Fachada occidental o de Santa María Por Zarateman (2009) [dominio público] |
Ubicación:
Burgos (Castilla y León, España)
Fecha:
1221 – 1260 (fachada gótica clásica)
Estilo: Arte gótico
Tipo de edificación: religioso
Cuando
la casa se queda pequeña, te haces otra más grande
Imagináoslo, una fila de
viajeros cruzando los caminos de lo que hoy es España, y luego Francia, hasta
llegar a Alemania.
A la cabeza, Mauricio, un ambicioso obispo con buenas
conexiones en la familia real, íntimo de la reina Berenguela, uno de los firmes
apoyos para que la transición al reinado de su hijo Fernando fuera bien, y que
no cayera presa del desorden de los nobles o de la depredación de su ambicioso
ex, el rey Alfonso IX de León y padre del muchacho.
Hacía dos años que el
chavalín era rey y parecía que la cosa estaba controlada. Con diecinueve años
cumplidos (o diecisiete, las fuentes no se aclaran si nació en 1199 o 1201),
tocaba casar a la criatura.
La cosa se decidió a principios del 1219. Solo que no era tan fácil encontrar novia en los reinos vecinos, ya que entonces las prohibiciones canónicas eran
más extensas que ahora en el derecho canónico y haría falta dispensa para casar
en León, Portugal o Aragón. Así que se decidió enlazar con la casa imperial de
los Hohenstaufen.
No era el primer intento
de matrimoniar con la casa imperial. La propia Berenguela se había comprometido
con un hijo del emperador Federico Barbarroja, aunque al final este perdió
interés en el enlace cuando creyó que Berenguela no iba a heredar el trono de
Castilla. Aparte de ello, Berenguela era prima del emperador hasta 1215, Otón
IV, pues sus madres eran hermanas, hijas de Enrique II de Inglaterra y Leonor
de Aquitania.
Así que hacia tierras
alemanas partió esta comitiva encabezada por el obispo Mauricio, con otros
prelados como los abades de San Pedro de Arlanza y de Santa María de Rioseco o
el prior general de la Orden del Hospital en España. En total, unas cincuenta
personas con sus caballerías y una reata de acémilas cargadas de regalos de
esos que se hacían y se hacen, para templar voluntades: telas, trajes, joyas y
muebles, cabe pensar que combinando los estilos cristianos con los islámicos.
Partieron en abril de
1219, entrando en tierras galas por Guipúzcoa y marchando hasta el sur de lo
que hoy es Alemania. Allí, la corte alemana se pasó la primavera y el verano de
un sitio para otro, que si Ulm, que si Augsburgo, hasta una dieta se celebró en
Núremberg, y detrás de ellos, los castellanos, a ver si cerraban el trato y se
firmaban los contratos matrimoniales.
La novia escogida era una
Hohenstaufen, llamada Isabel al nacer en 1205 y que tenía, entonces catorce
años de edad. Hija de Felipe, duque de Suabia, era nieta, por parte de madre, del
emperador bizantino Isaac II Ángelo. Educada en la cultivada corte de Federico
II, era una mujer calificada por Rodrigo Ximénez de Rada como
Optima, pulchra, sapiens et pudica
O sea, bonísima, bella,
sabia y modesta
Al final los imperiales
se cansaron ya de marear la perdiz con los castellanos y en el mes de
septiembre otorgaron los contratos y entregaron a la jovencita al cuidado del
obispo Mauricio. La cual, por cierto, adoptó aquí el nombre de su hermana mayor
Beatriz, la emperatriz del Sacro Imperio, muerta en 1212. Por eso aquí la
conocemos como Beatriz de Suabia.
Venga, de vuelta a
tierras hispanas, pero antes dando una vueltecita por París. Mauricio había
estudiado en aquella universidad y, además de hacer turismo, tenía que hablar
con la reina de Francia, que no es otra que Blanca de Castilla (sí, la misma de
la que ya hablé al mencionar la Biblia de San Luis), hermana de Berenguela. Por
aquella época todavía vivía su marido Luis VIII de Francia.
En este viaje por tierras
francesas y alemanas, el obispo Mauricio tuvo oportunidad de sobra de conocer
las nuevas catedrales que se estaban levantando en las ciudades, en estilo
gótico que entonces era lo moderno. No
las llamarían así, claro. «Gótico» es el despectivo término con el que el
Renacimiento italiano las (des)calificó, como signo de barbarie frente a la
civilización romana. Se atribuye a Vasari esta denominación.
No fue hasta el mes de noviembre
que la comitiva de prelados españoles, con la princesa imperial y unos cuantos
caballeros y doncellas alemanes, hizo su entrada por Guipúzcoa. Fueron a
Vitoria y de allí a Burgos.
A Fernando le armaron
caballero, en fastuosa ceremonia celebrada, al parecer, en Las Huelgas, el 27
de noviembre. Todo por impresionar a los guiris. Tres días después, el 30 de noviembre, se celebró la boda en la
antigua catedral románica, la iglesia de santa María que construyera Alfonso
VI. Se amontonó tanta gente que se les quedó
pequeña.
«A diebus antiquis, non fuit visa talis curia, in civitate burgensi», que decía la crónica.
Era una
boda de royals, me imagino que guapos,
jóvenes, enjoyados y de ricos vestidos, como debe ser. ¿Cómo no iba todo
quisque a atorar la iglesia?
