sábado, 10 de marzo de 2018

#18 Mezquita-catedral de Córdoba

Por joe (2007)
[CC BY-SA 2.0]
via Wikimedia Commons



Ubicación: Córdoba, España
Fecha: años 780/siglo XVI
Estilo: Arte islámico
Tipo de edificación: templo


                       
Una de las joyas de la arquitectura española

Como esta es una de las obras más significativas de la arquitectura de mi país, en la que he estado varias veces, permitidme que esta vez me regodee en esta edificación que no puede dejarte indiferente.

La última vez que visitamos una edificación española fue la ermita de Santa María, en Quintanilla de las Viñas (provincia de Burgos) de finales del siglo VII, principios del VIII. Ahora damos un salto en el espacio: de la Meseta Norte al sur de España, a esa joya maravillosa abrazada por el Guadalquivir y respaldada por la Sierra Morena: la Corduba romana, sí, pero también la Qurduba califal. Y un pequeño salto en el tiempo, de principios a finales del siglo VIII.

El reino visigodo finalizó con la invasión musulmana (711) y deposición de don Rodrigo. Si aquello fue invasión o conversión masiva es algo que se ponen a dudar quienes escriben historia. A lo que aquí importa es que la península Ibérica, casi en su totalidad, pasó a ser un emirato dependiente del Califato de Damasco. Casi, ya se sabe que Asturias y Cantabria –y en general toda la zona montañosa del norte de la Península, desde Asturias hasta los Pirineos orientales– quedamos un poquito al margen de todo esto, zona abrupta, pobre y fría, pegada al mar Cantábrico,… no había gran cosa que los atrajera, la verdad.

El arte islámico español se divide en dos períodos o estilos, el período cordobés (desde el siglo VIII a principios del XI) y el período taifa (los dos últimos tercios del siglo XI). Como su propio nombre indica, la mezquita-catedral pertenece al primer período, siendo uno de sus edificios más representativos.

Diferentes momentos de la historia de Al-Andalus se pueden ver en esta construcción, que en su forma actual es el resultado de sucesivas reformas.

Cuando esto era un emirato dependiente del Califato de Damasco, el lugar lo ocupaba la basílica visigoda de San Vicente, respetándose el culto cristiano durante los primeros años de Al-Andalus.

Sólo que cuando en el califato se produjo el golpe de estado abasí, que trasladaron la capital desde Damasco a Bagdad (año 750) hubo un príncipe omeya que se vino para acá, en una galopada que me imagino épica desde Damasco hasta Córdoba, donde fundó su propio emirato independiente. 

La mezquita de Abderramán I

Hablo de Abderramán I (Abd al-Rahmán I al-Dājil, الداخل, «el que entra» o «el inmigrado», 731-788). Hasta hay una novela de este personaje, Abderramán, el príncipe omeya, del estadounidense Anthony Fon Eisen (1917-2008). Espiritualmente, seguía dependiendo del nuevo califa de Bagdad, pero de hecho actuó a su bola, por lo que se le considera el iniciador de la monarquía hispanoárabe de los Omeyas.



Columnas y arcos del haram, con su entramado de arcos de herradura y arcos de medio punto superpuestos. Las dovelas alternan colores rojo y blanco.
Fotografiado por Ronny Siegel (2014)
[CC BY 4.0], vía wikimedia Commons


Abderramán I entonces decidió construir una mezquita. Empezó en el año 786, demoliendo la visigótica basílica de San Vicente. Es la parte más antigua de la mezquita. Aprovechó algunos elementos preexistentes, como varios tramos de muro de la iglesia y, sobre todo, columnas. Algunas eran romanas, y debido a su altura, tuvieron que enterrarlas en parte para igualar la altura; pero la mayor parte eran visigóticas. Esto hace que podamos ver la mezquita columnas y capiteles diversos; se ven cimacios sobre los capiteles, y modillones de rollos, sin listeles en el frente.

Es una característica propia del período cordobés, esta influencia de la arquitectura precedente y que tenían aún a la vista: edificios hispanorromanos y visigodos.

Para ganar altura y conseguir así que entrara más luz, lo que se hizo es que encima de las columnas se montaron unos pilares, que se entrelazan por medio de arcos, unos de medio punto y otros de herradura. Se ve aquí uno de los elementos visigodos que asume el arte islámico cordobés, que es el arco de herradura, semicircular, tomando como modelo el arco visigodo, pero más cerrado, y enmarcado con una moldura llamada alfiz. Ese entramado de arcos produce una imagen visualmente fascinante.

