sábado, 14 de enero de 2017

#7 Tosca


Portada de la primera edición de la
Partitura para piano de la ópera
Autor: Adolfo Hohenstein (1899)
[Dominio público], via Wikimedia Commons


Tosca

Estreno: Roma, 14 de enero de 1900

Compositor: Giacomo Puccini

Libreto en italiano: Giuseppe Giacosa y Luigi Illica, basado en la obra de Victorien Sardou de 1887 Tosca


Tal día como hoy se estrenó, en el Teatro Costanzi de Roma, la que yo llamo “ópera de suspense”: hay pasión, crimen, misterio, tortura, y nunca se sabe qué es lo que va a ir mal en la representación.


Suele decirse que una historia de suspense es tan buena como lo sea el villano de la historia. Si esto es así (y yo estoy convencida de que sí) esta ópera es una de las mejores intrigas que puedes ver en el escenario, porque Scarpia es fuerte, enorme, voluptuoso, cruel, retorcido, uno delante del cual "tiembla toda Roma", todo lo que piensas que debe ser un malo y más.

Más una voz de barítono de esas que abrigan más que una manta zamorana, quiero decir.

O sea, con el repulsivo atractivo de la serpiente.
 
Si no eres aficionado a la ópera y alguna vez quieres probar, esta es una excelente opción. Es entretenida, excesiva, apasionada, y si no sabes el argumento, hasta la puedes ver como una peli de suspense, sorprendiéndote con los giros de la historia.

La protagonista es Tosca, una actriz de teatro. No es muy virtuosa, pero siempre reza a la Virgen cuando hay que hacerlo, y ama celosamente a su amante Mario. Scarpia, el jefe de policía, la desea intensamente, tanto que hasta reniega de Dios por ello. Detiene a Mario, lo tortura, y acabará extorsionando a Tosca: tendrá que acostarse con él para salvar la vida de Mario. Por si alguien no conoce la historia, no les cuento como sigue.

Y todo ello, en el marco de las guerras napoleónicas. Aquí se ve lo que tantas veces falta en las novelas románticas, escritas desde el punto de vista de los intereses de Inglaterra. Napoleón, para muchos lugares del resto de Europa, fue más bien un liberador. Para los republicanos romanos, oprimidos por el papado y también para el resto de Italia, dominada por austríacos o borbones, Napoleón, en 1800, representaba un soplo de libertad. Eso se refleja en esta ópera.

Son dos horas que se ven en un suspiro. Con un montonazo de momentos absolutamente gloriosos. De ellos voy a destacar, lógico, uno por cada uno de los personajes.

Del malo malote, Tre sbirri, una carrozza,…, que canta al final del acto I, cuando se regodea, sueña con Tosca, mientras las campanas le engañan con una supuesta victoria frente a Napoleón. Su mundo está en peligro pero él sólo tiene ojos para esa mujer a la que desea más que nada.

De nuestra heroína, Visi d’arte, en el acto II, que expresa toda su tortura mental porque tiene que elegir: a su novio lo torturan, el malo le exige sexo, y ella sólo piensa “pero ¿qué he hecho yo para merecer esto?”. Pues nada, rica, ser mujer en una sociedad patriarcal, objeto de los juegos de los hombres, y rara vez sujeto de tu propio destino.

Y finalmente, cómo no, el adiós a la vida de Mario (E lucevan le stelle), un aria intensa, desesperada, en plan “no me quiero morir, la vida es bella, y nunca la había amado más”.

Son arias muy facilitas de encontrar si las pones en internet.

En You Tube podemos ver una joya auténtica, el acto II, con Scarpia de Tito Gobbi y Maria Callas de Tosca. Es el Covent Garden, 1964, puesta en escena de Franco Zefirelli. Uno de esos momentos históricos de la ópera en las que habría adorado estar. Irrepetible. Y al que no se le pongan los vellos de punta, es que no tiene sangre en las venas.



Así que como podéis sospechar, para mí no hay otra Tosca que Maria Callas. Cómo explicarlo. A ver. No tenía la voz más bonita del mundo, aunque su técnica era estupenda. Pero esto no es cosa de técnica o timbre, no, esto va de que era una actriz fantástica, que transmitía todas las emociones de los personajes de una manera gloriosa. Actriz a la manera operística, claro, para que te vean desde la última fila. Eso se ve en la película que hizo con Pasolini, una Medea en la que no cantaba, “sólo” era actriz, pero, ¡guau! O sea. Llegabas a entender los motivos de un mito tan odioso. Im-pre-sio-nan-te.

Así que no puedo recomendar otra grabación que la dirigida por De Sabata en 1953, con Callas de Tosca, Giuseppe Di Stefano como Mario Cavaradossi y Tito Gobbi (inmenso) como Scarpia, la orquesta y el coro son de La Scala de Milán. Para la EMI.

Para saber más, la wikipedia. En Kareol tenemos como de costumbre sinopsis, lista de grabaciones escogidas y el libreto en italiano y español. 

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