Por joe (2007)
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Ubicación: Córdoba,
España
Fecha: años 780/siglo XVI
Estilo: Arte islámico
Tipo de edificación: templo
Una
de las joyas de la arquitectura española
Como esta es una de las obras más significativas de la arquitectura de mi país, en la que he estado varias veces, permitidme que esta vez
me regodee en esta edificación que no puede dejarte indiferente.
La última vez que
visitamos una edificación española fue la ermita de Santa María, en Quintanilla de las Viñas (provincia de Burgos) de finales del siglo VII,
principios del VIII. Ahora damos un salto en el espacio: de la Meseta Norte al
sur de España, a esa joya maravillosa abrazada por el Guadalquivir y respaldada
por la Sierra Morena: la Corduba romana,
sí, pero también la Qurduba califal. Y un pequeño salto en el tiempo, de principios a finales del siglo VIII.
El reino visigodo
finalizó con la invasión musulmana (711) y deposición de don Rodrigo. Si
aquello fue invasión o conversión masiva es algo que se ponen a dudar quienes
escriben historia. A lo que aquí importa es que la península Ibérica, casi en
su totalidad, pasó a ser un emirato dependiente del Califato de Damasco. Casi,
ya se sabe que Asturias y Cantabria –y en general toda la zona montañosa del norte de la Península, desde Asturias hasta los Pirineos orientales– quedamos un poquito al margen de todo esto,
zona abrupta, pobre y fría, pegada al mar Cantábrico,… no había gran cosa que
los atrajera, la verdad.
El arte islámico español
se divide en dos períodos o estilos, el período
cordobés (desde el siglo VIII a principios del XI) y el período taifa (los dos últimos tercios
del siglo XI). Como su propio nombre indica, la mezquita-catedral pertenece al
primer período, siendo uno de sus edificios más representativos.
Diferentes momentos de la
historia de Al-Andalus se pueden ver en esta construcción, que en su forma
actual es el resultado de sucesivas reformas.
Cuando esto era un
emirato dependiente del Califato de Damasco, el lugar lo ocupaba la basílica visigoda
de San Vicente, respetándose el culto cristiano durante los primeros años de Al-Andalus.
Sólo que cuando en el
califato se produjo el golpe de estado abasí, que trasladaron la capital desde
Damasco a Bagdad (año 750) hubo un príncipe omeya que se vino para acá, en una
galopada que me imagino épica desde Damasco hasta Córdoba, donde fundó su
propio emirato independiente.
La mezquita de Abderramán I
Hablo de Abderramán
I (Abd al-Rahmán I al-Dājil, الداخل,
«el que entra» o «el inmigrado», 731-788). Hasta hay una novela de este
personaje, Abderramán, el príncipe omeya,
del estadounidense Anthony Fon Eisen (1917-2008). Espiritualmente, seguía
dependiendo del nuevo califa de Bagdad, pero de hecho actuó a su bola, por lo
que se le considera el iniciador de la monarquía hispanoárabe de los Omeyas.
Columnas y arcos del haram, con su entramado de arcos de herradura y arcos de medio punto superpuestos. Las dovelas alternan colores rojo y blanco.
Fotografiado por Ronny Siegel (2014)
[CC BY 4.0], vía wikimedia Commons
Abderramán I entonces
decidió construir una mezquita. Empezó en el año 786, demoliendo la visigótica basílica
de San Vicente. Es la parte más antigua de la mezquita. Aprovechó algunos
elementos preexistentes, como varios tramos de muro de la iglesia y, sobre
todo, columnas. Algunas eran romanas, y debido a su altura, tuvieron que
enterrarlas en parte para igualar la altura; pero la mayor parte eran
visigóticas. Esto hace que podamos ver la mezquita columnas y capiteles diversos;
se ven cimacios sobre los capiteles,
y modillones de rollos, sin listeles en el frente.
Es una característica
propia del período cordobés, esta influencia de la arquitectura precedente y
que tenían aún a la vista: edificios hispanorromanos y visigodos.
Para ganar altura y
conseguir así que entrara más luz, lo que se hizo es que encima de las columnas
se montaron unos pilares, que se entrelazan por medio de arcos, unos de medio punto y
otros de herradura. Se ve aquí uno de los elementos visigodos que asume el arte islámico
cordobés, que es el arco de herradura,
semicircular, tomando como modelo el arco visigodo, pero más cerrado, y
enmarcado con una moldura llamada alfiz.
