sábado, 25 de noviembre de 2017

#19 Concierto para violín en mi menor n.º 2, op. 64

Retrato de Mendelssohn, por Eduard Magnus (1846)
[Dominio público], via Wikimedia Commons


Compositor: Felix Mendelssohn

Estreno: Gewandhaus de Leipzig, 13 de marzo de 1845.



Uno de los conciertos para violín más famosos de la historia.


Mendelssohn era ya un músico consagrado cuando habló con su amigo Ferdinand David, entonces maestro de conciertos de la orquesta Gewandhaus de Leipzig, sobre la posibilidad de componer un concierto para violín. A lo largo de seis años se cartearon, dando el violinista consejos al compositor, hasta que finalmente se produjo esta que sería la última gran obra orquestal de Mendelssohn.

Se estrenó en la Gewandhaus de Leipzig en 1845 y fue un éxito. Se convirtió en uno de los conciertos para violín más destacados de la época romántica e influyó en otros compositores. Sigue desempeñando un papel importante del repertorio para violín, siendo uno de los más populares. 

Se divide en los típicos tres movimientos: rápido (Allegro molto appassionato)-lento (Andante) – rápido (Allegretto non troppo – Allegro molto vivace). Pero tiene elementos originales y nuevos como la casi inmediata entrada del violín al comienzo de la obra, algo que no pasaba en la época del clasicismo, en que solía haber una breve introducción orquestal. 

En La discoteca ideal de música clásica, de Kenneth y Valerie McLeish (Ed. Planeta, 1996), dicen de esta obra:

Es uno de los más apreciados del repertorio. Hay pocos grandes conciertos que sean heroicos: su movimiento lento es delicadamente sentimental y los movimientos externos disfrutan allí donde los demás conciertos se contornean. El Mendelssohn maduro (…) en este concierto se despoja del solemne ropaje de los años y se pone a danzar

Como es una pieza destacada del repertorio de violín, todos los grandes maestros la han grabado. Hay tantísimo donde elegir que, ¿cómo seleccionar una? Escojo la que hizo Menuhin bajo la dirección de Furtwängler con la orquesta Philharmonia, emparejado con el Convierto para violín en do mayor, op. 61 de Beethoven.

Para saber más, la Wikipedia.

En You Tube he encontrado una interpretación de Anne Sophie-Mutter con la dirección de Kurt Masur.




Pues eso, que no llega a media hora. Dale una oportunidad y ya verás como no te decepciona con su energía y romanticismo.

jueves, 23 de noviembre de 2017

#30 Esferas de piedra de Costa Rica

Esferas de piedra (Finca 6)
Por Axxis10 (2012)
[CC BY-SA 3.0], Via Wikimedia Commons


Tipo de construcción: petrosfera religiosa
Época: ¿500-1500?
Lugar: cantón de Osa, Costa Rica


Enormes bolas venidas de la noche de los tiempos que sirven para algo más que una peli de Indiana Jones.


Sigo en el continente americano en busca de construcciones destacadas de la época precolombina. Volvemos a Centroamérica.

Para los europeos que no sepáis muy bien por dónde anda Costa Rica, os explico lo mismo que cuando hablé de la Joya deCerén (que me perdonen los americanos, que seguro que lo saben de sobra). Costa Rica es uno de esos países que tienen costa tanto al mar Caribe como al océano Pacífico. Tira al sur, entre Panamá y Nicaragua.

Estas esferas de piedra (petrosferas) son unas trescientas, a orillas del río Diquís y en la Isla del Caño. Se atribuyen a la antigua cultura Diquís.

Están realizadas en piedras duras (granodiorita, gabros y caliza). Las hay pequeñitas, de 10 centímetros de diámetro, y algunas hasta 2,57 metros. ¿Y cuánto pesan? Algunas llegan (según la Wikipedia) a las 16 toneladas.