Qué más quiere el ciego
que ver, o un obispo que le hagan una catedral rumbosa. Así que Mauricio
convenció al rey de que Burgos, ciudad brillante, plaza comercial que enlazaba
con los puertos del norte, e importante punto en el Camino de Santiago, merecía
algo más vistoso.
El 20 de julio de 1221, el
rey Fernando III colocó la primera piedra de la catedral, bien acompañado por el
obispo, la joven reina Beatriz, la reina madre Berenguela, el infante Alfonso,
de diecinueve años, al parecer favorito de su hermano Fernando, más todos los
pelotas y pisamoquetas de la época.
No se sabe quién fue el
arquitecto que trazó esta catedral, pero es evidente la influencia francesa, habiéndose
relacionado esta catedral, sobre todo, con las de Bourges y Reims, si bien sin
tanta altura como ellas.
Tuvo añadidos en siglos
posteriores, por lo que me voy a centrar en esta fachada de Santa María, que es
la occidental, del rosetón para arriba. Los arcos de entrada son un pegote que
le pusieron en el renacimiento.
Fachada de Santa María,
por Zarateman (2008) [dominio público]
Tiene tres calles y tres
cuerpos. Vamos a fijarnos en la calle central. En el segundo cuerpo encontramos
un rosetón con una estrella de seis puntas en el centro: es la estrella de David, que se vincula a la realeza.
Encima, en el tercer
cuerpo, hay una galería formada por dos ventanales con maineles y tracería de
tres óculos cuadrilobulados. Bajo ocho arquillos se alzan esculturas de los
ocho primeros reyes de Castilla: de Fernando I a Fernando III.
Galería y la parte de las
torres que sí son del siglo XIII. De nuevo, gracias a Zarateman (2014)
A Juan de Colonia se deben, ya en el siglo XV, los remates tanto de este cuerpo central (una barandilla
con arquillos apuntados) como de las torres (esos chapiteles piramidales).
Me centro en la fachada,
porque es lo que toca mencionar ahora, al hilo de la arquitectura gótica. A lo
largo de los siglos posteriores se fueron añadiendo y quitando cosas. Es una
joya tan preciosa de nuestra arquitectura que pertenece, por sí misma –o sea,
sin formar parte de ningún centro histórico–, al Patrimonio de la Humanidad.
Así lo declaró la unesco en el año 1984, y en su página web dice por qué:
La construcción de la Catedral de Santa María de Burgos comenzó en el siglo XIII, al mismo tiempo que la de las grandes catedrales francesas de la región de París, y finalizó en los siglos XV y XVI. Su espléndida arquitectura y la colección excepcional de obras maestras que alberga –pinturas, sitiales del coro, retablos, tumbas y vidrieras– son un verdadero compendio de la historia del arte gótico.
¿Y qué fue de estos
jovencísimos novios? Fernando III se consolidó como rey de Castilla. Al morir
su padre, se hizo con el trono de León y quedaron así estos reinos unidos de
forma ya definitiva. Esta unión aún se recuerda en el nombre de la comunidad
autónoma: Castilla y León. Ojo, no
decir nunca *Castilla-León, que les jode un huevo.
Con Fernando se dio otro
gran salto adelante en la Reconquista, llegando hasta Córdoba y Sevilla. A él
se le debe la conservación de la magnífica mezquita de Córdoba, reconvertida en
Catedral. Fueron los padres de Alfonso, que conquistó el reino de Murcia pero a
quien se recuerda hoy más por su labor literaria: no sólo lo que él estudió y
escribió, sino también su promoción de las letras, incluida la famosa Escuela
de traductores de Toledo.
Alfonso hizo a su madre
protagonista de una de sus cantigas, en concreto la n.º 256:
El rey don Fernando ganó a
Capilla (de los moros) y la resolvió con cristianos.
Ordenó a su esposa, la Reina
Beatriz, que se quedara en Cuenca mientras atacaba a Capilla.
Cuando estaba en Cuenca, la
reina se puso tan enferma que los habilidosos médicos de Montpellier predijeron
que moriría.
Ella estaba embarazada y tenía
fiebre muy alta.
La reina ordenó que trajeran
una imagen de la Virgen.
Ella mantuvo que se
recuperaría de su enfermedad tan pronto como hubiera visto la imagen, que
estaba finamente hecha de metal.
Ella pidió que la imagen se
llevara a un lado para poder besarle las manos y los pies.
Todo esto fue hecho, y la reina
se recuperó de su enfermedad.
Esa vez sanaría, pero al
final, en noviembre de 1235, después de dieciséis años de matrimonio, murió en
la ciudad de Toro. Su cadáver es otro de esos que fue de un lado a otro.
Primero la enterraron en Las Huelgas y luego su hijo Alfonso la llevo a Sevilla, en cuya
catedral están sus restos desde 1278, junto a los de su esposo Fernando III.
.
Para saber más de esta
edificación, como siempre, tenemos la Wikipedia, con un artículo bien detallado.
También podéis visitar su página web.
Para una visita de unos
cinco minutos, tenemos este episodio «Historia en Piedra: Ep. 5 La Catedral de
Burgos» de la Universidad de Burgos en You Tube.
Como siempre, para quien haga planes de fin de semana, Burgos es un lugar estupendo.
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