El descendimiento de la cruz Foto: Eixo [Dominio público], vía Wikimedia Commons |
Deposizione dalla croce
Ubicación:
catedral de Parma (Emilia-Romagna, Italia)
Fecha:
1178
Época: Arte románico
Autor: Benedetto Antelami
Si tú lo vales, ¿por qué no vas a firmar tu obra?
Puedes
decir, ¡vaya, otra escultura románica! Un descendimiento, ¿y qué? ¿Por qué es
tan importante?
Por
los detalles, por aprender, por fijarse
en las cosas, y disfrutarlas más cuando las entiendes mejor.
Por
el placer de aprender a mirar y reparar en los detalles, que es una de las
cosas más útiles que te proporciona el arte a ti, ciudadano del siglo XXI que
vives en la prisa, lo superficial, la imagen que te impacta sin reparar en la
realidad profunda de las cosas.
Además,
en este caso, el autor lo pone fácil,
porque en el relieve hay un montón de inscripciones que te va contando lo
que es cada cosa.
Esta
es una de las primeras obras de arte europeo firmada y fechada, desde la
Antigüedad. Algo insólito. Por encima del travesaño de la cruz, hay una
inscripción en la que Benedetto, chulito
como el solo, nos cuenta cuándo la acabó y quien la hizo. Copio de la Wikipedia:
ANNO MILLENO CENTENO SEPTVAGENO / OCTAVO SCVLTOR PAT(RA)VIT M(EN)SE SE(C)V(N)DO // ANTELAMI DICTVS SCVLPTOR FVIT HIC BENEDICTVS
Que
quiere decir, más o menos, que el escultor acabó la obra el segundo mes del año
1178, y que ese escultor fue Antelami llamado Benedicto.
Lo
del segundo mes no quiere decir febrero (aunque lo he visto por ahí escrito)
sino abril, porque el año en la Edad Media empezaba en marzo.
Los
artistas italianos, pioneros en esto
como en tantas otras cosas, fueron de los primeros en abandonar el anonimato
medieval. Porque ellos lo valían.
Este
Benedetto Antelami (h. 1150-1230) fue arquitecto y escultor, el mejor de Italia en la época. Trabajó
principalmente en Lombardía y en Emilia-Romaña entre los años 1170 y 1230 y se le relaciona, sobre todo, con la catedral de Parma. Para ella realizó este Descendimiento de la cruz, la más
antigua de sus obras conocidas. Más adelante hizo otras esculturas que son más
tránsito hacia el gótico, como las del baptisterio y las de la
catedral de Fidenza.
Se
trata de un relieve ejecutado sobre una plancha o losa de mármol, que mide 1,10
m de alto por 2,30 de ancho. Suelen decir que es bajorrelieve, pero en algún
lugar lo llaman altorrelieve. Considerando que para ser altorrelieve las
figuras tienen que sobresalir más de la mitad de su grosor, yo me inclinaría
porque esto es un altorrelieve.
¿Qué
representa? Pues un descendimiento.
Para aquellos que no hayáis recibido educación católica, os lo explico: es el
momento en que Jesucristo, ya muerto, es bajado de la cruz. A veces se le llama
deposición, por traducción directa
del italiano. Aquí, Antelami sigue la escena tal como se describe en el evangelio
según san Juan.
La
escena se divide, básicamente, en tres
partes: Jesucristo en el centro, con la cruz detrás, un grupo de soldados a
la derecha y de parientes de Cristo a la izquierda. Hay un par de arcángeles
sobrevolando, uno cada grupo, unos medallones con guirnaldas y cabezas en los
extremos superiores, una cenefa bordea por tres lados y, arriba, en el marco,
rosetones.
Pero
voy a entrar con más detalles porque eso es lo bonito, ver qué es cada cosa.
Jesucristo, José de Arimatea, la Iglesia triunfante y al otro lado, Nicodemo y la Sinagoga Por I, Saiko (2010) [CC BY-SA 3.0], vía Wikimedia Commons |
Empiezo
por el grupo de Jesucristo. Es un típico Cristo románico, lo que
se ve porque los ojos los mantiene abiertos (o eso me parece a mi), y sobre todo por esa rigidez en la
figura, los brazos casi perpendiculares, la ausencia se los estigmas o signos
de la Pasión, aquí no hay heridas sangrantes ni sufrimiento, ni dolor. La
anatomía apenas se perfila, solo se marca el costillar. Y, sobre todo, fijémonos en los pies, que
están separados y cada uno con su clavo. Un truco: cuatro clavos es románico,
tres gótico.
