Hugues Merle: La letra escarlata (1861) Óleo sobre lienzo, Walters Art Museum [Dominio público] Wikimedia Commons |
Autor:
Nathaniel Hawthorne
Título
original: The scarlet letter
Fecha
de publicación: 1850
En mi
repaso de las novelas históricas, doy con una que también valdría como una de
las mejores novelas de la historia, aunque personalmente, no la incluiría entre los clásicos de la
literatura universal.
No es demasiado
larga, y te cuenta un episodio de las colonias inglesas en Norteamérica, en
concreto en el Boston colonial.
La
historia comienza con una mujer saliendo de la cárcel, con un bebé en brazos.
Es Hester Prynne, una mujer casada que ha quedado embarazada de quien no es su
marido. La castigan como adúltera a llevar prendido en su pecho una letra «A»
escarlata, que ella misma borda.
Nada
más salir de la cárcel, tendrá que estar unas horas en el patíbulo, mientras la
exhortan a que diga quién es el padre de la criatura, con quién ha cometido el
adulterio. Ella se niega y sobrellevará su ostracismo con dignidad.
Aparecerá
su marido, al que todos creían muerto, pero no se revela como tal, sino que
finge ser un médico llamado Roger Chillingworth. Al conocer lo ocurrido con su
mujer, decide descubrir el nombre que ella calla, para poder vengarse.
El resto
de la novela, más o menos, va de Hester Prynne llevando con dignidad su
castigo, su hija creciendo hermosa, quizá algo traviesa, Roger por ahí
zascandileando y atormentando a quien acabará descubriendo como cómplice de su
mujer ¡spoiler! Es el cura, pastor o
como se llame entre los puritanos, Dimmesdale. Un hombre al que todos aprecian
por su santidad pero que vive angustiado, atormentado por una culpa que no se
atreve a confesar.
Me
pregunto cómo será leer esta novela sin conocer el secreto de Hester, quién es
el padre de su hija.
Es más
una novela de personajes que de argumento. No hay grandes acontecimientos. Pero
narra de una manera espléndida el curso de pensamiento de Hester, una heroína que sabe mantenerse lúcida y sacar fuerzas para seguir adelante
aunque toda la sociedad la desprecie. Incluso cuando ella, como buena
cristiana, hace obras de caridad, los mismos beneficiarios de su bondad la
desprecian.
Es
admirable. Ella. Más difícil es saber bien qué es lo que ocurre con Dimmesdale. Es un
hombre débil, atormentado, que proclama a los cuatro vientos que es tan pecador
como sus parroquianos… pero se calla realmente qué pecado ha cometido, sabiendo que todos
creen que es un santo que realmente no ha
hecho nada más.
Como
novela histórica, creo que recrea bastante bien aquella vida pobretona, tan
limitada, de los puritanos de Nueva Inglaterra. Hawthorne ambientó su historia doscientos
años antes, hay más distancia temporal entre el momento en que se supone que
pasaron los hecho y la fecha de la novela que entre ésta y nuestros días.
Como
novela de personajes, la disfrutas o no según estos te caigan bien o mal, te
fascinen o no, entiendas sus motivaciones o te parezcan inaceptables. Hester es
una heroína sólida que ama, ama a su hija y al vicario, y calla precisamente
por no poner las cosas peor, creo yo. Por ella merece la pena leer esta novela.
Ella
lleva su culpa a la vista de todos, mientras que Dimmensdale lo lleva en su
interior, oculto, lo que en realidad parece que le causa más sufrimiento moral
que a ella. El desprecio público que ella padece es algo que se puede
sobrellevar, parece querer decirnos el autor, mientras que el interno, es algo
que te carcome. En el caso de Dimmesdale, además, hasta le hace aparecer una
letra en su propio pecho, como un estigma que le quema. Creo que realmente en su caso el desprecio público, sin embargo, sí que le destruiría, porque al final no es cosa que se sepa o no que él se acostó (y cabe suponer que lo hizo por afecto, no por un mero calentón) a Hester, sino que él es incapaz de sobrellevar que ha hecho algo que la sociedad –y él mismo– ve como algo perverso.
En mi
opinión, Hawthorne estaba muy interesado en el giro sensacional al final de
descubrirse que el cura ha pecado; construye toda la novela con ese misterio de
qué tendrá Dimmesdale en el pecho, qué será eso oculto… Un poco truculento, muy propio de la novela romántica del siglo XIX.
Así,
la impresión que me deja esta historia es que, en el fondo, al autor le interesa más el personaje masculino que el femenino. Como que quisiera demostrar que
los pecados, las culpas, hay que sacarlos a la luz, porque si no acaban
contigo. Ya digo que, en mi opinión, el problema de Dimmesdale no es que reconozca o no su «pecado», sino que considera que ha pecado. Ni por un momento se plantea el autor, o yo no he sido capaz de verlo,
la radical injusticia de que una mujer sea castigada penalmente por acostarse con
un hombre que no sea su marido, y menos cuando todos piensan que el marido ha
muerto.
Quizá sea excesivo para un hombre de su época reconocer lo incorrecto de ese planteamiento, admitir que la vida sexual de cada uno es privada, o que La letra escarlata sea la historia de cómo las convenciones sociales y las normas penales
sancionan lo que es un puro y simple amor inesperado entre dos personas que no
lo buscaban.
Parece
claro que él sigue compartiendo en gran medida esas ideas puritanas, por eso digo que no creo
que pretendiera que le saliera una heroína tan maravillosa, sino que todo gira
en torno a Dimmesdale. Véase, si no, la intervención de Roger, el marido
oculto, solo te hablan de él en relación con lo que hace o deja de hacer a
Dimmesdale, sin que mantenga ninguna relación con su mujer. Ella parece no
importarle absolutamente nada, es una mera excusa argumental para su odio.
Es la
obra más conocida y de más éxito del autor. Todavía puede disfrutarse, como un
ejemplo fascinante no solo de cómo debieron ser aquellas patéticas colonias
inglesas en el Nuevo Mundo, miserables y constreñidas (sobre todo si las comparamos
con los ricos virreinatos españoles, incluso con todas sus sombras), sino también cómo se veía desde la
perspectiva de un escritor del siglo XIX.
Por esto no considero que sea una de las grandes obras de la literatura universal que pueda atraer a lectores de cualquier tiempo y lugar. Destaca como novela y como reconstrucción del pasado, pero su trascendencia me resulta alicorta. No va más allá del pecado y la culpa, cuestiones solo de interés dentro de un ámbito religioso cristiano. Si hubiera enfatizado más el aspecto sociedad versus individuo... Pero yo no he acabado de ver realmente una crítica a que la sociedad le amargue la vida al individuo que realmente no ha hecho nada malo.
En su
día ví la adaptación de esta novela con Demi Moore en 1995. Fue un fracaso comercial,
pero no estaba tan mal. Si acaso, Gary Oldman (y mira que me encanta este
actor) no es la imagen que yo tendría de Dimmesdale. Se deja ver, en cualquier caso.
Como este
libro es un clásico, tiene página en la Wikipedia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario