Primer baile de Natasha
Rostova
Acuarela
de Leonid Pasternak (1893)
via Wikimedia Commons
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Voiná i mir
Estreno (por decir uno):
Moscú, 7 de junio de 1945
Compositor:
Serguéi Prokófiev
Libreto
en ruso: el compositor y Myra Mendelson, basado en la novela de León Tolstói
Tal día como hoy se estrenó, en el Conservatorio
de Moscú, una primera versión de esta ópera. El régimen político (la URSS), el
momento histórico (fin de la SGM), concurrieron en que la historia de esta
ópera sea particularmente compleja, con los cortes y cambios exigidos por el
momento político.
Por eso podemos encontrar, dependiendo
del libro, distintas fechas de estreno: el 7 de junio de 1945 en Moscú, 1955 en
Leningrado o 15 de diciembre de 1959 de nuevo en Moscú.
“La santa Madre Rusia es inmensa y sus hijos numerosos”–canta el coro al final de la primera parte de la ópera.
Algunas
de las mejores óperas rusas son así: inmensas.
Interminables
–dirían algunos malpensados.
Pero
no es mi experiencia personal con esta obra de Prokófiev, más de cuatro
horas. Tal vez porque la he visto recientemente en el canal Mezzo en versión de
Valeri Guérguiev, una producción del Teatro Mariinski de San Petersburgo de
2014, modernizada y transmite muy bien la fuerza, la monumentalidad, lo
individual y lo colectivo de esta obra. En la segunda parte, que es la
correspondiente a la guerra, incluso proyectan secuencias del esfuerzo
soviético en la Segunda Guerra Mundial. Están estupendos Andréi Bondarenko como
Andréi Bolkonski, aunque como todos los caballeros de la producción parecen
salidos de un club de Marbella a las cinco de la mañana, y una monísima Aida
Garifulina como Natasha. ¡No hay derecho, no se puede reunir tanto atractivo y
encima saber cantar!
Para
disfrutar de esta ópera creo yo que conviene que te conozcas la historia, la
novela de Tolstói, porque son escenas escogidas de la larga novela tolstoyana. Si no, puede ser difícil seguir el argumento.
La
primera parte se dedica a “la paz”: los amores de Natasha. La segunda, a “la
guerra”, con la invasión napoleónica de Rusia. Lo primero es lo personal, lo
íntimo, lo lírico. En lo segundo, domina lo heroico, lo épico, el conjunto de
la sociedad en un esfuerzo de guerra.
Se
supone que está hecha para representarse en dos sesiones. Pero aún así, no es una de las óperas habituales del repertorio, a pesar de ser "la máxima contribución de la escuela rusa al género operístico en el siglo XX" (José-María Martín Triana dixit). Es complejo montarla. Hay más setenta papeles protagonistas y
es una de esas obras artísticas que tienes que hacer “a lo grande” para que
despliegue toda su potencia. La versión que he visto hace poco en Mezzo me
encantó. Igual si sólo la hubiera escuchado en disco se me habría quedado en
poco. Por lo de no saber el idioma y tal.
Para
saber más, la Wikipedia, así como el
libreto en ruso-español y discografía de referencia, en Kareol.
Es
muy conocido el tema del vals entre Natasha y Bolkonski. Aquí
una representación con Dmitri Hvorostovsky (uno de esos caballeros con voz que abriga más que una manta zamorana, y aquí además luce pantorrilla) y Mataeva.
La grabación que recomendaría de esta ópera es la de Valeri Guérguiev en 1991 para Philips,
con Prókina,
Guergalov, Aliexashkin, Volkova, Grigorian, Borodiná, Marusin, Morozov,
Bogachova, Ojótnikov, Guerello…; con el coro y orquesta del Teatro Kirov de Leningrado.
Representación de Guerra y paz (creo que de la historia, no de la ópera, pero quería añadir algo que ilustrara "la guerra") en el Teatro de la Bordée, 2014. Autor: Florencecassisi (vía wikicommons) |
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