralizadas, se puede leer el artículo que les dedica la Wikipedia. Y, en particular, sobre esta de San Luis.
Un informe del Boletín de la
Real Academia de la Historia dedicada a «La Biblia de San Luis en la catedral de Toledo» me ha servido para escribir esta entrada. También he recurrido a «Del cosmos al caosen las biblias moralizadas», para entender un poco la ideología detrás de este producto cultural de Antonia Martínez Ruipérez; datos tampoco es que haya sacado muchos de este segundo artículo, pero es fascinante ver cómo interpretaban el mundo y qué ideas había detrás de las imágenes; se centra mucho en el manuscrito de Viena.
Acabo con un clip de Moleiro Editor, S. A. sobre
esta biblia
Como siempre, ya sabéis, una propuesta de viaje cultural de fin de semana a Toledo, con sus muchos y maravillosos monumentos, entre ellos la catedral. No dejéis de pasaros por su Tesoro para admirar esta bellísima biblia historiada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario