Objeto:
antipendio (frontal de altar)
Material:
oro
Fecha:
h. 1021
Lugar
actual: Museo de Cluny, Francia
Época:
Edad Media (arte otoniano)
Regalos, regalos, para
ganarse el cielo (o, al menos, la canonización)
Antipendio y frontal
significan lo mismo. Se refiere a un «paramento de sedas, metal u otra matera
con que se adorna la parte delantera de la mesa del altar» (el DRAE dixit).
Aquí traigo una joya de la orfebrería otoniana, es decir
aún dentro del arte prerrománico.
El emperador Enrique II se hizo con la ciudad de Basilea en
el año 1006. A este Enrique ya lo vimos al hablar del manto donado a la catedral de Bamberg. No me extraña que luego lo canonizasen, se tiró todo el
rato haciendo regalos a la Iglesia., aparte de apoyar a los obispos, hasta
consiguió que metieran el filioque lo
que luego llevó al cisma.
Basilea es una ciudad de Suiza, famosa por… bueno, entre
otras cosas, por ser de allí Roger Federer. La cosa es que este emperador
Enrique II impulsó la construcción de la catedral, junto con el obispo
Adalberto II, por eso a veces se la llama «catedral de Adalberto». Actualmente
recibe el nombre de su patrón, o sea, de Enrique II, pues fue dedicada a este
señor y su esposa Cunegunda.
Se cree que, con motivo de la consagración de la catedral,
entre 1019 y 1021, el emperador regaló esta espléndida pieza. En la página web
del museo dicen que estaba destinada a un monasterio benedictino, quizá el de
Montecasino en Italia o el de Bamberg en Alemania, pero que al final se ofreció
a la catedral de Basilea en un gesto diplomático.
¿Dónde se confeccionó? Realmente no se sabe. Se especula
con que pudieron ser los talleres de Fulda, o los de Maguncia.
Un núcleo de madera de roble está recubierto por una lámina
de oro. Los orfebres otonianos siguieron la tradición carolingia. En concreto, este
frontal tiene un antecedente en el que donó Carlos el Calvo a la basílica de
San Dionisio, que hoy solo se conoce por pinturas.
Más tarde, se prefirió adornar la zona del altar colocando retablos detrás, de esa manera fueron desapareciendo los frontales o antipendios.
En este altar se distiguen cinco paneles, mediante arcadas, más ancho el del medio.
Cada uno tiene una figura en semirrelieve, siguiendo la técnica del repoussé. Recuerda a los sarcófagos
antiguos.
En el centro está Cristo, bendiciendo con la mano derecha, y con un
globo en la izquierda. Ahí se ve su monograma con las letras ji y rho,
o sea, las primeras de Χριστος (Jristós). También
se distinguen las letras alfa y omega, Cristo como principio y fin de todas las
cosas.
A los pies de Cristo hay dos figuritas pequeñas, humillándose. Son el emperador Enrique II y la
emperatriz Cunegunda, de menor tamaño que la figura divina, como era habitual en el arte medieval.
Bajo los otros arcos tenemos, a la izquierda de todo, san
Benito, fácilmente reconocible con su vestimenta monacal, su cruz de abad y el
libro que simboliza la regla benedictina que estableció hacia el año 540 para
ordenar la vida monástica. No hay que olvidar que el emperador Enrique fue
oblato de la Orden de San Benito, y por ello es patrono de todos los oblatos de
la orden benedictina.
En las otras tres arcadas, están representados tres
arcángeles: Miguel, Rafael y Gabriel.
Con esta y otras donaciones, engrosó el tesoro de la
catedral de Basilea, que logró sobrevivir a la reforma protestante, al parecer gran
destructora de arte religioso en el norte de Europa. Lo que no pudo superar fue
la división en dos cantones, entre la ciudad y la provincia (1833). Se repartieron los tesoros de la catedral, y este frontal de altar le correspondió a la comarca.
¿Resultado? que la provincia acabó vendiendo poco a poco piezas del tesoro. Así este antipendio
acabó en manos de Francia y otras piezas, en lugares tan distantes como San San
Petersburgo o Nueva York.
En fin, espero que no se hayan arrepentido. Supongo que
como la ciudad es más rica, sí haya conservado en su catedral más piezas del
tesoro basilense. Cualquier excusa es buena para visitar esta serena ciudad
suiza,… o el Museo de Cluny que, ya lo he dicho, es uno de esos estupendos
museos parisinos no tan saturado como el Louvre, y que considera este devant d’autel de Bâle como una de sus
piezas maestras. Así se lee en su página web, que he traducido en parte para
esta entrada
Como
siempre, salvo otra indicación, las imágenes proceden de Wikimedia Commons.
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