No se han datado de forma científica, por lo que no se sabe exactamente de qué época son. Se han datado más en relación a los artefactos arqueológicos encontrados en su entorno. El sitio arqueológico conocido como “Finca 6” se remonta al período de Aguas Buenas (300–800) y el período Chiriquí (800–1550). Pero a veces hablan de yacimientos que se sitúan entre el 300 a. C. hasta el 300 d. C.

Mucha gente asocia Costa Rica a la empresa estadounidense United Fruit Company. Pues mira, justo aquí fue una acción de esta la que determinó su descubrimiento. Deforestaron el territorio para cultivar banano y se encontraron con estas esferas allá por 1939.

Su significado exacto se desconoce. Podían ser marcadores de límites del poder de cada jefe, símbolos de rango o calendarios astronómicos. La hipótesis más reciente –apunta la wiki- es que tiene un sentido religioso. Pero en un periódico de este mismo año dicen que desvelaron su sentido y es que se trataba de un signo de jerarquía en la etnia buruca.

Como es habitual respecto a hallazgos arqueológicos de culturas que no han dejado testimonio escrito, abundan las tonterías esotéricas. Pero lo importante es dejarse de chorradas y admirar, e intentar imaginar, con las herramientas a su alcance, cómo podían construir, pulir para darle forma y trasladar estas magníficas esferas. Eso sí que tiene importancia, y no el darle a la fantasía.

Los «Asentamientos cacicales precolombinos con esferas de piedra de Diquís» fueron declarados patrimonio de la humanidad por la UNESCO en el año 2014, y en su página web lo describen así (la traducción del inglés es mía): 

El sitio incluye cuatro yacimientos arqueológicos en el delta del Diquís Delta en el sur de Costa Rica, que son considerados ejemplos únicos de los complejos sistemas políticos, económicos y sociales del período entre 500 y 1500. Contiene montículos artificiales, áreas pavimentadas, lugares de enterramiento y, lo más significativo, una colección de esferas de piedra, entre 0,7 m y 2,57 m de diámetro, cuyo significado, uso y producción siguen siendo en gran medida un misterio. Las esferas se distinguen por su perfección, número, tamaño y densidad, y la ubicación en lugares originales. Su conservación del saqueo que afectó a la gran mayoría de los lugares arqueológicos en Costa Rica ha sido atribuida a las espesas capas de sedimento que las mantuvieron enterradas durante siglos.

Como siempre, para saber más, podéis empezar por la wikipedia.

domingo, 19 de noviembre de 2017

#45 Lo que el viento se llevó (película)

FilmAffinity

Gone with the Wind

Año: 1939
País: Estados Unidos
Director: Victor Fleming,  George Cukor,  Sam Wood
Música: Max Steiner


Una superproducción al servicio de una heroína inolvidable. Conciencias políticas, atenuense mientras la ven.


            Todo en esta película parece mítico, bigger than life. Es una película “a lo grande” en el más puro estilo de los estudios de los años treinta: basada en una novela superventas, actores de lujo, enormes decorados, música intensa y pegadiza, guion arrebatado con frases míticas de esas que se siguen recordando casi 80 años después (desde “A Dios pongo por testigo de que jamás volveré a pasar hambre” hasta el Frankly, my dear, I don't give a damn de Gable que le costó una multa con la censura), escenas llamativas, cuatro horas de duración…

Claro que la tienes que ver con la conciencia social acallada porque, al fin y al cabo, te cuentan la historia de la guerra de Secesión y la ocupación posterior desde la perspectiva de familias adineradas y esclavistas. Y no olvidemos el pequeño detalle de que en una escena queda claro que Rhett tiene sexo con Escarlata en contra de la voluntad de ella. Y encima te la ponen como que ella está encantada el día después.