Los arcos se enjarjan, o sea, se embuten en los pilares. Para decorar, no todas las dovelas son iguales, sino que varía el color (blanco/rojo), o decoradas/lisas, o el material (ladrillo/piedra), alternancia esta última que tuvo su precedente en el acueducto romano de los Milagros, en Mérida, cuyas ruinas aún pueden verse hoy en día.

Restos del acueducto de Los Milagros

La mezquita de Abderramán I tenía once naves. Presenta un planteamiento diferente a la mezquita de Damasco, que era el modelo para todas las construcciones islámicas. Para repasar los diferentes elementos de una mezquita, se puede ver mi artículosobre esta Gran Mezquita de Damasco.

Las naves eran perpendiculares al muro de la quibla, pero esta no mira al Este, sino al Sur, en lo que se entiende que es el camino que tomaban los hispano-musulmanes para ir a la Meca. Esta orientación es particular de las mezquitas construidas en la Península Ibérica.


Modificaciones de Abderramán II y Muhammad I

La población de Córdoba era cada vez más numerosa. Por ello los sucesores de Abderramán I fueron ampliando la mezquita.

Abderramán II subió al trono el año 833 y empezó a ampliar la mezquita hacia la cabecera. Derribó el muro de la quibla, con lo que amplió la longitud de las naves hacia el Sur. La reforma duró hasta el año 848, y se conocen algunos de los nombres de artistas que trabajaron aquí, Nasr y Masrur. Los capiteles correspondientes a esta fase son ya realizados por artistas musulmanes.

Puerta de San Vicente
 En tiempos del emir Muhammad I, Nasr y Masrur trabajaron, en 855, en la reforma de la puerta de San Esteban, organizada en tres calles. Se la llama también Puerta de los Visires (Bab al-Wuzara o al-Uzara), puesto que sólo el emir o los visires podían pasar por ella. que está considerada como el conjunto decorativo más antiguo de la arquitectura andalusí. Aquí se ve de nuevo, el elemento visigodo de arco de herradura enmarcado por un alfiz. Actualmente la decoración de esta puerta se ha deteriorado bastante, pero en su día debió ser impresionante.




El emirato independiente de Córdoba perduró hasta bien entrado el siglo X. Para entonces, Córdoba se había convertido en el centro principal de irradiación de la cultura islámica. La Córdoba califal, llegó a ser considerada la ciudad más grande y poblada del mundo, y hay quien dice que llegó a tener cerca de un millón de habitantes. Florecieron así la cultura islámica y también la hebraica, que aquí era más respetada que en el resto de la brutal Europa medieval. Porque a los musulmanes, mientras se les pagaran los tributos, dejaban relativamente en paz a cristianos y judíos que vivían bajo su dominio.



La mezquita de Córdoba era entonces la más grande del mundo. Ahora ya no lo es, sino que sería la tercera. Bueno, de hecho ni siquiera es mezquita porque de esto se ha apropiado la Iglesia católica, en una operación bastante polémica


Reforma de Abderramán III

Abderramán III (891-961) fue emir independiente desde el año 912, y se autoproclamó califa en el año 929, con el mote de al-Nāṣir li-dīn Allah (الناصر لدين الله),​ «aquel que hace triunfar la religión de Alá». Esto consagraba la independencia de Al-Andalus en sentido religioso, pues políticamente ya lo era. También se defendía, de esta forma, del califato fatimita que apareció en el norte de África.

Y tuvo que dejar también su huella en la mezquita, ampliando el sahn patio y erigiendo el alminar o minarete. En la actualidad, ese minarete se encuentra oculto dentro del campanario cristiano del siglo XVI. Influiría en las torres cristianas.


Reforma de Alhakén II

A Abderramán III le sucedió como califa su hijo Alhakén II (915-976). Hacia el año 961 emprendió una de las que serían las grandes reformas de la mezquita, como se corresponde a la época más brillante del califato cordobés, no sólo por los logros culturales, sino también por ser el período de máxima expansión militar.
 
