Objeto:
jarrón
Material:
arcilla y vidrio
Fecha:
1351–1375 (s. XIV)
Lugar
actual: Museo Arqueológico Nacional, Madrid (España)
Época:
Edad Media
Un rico símbolo de
poder
En el siglo XIII se puso el gran salto adelante en la Reconquista peninsular, pudiendo
ponerse el punto y aparte con la toma de Cádiz, en 1262, reinando Alfonso X el
Sabio.
Entonces las fronteras se estabilizaron. Lo que quedaba en la
parte musulmana era el reino nazarita de
Granada, que se extendía aproximadamente por las actuales provincias de
Granada, Málaga y Almería. Sobrevivió gracias a que se constituyó en vasallo de
Castilla, pagando tributo.
Este objeto es producto de esa refinada cultura islámica
tardomedieval. Es un jarrón tipo
Alhambra que se conserva en el Museo Arqueológico Nacional, que ya he dicho
cien veces que es uno de mis museos favoritos. Es grandote, 134 centímetros de
alto y con un diámetro de 65 centímetros.
Si nos fijamos, tiene una base muy estrecha, motivo por el
cual se le suele colocar sobre un soporte, luego tiene una panza abombada y un
cuello estrecho que se alarga hasta un gollete vuelto. Tenía dos asas tipo aleta, una de ellas rota
actualmente.
Lo decoran bandas verticales, alternando las azules de
cobalto con las doradas, con motivos geométricos y también decoración de tipo
vegetal que llaman ataurique. Su
vidriado se parece al jarrón de las gacelas que se conserva en Granada. Esa decoración
es vertical, frente a las franjas horizontales de los otros jarrones de la
Alhambra conocidos.
En las alas la decoración es nuevamente ataurique y sebka (retícula oblicua) en azul y dorado sobre fondo blanco.
Ya sabemos que en el arte islámico, al no aprobarse la
representación humana, se tiraba mucho de motivos geométricos y vegetales, y
también las propias letras árabes, que con sus sinuosidades resultaban
particularmente elegantes. Y aquí encontramos también un ejemplo de adorno en escritura cúfica, en el arranque del
cuello.
Según leo en la página del Ministerio de Cultura, dice así,
en traducción de Eduardo de Saavedra:
Toda fuente brota pareciendo la más perfecta corriente
y acrece benignidad abundante y excelentes dichas.
Y afirma el recuerdo de la felicidad y de la pobreza
que desvaneció mañana y tarde la fortuna del tiempo.
Este tipo de jarrones se conocen como «Jarrones de la Alhambra»,
desde que llamaron la atención de los coleccionistas de la Edad Moderna. No
significa que se crearan para ese palacio granadino, ni siquiera que se
elaboraran allí; en realidad el taller principal de la loza dorada nazarí estaba en Málaga. Data de mediados del siglo XIV.
Se elaboró en arcilla y vidrio. Primero se torneaba y
modelado y después se vidriaba y se cocía. Llevaba, al parecer, tres cocciones
(cochuras que se dice en alfarería):
las dos primeras para fijar la decoración («bizacochado» y vidriado) y la
última para que quedaran esos reflejos dorados. Leo en la Wikipedia que el
color dorado se consigue aplicando una solución de cobre y plata a la
decoración.
¿Para que servía? Pues se consideró durante mucho tiempo
que eran meramente ornamentales, objetos de lujo que daban tronío a una estancia y que el rey de Granada regalaba a otros poderosos. En el año 2006-2007 se celebró
una exposición en el palacio de Carlos V en Granada, titulada «Los Jarrones de
la Alhambra. Simbología y poder», que consiguió que se reunieran por primera
vez estos jarrones, desperdigados en diversas colecciones. Con motivo de la
misma, se estudió el tema y alguien llegó a la conclusión de que en realidad se
podía usar como filtro de agua, porque la base estaba sin vidriar.
