Por Ecelan (2008) [GFDL o CC BY-SA 4.0-3.0-2.5-2.0-1.0] via Wikimedia Commons |
Ubicación:
Santa María del Naranco, Oviedo (España)
Fecha:
842
Época: Arte asturiano
El otro día hablé del edificio que se alza en las laderas del monte Naranco, en Oviedo (Asturias). Hoy voy a hablar de las artes figurativas del arte asturiano.
Como podéis imaginar, se conservan pocos restos. Se trata, sobre todo, de relieves dentro de los edificios. No son sólo adornos, sino que transmiten mensajes religiosos.
Lo que más me gusta de estos elementos
escultóricos tan modestos es que en realidad, tienes que fijarte mucho para ver
qué está ahí representado, y luego pensar qué significado o sentido trascendente
tiene.
Qué ves tú y qué veían aquellos cristianos de mediados del siglo IX, en
un pequeño reino entre las montañas y el mar, con una gran potencia al sur,
mucho más refinada y poderosa, y de una religión diferente.
Hay relieves en las jambas de
San Miguel de Lillo, por ejemplo. Pero yo me quedo con los clípeos de Santa María del Naranco.
Un clípeo, en arquitectura, no
es más que un medallón de forma redondeada. La palabra viene de un escudo abombado
que usaban los antiguos griegos y romanos.
Aparecen en las
enjutas (los huecos entre los arcos).
El que he traído aquí como ejemplo tiene una parte redonda y otra alargada por
encima. En la parte superior se ve una cruz
patada, que recuerda a la de los caballeros templarios, solo que estamos en
el siglo IX y esa orden aún no se había creado, así que no dejéis volar vuestra imaginación. En realidad, lo que representa
es una cruz de la victoria, con las letras alfa Α y omega ω
(principio y fin) colgando de sus brazos. Fue un emblema fundamental del nuevo
reino cristiano.
Y como ejemplo tenemos las dos cruces que se conservan en la Cámara Santa de la catedral de Oviedo. La más antigua, llamada Cruz de los Ángeles, fue realizada a principios del siglo IX, y la donó a la catedral, en el año 808 (o sea, más de treinta años de que se erigiera Santa María del Naranco) el rey asturiano Alfonso II el Casto. Es la que serviría de inspiración, en su caso, para las cruces representadas en Santa María del Naranco.
Zarateman, via Wikimedia Commons. |
La segunda es la Cruz de la Victoria, de un siglo posterior a la de los Ángeles. Fue donada por el rey asturiano Alfonso III el Magno a la catedral en el año 908.
Esta Cruz de la Victoria es la que se ha convertido en símbolo del Principado de Asturias. Figura tanto en su bandera como en su escudo.
(Para los que sois de fuera,
aclaro. Se llama Principado de Asturias a esta comunidad autónoma porque ese es
el título que llevan los herederos a la corona española. Lo mismo que el Delfín de Viennois para la monarquía francesa o el príncipe de Gales para la británica, es
el Príncipe de Asturias para la corona castellana; en la corona de Aragón el
heredero es príncipe de Gerona, duque de Montblanch, conde de Cervera y señor de
Balaguer, y para Navarra, príncipe de Viana. Actualmente todos estos títulos
los ostenta Leonor de Borbón Ortiz, con lo que actualmente tenemos una princesa de Asturias).
A lo que vamos, que me voy por
los cerros de Úbeda. Debajo de la cruz encontramos un redondel que tiene en el
exterior dos círculos tallados en forma de soga o cuerda; entre ellos, otro más ancho con
motivos vegetales, racimos y hojas me parece distinguir.
Sí que me resulta curioso que
el árbol de la vida se asocia a dragones en dos mitologías ajenas al
cristianismo. En primer lugar, el Yggdrasil, que es el nórdico, tiene a sus
pies al dios Heimdall, que lo protegía de los ataques del dragón Níðhöggr. En
segundo lugar, en China, sí, se ha encontrado una escultura de un Árbol de la
Vida con un fénix y un dragón, pero ahí tiene más lógica, porque para la
cultura china el dragón es un símbolo positivo, representativo de la inmortalidad.
El Árbol de la Vida u Hom era un tema muy apreciado por los
escultores medievales. Es un motivo de origen oriental, siendo muy habitual en el arte del antiguo
Oriente Próximo y Medio, y en el Mediterráneo que a este árbol lo flanquearan dos animales enfrentados, como por ejemplo íbices.
En el cristianismo, representa la idea de un estado inmaculado
de la humanidad, en el pasado anterior al pecado original. Al asociarlo con la cruz,
transmitía el mensaje de que a través del cristianismo se podía llegar de nuevo
a ese estado feliz. De esta manera, el Árbol de la Vida se convierte en un
símbolo de Jesucristo.
Así que sí, en el arte no hay nada totalmente original, y la iconografía que
encontramos en Santa María puede rastrearse, muchas veces, hasta influencias orientales. Por ejemplo, encontramos
parejas de aves que recuerdan a las representadas en telas sasánidas que,
procedentes de Persia, llegaban a Europa como artículos de lujo.
Por Urasama, vía Wikimedia Commons |
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