«Anunciación entre los santos Ansano y Máxima» 184 x 114 cm Galería de los Uffizi, Florencia [Dominio público], vía Wikimedia Commons |
Annunciazione e i santi Ansano e
Massima
Ubicación: Florencia (Toscana, Italia)
Fecha: 1333
Estilo: Arte gótico
El maestro de la escuela
gótica sienesa
Entre 1309 y 1377, el papado se trasladó a Aviñón, convirtiendo a esta ciudad del sur
de Francia en un centro no solo religioso, sino también artístico. El papado siempre fue buen mecenas de las artes. En 1378 los romanos se
cansaron de no tener papa, y eligieron otro, así se produjo el Cisma de
Occidente.
Pero ese momento no había llegado aún en 1340. Ese año solo había un
papa y estaba en Aviñón.
Fue por aquel entonces cuando el
artista sienés Simone Martini, que
había nacido en Siena, h. 1284, se
trasladó a esa ciudad, por invitación del cardenal Jacobo Stefaneschi. Dejaba
atrás toda una vida de espléndidas obras del estilo italo-gótico. La última que firmó, antes de marchar a Francia, fue precisamente esta Anunciación para
la capilla de San Ansano en la catedral de Siena.
En Aviñón encontraría encargos y
la amistad del poeta Francesco Petrarca. Allí murió, en 1344.
Esta obra es un tríptico, definido por el DRAE como «Pintura,
grabado o relieve distribuidos en tres hojas, unidas de modo que puedan
doblarse las de los lados sobre la del centro».
Está realizado en madera y, encima, se
ha pintado al temple, con pan de oro. Se conoce la autoría y la fecha, porque
hay una inscripción que lo dice:
SYMON MARTINI ET LIPPUS MEMMIS DE SENIS ME PINCXERUNT ANNO DOMINI MCCCXXXIII
En el centro está representada la Anunciación, a los lados, dos santos y, arriba, profetas. Todo ello en una madera muy curvilínea, con arcos apuntados.
El episodio que representa es aquél en el que el arcángel Gabriel le cuenta a María
que va a ser la madre del Hijo de Dios sin necesidad de varón, y por ahí ronda
el Espíritu Santo que es, por así decirlo, quien la embaraza. Es un tema muy
usado en el arte católico. Saldrán en estas páginas mías otras anunciaciones,
ya veréis.
El ángel Gabriel, fotografiado por Miguel Hermoso Cuesta [CC BY-SA 4.0] |
Fijémonos en Gabriel.
En la mano lleva una rama de olivo, que es su atributo tradicional. También de esta planta es la corona que porta.
Lleva una capa a cuadros, flotante, y detrás, sus alas, formadas con plumas de pavo real, como si tuvieran ojos, que es la manera habitual en la que se representaban en aquella época, como símbolo de inmortalidad y clarividencia.
Se dirige a la Virgen María, diciéndole aquello de ave
maria gratia plena dominus tecum, o sea, «Ave María, llena eres de
gracia, el Señor sea contigo». Por si alguien tiene alguna duda, las letras
están grabadas en el centro, como en relieve, como si fuera un cómic. En este detalle se puede ver la delicadeza de la pintura, no sólo en las texturas de las telas o las alas o las hojas del olivo sino también, si nos fijamos, en los lirios acampanados que hay entre él y la figura de María.
Frente a él, la Virgen María, con un
gesto que he visto descrito de muchas formas. ¿Inquieta, asustada, impresionada, de mala
leche…? A mí me parece que no le gusta nada la idea, pero claro, los ojos del siglo XXI no ven las cosas igual que los del siglo XIV.
En un libro leí que ese echarse la Virgen hacia atrás es un
gesto muy medieval. En otro, en cambio, que rompe con la tradición
medieval, porque expresa un sentimiento muy humano, en lo que sería un anticipo del Renacimiento. 😕
Lo que es muy medieval, es el rostro en sí: esos ojos pequeñitos y algo rasgados, y esa nariz
alargada son totalmente de virgen bizantina.
