Por Javier Losa (2010) [[CC BY 2.0], via Wikimedia Commons |
Ubicación: Oviedo
(Principado de Asturias), España
Fecha: 842
Estilo: Arte asturiano
Tipo de edificación: palacio
/ templo
Edificio
emblemático del prerrománico español.
Mientras en Oriente pervivía Bizancio, en el corazón de Europa se fortalecía un nuevo imperio, y al sur de España, Al-Andalus vivía su
esplendor califal,… aquí, en el norte de la Península, protegidos por las montañas,
se consolidaban pequeños reinos cristianos.
Uno de ellos fue el reino
de Asturias, cuyos primeros años están envueltos en el mito y la leyenda. Es
imposible deslindar una cosa u otra, sobre todo en un país en que el pasado
sigue siendo arma política, sin que importe si el relato es real o imaginado.
A esta zona realmente no
había llegado la romanización. La cristianización de la zona se debió más bien a la llegada de cristianos procedentes del sur. No se sabe si ellos lo veían así, pero posteriormente, cuando se
sintió la necesidad de legitimar las monarquías medievales, se enlazó por esta
vía con la tradición visigoda.
El inicio del reino
asturiano se señala simbólicamente en el año 722, cuando supuestamente tuvo
lugar la batalla de Covadonga. La primera capital fue Cangas de Onís, a los
pies de los Picos de Europa, mis bienamadas montañas; hacia el año 794, cuando
el territorio del reino ya abarcaba hasta el río Duero, los reyes estuvieron
suficientemente seguros como para pasar la capital a Oviedo.
Un reino más extenso
requería cierta organización administrativa, y por ello empezaron a
desarrollarse edificaciones que reflejaran la nueva realidad. Rápidamente
surgieron edificios religiosos y residenciales.
El arte asturiano se desarrolló, sobre todo, en el siglo IX. Los edificios más célebres, como este de Santa María de Naranco, se
erigieron en la época del rey Ramiro I (842-850), quien dio nombre a la etapa
central de este estilo: período ramirense.
Sirviendo tal etapa como fulcro, sin demasiada imaginación se llamó a lo
anterior etapa prerramirense y a la
posterior, posramirense.
Toda forma artística bebe
de la tradición, y el arte asturiano no es una excepción. Recoge elementos no
sólo de las épocas romana y visigoda, sino también recibió la influencia del
coetáneo remamiento carolingio.
Eso sí, el arco de herradura,
que tan apreciado fue por los visigodos, y que se mantuvo y desarrolló
espléndidamente en el arte andalusí, fue abandonado en el norte, prefiriéndose el arco de medio punto y,
sobre todo, el arco peraltado.
Una serie de arcos de
medio punto puestos uno detrás de otro, forman una bóveda de medio cañón, y si hay peralte, en una bóveda peraltada sobre arcos perpiaños o fajones. Y eso es evidentemente lo que hicieron los astures, usar
este tipo de bóvedas. Este rasgo estilístico se aprecia en Santa María del
Naranco, donde encontramos arcos de medio punto, bóvedas de cañón y arcos fajones que, al
exterior, son contrafuertes. La imagen exterior recuerda a lo que
serían las posteriores realizaciones románicas.
Santa María del Naranco
usa la habitual planta rectangular o basilical
de los edificios asturianos. Se alza en dos plantas y tiene muros de piedra. En
la planta baja hay una cámara de baño, cuyas ventanas pueden verse en la parte
inferior.
En la planta superior
tienes la sala principal, con bóveda de cañón. En las fachadas de los extremos
hay sendos miradores, con tres arcos de medio punto que se han convertido en el
emblema del turismo asturiano. Los capiteles de sus columnitas son corintios.
Aunque es iglesia, debió ser
Aula Regia o capilla palatina. Primero fue palacio y, después, iglesia. Cuando lo ves allí, en las laderas del monte
Naranco, parece muy pequeñito, más que en las fotos. Y es que los astures construían
edificios elevados pero de tamaño más bien reducido.
Este edificio se erigió
en pleno esplendor del arte asturiano coincidiendo, como se ha dicho ya, con el
reinado de Ramiro I. Era hijo de Bermudo I el Diácono, rey de Asturias, y de la
reina Uzenda Nunilona, lo que le convertía en nieto de Fruela Pérez y bisnieto
de Pedro, el dux o duque de Cantabria
en la época de la invasión musulmana. Para que nos situemos, fue coetáneo del emir omeya
Abderramán II, el responsable de una de las ampliaciones de la
mezquita-catedral de Córdoba. Le tocó también enfrentarse a algún ataque menor
de los vikingos que en esta época andaban haciendo de las suyas. También se le
recuerda por un intento de repoblar León, la antigua ciudad romana que se había
reconquistado en 754 y que convertiría en la capital del reino en el 931; parece ser que su intento repoblador fue frustrado por un ataque omeya.
«Los monumentos de Oviedo
y del reino de Asturias» fueron declarados Patrimonio de la Humanidad en el año
1985, ampliándose en 1998, y en su página web, la Unesco lo describe así:
En el siglo IX, el pequeño reino de Asturias mantuvo viva la llama del cristianismo en la Península Ibérica. En su territorio nació un estilo innovador de arquitectura prerrománica que desempeñaría, más tarde, un importante papel en el desarrollo de la arquitectura religiosa de toda la Península. Emplazadas en la capital asturiana, Oviedo, y en sus alrededores, las iglesias de Santa María del Naranco, San Miguel de Lillo, Santa Cristina de Lena, San Julián de los Prados y la Cámara Santa de la catedral de San Salvador son los edificios más representativos de ese estilo. La notable obra de ingeniería hidráulica conocida por el nombre de La Foncalada forma también parte del sitio.
Para saber más, siempre
se puede consultar la Wikipedia.
Una breve y muy
esclarecedora descripción de Santa María del Naranco lo puedes encontrar en
este vídeo de artehistoria en
YouTube:
Y, por supuesto,
recomiendo totalmente que algún día le dediquéis un fin de semana a visitar
Oviedo. Es un sitio encantador, agradable, se come muy bien, la gente es bien
maja, y les presta que vayas por allí
a ver sus estupendos edificios.
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