Representación de Aida en
Massada, Israel (2011)
Por avinoam michaeli [CC BY 2.5]
[CC BY-SA 3.0 2.0], via Wikimedia Commons
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Aida
Estreno: El Cairo, 24
de diciembre de 1871
Compositor: Giuseppe
Verdi
Libreto en italiano: Ghislanzoni & Camille du Locle basado en una historia
propuesta por el arqueólogo Auguste Mariette
Tal
día como hoy, una Nochebuena del año 1871, se estrenó en el Teatro del Jedive de
El Cairo, una de las óperas más famosas de Verdi.
Existe la creencia
popular, totalmente errónea, de que se compuso para la inauguración del Canal
de Suez (1869). Pero no es verdad. Es un encargo para el Teatro del Jedive, y
ni siquiera para su inauguración, que tuvo lugar con otra de Verdi, Rigoletto.
Esta es una historia de
ópera a lo grande, con mucho aparato y puestas en escena grandilocuentes. Se ha
representado no sólo en lugares como la Arena de Verona o las Termas de Caracalla,
sino también al aire libre, delante de lugares espectaculares como el templo de
Amenhotep III, en Luxor (1987) o Masada, en Israel (2011).
Es que es una ópera para
hacer a lo bestia y con convicción, y no de trapillo, que queda apolillado y
cutre.
No es una ópera de cámara
para hacer en versión minimalista, vaya.
La historia va de guerra,
amor, traición y muerte. Tenemos al guapo general egipcio Radamés, enamorado de
la princesa etíope prisionera, Aida. Marcha a la guerra y derrota a los
etíopes. A la vuelta, por petición de Aida, libera a un prisionero que resulta
que es el padre de ella, disfrazado. Cuando el rey etíope vuelve al frente de
un ejército, Radamés acaba traicionando sin querer a su país revelando a Aida los
planes del ejército egipcio. Acaba condenado a morir encerrado en un templo,
por no delatar a Aida. Y cuál no será su sorpresa cuando resulta que Aida voluntariamente
acepta morir a su lado.
¡Ah, sí! Y también frente
a la heroína está la típica rival maléfica Amneris, enamorada en vano de
Radamés y que por celos mueve los hilos de la trama.
Es una de esas óperas
archiconocidas, con momentos que conoce hasta el menos aficionado al género. Empezamos
por el aria Celeste Aida que canta el
enamorado Radamés en el Acto I; aquí, Plácido Domingo en la ópera de Houston
en 1987. Luego tenemos la marcha triunfal del acto II, cuando Radamés vuelve
victorioso a Tebas. Aquí pongo enlace,
a una representación en el Metropolitan
en 1989. Del acto III destacaría el lamento de Aida por no volver a ver jamás
su tierra natal, O patria mia. Por
poner algo más moderno, Anna Netrebko lo canta en un concierto en Múnich. Y finalizamos
con el dúo final de los amantes esperando la muerte O terra, addio; addio, valle di pianti. Pavarotti y Maria Chiara lo
interpretaron en La Scala en 1990; Pavarotti fue uno de los mejores Radamés. Si quieres algo mucho más sencillo,
siempre tenemos a Anja Harteros y Jonas Kaufmann como quien dice en vaqueros.
En fin, para saber más, la Wikipedia. El libreto y
discografía de referencia, se pueden encontrar en Kareol.
Hoy ando
patriótica yo también, así que mi versión recomendada es la de Montserrat
Caballé y Plácido Domingo, dirigida por Riccardo Muti, coro Covent Garden de
Londres y orquesta Nueva Filarmonía; para la EMI (1974). Porque Plácido siempre puso no sólo la voz sino también el cuerpo
serrano, con buenas interpretaciones dramáticas que lo convertían en un
auténtico héroe romántico, atractivo, épico o lírico según convenga. Plácido,
eres lo más.
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