Objeto:
cuenco / bol
Material:
cerámica roja
Fecha:
1 d. C.
Lugar
actual: Museo de Die et du Diois (Auvernia-Ródano-Alpes, Francia)
Época:
Arte romano
Otra
cosa no, pero los romanos prácticos eran un huevo…
Y lo digo porque ellos encarnan, en gran
medida, lo que son las artes aplicadas. Gente tan práctica no podía dejar de
tener una producción casi diríamos en masa de objetos cotidianos, pero con un
toque atractivo.
Entendedme bien, en serie dentro de lo que era una época preindustrial. Y es
que este humilde cuenco de terra
sigillata resume, para mí, muchos aspectos por lo que determinados objetos
de tiempos antiguos acaban en los museos: puedes hacer las cosas útiles, sin
más, o puedes además hacerlas agradables al tacto y a la vista. Sensorialmente
agradables.
Cuando se trata de hacer cosas repetidas,
los romanos eran auténticos maestros. Fijaos, si no, en el Testaccio, esa
fabulosa colina romana que se alza más de 35 metros. No es natural, sino el
producto de la acumulación, a lo largo de años, décadas, siglos, de todas las
ánforas que llegaban, con aceite y vino.
De lugares como España. Porque sí,
amigos, entonces como ahora, Hispania era number
one en la producción de aceite de oliva. Pero con diferencia, ¿eh? 1537 miles de toneladas frente a los 450 del segundo (Italia). Abrumador. Entonces, como ahora
esta maravillosa grasa natural que es el aceite de oliva se producía
mayoritariamente en España.
(Consejo para el consumidor foráneo: si
usted compra una botella de aceite, fíjese bien donde está elaborado o
embotellado, porque puede que sea embotellado en Italia o Francia pero la
materia prima, provenir de España. Advierto, cosa parecida ocurre con el vino,
aunque ahí nos adelante ligeramente Italia (44.9 frente a 44.7) y por delante
de Francia (42). )
((Una cosa es la elaboración del producto
y otra de dónde viene la materia prima. En el vino, por ejemplo el coupage es un arte.))
(((Por eso nunca entenderé del todo el empeño de las regiones vitivinícolas del Nuevo Mundo y su obsesión monovarietal; salvo que tengas una uva extraordinaria, el arte está en la mezcla))).
A ver, que me voy. Acá no hablo hoy de ánforas,
sino de una cerámica típicamente romana: roja, llamada terra sigillata.
Este ejemplar en concreto está expuesto
en el Museo de Die, localidad francesa de la región Auvernia-Ródano-Pirineos.
En tiempos romanos se llamó Colonia Dea
Augusta Vocontiorum, y los hallazgos de sus excavaciones acabaron en el
museo local.
Data del siglo I d. C. Vienen a ser
imitaciones asequibles de las vajillas metálicas, obviamente más caras y de lujo. Este
tipo de cerámica roja podía ser usado por más capas de población. Al realizarse
en serie, lógicamente se abarataban los costes. Y podías tener en tu casa algo bello y útil.
Se llama terra porque es de arcilla, a la que se daba una pátina o barniz
que la hacía brillar. Lo de sigillata
viene porque lleva el sello de su lugar de producción. Básicamente hubo tres
zonas de producción: Italia, la Galia e Hispania. Aunque, obviamente, hubo
producción de cerámica roja por todo el imperio.
Se usaba como vajilla más refinada que la tosca cerámica negra de la época inmediatamente anterior. Este tipo de cerámica se empezó a producir en el siglo I a. C. y siguió en los cuatrocientos años siguientes. Gracias a las guerras púnicas, la república romana se había extendido hasta formar un imperio que se extendía desde Hispania hasta la Grecia helenística, y más allá. Podían permitirse el lujo de estas cosas tan bonicas.
Al lograr un amplio período de paz, extendiéndose por dilatados territorios, era posible el comercio a corta, media y larga distancia. Eso, unido a cierta estabilidad monetaria, permitía crear riqueza al alcance de todos los bolsillos. De los ciudadanos libres, claro; el ser una sociedad esclavista, también ayudaba a abaratar costes, la verdad.
Se desarrollaron las artes aplicadas de forma extraordinaria precisamente porque les dotaron de ese carácter industrial. Esta cerámica roja tan típicamente romana es una buena muestra, aunque no podemos olvidar también que trabajaron el vidrio, y elaboraron bronces de pequeño tamaño.
En este artículo de Iberhistoria.es hablan un poco de los
antecedentes, y se centran en la terra
sigillata hispánica, pero me gusta especialmente porque te explica cómo se
elaboraba este tipo de cerámica, y les copio:
El color rojizo brillante que tienen las piezas se debe a la aplicación de un engobe formado por un baño de arcillas depuradas antes de su cocción en el horno. Al principio se elaboran con el torno, si bien pronto se generaliza su realización a molde con la finalidad de aumentar la producción. El nombre de terra sigillata es debido al sello personal, “sigillum”, con el que cada alfarero marca e identifica sus productos. El alfarero está asociado y vinculado a un determinado taller cerámico. Los sellos permiten diferenciar los productos de los distintos talleres, distinguiendo el origen, diseño y calidad de las piezas.
Así que ya sabéis, cuando vayáis a un
museo y encontréis expuesta una pieza aparentemente humilde, pensad un poco
cómo se produjo, qué materiales llevaba y cómo fue posible que la población en
general pudiera disfrutar de algo tan hermoso, y no sólo útil. Lo bueno de las artes aplicadas, luego artes industriales, es que democratiza la belleza.
Eso es también, a mi juicio, una buena medida de civilización.
Aquí, una vista del monte Testaccio, alzado
a golpe de ánfora.
Como
siempre, salvo otra indicación, las imágenes proceden de Wikimedia Commons.
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