miércoles, 24 de julio de 2019

#11 Pimentero de la emperatriz






Objeto: pimentero
Material: plata
Fecha: 350–400
Lugar actual: Museo Británico (Londres, Reino Unido)
Época: Arte romano


Y todo por buscar un martillo

Un día tonto de 1992, un granjero llamado Peter Whatling perdió un martillo. Llamó a un colega, Eric Lawes, para que le ayudara a encontrarlo con su detector de metales. Estamos al sudoeste de Hoxne en Suffolk. Lo que hallaron el 16 de noviembre fue una serie de objetos preciosos, como cucharillas de pata. Se avisó a los arqueólogos quienes sacaron a la luz un impresionante conjunto de monedas, joyas y objetos preciosos, cuidadosamente colocados, entre los restos de un cofre de madera.

Es el que luego se llamaría tesoro de Hoxne.

Alguien había escondido estas riquezas hacía mucho tiempo. ¿Cuánto? Por las monedas contenidas, se calcula que lo enterraron alrededor del año 410 de nuestra era. Significativo, ¿no? Luego explico el porqué.

Entre los objetos del tesoro estaba este objeto confeccionado en plata, con oro en los ojos y los labios. Mide unos diez centímetros de alto y con un diámetro de 33 milímetros. Pesa aproximadamente un kilo.

Representa una figura femenina, con un peinado complejo, ricos vestidos y pendientes colgantes. Que se le llame «de la emperatriz» no quiere decir que, literalmente, represente a una. Pero indudablemente es una dama romana rica y educada, como muestra el rollo que orgullosamente sostiene con una de sus manos. Por otros objetos del tesoro, se tiene la hipótesis de que sus dueños se llamaron Juliana y Aureliano, y que eran cristianos.

Este precioso objeto no es meramente decorativo, sino que tenía una función: era un piperatorium. O sea, un pimentero.

Pensad un poco. Pi-men-te-ro. De la época romana (siglo IV), con distintas posiciones dependiendo de cuánta pimienta quieres que salga.

Pimienta.

Una especia que, entonces, se cultivaba en la India. Y este pimentero se encontró en la isla de Gran Bretaña. Para quienes aún piensan en el imperio romano como algo centrado en el Mediterráneo, hostil a todo lo que quedara más allá del limes, tendrán que reconsiderarlo.

La pimienta era una especia valiosa. Mucho. Pensad que cuando Alarico, el visigodo, sitió por primera vez Roma, en el año 408, solo se dio media vuelta a cambio de un rescate de oro, plata, seda, cuero teñido de púrpura,… y 3.000 libras de pimienta (casi una tonelada).

(El famoso saqueo de Roma por Alarico y sus visigodos, ocurrió dos años después, en 410, a la tercera fue la vencida, pero eso es otra historia).

Roma mantenía comercio a larga distancia con otras potencias, como China o la India. La pimienta se traía en barco por todo el océano Índico, para luego entrar en el mar Rojo. Allí llegarían a puertos como el de Mios Hormos, construido por los Ptolomeos alrededor del siglo III a. C.

De este comercio romano a larga distancia habla Michael Scott en su obra Los mundos clásicos:

Los mercaderes romanos navegaban hasta el sur de Arabia y la India tamil, y se decía que cincuenta millones de sestercios se iban anualmente desde los cofres romanos a la India, a cambio de preciosas especias, incienso y otros objetos de lujo. Roma también exportaba: cristal labrado, plata y oro, así como piedras preciosas cuyo valor era bien conocido por el emperador chino Han (así como las delicias de las especias indias).

Como entonces no había canal de Suez que valga, la pimienta se llevaría por caravanas, atravesando el desierto, hasta el Nilo. Río abajo, llegaría a puertos mediterráneos como, por ejemplo, Alejandría. A partir de allí, por barco o calzada, se difundiría por todo el mundo romano, hasta el último rincón del imperio, que, en este caso, era la remota isla de Britannia.

Había formado parte del mundo civilizado durante tres siglos, hasta que las legiones romanas fueron necesarias en otro lugar. Tampoco fue gran pérdida: era un lugar lejano y no particularmente rico. Como cuenta Isaac Asimov, en su obra El Imperio Romano:

En el 407 (1160 a.u.c.) las legiones abandonaron Britania para siempre. Después de tres siglos de civilización romana, Britania volvió a la barbarie y el paganismo bajo los invasores romanos.        En sí misma, la pérdida de Britania no fue fatal para el Imperio. Era una provincia tan remota como lo había sido Dacia, y como ésta una adición tardía al Imperio; además, peor que Dacia, era una gran provincia separada del resto del Imperio por el mar.

Quizá para el Imperio no era gran cosa, pero para aquella pareja rica y cultivada de Britania, dueña de este pimentero, esto de que la neblinosa Gran Bretaña dejara de pertenecer a la Romanidad constituiría una tragedia personal. Así que salieron por piernas, más pronto que tarde. Y como no se podían llevar todo, enterraron el tesoro, con la esperanza de volver en algún momento futuro.

Cosa que no hicieron.

Por ello el granjero Peter y su amigo Eric lo encontraron prácticamente mil seiscientos años después.

Este es uno de esos objetos que descubrí gracias a la serie de la BBC (y el correspondiente libro A history of the world in 100 objects. Si teneis oportunidad, haceos con estos podcasts, son cortitos y muy interesantes. Si te gusta la historia, claro.

¿Y qué fue del martillo de Peter Whatling que era, después de todo, lo que estaban buscando? Pues lo encontraron también, y se donó al Museo Británico.

Si eso no es humor británico, que venga Dios y lo vea.

Como siempre, salvo otra indicación, las imágenes proceden de Wikimedia Commons.

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