Lo bueno, desde el punto de vista feminista, es que todo gira en torno a una mujer, una heroína inolvidable, Escarlata O’Hara, una jovencita al principio de la película y una mujer hecha y derecha al final. Interpretada por una maravillosa Vivien Leigh. Al principio de la historia es una chicuela sólo preocupada por ver cómo confiesa sus sentimientos al chico del que está enamorada, luego se lleva decepciones, pasa la guerra, la violencia, el hambre, se casa hasta tres veces, tiene una hija y demasiado tarde se da cuenta de que en realidad, su media naranja no es el tipo melifluo que ella lleva rondando toda la película. Demuestra que podía haber personajes femeninos interesantes, fuertes, que llevaran sobre sus hombros todo el peso de la historia, a quienes admirar, y no meros intereses románticos del héroe de acción.

Todo en esta peli está, ya digo, hecho a lo grande, todo tiene que resultar fuerte, emocionante, épico, y si te dejas llevar por la historia, pasarán momentos entretenidísimos.

También son míticas las historietas en torno a cómo se rodó, quién se llevaba mal y quién bien, cómo la producción se retrasó años hasta que pudieron contar con Clark Gable para el papel de Rhett Butler y encontrar a la actriz ideal para interpretar a la protagonista, las continuas revisiones del guion, cómo George Cukor fue despedido, y luego pasó a Victor Fleming, que quedó agotado y durante un tiempo fue sustituido por Sam Wood, e incluso hubo alguna escena que dirigió William Cameron Menzies, diseñador de producción,…así que a ver qué director filmó qué parte,… En fin, cotilleos varios de la Historia del Cine que entretienen al aficionado, pero sin demasiada trascendencia.

Es curioso, recuerdo que cuando comenté con mi madre que esta peli era de 1939, me lo discutió, dijo que como era en color, y con esos actores, que era de los años cincuenta. Y yo, que era una marisabidilla y me había leído todos los libros de cine a mi disposición (que no eran muchos, la verdad) juré y perjuré que era verdad, y ella que no,… O sea, algo que ahora se resuelve con san Google, en aquella época daba lugar a discusiones interminables.

La razón del despiste cronológico de mi progenitora, que se acordaba perfectamente del estreno, era que en la nacionalcatólica España esta peli fue censurada y no pudo verse hasta 1950, razón por la cual muchos creyeron que era de más o menos esos años.

Arrasó en los premios Óscar, incluidos los de mejor película, mejor director (Fleming), mejor guion adaptado (otorgado póstumamente a Sidney Howard), mejor actriz (Leigh) y mejor actriz de reparto (Hattie McDaniel). Lo de Hattie merece la pena resaltarlo, ya que fue la primera actriz afroamericana que lo ganó, lo cual es un punto positivo para una superproducción que, quieras o no, defiende una sociedad sureña esclavista. Y que décadas después de la guerra seguía siendo insufriblemente segregacionista, hasta el punto de que ni esta espléndida actriz, ni ningún otro intérprete negro de la película pudieron acudir al estreno en Atlanta, porque no había sitio para ellos en un teatro para blancos.

Cada vez que el personaje de Leslie Howard se ponía melancólico sobre el hermoso mundo que habían dejado atrás, me rechinaban los dientes y decía que sí, claro, que se lo dijeran a los esclavos de la plantación.

Ver esta película ahora a mí me causa más de un problema de conciencia, a pesar de que sé que es entretenida, magnífica desde el punto de vista cinematográfico. ¿Por qué? El racismo implícito en la película,... el ataque al más elemental feminismo por el hecho de que Rhett viole a Escarlata,... e incluso político, porque al fin y al cabo no llegan a discutir el origen de toda la guerra, que es la secesión ilegal decidida por unos politiquillos que luego no son los que luchan y mueren en la guerra, por motivos económicos miserables, para defender una sociedad impresentable, causando toda una carnicería por querer separarse del resto de los EE. UU.

Pese todo, Lo que el viento se llevó aparece, según leo en la Wikipedia, entre las diez primeras de la lista del American Film Institute con las 100 mejores películas estadounidenses desde su creación en 1998; en 1989 la película fue considerada «cultural, histórica y estéticamente significativa» por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos y seleccionada para su preservación en el National Film Registry.

Para saber más: consúltese la Wikipedia, Film Affinity o la Internet Movie Data Base.