Este en concreto lo hallaron en un campo de la localidad jienense de Hornos, en la comarca de la Sierra
de Segura. Lo llevaron a la iglesia de la Asunción, donde lo usaron, incrustado en el suelo, como sostén de un pila
de agua bendita.
Son un producto lujoso, muy ansiado por los coleccionistas,
lo que ha dado lugar a un gran mercado de réplicas. En sí, el número de
jarrones de la Alhambra que se conservan más o menos enteros son, al parecer,
ocho, que están perfectamente localizados.
Toda la cerámica islámica influyó en las artesanías
populares de los países mediterráneos, como Portugal, España o Italia. La
excepcional calidad y virtuosismo de los artesanos islámicos justifican que se
imitara en formas más básicas en estos países.
A continuación os enumero los otros jarrones que se
conservan, más de uno ligadao al pintor Fortuny, un auténtico fan de este tipo
de objetos.
1. Jarrón
de las gacelas, que se encuentra en el Museo de la Alhambra, en Granada,
auténtica obra maestra de la cerámica andalusí. Tiene una preciosa decoración
que le da el nombre: dos gacelas enfrentadas, en
blanco y dorado en uno de los frentes, y azul en el otro.
2.
Jarrón
Simonetti o Fortuny-Simonetti, también en el Museo de la Alhambra (Granada), que es uno
de los que perteneció al pintor Fortuny.
Vaso de Fortuny que se conserva en el Museo del Ermitage de San Petersburgo
3.
Jarrón
del Ermitage, de Fortuny o del Salar, otro de los que fuera propiedad del
pintor y que ha acabado en San Petersburgo. Es uno de los que se conserva
íntegro, y nos sirve para comprender la forma que debió tener el jarrón de Hornos al que dedico esta entrada.
4.
Jarrón
de Osma, nazarí o del Instituto de Valencia de don Juan, Madrid.
Foto en Europeana |
5.
Alhambravasen o Jarrón del Nationalmuseum
de Estocolmo o de la Alhambra. Tiene una historia de lo más aventurera. Estaba en Chipre en el siglo XVI, donde se veneraba como reliquia: se consideraba que era una de las jarras
de agua que Cristo trasformó en vino en las bodas de Caná, por lo que a veces la llaman «La tinaja de Caná». Cuando los turcos tomaron la isla en 1571, lo llevaron a Estambul. Allí lo compró el embajador del
emperador y se lo envió a su señor, Rodolfo II, en su corte de Praga. Pero los suecos saquearon la capital imperial en 1648, en el marco de la guerra de los Treinta Años, lo cogieron como botín de guerra y de esa forma pasó a las colecciones de los
reyes de Suecia. Toda esta peripecia dejó huella en el objeto, pues le fueron
haciendo añadidos a lo largo de los siglos: un dragón de bronce en la parte
alta, un soporte, una base de granito y una guirnalda de flores.
6.
Jarrón
del Museo Nacional de Palermo (Palazzo Abatellis) es el otro que está completo,
con sus dos alas.
7.
Jarrón
de Jerez, o de la Cartuja de Jerez, que está también en el M.A.N. de Madrid.
Luego hay otros restos desperdigados por esos mundos de
Dios; por ejemplo, al otro lado del charco tenemos un gollete en la Hispanic Society de Nueva York y un jarrón
en la Freer Gallery of Art de Washington D.C.
Si quieres saber más, hay un artículo dedicado a ellos en la Wikipedia.
Y la página dedicada al jarrón de las
gacelas en la página web del patronato de la Alhambra, de donde cojo la
siguiente imagen:
Un poco más de historia sobre el jarrón de Hornos, la encuentro en este blog del Chilanco Elías.
Y para saber algo más de otro de los
jarrones del M.A.N., el jarrón nazarí llamado de la Cartuja de Jerez, tenemos este artículo de cuando fue escogido como pieza del mes.
Como
siempre, salvo otra indicación, las imágenes proceden de Wikimedia Commons.
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