En el fondo, hay un jarrón de orfebrería
con lirios. Se usa este objeto en segundo plano, con el suelo, para dar sensación de profundidad o perspectiva.
Si nos fijamos, el mármol tendría como vetas que convergen hacia un punto
focal, que es precisamente ese jarrón. Los lirios los encontraréis en muchas anunciaciones: representan la virginidad de María.
Otros elementos de la escena contribuyen a crear la ilusión de un espacio real, como la propia forma de estar representadas las figuras, como si se acabaran de mover: parece que María acaba de echarse hacia atrás, agarrando el manto, justo cuando pone pie en tierra el ángel, que recién llegó volando.
Por encima, se ve al Espíritu Santo, en
forma de paloma, rodeado de ángeles.
El resto del fondo es de oro, algo muy
bizantino, que aquí contribuye a enfatizar lo preciosos que son los colores. Si
te fijas en los iconos, son así, una escena de la Virgen impávida con el Niño,
y el fondo dorado. Se consiguen dos cosas, la primera, que el cuadro resplandezca, la segunda, que los personajes, nítidamente recortados, destaquen.
Donde hay poderío, como suelo decir, que
se vea.
Queda por hablar de la parte que debemos al pincel de Lippo Memmi (h. 1291-1356), cuñado y alumno de Simone Martini: los medallones superiores y los santos de las alas.
De los cinco tondos de la parte
superior, el del centro está vacío; los de los lados representan a profetas,
identificados de izquierda a derecha: Jeremías, Ezequiel, Isaías y Daniel.
Sostienen en las manos carteles que aluden a los misterios de la Encarnación.
A los dos lados hay santos. A la izquierda,
san Ansano, patrón de Siena. Un hombre joven, que lleva el blanquinegro banderín de Siena, y con la palma del martirio en la otra mano. Se supone que es un mártir
sienés muerto en 304, época de Diocleciano. Abajo, en la tabla, aparece escrito
st ansanvs. Se le encuentra en
otras obras sienesas, como la Maestà de Duccio.
La figura del otro lado aún no se sabe
con certeza quién es. En una mano sostiene la palma del martirio y, en la otra, la cruz bizantina, que es aquella que lleva tres traveseras. La superior es la
del título y la inferior, muchas veces oblicua, representaría el supedáneo en
que Cristo apoyó los pies.
Abajo está escrito st iulitta, pero eso parece una
falsedad, tal vez añadido posterior. Según el libro de arte que leas te dicen
que si es Judit (lo cual no encaja porque no fue ninguna mártir) o Julita (lo
cual es raro, porque suele estar representada con su hijo Quirico o Quirce). Otros
apuntan a que pueda ser santa Margarita de Antioquía, que es la santa patrona a la que encomendarse en los partos, y
que suele llevar como atributo una cruz. Esto último es lo que pone en la Wikipedia.
Actualmente, en la página de los Uffizi,
la hipótesis que manejan es que sea Máxima de Roma, matrona y amiga (a veces la
ponen como madre) romana que convirtió a Ansano y murió, como él,
supuestamente, en 304. Por eso a este cuadro lo denominan Annunciazione e i santi Ansano e Massima, como puede leerse en su página web.
Como he dicho al principio, Simone
Martini es el más importante maestro de la escuela sienesa,
dentro de la segunda fase de la pintura gótica: la «italo-gótica» que ya comenté al
hablar de Giotto y la capilla de los Scrovegni, así
que no me voy a repetir. Solo que Giotto era de la escuela florentina y
Martini, de la sienesa.
Los florentinos tienden a ser más
dramáticos y expresionistas y los sieneses tienden más al idealismo y la serenidad. Si lees los libros de arte, al hablar de esta
escuela, aluden a cosas como delicadeza o elegancia.
