Producción de David Alden en la Deutsche Oper (Berlín) Foto de Hubertus1977 (2013) [CC BY-SA 4.0], vía Wikimedia Commons |
Peter
Grimes, Op. 33
Estreno:
Londres, 7 de junio de 1945
Compositor:
Benjamin Britten
Libreto
en inglés: M. Slater, basado en el poema The
Borough (1810), de George Crabbe.
Género: drama
Hace
justo 75 años, tal día como hoy se estrenó, en la Sadler’s Wells Opera de
Londres, esta inquietante obra de Britten
Volvamos a aquel momento. No hacía ni un
mes que había acabado la guerra en Europa, aunque todavía quedaban dos meses
largos de pelea en el Pacífico.
Un compositor de treinta y dos años,
Benjamin Britten, estrenaba una ópera. El rol titular estaba a cargo de un
tenor de la misma quinta, Peter Pears, quien cumpliría treinta y cinco ese
mismo mes de junio. Ambos se habían conocido mediada la década de los treinta; en
el treinta y nueve, cuando empezó la guerra, se marcharon con su amigo Auden a
EE. UU. Allí Britten estrenaría su primera ópera. En pleno conflicto regresaron
a Europa, ideando entonces esta ópera que tiene como base un poema de George
Crabbe.
Ambos se declararon objetores de
conciencia, así que no lucharon con los aliados, algo que con el tiempo se medio reprochó al compositor: mientras otros jóvenes luchaban en el campo de batalla frente
al nazismo, él se dedicó a la música. A mí me parece admirable que
tengas esas ideas y seas coherente con ello, y ciertamente cada uno ha de hacer lo que mejor sabe, no creo que fueran muy útiles estos dos con un fusil en la mano... pero reconozco que admiro aún más
quienes dieron lo mejor que tenían por librar a Europa del nazismo.
No sin dificultades, consiguió que se estrenara
esta ópera, Peter Grimes. La historia
se me antoja muy británica, con ese mar omnipresente y el inquietante
suspense. El protagonista de la obra, Peter Grimes, es un tipo hosco del que
todo el mundo recela y al que tratan fatal, por aquello de sospechar que sea un
asesino de niños. Es una de esas obras en las que, por usar la trillada
expresión «se masca la tragedia» desde el principio.
Dramáticamente, es una de esas obras teatrales que ves con inquietud y acabas un poco
frustrado. No sabes muy bien a qué carta quedarte. ¿Es o no un
asesino? La investigación concluyó que no, pero también es verdad que se hizo
de aquella manera, y no disipó las dudas sobre Peter. Luego ese empeño de coger
a chiquillos como ayudantes, cuando le aconsejan que, mejor, se busque un
hombre que trabaje a su lado como marinero. Y el final trágico, con el
antihéroe internándose en el mar buscando su propia destrucción.
Se le han dado
muchas lecturas a la obra, y cada uno puede quedarse con la que más le convenga:
el falso culpable, la sociedad que malignamente recela del que es distinto, el
antihéroe que desea formar parte de la comunidad y esta le rechaza, llena de
prejuicios contra él,…
La obra fue un éxito. Hacía tres siglos
que Gran Bretaña no veía una ópera tan alucinantemente buena: desde el Dido y Eneas de Henry Purcell, sí, casi trescientos años hasta que alguien dotó al teatro musical inglés de esa excepcional calidad artística y comprendiera tan bien la forma de componer música para ese
lenguaje entrecortado, tan monosilábico, como es el inglés.
A ver, no es que el Reino
Unido tenga una historia artística muy lucida, comparándola con las creaciones
de todo tipo de los países mediterráneos, Francia o incluso Alemania. En la
historia de la música, como auténticos genios autóctonos solo me vienen a la
cabeza tres: Tallis, Purcell y Britten, un elenco pobretón si comparas con
Francia o Italia, por ejemplo.
Lo que sí hay que reconocerles es que
tienen una tradición teatral envidiable, sobre todo porque la mantienen viva,
con un público diverso que sabe apreciarlo muy bien. Por eso Britten es de los
pocos compositores del siglo XX que consiguió no solo estrenar óperas, sino que
fueran éxito, que la gente las viera y, además, que se hayan mantenido en el
repertorio.
Es de esas óperas que ganan mucho si las
ves representadas. Da juego escénico para montar una auténtica película de
miedo. Eso no quita que la puedas disfrutar también en grabaciones sonoras, siempre que
la música contemporánea sea lo tuyo, claro. Britten no es particularmente osado o atrevido, vaya, sabe conservar sentido de la melodía; pero, aún así, no es la obra que yo sugeriría a los que quieran acercarse al género.
¿Qué momentos destacados tiene? Bueno,
son muy apreciados los Cuatro interludios
marinos, con los que Britten hizo una suite orquestal separada (Op. 33a), así como el Pasacalles (Op. 33b). Seguro que si escucháis estas
piezas, os resultarán vagamente familiares, aunque no os suene esta ópera ni
siquiera conozcáis quién era este Britten.
Este es uno de esos casos en los que la
grabación recomendada es evidente: la dirigida por el propio autor a finales de
los años cincuenta para la Decca, con su pareja Peter Pears en el rol titular (Peter Grimes), Claire Watson (Ellen Orford), James Pease (Balstrode), Jean Watson (Auntie), Raymond Nilsson (Bob Boles) y Owen Brannigan (Swallow). El coro y la orquesta son de
Covent Garden
Para saber
más, la Wikipedia. El libreto, en español e inglés,
así como discografía de referencia, en Kareol.
En You Tube
he encontrado esta grabación de la BBC en 1969, con Peter Pears en el rol
titular.
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