viernes, 30 de agosto de 2019

#21 Caja de las Ágatas






Objeto: arqueta (¿portaevangelio?)
Material: madera, oro, plata, ágatas, gemas
Fecha: 910
Lugar actual: Cámara Santa, Oviedo
Época: Arte asturiano


El robo del siglo


Uno de los robos más famosos de la historia criminal de España aconteció en el mes de agosto de 1977. Un ladrón de diecinueve años se escondió en la catedral de Oviedo y esperó a que todo el mundo se fuera para dedicarse a su bisnes.

Como menos de un año después los hechos fueron juzgados y sentenciados por la audiencia provincial de Oviedo, os reproduzco parte de los hechos probados de la sentencia, que en aquella época era el Resultando primero:

… permaneciendo en su interior hasta la hora de cierre y subiendo al triforio por donde salió a la cubierta o techos de la edificación y llegó al tejado de la torre románica, bajando desde allí a través de "una trampilla" por una escalera colgante, con una barra o palanqueta de hierro llamada "pata de cabra" de que se había apoderado en la torre, hasta llegar a los escalones que dan acceso a la Cámara Santa de la Catedral, (…) Después de esto para penetrar en la Cámara Santa, forzó otras tres puertas la primera de ellas, con una fuerte patada, y las otras dos con la palanqueta "pata de cabra". Una vez en el interior de la Cámara Santa, el procesado, forzando las vitrinas en que estaban encerradas las joyas y tesoros, se apoderó, con propósito también de aprovecharse de ello, de tres de las más importantes piezas allí guardadas, consistentes en la Cruz de la Victoria, símbolo del escudo de la provincia, la Cruz de los Ángeles, símbolo del escudo del Ayuntamiento de Oviedo y la llamada Caja de las Ágatas, de gran valor histórico y artístico entre las tres, que se ha estimado incalculable, pericialmente.

El ladrón desguazó los tesoros, arrancó las piedras preciosas y el oro, lo metió en bolsas… Al señor lo detuvieron en Portugal un mes después y la mayor parte del botín se recuperó. Me alucina que lograra resolver el crimen, que al procesado lo extraditara Portugal y se juzgara y sentenciara en menos de un año. Y dicen que ahora con la orden europea de detención, ahora, las cosas van más rápido, ¡ja!

Si alguien tiene curiosidad por conocer toda la sentencia dictada por la audiencia provincial de Oviedo el 2 de junio de 1978, la puede encontrar en el buscador de jurisprudencia de la página web del Consejo General del Poder Judicial (ECLI:ES:APO:1978:1).

Hoy voy a hablar de uno de los objetos del robo, la Caja de las Ágatas, una de las piezas más destacadas de la orfebrería asturiana. De la Cruz de la Victoria ya hablé en su momento. Como consecuencia de los destrozos causados en el delito, tuvo que ser restaurada, y repuestas aquellas piezas no recuperadas. Esa restauración, que finalizó oficialmente con la entrega de la Caja a la catedral el 14 de septiembre de 1985.

Se trata de una caja confeccionada con madera de ciprés. No es un árbol que se de en la zona cantábrica, sino que es de origen mediterráneo. Pero es una madera de prestigio religioso y, además, muy idónea para objetos duraderos, por resistir bien la humedad y los hongos. Lo más probable es que la madera se importase y la caja se realizara en sí en el reino asturiano.

Mide 42,4 x 27 centímetros, siendo inusual una caja así de grande en aquella época; tampoco el formato achatado es habitual. Pesa unos siete kilos y medio. Está revestida de placas de oro labradas. En los espacios recortados se incrustaron las ágatas que le dan el nombre. Esta piedra no se usaba mucho en la península ibérica; evocaba la magnificencia imperial de Bizancio. Poner ágatas era un poco querer imitar al imperio de la época.

En toda la superficie hay cabujones, o sea, piedras preciosas engastadas. Principalmente, son vidrios coloreados; semipreciosas (cuarzo, coral, granate) serían un tercio y solo unas pocas de las piedras que hay en la caja en su conjunto son de verdadero valor (como ópalos o zafiros). Puede que originariamente todo fueran piedras preciosas y a lo largo de los siglos se fueran quitando para poner vidrios coloreados. Un tesoro servía en parte para eso, para tener recursos en época de vacas flacas.

Las láminas de oro de la caja están recortadas en formas redondeadas, como semicírculos u óvalos. Se dice que son arcos, pero realmente no se ve que se quieran imitar esas formas arquitectónicas. Es en esos huecos donde se encajaron las láminas de ágatas, de tres milímetros de espesor, pulimentadas. El resto está rellenado por un repujado floral estilizado, que se considera que son palmeras, algún cáliz y quizá hojas de acanto.

Tanto las arquerías como los temas florales estilizados se entiende que son de influencia islámica.

Lo que más interés ha suscitado a lo largo del tiempo es la placa esmaltada que hay en lo alto de la tapa. Sus dimensiones son 15 cm x 10 cm. Sobre una base de oro, se levantan celdillas en las que se metieron trocitos de vidrio coloreado de rojo (hasta un número de 655). Al restaurar se analizó y se vio que no eran granates, sino pasta vítrea, o sea, esmalte.

Los bordes de esa placa son lobulados y se traza en el interior una especie de cruz. Hay incrustadas hasta 13 diversas gemas en cabujón, de los que tres son piedras grandes a lo largo de un brazo de cruz, y otros dos más pequeños en el otro brazos. Hay cuatro perlas en cuatro encuentros de las cintas curvadas que dibujan los vidrios rojos.