En YouTube hay bastantes momentos, aquí os dejo enlace a una lista de reproducción con fragmentos en español, con uno de esos doblajes chirriantes tan de los años cincuenta.

sábado, 18 de noviembre de 2017

#18 La pasión según san Mateo, BWV 244

Passio Domini Nostri J. C. Secundum Evangelistam Matthaeum
Matthäus-Passion

Retrato anónimo de J. S. Bach (1725)
[Dominio público], via Wikimedia Commons
           


Compositor: Johann Sebastian Bach
Estreno: Iglesia de Sto. Tomás (Leipzig), 1727 o 1729.



Música religiosa con un cierto estilo operístico, ideal para momentos íntimos y reflexivos.


Tercera obra que aparece aquí de Bach (él y Mozart son los mayores contribuyentes a esta lista). Después de los Conciertos de Brandemburgo y la Tocata y fuga en re menor, ahora vamos con su música religiosa.

Bach podría haber sido compositor de corte, y dedicarse principalmente a la música profana, pero lo cierto es que obtuvo un buen puesto como Thomaskantor de Leipzig, o sea, Cantor y responsable musical de la iglesia de santo Tomás. Esto significó que dedicó su talento a escribir un montón de música religiosa.

Una pasión es una obra que pone música a un texto relacionado directamente con la pasión y muerte de Cristo. Era práctica habitual en la iglesia, ya desde la Edad Media (yo he llegado a verlo en la iglesia en mis tiempos católicos) declamar o recitar, representar en cierto sentido la pasión y muerte de Jesús. A pesar de la Reforma, la tradición se mantuvo en Alemania. Es la segunda de las pasiones bachianas que nos han llegado íntegras. La primera fue la Pasión según san Juan, que se interpretó en el año 1724.

Hay dudas sobre si hubo una representación de esta pasión el 11 de abril de 1727 en la iglesia de santo Tomás. Lo que sí se sabe seguro es que se interpretó el 15 de abril de 1729, día de Viernes Santo, así que puede que ese fuera el día del estreno. Si pudiéramos viajar en el tiempo, creo que nos llamaría mucho la atención el contraste entre una existencia materialmente rudimentaria, simple, y la grandeza de una pieza inmensa, compuesta por un pedazo de compositor.

El compositor sigue la tradición de darle un papel narrativo al evangelista. Los solistas interpretan a Cristo y los papeles principales, y dos coros representan a sacerdotes y Esto, junto al hecho de que usa dos orquestas, ya pone de relieve que estamos ante una obra monumental.

El ritmo es pausado, lo que proporciona momentos de reflexión íntima. Como dura más de dos horas, es evidente que no la puedes escuchar deprisa y corriendo, sino que te tienes que hundir en ese movimiento lento, dejarte llevar por los recitativos, las arias, la preciosa música,…Es, ya digo, grandiosa.

Luis Carlos Gago, en el librito Bach, de aquella estupenda colección “Alianza Cien”, considera que La pasión según san Mateo es el cenit de toda la producción litúrgica luterana de Bach. Como Bach había compuesto muchas cantatas y corales, formas vocales más sencillas, en alemán, para que los parroquianos pudieran participar en el culto cantado, considera este autor que La pasión

“se alza como el punto de encuentro de todas las conquistas formales y estilísticas alcanzadas a lo largo del intenso y enriquecedor proceso creativo de las cantatas”

En La discoteca ideal de música clásica, de Kenneth y Valerie McLeish (Ed. Planeta, 1996), dicen de esta obra:

Las palabras de la Biblia reciben el tratamiento de un drama, un poco a la manera de un oratorio, con partes intercaladas al estilo de las cantatas que reflejan el significado de los acontecimientos bíblicos. Bach utiliza también corales (algunos de ellos muy conocidos, como Oh sagrada cabeza herida y dolorida [nota: se refieren a lo que habitualmente conocemos en el ámbito hispano como “Oh, cabeza ensangrentada”]) para hacer aún más partícipes a los fieles. La obra es solemne, majestuosa y devocional. Es mejor escucharla en directo, ya que las grabaciones disminuyen el tono de su atmósfera.

