Letras universales, Cátedra (2005) |
Autor:
Gustave Flaubert
Título
original: Salammbô
Fecha
de publicación: 1862
Otro «empiece»
célebre, el de esta novela:
Era en Megara, arrabal de Cartago, en los jardines de Amílcar.
Gustave
Flaubert era conocido por su célebre Madame
Bovary, y decidió cambiar de registro con esta novela histórica ambientada en
Cartago durante la guerra de los
mercenarios (241–238 a. C.).
El
ejército de los mercenarios que luchó por Cartago en la primera guerra púnica,
espera ser recompensado. No se le pagan sus honorarios y entonces se revelan
contra los cartagineses. Amílcar Barca conseguirá derrotarlos. Más o menos. La
principal fuente para este episodio histórico son las Historias de Polibio.
En ese
marco, Flaubert te narra la historia de una hija ficticia de Amílcar Barca, Salambó, sacerdotisa de Tanit. Comienza
la obra con un banquete de los mercenarios en los jardines de Amílcar; Salambó
hará su aparición con toda la pompa de su cargo, lo que provocará que uno de
los mercenarios, el libio Matón, se fije en ella, con quien quedará obsesionado
el resto de la novela.
Los
mercenarios, impagados, y enfadados porque los cartagineses han masacrado a
algunos de ellos, se rebelan.
Seguirán diversas luchas. Matón conseguirá arrebatar el velo de la diosa, que
Salambó tendrá que recuperar más tarde. La historia termina con la derrota de
los mercenarios.
De
esta novela histórica destacaría dos cosas: su calidad literaria y la reconstrucción de la época. En cuanto a lo
primero, da gusto leer algo tan bien escrito, con riqueza de vocabulario, con
descripciones evocadoras, con el párrafo medido,… a través de un lenguaje que,
simplemente, me dejó colgando de la brocha. Muchas veces, no tenía ni idea de
qué me estaban hablando, pero me daba igual por lo placentera que me resultaba
la lectura. Las palabras en sí, ¡qué gozada!
En
cuando a la reconstrucción histórica,
creo que Flaubert se documentó muchísimo y se nota. A veces, bordea el info-dump, pero hay que tener en cuenta
que el lector poco o nada va a tener en su cabeza sobre la Cartago del siglo
III a. C. Es lógico, entonces, que se detallen las murallas, los templos, las
vestimentas, la comida, las medidas de peso, las monedas, en fin, un poco todo.
Todo el
trabajo del autor pretende ofrecer una imagen
que sea verídica. Si las cosas fueron así o no, no lo sabemos. Hay que
recordar que nada nos queda escrito por los cartagineses mismos, sino que los
conocemos a través de las fuentes grecorromanas y la arqueología.
En la
introducción a mi ejemplar, de Cátedra (Colección Letras universales) se recoge
un comentario de Emilia Pardo Bazán
que, creo yo, refleja muy bien la impresión con la que se va a quedar el
lector:
Lo que importa en obras como Salambona no es que los pormenores científicos sean incuestionablemente exactos, sino que la reconstrucción de la época, costumbres, personajes, sociedad y naturaleza no parezca artificiosa, y que el autor, siendo sabio, se muestre artista; (…), y que si no podemos decir con certeza absoluta: “así era Cartago”, pensemos al menos que Cartago pudo ser así.
Esa es
la idea con la que te quedas: Cartago pudo
ser así, con sus brutalidades y sus riquezas, sus traiciones y sus
valentías.
La parte bélica me pareció muy bien
representada, con vagas referencias a la estrategia a seguir en cada momento, a
los movimientos tácticos en las batallas, el tipo de armamento, la forma de
lucha… Siempre es de agradecer en un libro que para mí ha sido sobre todo la
narración de una guerra.
Con
los personajes, simplemente, cumple.
Me sorprendió, pero a mí no me pareció que hiciera un profundo estudio
psicológico de ninguno de ellos, ni que haya arcos de evolución o crecimiento
personal.
Lo más decepcionante, o lo
que más perpleja me dejó, fue la relación entre Salambó y Matón. No sé si
pretende ser relación de amor, amor-odio, o qué. A pesar de dar título a la
novela, Salambó tiene poco tiempo en escena. Básicamente aparece hierática en
el festín de los mercenarios, con toda su deslumbrante riqueza en vestuario y
joyas.
Así
como las escenas guerreras podían perfectamente ser una peli actual, todo
efectos especiales y mucho gore, con las apariciones de Salambó retrocedemos al
cine mudo: era como una de aquellas divas, mudas, que suplían la falta de
palabra con movimientos exagerados, marcado
maquillaje y mucho bris-bris.
Así
de divina de la muerte me imaginaba yo a Salambó, como la litografió Alfons
Mucha para L'Estampe moderne, 10/1897.
Después, se la ve venerando a la diosa, sufre la pérdida del velo, va disfrazada al campamento
de los mercenarios a recuperarlo y su padre la compromete con el rey de los
númidas, cuando este hace su cambio de chaqueta. Y luego, la escena final, *spoiler* con la tortura y muerte de Matón y de ella
misma, «por haber tocado el velo de Tanit» *fin de
spoiler*.
Matón
queda obsesionado con su cuerpo nada más conocerla, al principio de la novela. Con solo haberla vislumbrado de lejos, lo suyo es pura exaltación, un delirio francamente ridículo:
¡Pero la quiero!, ¡la necesito!, ¡muero por ella! ¡A la idea de estrecharla entre mis brazos, un furor me arrastra, y sin embargo la odio, Spendius! ¡Quisiera azotarla! ¿Qué hacer? Tengo ganas de venderme para hacerme su esclavo.