Al parecer, pervivió allí más tiempo la
forma tradicional, bizantina, de pintar las tablas. Por ello hablaban de la maniera greca, frente a la maniera latina que sería la de la escuela florentina.
Pero no se quedaron en lo bizantino, sino que le unieron a cierto
gusto por lo sinuoso, las curvas o arabescos, que son más propios del gótico
francés, especialmente de sus miniaturas. Esta característica se ve muy bien en este cuadro, si te fijas en la capa flotante del arcángel. La transición del bizantinismo al
gótico lo representa el florentino Cimabue
(1240-1302).
La escuela sienesa se inició con Duccio (h. 1255/1260-1318/1319), más
bizantinizante que Martini. Como de Duccio no voy a incluir ninguna pintura en este repaso de solo Cien pinturas, os pongo un ejemplo para que comprendáis de dónde le viene lo de bizantinizante:
Duccio di Buoninsegna: Virgen en Majestad (La Madonna Rucellai) H. 1285, Temple sobre madera, 450 x 293 cm Galería de los Uffizi, Florencia |
Viendo esta obra de Duccio, se comprende de qué manera se había transformado el estilo en una generación. No hay más que comparar esa Virgen María con la de Simone Martini.
Simone Martini funde las formas tradicionales con el gusto francés, lo que no es raro, porque había trabajado, entre otros
sitios, en Nápoles, para el rey Roberto de Anjou. Conserva elementos
tradicionales góticos como ese fondo de oro o las curvas, pero al mismo
tiempo anticipa elementos del Renacimiento, como el intento de crear cierta perspectiva.
Siena era, en aquella época, una ciudad
próspera que rivalizaba con Florencia y Pisa. Luego llegó la Peste Negra de
1348 y la arruinó. Ya no estaban para florituras.
Eso sí, había dejado para entonces ya su huella en la historia.
A este estilo italo-gótico podríamos llamarlo también escuela toscana, reconociendo como sus principales nombres a los florentinos Cimabue
y Giotto y los sieneses Duccio y Martini. Su influencia llegó, en el siglo XIV, a muchos rincones de la Europa Occidental, gracias a cosas como eso de que artistas italianos se marcharan a
Aviñón. Aquí se encuentra una de las semillas de la siguiente fase del gótico, lo que se
llama gótico internacional, un estilo preciosista propio de la aristocracia del
Otoño de la Edad Media. Una de las obras más significadas e influyentes para dar ese paso fue, justamente, esta Anunciación.
De la capilla de san Ansano, en el transepto de la catedral de Siena, esta obra pasó a las colecciones de los duques de Florencia en 1799 y por eso está ahora en la fabulosa colección de los
Uffizi. Un museo alucinante, de esos que hay que ver una vez en la vida. Algún
día volveremos. Espero. Mientras tanto, nos quedan los libros de arte y la propia
página web, que es estupenda. No es lo mismo que esperar una cola de una hora
para entrar, ¿verdad?
Para saber más, tenéis el artículo de la
Wikipedia titulado Anunciación entre los santos Ansano y Margarita.
Hay más obras de Simone Martini muy
conocidas. Os pongo solo tres más.
Maestá, 1312-1315
Fresco (con aplicaciones de metal,
vidrio, pan de otro y otros materiales) sobre la pared, 763×970 cm
Sala del Consejo del Palacio Público de
Siena
San
Luis de Tolosa coronando a Roberto de Anjou, rey de Nápoles, h. 1317
Temple sobre tabla, 250 x 188 cm
Museo Nacional de Capodimonte, Nápoles
Virgen
de un díptico con la Anunciación,
1333
Temple sobre madera, 23,5 cm × 14,5 cm
Museo de Bellas Artes, Bruselas
Como se ve, esta otra Anunciación que guardan en Bruselas es una versión en pequeñito de la Anunciación sienesa.
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