Sí, yo la escuché una vez en directo, en sala de conciertos, y es verdad que gana mucho. Pero vamos, como no todos los días tenemos la oportunidad de que nos regalen los oídos así, habrá que buscar una interpretación que sea lo suficientemente buena, ¿no?

Así que recurro a mi admirado Dietrich Fischer-Dieskau y recomiendo la grabación que hizo para la EMI bajo la dirección de Otto Klemperer y otros magníficos cantantes en un reparte creo yo que insuperable: Peter Pears, Elisabeth Schwarzkopf, Christa Ludwig, Nicolai Gedda y Walter Berry. El coro y la orquesta son Philharmonia y el coro de niños de Hamstead.

Esta grabación de 1962, dice mi guía Penguin, “representa una de sus grabaciones más logradas, un acto de devoción de tal intensidad que lo referente al estilo y la interpretación es insignificante”. Klemperer pasó de lo que decía la musicografía sobre ornamentación. La guía resalta que el grupo de solistas es insuperable, “con Peter Pears en su cumbre en el papel de evangelista y Fischer-Dieskau profundamente expresivo como Jesús”. Sí, no imagino, realmente, a nadie más capaz de expresar la humanidad de un personaje divino que Dietrich.

Para saber más, la Wikipedia.

jueves, 16 de noviembre de 2017

#29 Tihuanaco

La Puerta del Sol
Por Mhwater
[Dominio público], Via Wikimedia Commons




Tipo de construcción: asentamiento
Época: 500-900
Lugar: departamento de La Paz, Bolivia


Impresionante asentamiento preincaico


Seguimos recorriendo el continente americano en busca de construcciones destacadas de la época precolombina. Hoy recalamos en Bolivia, donde se encuentra este amplio asentamiento que se conoce como Tihuanaco o Tiwanaku.

Muy poquito se sabe de cómo era esta civilización, pues había desaparecido siglos antes de que llegaran a la zona los españoles, y ni ellos han dejado su historia ni los pueblos posteriores que lo habitaron han dejado testimonio fidedigno de qué ocurrió aquí.

Para cuando Pedro Cieza de León encontró estos restos, en 1549, cerca del lago Titicaca, a unos cuatro mil metros sobre el nivel del mar, ya estaba abandonado desde hacía siglos. Se cree que sus antiguos habitantes hablaban el idioma puquina.

Como no se conserva testimonio escrito de la civilización que erigió estas piedras, parece muy misterioso y es uno de esos sitios sobre los que los magufos del punto se inventan teorías y les suponen una antigüedad para la que no hay la menor evidencia. Supongo que porque es más fácil dejarse llevar por delirios que por estudiar científicamente, conforme a la arqueología, cómo pudieron construir estos lugares tan impresionantes.

Pero a mí reconozco que las invenciones esotéricas me dejan fría y, en cambio, encuentro más admirable cómo pudo construirse algo tan majestuoso, cómo estas personas pudieron mover piedras desde lugares lejanos, cómo las tallaron y erigieron,… Es una zona de gran altitud, ahora bastante árida, pero en el pasado posiblemente no fuera así, y de ahí que pudieran darse concentraciones de decenas de miles de habitantes.

Imaginaos que no se conservara nada de la literatura grecorromana. Entonces no quiero ni imaginar lo que se inventarían al ver los teatros, los acueductos o el Coliseo. Sin embargo sabemos bastante de lo que ocurrió gracias a sus letras, y todo lo que hicieron fue entera y maravillosamente humano. Pues bien, las demás civilizaciones del resto del mundo merecen el mismo respeto de intentar averiguar cómo eran y cómo consiguieron los humanos que allí vivieron realizar estas construcciones en vez de fantasear con gigantes, ovnis u otras chorraditas.

