Anunciación a los pastores, [Dominio público], vía Wikicommons |
Ubicación: León (Castilla y León), España
Fecha: h. 1170
Estilo: Arte románico
Venga, vamos a por el tópico: «la
Capilla Sixtina del Románico»
De San Isidoro de León ya hablé al comentar el
crucifijo de don Fernando y doña Sancha, así como el arca de los marfiles, ricos
objetos con los que dotaron a mediados del siglo XI a un monasterio de León
al que también llevaron las reliquias de San Isidoro de Sevilla, con lo que pasó
a dedicarse a este santo.
Eso no es casual, tiene sentido para
enlazar la monarquía norteña con el reino visigodo, dando una imagen de
continuidad histórica. Así, el avance hacia el sur sería una reconquista de
aquello que consideraban que era la tierra de sus antepasados.
Se convirtió en panteón donde se
enterraban los reyes de León. De ahí su nombre, claro. Aún hoy en día hay unos cuantos enterrados allí. Es verdad que en época de la ocupación francesa montaron un lío y ha hecho falta analizar el ADN para orientarse un poco, pero sin que se acabe de determinar exactamente a quién pertenece cada hueso porque al final, todos eran parientes.
Me voy a centrar en las pinturas,
maravillosas. De verdad, no creo que haya nada parecido en ningún lugar. Pintura románica la
puedes encontrar en unos cuantos sitios, generalmente en museos, arrancadas
(recordemos el estropicio de San Baudelio, del que ya hablé aquí).
Pero estas de León son especiales,
porque se pueden contemplar in situ, en el mismo lugar para el que fueron
pensadas hace mil años. Y en un estado de conservación excepcional. Esto se
debe a que ha estado ocupado sin interrupción desde entonces; el seco frío
leonés debe ser también un buen conservante.
Entrar en este espacio de ocho metros
por ocho metros, y dejar la vista bajar por su abigarrado techo es toda una
experiencia que recomiendo. León es una ciudad que merece la pena visitar por
muchas cosas, y esta es una de ellas. Es una experiencia maravillosa.
Están decoradas tanto las seis bóvedas,
que son de arista capialzada sobre sólidas columnas, como el intradós de los
arcos. Se trata de pintura al fresco. Se prepara el muro con estuco blanco y,
encima, se pinta al temple. Las características propias de la pintura románica
pueden verse aquí: color puro sin mezclas, carencia de profundidad, composición
yuxtapuesta, figuras frontales sin que nada rompa el plano.
Pantocrátor, vía Wikimedia Commons (dominio público) |
En el lugar principal del Panteón, antiguo nártex, encontramos a la figura principal: el omnipresente pantocrátor Cristo en majestad, en su
mandorla, como hemos visto en otras representaciones tanto de pintura como de
escultura románica. Está sentado sobre un arco iris, con la tierra por debajo y
el firmamento con estrellas en el fondo. Tiene un nimbo, y a los lados, el alfa
y el omega (que expresa que Jesucristo es el principio y fin de todas las cosas). Bendice con la mano alzada, extendiendo tres dedos que simbolizan la
Trinidad. En el libro abierto sobre las rodillas se recuerda que Cristo es la luz
del mundo (Ego sum lux mundi). A su
alrededor, el tetramorfos, una vez más:
las figuras de los evangelistas. Como ya he hablado otras veces de este tipo de
representación no me voy a detener en ello, pero resumo: Mateo-hombre,
Juan-águila, Marcos-león y Lucas-toro.
Hay otras escenas, extraídas del Nuevo
Testamento (la Natividad, la Pasión y la Resurrección de Cristo), siendo muy
impresionante la matanza de los inocentes y, lo más encantador (para mí) la
anunciación del ángel a los pastores, porque lo que se representa ahí son
pastores medievales, no gentes de la época de los romanos, y ves la flora y la
fauna propias de aquel tiempo y lugar, como un mastín o una hoja de roble. Y ese
motivo, que viene de oriente medio, de dos machos cabríos enfrentados con un
árbol de por medio. «En la iconografía de las artes sasánidas, estos animales
suelen aparecer representados de a dos, a ambos lados de un árbol de la vida»,
leo en este artículo dedicado a la caza en el Mediterráneo.
Pero creo que lo que más me gusta es el
calendario, cada uno de los meses del año, generalmente representados con una
actividad agrícola propia de ese mes. Se encuentra en el intradós de un arco.
Cada mes está inserto en un medallón. Para ver cada una de estas imágenes, con detalle
y más explicación, recomiendo la página de arquivoltas:
Una breve guía de este mensuario es:
Enero (Genvarivs), por supuesto, presenta a Jano bifronte.
Febrero (Febrvarivs), el mes más frío, tiene a un anciano pegado a la
lumbre.
En marzo (Marcivs), se podan las viñas.
En abril (Aprilis) se ve a un joven con un arbolito en cada mano; pueden
ser los ramos florecidos de la primavera, o igual son plantones que va a
trasplantar.
Mayo (Magicis), muestra a un caballero, representando el momento en que comenzaban las campañas
guerreras en el medievo, lo mismo que en la Antigüedad. En invierno, no se peleaba. Tanto los
cristianos como los moros hacían sus incursiones en primavera-verano.
Junio (Iunius), un labrador segando, parece que cebada.
Julio (Iuli), otro segando, pero esta vez es trigo.
Agosto (Agvstus), la trilla: la mies tendida en la era se golpea («maja») con
un instrumento que se llama mayal,
para separar el grano de la paja.
Septiembre (Setenber), la vendimia, por eso se ve que está cogiendo las uvas y
las echa en un caldero o cesto.
Octubre (October), el campesino sacude el árbol para que caigan bellotas
con las que se alimenta el cerdo.
Noviembre (Novenber), la matanza del cerdo, claro, ya sabéis que a todo
puerco le llega su San Martín (11 de noviembre). Eso pasa hoy lo mismo que hace
mil años.
Diciembre (Decenber), vuelve el frío, pero si has cumplido con todo lo
anterior, tendrás la mesa bien abastecida.
Hay un naturalismo en estas pinturas,
que recuerda inevitablemente a las miniaturas mozárabes, tan detallistas y tan
expresivas. También hay influencia francesa que entraba por el camino de
Santiago. Porque sí, León se encuentra, para los que no seáis española, en el
Camino del que ya he hablado otras veces..
El pintor trabaja con más libertad,
fijándose más en la realidad que lo rodea que en la simbología envarada del estilo
italo-bizantino, imitado por ejemplo en el románico catalán. Aquí hay más
vitalidad, más narración, más naturalidad. Y, qué demonios, es uno de los
conjuntos mejor conservados de toda Europa. Así que acudid a León en cuanto podáis, que se come y se bebe muy bien, y tienen maravillas que visitar. De la catedral, hablamos otro día, cuando toque el gótico.
Javier Domingo, para Lagarto Rojo, nos
hace una visita que te hace sentir que realmente estás allí. Son seis minutos
que recomiendo.
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