sábado, 24 de mayo de 2025

#84 El castillo de Barbazul

 

 

 

A Kékszakállú herceg vára

 


Estreno: Budapest, 24 de mayo de 1918

Compositor: Béla Bartók

Libretista: Béla Balázs, basado en el cuento La Barbe-Bleue de Ch. Perrault

 

Tal día como hoy, del año 1918, se estrenó en la Ópera Real de Budapest, la única ópera de Bartók

 [Arriba, a la derecha, foto de los intérpretes de la primera representación en 1918: Olga Haselbeck (Judit) y Oszkár Kálmán (Barbazul), justo antes de abrir la séptima y última puerta]

 

Si el otro día hablé de una ópera luminosa, mediterránea, con música alegre y una mujer muy lista que rescata a su novio y a unos cuantos esclavos italianos, una ópera bufa, en suma, hoy traigo algo más bien tenebroso. Y la protagonista es un poco TSTL.

Pongo la fecha del estreno, pero en realidad estaba compuesta desde 1911, lo que pasa es que tuvo problemas a la hora de representarse. Después el autor siguió retocándola.

De solo un acto, y una duración en torno a la hora, trae a escena la historia de un uxoricida, asesino en serie de esposas, Barbazul.

Judit, por razones que solo ella sabe, se ha enamorado de él, a pesar de saber que tiene fama de haber quitado de en medio a sus mujeres. Será esa atracción por el malote que tanto juego da en el dark romance. Se ha fugado, dejando atrás a su familia, incluso a un prometido que tenía, por seguirlo hasta su castillo. Muy enamorada, sí, pero sabiendo que hay siete puertas cerradas que él le dice que no abra, ella se empeña en que sí, que quiere ver lo que hay detrás. 

Él le dice que no pero ella insiste. 

La primera guarda una cámara de tortura rezumante de sangre y a partir de ahí ya podéis imaginar que las cosas, a mejor, no van.

Son solo dos personajes: Barbazul y Judit, barítono y mezzo, aunque también he visto que pueden interpretarlo bajo y soprano. Mantienen una especie de diálogo continuo, o sea, no hay arias separadas. La música, como es propia de Bartók, a veces suena como una película de terror. Pero tiene su lógica: las bandas sonoras tal como las conocemos hoy tienen su origen en el sinfonismo europeo.

Por el antisemitismo primero y la guerra, después, muchos compositores europeos tuvieron que huir hasta EE. UU. Bartók estuvo entre ellos, en 1940 se marchó por la invasión nazi de la Europa oriental. Era húngaro nacido en una región que hoy es Rumanía. Y murió en Nueva York en septiembre de 1945, ya acabada la guerra.

Como no hay números cerrados, realmente no se puede destacar uno u otro. Quizá, el momento de relativa paz en que Barbazul canta al sol («Ah! Lásdez az én birodalman»), a la luz, que Judit le había prometido llevar a su castillo, el paisaje, la naturaleza… Digo relativo, porque es la quinta puerta, el reinado del sol, pero también con sus nubes de sangre.

Judit sigue con su empeño de que se abran todas las puertas, hasta la última.

Aunque sea la única ópera de Bartók, se ha hecho un lugar en el repertorio. Y mira que está cantada en húngaro, idioma endemoniado de nula comprensión para cualquiera que no sea magiar. Esas cosas, a los aficionados a la ópera ya como que nos dan igual. Estamos acostumbrados... O no, porque he leído por ahí que se han hecho versiones al alemán y al inglés.

El estilo mezcla lo occidental, sobre todo ese simbolismo estático de un Debussy (Peleas y Melisande), con elementos del folklore húngaro. Este era más o menos el estilo de Bartók en muchas de sus composiciones. Hay que recordar que fue folklorista y que recopiló, incluso grabó, músicas populares.

Es una ópera que se deja ver, tiene ese aire poético, algo irreal, de los cuentos de hadas truculentos, que son realmente como eran en origen, antes de que decidiéramos que no hay que asustar a los niños. 

Ahora, no sería esta una ópera que yo recomendaría a quien se inicia en el género. Es breve, y eso es un punto a su favor. Pero, por otro lado, es demasiado sombría y la música, al ser del siglo XX, tampoco es que llegue fácilmente a todos. Luego está el tema en sí, que nunca sabes si es una advertencia para que las mujeres no nos enamoremos de los malotes, o para que respetemos sus secretos, o que no seamos curiosas y nos quedemos dóciles sin preguntarles, porque si no la cosa acaba mal. Porque sí, aquí el final es diferente al del cuento de Perrault, lo advierto.

¿Qué grabación recomendar? La de Feréncsik en los años ochenta (he visto dos fechas: 1981 y 1985, no sé cuál sería) para Hungaroton, con Evgeny Nesterenko y Elena Obratztsova; el coro y la orquesta son los de la Ópera Estatal Húngara.

Para saber más, la Wikipedia. El libreto, en español y húngaro, así como discografía de referencia, en Kareol.

Os dejo enlace a una grabación de esta ópera que he encontrado en You Tube. Tiene subtítulos en español. Los intérpretes son Sylvia Sass y Kolos Kovács, con la Orquesta Sinfónica de Londres, dirigida por Georg Solti


 


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