A veces la llaman “el Stonehenge de las Américas”, pero a mi modo de ver, eso le hace flaco favor a ambos monumentos, porque no tienen nada que ver. Stonehenge son menhires pinados, nada más (y nada menos), pero en Tihuanaco encontramos tallas, bajorrelieves, variadas construcciones en una amplia zona, que son indicativo de una auténtica civilización preincaica más compleja que la de las islas Británicas, aparte de que son milenios lo que hay entre Stonehende (s. XX a. C) y Tihuanaco (Ss. V-X d. C.).

La imagen más conocida de Tihuanaco es la Puerta del Sol, resto de otra estructura mayor, realizada en piedra andesita, con tres metros de alto y 4 de ancho. En su decoración destaca el llamado “Señor de los báculos”, alrededor del cual hay 48 figuras pequeñas. Tenemos también una Puerta de la Luna y también varios monolitos. De las construcciones grandes quizá la que más impresiona es la pirámide de Akapana, con un templo (probablemente) en lo alto.

«Tiwanaku: centro espiritual y político de la cultura Tiwanaku» fue declarada patrimonio de la humanidad por la UNESCO en el año 2000, y en su página web la describen así

Tiwanaku fue la capital de un poderoso imperio prehispánico que alcanzó su apogeo entre los años 500 y 900 de nuestra era. Su influencia se extendió por una vasta zona de los Andes meridionales y otras regiones adyacentes. Los vestigios de sus monumentos atestiguan la importancia cultural y política de una civilización netamente diferenciada de las restantes culturas prehispánicas de América.

Como siempre, para saber más, podéis empezar por la wikipedia.

En la página web dedicada al Turismo de Bolivia.

La viajera del blog “El viaje de mi vida” cuenta su experiencia por estos lugares.

domingo, 5 de noviembre de 2017

#8 Ivanhoe



Ivanhoe
Autor: Walter Scott
Año: 1820
Género: Novela
Edad: juvenil


Una heroína inolvidable en una histórica de las de aquella época.


Ivanhoe es una de esas novelas infanto-juveniles que también podría haber incluido entre las 100 obras maestras de la literatura universal.

Estamos ante una novela histórica del Romanticismo, con lo bueno y lo malo que de ello nace.

Wilfred de Ivanhoe, hijo de un noble sajón que incurrió en la ira de su padre al irse a las cruzadas con el rey Ricardo, regresa de incógnito, como hará también el rey. Ivanhoe está enamorado de Lady Rowena, de sangre real sajona, por lo que está fuera de su alcance, por mucho que se quieran, porque el tutor de ella (el padre de Ivanhoe) quiere casarla con otro retoño de los reyes sajones, Athelstane.

Por su parte, el príncipe Juan está tramando con algunos nobles normandos hacerse con el poder en ausencia de Ricardo.

En mi ejemplar, de la editorial Anaya (mi favorita en temas infanto-juveniles) se define muy bien la esencia del argumento en el apéndice firmado por M.ª del Mar Hernández:
 [Ivanhoe] se pasa la mitad de la novela encerrado tras la armadura, y la otra mitad herido e inútil para actuar. [...] Nuestra heroína no ha sido otra que la judía Rebecca, quien posee, junto con su padre, uno de los perfiles mejor definidos de la obra. Sin duda, Rebecca encarna el corazón de esta novela,además de llevar en sí toda la carga moral que encierra su historia. Ella es la que en el espíritu de los lectores debía haber ganado el amor de Ivanhoe, mucho más merecido, por su simpatía y su bondad, que Rowena.

Porque sí, por mucho que os haya hablado del rey Ricardo y de Ivanhoe y de Rowena, que si sajones y normandos, aquí la estrella es una joven judía.

Lo magnífico de la historia perdura, precisamente por ese personaje femenino inmenso, la inteligente, digna y hermosa Rebecca, que no se humilla, bondadosa pero firme. Frente a la pasiva Rowena (la heroína más sosa de la historia de la Literatura), Rebecca tiene intervención en la trama, piensa por si misma, actúa, se resiste heroicamente,... Nos seduce a todos desde su sólida dignidad. Si no se lleva al chico es porque eso en tiempos de Walter Scott era impensable.