Como
es propio de un cristo románico, viste faldellín hasta las rodillas, lo que se
llama perizoma o paño de pudor. Y
los pies los apoya en un soporte, que se llama supedáneo.
Ya
se ha desclavado una mano, que es sujetado por la Virgen. Parece que esté bendiciendo.
El
personaje que lo agarra, y le besa el costado (algo iconográficamente
novedoso) es José de Arimatea. A su
lado está la Virgen María, madre de
Jesús, que al enlazar con el cadáver de su hijo por el brazo compone una escena
patética, un drama que ya te denota algo nuevo, una emoción generalmente
bastante ajena a la escultura románica, tan hierática.
Entre
José y la Virgen hay una figura femenina con dalmática y alba, que lleva una banderola
con el estandarte de los cruzados y una especie de cuenco que es el cáliz con
la sangre de Jesús. Es la imagen de la iglesia
triunfante. Y no es que lo diga yo, es que Antelami grabó el cartelito,
para ilustración de todos: Ecclesia
exaltatur (ya os digo que aquí le ponía nombre a todo).
Parte izquierda, de nuevo, foto de I, Saiko (2010) |
Detrás
de la Virgen María está san Juan (el
apóstol, claro, no el evangelista) y detrás de él, las tres Marías: Magdalena, Cleofás y Salomé.
Por
encima de ellas sobrevuela el arcángel Gabriel.
En
la esquina de este lado, el medallón representa al Sol.
Pasamos
al lado contrario, el grupo de soldados.
Tenemos
a un señor subiéndose por una escalera, es Nicodemo,
que no es soldado sino figura positiva, pero por razones de composición lo
pone a este lado, como un paralelo a José de Arimatea. Junto a él, de la misma
manera que al otro lado estaba la iglesia, aquí hay una personificación de los
judíos, la Sinagoga. El arcángel que
sobrevuela la escena es Rafael, y
agarra la cabeza de la sinagoga y la obliga a inclinarse, en señal de derrota.
Detrás,
un centurión con su espada y su
escudo y cinco soldados en prietas filas lo siguen. El medallón que queda por
encima de ellos es lo opuesto al Sol, o sea, la Luna.
La
composición sería así bastante simétrica, si no fuera porque Antelami introduce
un grupito de cuatro personas en el extremo inferior de la derecha, los de la túnica.
Están
sentados en taburetes, y se intenta dar cierta perspectiva o sentido de la
profundidad. Dos delante y dos detrás de los que apenas se ven las cabecitas.
Entre las manos tienen la túnica de Jesucristo, a la que siempre se añade el
adjetivo de inconsútil. ¿Qué quiere
decir esto? Pues os regalo más terminología propia de una educación católica:
no tenía costuras. Se ve que la analizaban a ver si la rompían o se la jugaban
a los dados, que es lo que al final pasó, según el relato evangélico, claro.
Por
encima y a los lados hay una cenefa
decorativa formada por zarcillos. Una serie de rosetas adornan el borde superior
Actualmente,
se guarda en el transepto derecho de la catedral
de Parma, edificio para el cual se confeccionó el púlpito del que solo
queda esto.
El
primer obispo de Parma, Guibodo, construyó una catedral, que quedó destruida
por un incendio allá a mediados del siglo XI. Entonces se pusieron a
reconstruirla, y la nueva fue consagrada por Pascual II en el año 1106. Pero
hete aquí que resultó con severos daños por un terremoto poco después, en 1117.
Y de esas obras de reparación es de donde viene el edificio actual.
Destaca
la fachada, con tres pisos de
galerías abiertas o de arcos vivos (logias),
algo que es muy característico de Italia frente a los arcos ciegos de los
franceses; la galería superior se adapta a la cubierta a dos aguas, siendo
también rasgo peculiar italiano que el remate de la fachada sea un tejadillo a
dos vertientes. Otra característica muy propia del románico de
Lombardía en el siglo XII que podemos ver aquí es el pórtico avanzado, con dos columnas que apoyan en leones. Se considera que
es una reviviscencia de elementos clásicos, de los antiguos pórticos, y se ve
también en Módena.
