Foto de CEphoto, Uwe Aranas (2014) via Wikimedia Commons |
Ubicación: Aquisgrán, Alemania
Fecha: h. 790-805
Estilo: Arte carolingio
Tipo de edificación: templo
La
pieza más recordada del arte carolingio
Aquisgrán es una ciudad
ubicada sobre el río Mosa, en el lugar donde Alemania confina con Francia y los
Países Bajos. A veces se ve escrito su nombre como Aix-la Chapelle o Aachen,
pero en español tenemos exónimo consolidado que es este de Aquisgrán.
Aunque los carolingios mantenían,
como buenos monarcas medievales, una corte itinerante, instalaron en este lugar
su palacio principal. Carlomagno escogió un sitio estratégico, central entre
sus dominios y conquistas, que ocuparía sobre todo en invierno, cuando no
estaba en campaña. A ese palacio le puso un oratorio donde guardar una
reliquia. Los católicos son dados a venerar objetos que dicen que pertenecieron
a sus hombres y mujeres santos. Para mi es como una forma de creencia mágica. En
este caso se trataba de la capa, en latín capella,
del santo Martín de Tours. De ese objeto tomó nombre el lugar «la capilla del
palacio» y «capilla» acabó designando cualquier oratorio privado.
La arquitectura carolingia
se inspira en los modelos clásicos, pero no tanto los de la Roma imperial como
los de la Roma paleocristiana, es decir, Rávena. Siguiendo el modelo de San
Vital de Rávena, el arquitecto Otón o Eudes de Metz empezó esta obra.
Es un edificio de traza octogonal,
con dos plantas en altura y cubierto con bóveda
de casquetes; esta pesada bóveda central se apoya en ocho pilares. El
arquitecto rodeó este cuerpo central con una nave organizada en tramos
trapeciales y triangulares, de dieciséis lados. Los pilares sostienen una
tribuna o galería reservada al emperador y su corte. En esta parte superior,
los arcos, que son de medio punto, aparecen subdivididos por columnas.
Las bóvedas se decoraron
con preciosos mosaicos dorados al estilo bizantino. Se usaron elementos
constructivos y decorativos traídos de la propia Rávena. Porque no nos
engañemos, en esto del arte nadie es del todo original y además es un precioso
botín de guerra. Así que incluso tiene columnas expoliadas por Carlomagno en Rávena
y Roma. Claro que donde las dan las toman y mil años después, Napoleón las
cogería y se las llevaría a París; sólo se recuperaron algunas, otras se
tuvieron que reconstruir, a partir de mediados del siglo XIX, usando granito de
Asuán.
En estos años oscuros de
la Alta Edad Media, un edificio así impresionaba… al norte de los Alpes, claro.
No se podía comparar a lo que había por el Mediterráneo, en Roma o en Bizancio.
Pero en aquella zona bárbara no había nada parecido.
El palacio desapareció,
pero la capilla perduró. En torno a ella fue construyéndose lo que hoy es la
catedral de Aquisgrán, uno de los primeros edificios (es el núm. 3 del catálogo)
en ser declarados Patrimonio de la Humanidad, en el año 1978, y en su página web, la Unesco lo describe así:
La construcción de esta capilla palatina en forma de basílica octogonal rematada por una cúpula comenzó entre los años 790 y 800, en tiempos del emperador Carlomagno. Es una imitación de las iglesias del Imperio Romano de Oriente y en la Edad Media se le agregaron revestimientos espléndidos.
Durante dos siglos, la
Capilla Palatina de Aquisgrán fue el edificio más alto de esa zona,
impresionaba. Esa majestuosidad estaba al servicio de un fin político, claro. Carlomagno
fundó una entidad nueva, el Sacro Imperio Romano Germánico, cuando hizo que el
Papa le coronara en Roma en el año 800. Después de él y hasta el siglo XVI,
todos los emperadores posteriores se coronarían allí. El Sacro Imperio, de una
forma u otra, perduró hasta la época napoleónica. Napoleón, ese viento que
barrió Europa a principios del siglo XIX, también acabó con esto. El corazón de
Europa era demasiado pequeño para dos emperadores.
Una breve y muy
esclarecedora descripción del conjunto palatino de Aquisgrán lo puedes
encontrar en este vídeo de ArteHistoria
en YouTube:
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