Leí esta novela hace años y la he releído con placer. Lo que me impulsó a seguir leyendo fue, sobre todo, la peripecia de Rebecca. Pero la historia tiene otros atractivos, con ese ir y venir de caballeros, sus justas, el asedio a un castillo, los proscritos de Robin Hood, ... Sin olvidar a esa figura magnífica, torturada del templario Brian de Bois-Guilbert, obsesionado con Rebecca, y que es capaz de arriesgarlo casi todo por ello.

Claro, también pululan como serpientes los políticos cobardes que se arriman al sol que más calienta y cuando las cosas se tuercen un poco, se ocultan como diciendo yo no hice nada, sólo pasaba por aquí y mira tú qué malote el rey Juan.

Oh, sí, la hipocresía de siempre.

Pero es que, encima, quien trama maldades es el príncipe Juan y, sin embargo, cuando le desmontan el chiringuito, él se va de rositas y a los que entrullan es a quienes lo siguieron. ¡Qué típico y cuántas veces lo hemos visto de verdad a lo largo de la historia...!

De las adaptaciones audiovisuales de la historia, recuerdo sobre todo a determinados actores. Inolvidable la Rebecca de una juvenil Elizabeth Taylor en la película de 1952...
 
O sea, de veras, ¿quien se iba a fijar en Joan Fontaine?
Y claro, el templario torturado de la serie televisiva de los ochenta, el neozelandés Sam Neill, que lo encarga románticamente como un héroe que ama a Rebecca con desesperación, ¡ay!

Ay, Sam, ¿pero qué os dan Down Under para que salgáis así?
Walter Scott era conocido por sus novelas ambientadas en Escocia, y con esta obra se atrevió a dar un giro, ambientándola en el siglo XII inglés. Hay que entender que es histórica tal como se veía en el romanticismo, o sea, con algún que otro anacronismo (como hablar de vino de Canarias, o poner franciscanos y carmelitas descalzos), y sobre todo con ese nacionalismo que no tenía el menor sentido en la Edad Media.

El nacionalismo es una ideología decimonónica, un constructo útil cuando acabó el Antiguo Régimen y el poder ya ni era del monarca ni se podía legitimar por la gracia de Dios. Así que tuvieron que inventarse que había una cosa llamada nación que era la que otorgaba legitimidad a las élites de determinados territorios. Esta ideología sirvió de motivación, junto al racismo, para la expansión colonialista europea, para unificar Alemania e Italia y, sobre todo, para descuajeringar el Imperio otomano y el austro-húngaro.

No era así como se pensaba en la Edad Media. El poder venía de Dios a favor de una u otra dinastía. Por eso los reyes y los nobles unían o dividían territorios al hilo de sus casorios o herencias. Contarnos una historieta de de sajones y normandos como ingleses frente a franceses es totalmente anacrónico. No era esa la mentalidad medieval pero sí, y en ese sentido la novela es muy ilustrativa, como se veía en el siglo XIX.

La cultura (la literatura, la pintura, la música) se usó como instrumento para construir esa identidad nacional y lograr adhesión social a la nueva ideología. De ahí que tantos se obsesionaran por buscar figuras patrióticas en olvidados cronicones medievales o incluso anteriores, en busca de caudillos o ejemplos inspiradores como Boudica, Arminio o Juana de Arco. Poco importa que los personajes históricos detrás de tales nombres nada tengan que ver con la imagen mítica creada por el nacionalismo.

Lo triste es que, después de que esta ideología perversa haya costado a los europeos dos grandes guerras y unas cuantas pequeñitas, siga inspirando a los grupúsculos extremistas. Nadie aprende de la historia, por mucho que Cicerón se empeñara en ello.

Así que con todas esas prevenciones, sabiendo que leer una cosa que es más novela que historia, lánzate a disfrutar como un enano de las idas y venidas de Ivanhoe y la leal Rebecca. No te arrepentirás.