Les quatre cents
coups
Año: 1959
País:
Francia
Dirección:
François Truffaut
Música:
Jean Constantin
Un viaje en el tiempo
Sí, me suele gustar el cine francés. Solo que más bien el actual, el de las últimas décadas, lo anterior,... Truffaut no es una excepción a esta regla.
Esta fue su ópera prima, y encantó en su
momento. No me parece que haya envejecido mal, aunque cada uno ve las cosas que
quiere ver.
Trata de un chaval adolescente, Antoine,
que se dedica a hacer pillerías. Desobediente en casa, en el colegio, hace
pellas, acaba robando y lo mandan a un reformatorio. No, no es un argumento muy
agradable, la verdad. Pero tampoco hace sangre, se deja ver.
No sé qué adoración tenían estos
cineastas franceses por la gente delincuente, de verdad. Me pasó lo mismo con Al final de la escapada o Banda aparte, que me deja perpleja que
escojan a estos anti-héroes.
Aunque yo veo una pequeña diferencia, y
es que, en este caso, el delincuente es un niño, y eso te hace reflexionar un
poco. Un niño delincuente es una persona que necesita desesperadamente ayuda.
Lo más amargo de todo esto es que nadie parece ser capaz de comprenderlo, ni
sus padres, ni su profesor, ni el propio sistema (policía, juez, reformadores).
Te quedas un poco con la duda de que, en el supuesto de que alguien supiera
cómo echarle una mano, Daniel sabría aprovecharlo o no.
Lo que a mí me llama más la atención de
estas películas es la ambientación, la realidad que reflejan, la vida
cotidiana. Ves que Francia, la sofisticada y glamurosa Francia, está a una
generación de ser así: pobretona, miserable, limitada en cuanto a los medios.
Antoine vive en un piso enano, con una vida miserable, a pesar de que sus dos
padres trabajan. Se ve en las calles, los coches,… el detalle de que la basura
se tira sin bolsa ni nada. Los colegios con pizarra y los niños escribiendo con
pluma. Un cole, por cierto, solo masculino, todo profesores, todo niños. Tendría
que hacer pensar en lo mucho que se ha enriquecido el país de entonces ahora.
Sórdido, esa es la palabra.
Alguna escena pretende ser divertida,
como esa del profesor de gimnasia que los saca a hacer ejercicio por las calles
de París y los chavales se van fugando por las esquinas. A mí, la verdad es que
me dejaron más bien fría.
Tiene hallazgos, momentos muy cinematográficos, como ese final en el que Antoine, finalmente, corre a ver el mar. Por otro lado la influencia del clásicoCero en conducta (1933) es evidente.
Mi principal problema con esta película
ha sido el trato a la mujer. No supera el test de Bechtel ni de lejos. Solo hay
un personaje femenino digno de tal nombre, la madre, pintada con trazos gruesos y desagradables,
como si ella tuviera la culpa de que su hijo fuera como es. Puro estereotipo de
la mujer promiscua (se quedó embarazada soltera y ahora tiene un amante) y vanidosa
(se mira en el espejo, cuida su aspecto incluso en medio de un ambiente tan
pobretón), al parecer sin tiempo para prestar atención a su hijo.
Si aparecen más mujeres son incomodando al chaval porque solo hablan de sus cosas, o sea, partos, maternidad, o bien como viejas chochas a las que quitar el dinero.
No me extraña que Truffaut tuviera
problemas familiares a raíz de este film. Siempre se ha dicho que es
autobiográfica, pero él quiso dejar claro que sus padres no eran como los de la
película. No obstante, si yo fuera su madre, la verdad es que me habría sentado
como un tiro.
Por eso comprenderéis que no es una
película que me haya entusiasmado. Hasta cierto punto comprendía a esos padres,
abrumados con sus escaseces, preocupados por esto o aquello y, encima, el
chaval no pone de su parte para tener la fiesta en paz.
Pero vamos, que es solo mi opinión, me
dejó bastante fría en general, pero en su momento fue todo un exitazo, quizá porque
era algo totalmente distinto al irreal y un poquitín pasteloso cine estadounidense de los
cincuenta. Fue nominada al Óscar a Mejor guión original, aunque no lo ganó esta
peli sino Confidencias a medianoche,
sí, justo, la de Rock Hudson y Doris Day.
Ganó el premio al mejor director en el Festival
de Cannes y al mejor film extranjero en el New York Film Festival y Círculo de
Críticos de Nueva York.
¿A quién se la recomendaría? A todos los
psicoanalistas de medio pelo que responsabilizan de todo lo malo que hace
alguien a sus madres, quizá. A los cinéfilos de pro que entiendan que Truffaut
es imprescindible. Y también a los que les guste ver retratos de niños creíbles y verosímiles.
Es otra de esas que me hace preguntarme
qué no he pillado.
Para saber más: consúltese la Wikipedia, Film Affinity o la Internet Movie Data Base.
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