Ese entramado de arcos produce una imagen visualmente fascinante.
Los arcos se enjarjan, o sea, se embuten en los
pilares. Para decorar, no todas las dovelas son iguales, sino que varía el
color (blanco/rojo), o decoradas/lisas, o el material (ladrillo/piedra),
alternancia esta última que tuvo su precedente en el acueducto romano de los
Milagros, en Mérida, cuyas ruinas aún pueden verse hoy en día.
La mezquita de Abderramán
I tenía once naves. Presenta un planteamiento diferente a la mezquita de
Damasco, que era el modelo para todas las construcciones islámicas. Para
repasar los diferentes elementos de una mezquita, se puede ver mi artículosobre esta Gran Mezquita de Damasco.
Las naves eran perpendiculares
al muro de la quibla, pero esta no
mira al Este, sino al Sur, en lo que se entiende que es el camino que tomaban
los hispano-musulmanes para ir a la Meca. Esta orientación es particular de las
mezquitas construidas en la Península Ibérica.
Modificaciones de Abderramán II y Muhammad I
La población de Córdoba
era cada vez más numerosa. Por ello los sucesores de Abderramán I fueron ampliando
la mezquita.
Abderramán
II subió al trono el
año 833 y empezó a ampliar la mezquita hacia la cabecera. Derribó el muro de la
quibla, con lo que amplió la longitud de las naves hacia el Sur. La reforma
duró hasta el año 848, y se conocen algunos de los nombres de artistas que
trabajaron aquí, Nasr y Masrur. Los capiteles correspondientes a esta fase son
ya realizados por artistas musulmanes.
Puerta de San Vicente |
El emirato independiente
de Córdoba perduró hasta bien entrado el siglo X. Para entonces, Córdoba se
había convertido en el centro principal de irradiación de la cultura islámica. La
Córdoba califal, llegó a ser considerada la ciudad más grande y poblada del
mundo, y hay quien dice que llegó a tener cerca de un millón de habitantes.
Florecieron así la cultura islámica y también la hebraica, que aquí era más
respetada que en el resto de la brutal Europa medieval. Porque a los
musulmanes, mientras se les pagaran los tributos, dejaban relativamente en paz
a cristianos y judíos que vivían bajo su dominio.
La mezquita de Córdoba
era entonces la más grande del mundo. Ahora ya no lo es, sino que sería la
tercera. Bueno, de hecho ni siquiera es mezquita porque de esto se ha apropiado
la Iglesia católica, en una operación bastante polémica.
Reforma de Abderramán III
Abderramán
III (891-961) fue emir
independiente desde el año 912, y se autoproclamó califa en el año 929, con el
mote de al-Nāṣir li-dīn Allah (الناصر لدين الله), «aquel que hace triunfar la
religión de Alá». Esto consagraba la independencia de Al-Andalus en sentido
religioso, pues políticamente ya lo era. También se defendía, de esta forma,
del califato fatimita que apareció en el norte de África.
Y tuvo que dejar también
su huella en la mezquita, ampliando el sahn
patio y erigiendo el alminar o minarete. En la actualidad, ese minarete se
encuentra oculto dentro del campanario cristiano del siglo XVI. Influiría en
las torres cristianas.
A Abderramán III le
sucedió como califa su hijo Alhakén II
(915-976). Hacia el año 961 emprendió una de las que serían las grandes
reformas de la mezquita, como se corresponde a la época más brillante del
califato cordobés, no sólo por los logros culturales, sino también por ser el
período de máxima expansión militar.
Bóveda de crucería en la macsura, ante el mihrab Por Fabio Alessandro Locati [CC BY-SA 3.0] Via wikimedia commons |
De nuevo se ampliaron las
naves hacia la cabecera, por lo que fue preciso alzar un nuevo muro de la
quibla, con la macsura y el su mihrab. Ante el mihrab dispuso
magníficas bóvedas de crucería. La extraordinaria cúpula del mihrab preconiza
las posteriores bóvedas del estilo gótico. En efecto, la cúpula de nervios del
mihrab de la mezquita cordobesa anticipa las soluciones adoptadas más tarde por
los cristianos. Los arcos se entrelazan dejando un espacio octogonal en el centro, que se cubre con bóveda de gallones.