Aquí
os la pongo, pues merece la pena fijarse en esta peculiar fachada con galerías
y esas columnillas sobre leones.
Otro
elemento peculiar del románico italiano, que ya vimos al hablar de la catedral de Pisa, es
que la iglesia va por un lado y el campanario y el baptisterio, por otro. Antelami
también trabajó, como dije antes, en el baptisterio de Parma.
A
lo que vamos, volviendo al Descendimiento
de la cruz.
Se
nota claramente la influencia del arte romano
que los italianos seguían teniendo a la vista, en cosas como el propio soporte, una losa de mármol, y elementos de la obra como las
rosetas del borde, las figuras en medallones o la cenefa que lo rodea.
Pero
también hay algo del imperio romano que aún existía en aquella
época, el Este: Bizancio. De origen bizantino es la
disposición simétrica de las figuras, tan colocaditas una detrás de otra, con
su ritmo regular que da armonía a la composición; y también el hecho de que las
cabezas sean más grandes que lo que sería una proporción natural. Eso sí, las
figuras santas de la izquierda, si os fijáis, son más grandes que las paganas
de la derecha.
He
visto mencionados rasgos provenzales en las líneas y «borgoñona la puntuación de algunas prendas mediante
orificios». Podría provenir de un contacto directo de Antelami con los talleres que
trabajaron en las portadas de Saint-Gilles-du-Gard y San Trófimo de Arlés. Hay
quien elucubra incluso llegó a viajar allí, aprendiendo, y que elaboró alguno de los capiteles del claustro de San Trófimo, pero parece ser que prueba documental de ello, no existe.
El
estilo artístico al que pertenece
esta obra es claramente románico. Ya
he mencionado que hay elementos de diferencia entre un Crucificado
románico y uno gótico: este es románico. Los clavos, acordaos de
los clavos. En general, toda la obra se nota estática, las figuras carecen de dinamismo, y se
colocan casi de manera idéntica a cualquier tablilla bizantina que pudieras
ver.
Pero
es un románico ya culminante y que anticipa cierta
emoción, como ocurre con la interacción entre la Virgen y el cadáver de su Hijo muerto, los cuerpos tienen modelados más suaves, menos rotundos que en el
románico. Hasta intenta dar cierta profundidad, sentido del espacio creando
esos dos planos con la introducción de los soldados que manipulan la túnica.
Parma
era por esta época una comuna libre.
Ya sabéis que la Edad Media italiana dista de ser la típica que te presenta la
historiografía de castillos y señores feudales,… la de España también fue
diferente,… me parece a mi que, al final, el prototipo medieval solo se debió dar en Francia, y por
el prestigio de sus historiadores, acaba creyéndose que lo que ellos
describieron vale para todo. Y no, no es así, hay matices por toda Europa.
Parma
perteneció a los lombardos y luego pasó a formar parte del Sacro Imperio
Romano-Germánico. Aunque es verdad que tenían sus obispos-condes, que eran quienes en realidad mandaban localmente.
En los enfrentamientos entre el Papado y el Imperio, Parma solía estar de parte del Imperio. Fue famoso un condottiero
leal al emperador, Gerardo da Cornazzano. Pero al final en el siglo XII se
convirtió en una comuna independiente, habiendo perdido el imperio sobre estas
ciudades del norte de Italia después de la batalla de Legnano (1174). O sea,
que cuando se culminan las obras de la catedral, estamos en plena pujanza de
una ciudad estado medieval que había conseguido separarse del Imperio y gobernarse con cónsules.
Claro
que librarse del emperador solo significa que las ciudades se enzarzaron más en
sus rivalidades internas. Parma, en particular, disputó con Piacenza y Cremona el dominio de la navegación por el río Po.
Por
si queréis ver la diferencia entre un crucificado
románico y uno gótico, aquí os pongo
la imagen de uno gótico. Se ve que ya no es rígido, hierático, sino transido de dolor, los brazos ya no están perpendiculares al cuerpo, y aparece la sangre, los estigmas, mirad esa sangrante herida en el costado,… y los pies ya no se apoyan
en una peana, sino que están juntos con un solo clavo atravesándolo.
Esto tenía un sentido simbólico, claro. Si el
Cristo románico era un Dios triunfante sobre la muerte, que daba seguridad al creyente, el gótico es un hombre
doliente, muerto, con el cual la sufrida humanidad podía empatizar mejor.
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