Luego todo el espacio está adornado con doce esmaltes, de los que se sabe que once se hicieron en técnica del esmalte hundido (Senkschmelz): se suelda una lámina abombada con el contorno recortado del motivo a la placa base, se delimitan mediante tabiques verticales los campos a esmaltar y rellenar, y se enrasa con la lámina superior la superficie final del esmalte. Uno de los esmaltes, en cambio, está hecho con la técnica del esmalte en fosa, de peor calidad y que se considera producto de una reposición posterior. Lo que representan los esmaltes son principalmente temas animales.

Esa pieza de esmalte en lo alto es más antigua que el resto de la caja, y ha habido varias elucubraciones sobre su origen, datación y finalidad, que tampoco voy a detallar. La opinión actual es que la pieza se elaboró en un taller alamánico-franco de fines del siglo VIII. No hay evidencias de que fuera ni un broche ni un cinturón, como se dijo en el pasado sino, probablemente, un aplique destinado a ser fijado en otra pieza de orfebrería sacra, reutilizada.

Por cierto que justo esta pieza, la placa superior, no fue recuperada hasta el año 1989.

En la base de la caja o solero, encontramos otra pieza reutilizada: una lámina de plata más pequeña que la caja. Presenta una cruz gemada estilizada; en los huecos aparece el Tetramorfos, o sea, los cuatro evangelistas simbolizados tal como se describe a los cuatro Vivientes de la visión de Ezequiel (buey, león, etc.). Sobre esta lámina se grabó, al tiempo de la donación, la inscripción que revela la identidad de los donantes.

La inscripción es más larga, pero lo que se ha identificado con esos datos es que la parte en que dice:

offervnt famvli xpi Froila et Nvnilo cognomento / Scemena hoc opvs perfectvm et conces… y luego, al final, intereat ipse operatvm est era DCCCCXLVIII

Así se sabe que el donante fueron el infante Fruela, hijo del entonces rey Alfonso III y su esposa Nunila Jimeno, en el año 910.

Sí, en números romanos el año que ponen es el 948, no el 910, pero hay que recordar que en España se seguía en la Edad Media el calendario de la Era Hispánica; el gregoriano iba 38 años por detrás. 

Nada te asegura que el Fruela mencionara sea el infante. Pero, ¿quién, si no el miembro de la familia real,estaba en disposición de hacer un regalo así de valioso? ¿Cuántos Fruelas casados con Nunilos habría entonces en el reino astur…?

Se cree que, con esta donación, Fruela imitaba a su padre, que dos años antes había donado la Cruz de la Victoria a la sede ovetense. Como forma de propaganda, frente a sus hermanos, Fruela ordenó confeccionar una caja con una madera noble, en la que predomina un tipo de piedra con resonancias imperiales (las ágatas) y le pone dos piezas preexistentes: una placa esmaltada de origen foráneo arriba y una lámina de plata con el Tetramorfos y la cruz en la parte inferior.

Hay que recordar que el mayor, García, se rebeló contra su padre el rey Alfonso en el año 909; Fruela se unió a esta rebelión. Alfonso III el Grande murió en diciembre de ese mismo, y su reino se dividió entre tres de sus hijos. Al tercero, este Fruela, se le asignó Asturias. Más tarde, por la muerte de sus hermanos García y Ordoño, reinó también en León.

Desde que el infante Fruela entregó esta caja a la sede ovetense, permaneció allí, durante mil años. Esto no es como los tesorillos visigodos, o las joyas del norte de Europa que se recuperan siglos después en una marisma. No, cuando se donan a una iglesia medieval después de la invasión islámica, como suelen seguir funcionando a lo largo de los siglos, y la iglesia lo que coge no lo quita (Santa Rita, Rita…) se conservan los tesoros durante más de mil años.

(Siempre que no vengan los gabachos durante la guerra de Independencia a echar mano de ello, claro)

((O que alguna revolución social o política los dañe. En la Revolución de Asturias de 1934 resultó lanzada por la explosión, aunque parece que sus desperfectos fueron menores, la tapa se separó de la caja y tuvo algún que otro abollón… pero vamos, nada comparable al destrozo de las cruces)).

Recordemos que seguimos en la segunda fase del prerrománico europeo. Estamos en el norte de España después de la conquista musulmana, donde se ha consolidado un reino cristiano con capital en Oviedo. El arte asturiano se extiende fundamentalmente a lo largo del siglo IX. En él, encontramos una fusión de formas. Por un lado están las tradiciones visigodas y romanas y, por otro, las potencias más inmediatas: los carolingios en Occidente y los islámicos de Al-Ándalus. Huellas de todas estas influencias se pueden ver en esta caja.

Y, ¿para qué servía esta caja? No se sabe seguro. Se ha elucubrado que pudo contener reliquias, o bien la reserva eucarística (o sea, hostias). Actualmente se cree que, dadas sus dimensiones, forma de confección, ausencia de cierre,… posiblemente se dedicara a guardar un ejemplar de los evangelios.

Os vuelvo a poner una referencia al artículo en El Confidencial cuando se cumplieron 40 años del robo, con foto del prenda incluido, detenido por la Guardia Civil y contestando a un periodista.

En internet se encuentra el artículo «La Arqueta de las Ágatas de la Cámara Santa de la Catedral de Oviedo», de César García de Castro Valdés. Más de cincuenta páginas para quien quiera conocer más detalles de esta joya de la orfebrería asturiana, de su confección y su restauración, y al que he seguido en parte de este artículo. 

Como a veces hago, recomiendo viaje de fin de semana a Oviedo y sus muchos encantos, que bien lo merece. Y si, de paso, podéis visitar la catedral y su Cámara Santa, mejor que mejor.

Como siempre, salvo otra indicación, las imágenes proceden de Wikimedia Commons.

No hay comentarios:

Publicar un comentario