En su modificación de la
fachada del mihrab, se tomó como modelo decorativo la Puerta de los Visires,
terminada hacía casi dos siglos antes. La decoración de esta reforma es
fastuosa y de marcada influencia bizantina. Se usan motivos epigráficos y vegetales. En el arco y en
la bóveda se colocaron mosaicos bizantinos. Fueron imitados por artistas
musulmanes, algunos de cuyos nombres nos son conocidos: Nasr, Bedr, Fatah y
Tarje.
Frente al bizantinismo en
la decoración, son típicamente cordobeses los capiteles y los arcos, apareciendo
un nuevo modelo de arco, el lobulado
y polilobulado. Sobre las columnas hay pilares, arcos lobulados y de herradura se superponen y entrelazan.
Macsura ante el mihrab Ángel M. Felicísimo (2015) [CC BY-SA 2.0] vía Wikimedia Common |
Ampliación de Almanzor
Pero no se vayan todavía,
porque aún hay más. Avanzamos un poquito hasta finales del siglo X: Almanzor, o sea «el Victorioso», que
había ocupado importantes cargos administrativos con Alhakén II, fue «hachib» o
primer ministro de su hijo el califa Hisham II.
Amplió la mezquita, esta vez por uno de los lados, el Este, en lugar
del Sur como las modificaciones anteriores, añadiéndole ocho naves, con lo que
llegó a las diecinueve que se conservan. Esto provocó que el mihrab ya no quedara
en el centro, sino desplazado a un lado. Imitando la reforma de Alhakén II, empleó
motivos decorativos, pero no ya no eran tan originales y espléndidos.
Esta grandiosa mezquita es
tan impresionante que, cuando Fernando III
de Castilla conquistó Córdoba en 1236, la respetó, convirtiéndola en catedral.
Con un par de apaños cristianos, que la verdad parecen pegotes cuando los ves
in situ, ahí sigue, más de mil doscientos años después de empezarse su
construcción.
La perfección que alcanzó
el arte islámico en España hizo que sus construcciones, y en particular esta
mezquita de Córdoba, se tomara como modelo para el Norte de África. Se ve su
influencia en la mezquita de Kairuán (Túnez) donde encontramos arcos de
herradura sobre columnas, y en la de Ibn Tulún en El Cairo (Egipto).
El «centro histórico de
Córdoba», donde está incluida la mezquita, fue declarado Patrimonio de la
Humanidad por la Unesco en 1984 y se amplió en 1994; en su página web se describe así este sitio:
El período de gloria de Córdoba comenzó en el siglo VIII, después de su conquista por los moros, cuando se construyeron unas 300 mezquitas e innumerables palacios y edificios públicos. El esplendor de la ciudad llegó entonces a rivalizar con el Constantinopla, Damasco y Bagdad. En el siglo XIII, en tiempos de Fernando III el Santo, se transformó la gran mezquita en catedral cristiana y se construyeron nuevos edificios defensivos como la Torre Fortaleza de la Calahorra y el Alcázar de los Reyes Cristianos.
He estado varias veces en
Córdoba, donde tengo algunos conocidos. Es una de esas ciudades imprescindibles
para una gira por Andalucía, que para mi es casi como un país diferente.
Para saber más, siempre
está el artículo en la Wikipedia.
En You Tube, un pequeño
reportaje de tres minutos realizado por Canal Sur:
Y como este es mi blog y
pongo lo que me da la gana, ahí va la «Canción del jinete», de Federico García
Lorca:
Córdoba.
Lejana
y sola.
Jaca
negra, luna grande,
y
aceitunas en mi alforja.
Aunque
sepa los caminos
yo
nunca llegaré a Córdoba.
Por
el llano, por el viento,
jaca
negra, luna roja.
La
muerte me está mirando
desde
las torres de Córdoba.
¡Ay
qué camino tan largo!
¡Ay
mi jaca valerosa!
¡Ay
que la muerte me espera,
antes
de llegar a Córdoba!
Córdoba.
Lejana
y sola.
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