Estoy
en mitad del camino, del plazo que me he dado a mí misma para no desesperar.
Hoy,
paseando, escuché de nuevo un podcast de 2018 del programa El tranvía de Broadway, de Radio Clásica.
Es uno de los dos que, en 2018, dedicó al que es uno de mis musicales favoritos, Jesucristo Superstar, aunque yo más bien me aficioné por la película de 1973, dirigida por Norman Jewison.
Cuando yo era jovencita, escuchaba el disco (vinilo) una y otra vez, me lo sabía de memoria. En inglés, por si tenéis dudas.
Tuve la oportunidad de verla en el cine y me encantó. Hasta tenía el
póster de la película en mi habitación de adolescente.
Siempre me ha gustado una buena intriga bien contada y con personajes potentes.
Es una historia fantástica, o sea, el argumento tiene de todo: traición, amor no correspondido, política, y tortura y ejecución en escena. Más emoción imposible.
Aún
hoy en día, me encanta, porque es una historia de personajes muy fuertes, su
psicología peculiar, que viene definida por lo que cantan y cómo lo cantan.
Cada uno tiene su propio estilo, como la música disco que relacionas más con el
personaje de Judas Iscariote. O ese glam
rock de Herodes.
Reconozco que a mí uno de los personajes que más me llegan es el de Poncio Pilatos, que es la única persona más o menos racional en medio de tanto delirio. Intenta entender algo de todo esto, del papel en que le han puesto, y le toca juzgar algo que para él es incomprensible. No me extraña que lo primero que se le ocurra sea un patadón afuera, o sea, inhibición en favor de otra jurisdicción (Herodes).
La
película, además, consiguió sacar del teatro la historia, rodando en unos
escenarios espectaculares en el desierto. Hay unas escenas que son cine puro,
como la de los tanques. Si lo has visto, no creo que puedas olvidarlo. Me pregunto si la repondrán en los cines dentro de dos años, cuando se cumplan los cincuenta años del estreno de la película.
Diréis
que qué porra eso de iniciarse en el teatro musical gracias al cine. Bueno si
te pones a verlo, Jesus Christ Superstar empezó como un álbum conceptual en 1970, solo que
después lo hicieron musical. Y ya la peli vino más tarde.
El género al que pertenece es la ópera rock. La música la puso Andrew Lloyd Webber y, la letra, Tim Rice. Como no conseguían montar la producción escénica, lanzaron primero el álbum en 1970. Fue el éxito de éste lo que llevó a su estreno en Broadway en 1971.
Que
sea una de mis historias favoritas, y de las pelis que más he visto, y de los álbumes que he escuchado decenas de
veces, me parece todo un mérito. Me sorprendo a mi misma que esta historia me
llegue tanto considerando que, aunque soy de cultura católica, no soy creyente.
Yo
se la recomiendo a cualquiera que guste de una historia bien contada, mejor
rodada y con una música inolvidable.
Podéis
escuchar los podcast gratis del programa El tranvía de Broadway en la web de Radio Nacional. Comenta más el musical que la película. Gracias a ello, puedes escuchar diversas versiones de las canciones. También curiosidades, como que Agnetha Fältskog, la de Abba fue la
María Magdalena de Suecia.
Acabo recordando que me gustó también un montón una versión que vi no hace mucho, también fantástica, de 2018, con John
Legend como Jesús. La puesta en escena, más del siglo XXI, era estupenda.
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