Bóveda de crucería en la macsura, ante el mihrab
Por Fabio Alessandro Locati [CC BY-SA 3.0]
Via wikimedia commons

De nuevo se ampliaron las naves hacia la cabecera, por lo que fue preciso alzar un nuevo muro de la quibla, con la macsura y el su mihrab. Ante el mihrab dispuso magníficas bóvedas de crucería. La extraordinaria cúpula del mihrab preconiza las posteriores bóvedas del estilo gótico. En efecto, la cúpula de nervios del mihrab de la mezquita cordobesa anticipa las soluciones adoptadas más tarde por los cristianos. Los arcos se entrelazan dejando un espacio octogonal en el centro, que se cubre con bóveda de gallones.

En su modificación de la fachada del mihrab, se tomó como modelo decorativo la Puerta de los Visires, terminada hacía casi dos siglos antes. La decoración de esta reforma es fastuosa y de marcada influencia bizantina. Se usan motivos epigráficos y vegetales. En el arco y en la bóveda se colocaron mosaicos bizantinos. Fueron imitados por artistas musulmanes, algunos de cuyos nombres nos son conocidos: Nasr, Bedr, Fatah y Tarje.

Frente al bizantinismo en la decoración, son típicamente cordobeses los capiteles y los arcos, apareciendo un nuevo modelo de arco, el lobulado y polilobulado. Sobre las columnas hay pilares, arcos lobulados y de herradura se superponen y entrelazan.

Macsura ante el mihrab
Ángel M. Felicísimo (2015)
[CC BY-SA 2.0]
vía Wikimedia Common
Ampliación de Almanzor

Pero no se vayan todavía, porque aún hay más. Avanzamos un poquito hasta finales del siglo X: Almanzor, o sea «el Victorioso», que había ocupado importantes cargos administrativos con Alhakén II, fue «hachib» o primer ministro de su hijo el califa Hisham II. 

Amplió la mezquita, esta vez por uno de los lados, el Este, en lugar del Sur como las modificaciones anteriores, añadiéndole ocho naves, con lo que llegó a las diecinueve que se conservan. Esto provocó que el mihrab ya no quedara en el centro, sino desplazado a un lado. Imitando la reforma de Alhakén II, empleó motivos decorativos, pero no ya no eran tan originales y espléndidos.


Esta grandiosa mezquita es tan impresionante que, cuando Fernando III de Castilla conquistó Córdoba en 1236, la respetó, convirtiéndola en catedral. Con un par de apaños cristianos, que la verdad parecen pegotes cuando los ves in situ, ahí sigue, más de mil doscientos años después de empezarse su construcción.

La perfección que alcanzó el arte islámico en España hizo que sus construcciones, y en particular esta mezquita de Córdoba, se tomara como modelo para el Norte de África. Se ve su influencia en la mezquita de Kairuán (Túnez) donde encontramos arcos de herradura sobre columnas, y en la de Ibn Tulún en El Cairo (Egipto).

El «centro histórico de Córdoba», donde está incluida la mezquita, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1984 y se amplió en 1994; en su página web se describe así este sitio:

El período de gloria de Córdoba comenzó en el siglo VIII, después de su conquista por los moros, cuando se construyeron unas 300 mezquitas e innumerables palacios y edificios públicos. El esplendor de la ciudad llegó entonces a rivalizar con el Constantinopla, Damasco y Bagdad. En el siglo XIII, en tiempos de Fernando III el Santo, se transformó la gran mezquita en catedral cristiana y se construyeron nuevos edificios defensivos como la Torre Fortaleza de la Calahorra y el Alcázar de los Reyes Cristianos.

He estado varias veces en Córdoba, donde tengo algunos conocidos. Es una de esas ciudades imprescindibles para una gira por Andalucía, que para mi es casi como un país diferente.

Para saber más, siempre está el artículo en la Wikipedia.

En You Tube, un pequeño reportaje de tres minutos realizado por Canal Sur:


Y como este es mi blog y pongo lo que me da la gana, ahí va la «Canción del jinete», de Federico García Lorca:

Córdoba.
Lejana y sola.

Jaca negra, luna grande,
y aceitunas en mi alforja.
Aunque sepa los caminos
yo nunca llegaré a Córdoba.

Por el llano, por el viento,
jaca negra, luna roja.
La muerte me está mirando
desde las torres de Córdoba.

¡Ay qué camino tan largo!
¡Ay mi jaca valerosa!
¡Ay que la muerte me espera,
antes de llegar a Córdoba!

Córdoba.
Lejana y sola.

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