Todo su pensamiento es,
básicamente, violarla, aunque en la
novela te lo cuenten más eufemísticamente como soñaba con los placeres de su cuerpo. Pero vamos, que
cualquier consentimiento de ella ni está ni se lo espera. Leyendo en la Wikipedia
me entero de que, cuando ella acude a recuperar el velo a la tienda de Matón, «hacen
el amor». Chicas, si ellos lo
dicen serán, pero yo me quedo en que le toca una teta y la besa, y ella se
desmaya y él luego se duerme. ¿Tengo que entender que ha habido sexo?
Releyendo otra vez ese capítulo el XI «En la tienda», me doy cuenta de que él la agarra y ella intenta soltarse, a lo que sigue es una discusión exaltada. Hay un momento en el que ella se siente
fascinada por los brazos musculosos de él, cae desfallecida sobre el lecho y se le rompe una cadenita que llevaba
en los pies, él la besa por todo el cuerpo y se queda dormido. En algún momento de todo eso (¿cuando se le rompe la cadena, como metáfora...?) tengo que entender que sí, que ella se ha sometido o entregado, (terminología de la época) para cumplir su misión, como le dio a entender el sacerdote. Será que, de
tanto leer novela romántica, no entiendo las pudorosas omisiones y los sobreentendidos de los escritores decimonónicos.
Por otro lado, no dejo de pensar que, si Salambó y Matón no se conocen realmente, lo suyo será insta-lust,
pero confundir eso con amor me parece demencial.
La
novela en sí se puede leer aún, sobre todo si te interesa el género de la
novela histórica ambientada en la Antigüedad. Te proporciona momentos muy intensos, como el
sacrificio de niños a Moloch para satisfacer al dios y que les ayude a ganar la
guerra; o la tremenda muerte de parte del ejército mercenario por el hambre.
Ahora
bien, en cuanto a los personajes principales
y las relaciones entre ellos, a mí se me quedó en nada. Lo único de interés,
para mi gusto, fueron las hábiles manipulaciones que hace de sus compañeros el
mercenario Spendio, o cómo el sumo sacerdote Schahabarim le come la oreja a
Salambó para conseguir que esta se lance a la aventura de recuperar el velo de
la diosa. O, finalmente, la inmensa figura de Amílcar Barca, y cómo defiende al
principio a los mercenarios, luego cambia de idea, cómo planea la guerra, en
momentos puntuales cómo sabe ver cuáles el camino correcto, militar y
políticamente, y, desde luego, la aparición de un Aníbal niño, que no deja de
conmover a quienes conocemos esa figura por otros libros, sean de historia o
novelescos.
La
impresión final que me ha dejado esta novela, con su exquisita prosa, el
hieratismo de muchos personajes, la violencia de muchos momentos… es un poco inquietante, como los cuadros
simbolistas de un Böcklin: hermoso, frío y turbador. A veces, hasta la náusea.
Arnold Böcklin: La isla de los muertos, 1.ª versión (5/1880)
Óleo sobre lienzo, Kunstmuseum de
Basilea.
El
ejemplar que yo tengo es el de Cátedra,
en la colección letras universales. Siempre que puedo, si hay opción, compro estas
versiones. Yo diría que Acantilado, Cátedra y Alba son mis editoriales favoritas en literatura, igual
que Edhasa en novela histórica.
La traducción en líneas generales me
parece muy lograda, consigue pasar al español la sugerente prosa de Flaubert.
Si le
pongo un pero a esta traducción es que
los nombres se mantengan en francés, cuando hay equivalentes en español
consolidados desde siempre… Al menos desde que se empezó a traducir a Polibio
primero y a Flaubert siglos después. No es solo que ponga Salammbô por Salambó, sino que me sonaba rarísimo leer Mathô, Narr’Havas, o Autharite, por ejemplo, cuando los
líderes de los mercenarios, en los libros de historia, son Matón, Naravas o
Autarito. Es como cuando lees una novela histórica ambientada en los tiempos de
Cicerón y a su liberto Tirón lo llaman Tiro,
conservando la traducción inglesa del nombre. Son cosas con las que me rechinan
los dientes. A otros personajes, como Giscón, Aníbal o Amílcar, incluso Régulo,
bien que ponen las versiones en español de sus nombres.
Aunque
en su momento descolocó un poco a la crítica que Flaubert diera el bandazo a la
novela histórica desde la coetánea Madame
Bovary, lo cierto es que al público le encantó esta novela, por lo exótico
y el morbo de las escenas cruentas, ¡la sangre, ¡¡lo sensual!!, ¡¡¡la violencia!!! Lo púnico
se puso de moda, lo cual influyó por una temporada en la forma de vestir y
las joyas de las damas francesas.
Esta
novela inspiró otras obras artísticas, como óperas o películas, esculturas u
obras de teatro. Hay una muy curiosa, para aquellos que recordéis Ciudadano Kane de Orson Welles. Una
de las esposas del magnate era una poco dotada cantante. Se supone que
estrena una ópera titulada Salambó, pero el aria que canta no pertenece a
ninguna obra del género lírico. En realidad, el estupendísimo compositor de
bandas sonoras Bernard Herrmann compuso una grandilocuente pieza ad hoc. Que luego las sopranos han usado
en recitales. Yo se la escuché por vez primera a Kiri Te Kanawa, pero vamos,
que es fácil de encontrar en You Tube si buscas Aria de Salambó.
Como este
libro es un clásico, tiene página en la Wikipedia.
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